miércoles, 23 de noviembre de 2016

LA PAZ QUE SE PERDIO
POR MANUELITA LIZARRAGA

“DIONICIA VILLARINO ESPINOZA...’LA CORONELA’...AGUERRIDA MUJER SUDCALIFORNIANA”.


            La coronela, mujer valerosa que por su arrojo y valentía se distinguió a favor de las luchas libertarias del pueblo, siendo ella el genuino exponente del temple y calidad humana de la mujer sudcaliforniana; quien en los momentos más aciagos de la Revolución mexicana, sin prejuicios femeninos de la época dio muestras de su gran valor defendiendo los principios de la Revolución alentando y ayudando a los soldados revolucionarios de Baja California Sur, prestándoles relevantes servicios de inteligencia, de espionaje, atendiendo heridos y procurándoles armas, alimentos, medicamentos herbolarios y agua para sus necesidades. Con la gran ayuda de sus inseparables amigas, “La Chayola” y María de Jesús Calderón quienes junto con doña Nicha, con el pretexto de vender alimentos, ofrecía tequila a las tropas enemigas y emborrachaba a los soldados obteniendo así valiosa información que pasaba a los revolucionarios maderistas.

            Dionicia Villarino Espinoza... “doña Nicha”...llamada así cariñosamente por quienes tuvieron el privilegio de conocerla y tratarla, además de su familia, vio la luz primera en la Cuernavaca Sudcaliforniana, Todos Santos; cuna de valerosos hombres y mujeres, el 25 de Junio de 1885. Sus padres fueron Don Jesús Villarino Villalobos de oficio labrador, y Doña Liberata Espinoza Nieto, originarios de Todos Santos. Dionicia tuvo dos hermanos: Manuel y Eloisa. La feliz infancia de Doña Nicha transcurrió entre limoneros, trapiches y cañaverales, allá en su tierra natal, perfumada a brisa de mar y mango maduro, donde cursó la educación primaria. Siendo ella muy joven, mueren sus padres; él víctima de la fiebre amarilla en 1865, epidemia que asoló la península y devastó gran parte de sus habitantes; su señora madre muere de cáncer en 1902. En la vida de Dionicia se cernía la desgracia, pues tal parecía que su destino era quedarse sola, ya que su hermana Eloisa murió muy joven y su hermano Manuel también muere en las minas de Santa Rosalía Baja California.

            La Coronela, viajó a San Francisco California, en busca del amparo de sus tías Dolores Calderón y Tomasa Tena, para continuar su educación, quienes vivían en la casa donde vivió desterrado el patriota todosanteño el General Manuel Márquez de León. Dionicia, convertida en una hermosa jovencita, al tiempo, sintió la nostalgia por su terruño y regresó con el corazón pleno de ilusiones, donde conoció al joven todosanteño Antonio Salgado Álbañez con quien contrae matrimonio procreando siete hijos: Jesús, Antonio, Martín, Felipe, Amalia, Herminia y Laura. Doña Nicha, una mujer de profundos sentimientos, abnegada y virtuosa madre, así como amantísima esposa ayudo y protegió a mucha gente desvalida, sobre todo a jóvenes sin padres, de los cuales adoptó legalmente como a sus hijos, a Francisco Cosío y Gastón Salgado.

            Doña Dionicia enviudó joven, siendo sus hijos muy chicos todavía, y sacó la casta y el temple de la mujer sudcaliforniana. Se trasladó con sus hijos al mineral de Santa Rosalía donde se desempeñó como costurera. Allí la sorprendió la revolución de 1913 donde formó parte activa junto al grupo revolucionario que se pronunció contra el gobierno usurpador de Huerta. Uno de tantos hechos heroicos en los que la Coronela participó demostrando su espíritu humanitario fue cuando el cañonero “Tampico”, y los federales por órdenes del capitán Barrón dispararon 86 cañonazos a la casa blanca donde estaban parapetados los revolucionarios Manuel F. Montoya , y Vela; la cual fue convertida en escombros por el desigual ataque, quedando moribundos los mencionados revolucionarios, y no conforme el chacal, ordenó que quemaran vivos a estos valerosos hombres que ofrendaron su vida en aras de la patria. Doña Nicha, recogió a hurtadillas y venciendo mil obstáculos, los cadáveres para velarlos en su casa, desafiando el poder federal, dándoles cristiana sepultura a “los mártires de Casa Blanca”, por lo que el comandante Condés de la Torre la mandó a aprehender, enviándola a las inmundas mazmorras de la cárcel en la bartolina número seis, de donde pasado un tiempo fue desterrada a Guaymas Sonora, siendo internada en el cuartel general.

