miércoles, 7 de septiembre de 2016

LA PAZ QUE SE PERDIÓ.
POR MANUELITA LIZÁRRAGA.
LA MUJER DESCALZA…DE LARGOS CABELLOS, Y BLANCOS ROPAJES…

Fue la locura aquella madrugada de invierno por la calle Madero… salió de la nada de repente de entre los pinos de aquella antigua mansión, metí el acelerador al vehículo para ganarle a aquella mujer y no atropellarla… ¡no podía yo creer lo que estaba viendo por el retrovisor!; dijo la joven carmelita, todavía con la piel enchinada al recordar… y continuó narrando aquella noche de terror… “con el rostro y los largos cabellos estampados en el cristal trasero del vehículo, ¡me miraba! Aquella horrible mujer estaba trepada en la cajuela; el rostro era calaverico y apergaminado, lo que parecían labios, más bien una oquedad deformados, pegados al cristal, y los ojos muy pelones que hasta parecía que se le salían de las desfloradas orbitas, ¡me miraban!...!me miraba! Chocando sus ojos con los míos”.
Carmelita estaba tan asustada apunto del llanto, y continuó diciendo “estaba tan asustada por aquello que estaba viviendo que no podía gritar ni balbucear si quiera, me quede sin aliento con un nudo en la garganta y ¡los pelos de punta! Acelere aún más y la mujer se fue de lado prendida a la puerta trasera a la derecha encajada entre la cajuela y el guardafangos a punto de caerse, y yo aterrada la seguía mirando por el retrovisor, y ¡ella me sostenía la mirada!, y el carro continuaba su marcha con aquella mujer montada y yo zigzagueando deseando que aquella cosa cayera al suelo.
En un parpadeo, no supe ni como después de más de tres cuadras llevarla trepada viviendo aquello, ¡ya no estaba montada en el carro! Ahora caminaba por un lado del vehículo y me rebasó y se fue delante de mí, pero ¡oh sorpresa, la mujer flotaba lentamente! Iba descalza con el vestido como un camisón blanco largo y una cabellera negra toda desparpajada volándole al viendo y brillándole a la luz de la luna, y se fue flotando por en medio de toda la calle Madero pasando la 5 de Febrero perdiéndose en la oscuridad, preludio del amanecer. Paré en seco el carro, estática, y con las manos endurecida por la tensión y el terror sobre el volante la seguí con la mirada contemplativa hasta que se perdió en la distancia. Por supuesto que ya no continué por ese camino, di vuelta a la calle y me fui a dormir a la casa de mis abuelos rumbo a los olivos, no vaya a serla de malas y me la encuentre otra vez”… termino diciendo la aterrada Carmelita.
Contaba la señora Marillita, la que vivió en frente de la mansión de los pinares por la Madero, que ella tuvo puesto en el mercado y por lo tanto madrugaba porque antes el mercado Madero lo abrían a las cuatro de la mañana y la gente del pueblo madrugaba; que ella ya estaba acostumbrada a ver a esa mujer descalza de la bata blanca; que la primera vez que la vio se espantó mucho, pero después de tanto verla se acostumbró, y hasta se quedaba parada viéndola para ver si se metía en algún lado, pero no se iba flotando por en medio de la calle Madero hasta que se perdía en la distancia; y que si al decir de los mayores esa alma en pena salía de esa casa y de los pinares desde tiempos muy antiguos, pero que nadie sabía decir su historia.
… y la larga cabellera le brillaba a la luz de la luna volando desparpajados camisón y cabellos al viento… no dejaba huella por que flotaba aunque iba descalza perdiéndose en la distancia rumbo al más allá…

…por el placer de escribir…recordar…y compartir…

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