            Doña Nicha se dedicaba a atender presos políticos que al igual que ella se hallaban internados, y algunos estaban enfermos. Por su desempeño logra la confianza de los jefes que le permiten vender alimentos dentro y fuera del cuartel,  y hasta llegó a poner una casa de asistencia de huéspedes cerca del cuartel. Con el pretexto de vender alimentos salía del cuartel rumbo a la playa donde abordaba una embarcación conducida por un viejo pescador, y por las noches al amparo de las sombras se dirigía hasta donde estaban las fuerzas maderistas y se encontraba con sus hijos que luchaba por la causa revolucionaria en contra del gobierno del asesino Victoriano Huerta, llevando ella información importante a los maderistas sobre los proyectos y tácticas de los huertistas.

            Al tiempo, Condés de la Torre es vencido por las fuerzas comandadas por el Teniente Pedro Altamirano, y lo manda desterrado a Guaymas con su familia, donde según se dice, Doña Nicha lo esperaba en el muelle, y al encontrarse frente a frente agarrándole del cuello le dio tremendo bofetón cayendo éste al mar, demostrando la bravura y energía de espíritu. Entra triunfal el General Maytorena al puerto de Guaymas y le concede la libertad a la Coronela quien regresa nuevamente a Santa Rosalía donde continua ligada a todos los acontecimientos de la vida política y social, prestando sus valiosos servicios hasta el triunfo de la revolución mexicana. La valerosa mujer continua viviendo algún tiempo en Santa Rosalía ganándose la vida como costurera y  partera, oficios que desempeñaba atendiendo a las mujeres soldaderas en Guaymas, por lo que, por sus altos méritos y conocimientos en la materia, el 24 de Agosto de 1932, el Delegado Sanitario en Santa Rosalía le otorga un certificado de competencia en conocimientos prácticos de obstetricia, autorizándola a ejercer legalmente. El tres de octubre del mismo año, el Delegado de Gobierno, del mismo puerto, Felipe A. Montoya le concede permiso para manejar automóviles, ya que le era muy necesario para trasladarse de un lugar a otro en su oficio de partera.

            Pasado algún tiempo, Doña Nicha regresa a su amada tierra natal; TODOS SANTOS, histórica tierra, cuna de héroes sudcalifornianos, a su casita de ladrillo con portal de madera, cubierta de enredaderas marcada con el número 38 en la calle Juarez donde nació y pasó su feliz infancia. Con la inquietud que la caracterizaba, la coronela participó en obras sociales y políticas apoyando las campañas de candidatos a diputados federales, destacando Braulio Maldonado quien figuro en la política nacional; así como también a favor del doctor Adán Velarde para diputado federal. En Enero de 1935 fue nombrada vocal de la comisión de higiene y profilaxis, donde se distinguió por su humanitaria labor. En Abril de 1938 el comité nacional del frente único pro derechos de la mujer, con sede en la ciudad de México la designa y faculta para que en el territorio de Baja California Sur organice a las mujeres en grupos filiales para que luchen por los derechos de la mujer sudcaliforniana mexicana, labor muy meritoria que la hace merecedora de felicitaciones del comité nacional. El 20 de noviembre de 1943 el comité central de la defensa civil del territorio sur de la Baja california le otorgó un diploma “Por la patriótica aportación que prestó a la legalidad de la república durante los aciagos días que dieron vida al movimiento revolucionario como estímulo de un pueblo agradecido”.

            Entre el retumbar de las embravecidas olas, y ruidos de trapiches en la molienda de caña, la brisa blanqueó los cabellos de la coronela...el ocaso fue cubriendo de nostálgicos recuerdos su fecunda vida y sus ojos se fueron apagando... poco a poco aquel 27 de abril de 1957, en su natal Todos Santos; donde con justicia una biblioteca lleva su nombre, ostentando una placa alusiva a su vida y obra; así como la casita donde nació y vivió, tiene una placa también, además de que en la casa de la cultura que tan dignamente dirige el ameritado maestro Néstor Agúndez Martínez, está expuestos al público algunas de sus pertenencias personales.  Doña Nicha, La coronela, duerme el sueño eterno, sueño de los justos, con la satisfacción plena de haber sido una mujer en toda la extensión de la palabra,  dejando en el sendero luminoso de su vida un elevado ejemplo para todos los habitantes de esta península, y de generaciones venideras...por su valor a toda prueba...por sus grandes dotes humanos...como abnegada madre, como mujer y por su valiosa aportación a la revolución mexicana...Doña Dionicia Villarino Espinoza, es el más fiel exponente del temple y calidad de la mujer sudcaliforniana.

           

PARA PIES DE FOTO:

1.- DOÑA DIONICIA VILLARINO ESPINOZA, DOÑA NICHA, LA CORONELA, DIGNA EXPONENTE DE LA MUJER SUDCALIFORNIANA. FOTO ARCHIVO.


…Por el placer de escribir…Recordar…Y compartir…



PD. Esta semblanza fue publicada hace más de 15 años en los prestigiados medios de comunicación: El Sudcaliforniano, Revista El Compás, y en el programa de centro de radio y televisión canal 10.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario