miércoles, 5 de octubre de 2016

LA PAZ QUE SE PERDIÓ.
POR MANUELITA LIZÁRRAGA.
…LA CASA DEL JUEZ…
.DEL MISTERIOSO CARRUAJE BAJÓ SU PASAJERO, Y LA PUERTA SE ABRIÓ RECHINANDO SUS GOZNES…
.IBA A DICTAR SENTENCIA POR NO SE QUE ASUNTO…
.QUIENES LO VIERON SE PARARON ESPANTADOS…PUES ÉL YA NO EXISTIA…
.Y SE FUE TEJIENDO LA LEYENDA A TRAVES DEL TIEMPO, Y CUENTAN QUE CONTINÚA EN SU CASA DICTANDO SENTENCIA A GOLPE DE MAZO…

Rechinaron los goznes, y la puerta de aquella antigua mansión se abrió como por arte de magia al sentir la presencia de aquel elegante personaje de alta figura que togado, bastón en mano bajó a la banqueta de un solo salto de aquel misterioso carruaje negro y se metió por aquella puerta abierta perdiéndose en las penumbras de la casa del juez…y a golpe de fuste sobre las bestias sobre las bestias el carruaje continuó al unísono látigo, cascos de caballos y al chick chack, chick chak, de las ruedas del vehículo que como castañuelas sonaban, apenas iluminados por los faroles en las ventanas cubiertas de gruesos cortinajes, resonaban por el empedrado de Independencia desapareciendo en la distancia rumbo al mar…quienes lo vieron por aquellos años no lo podían creer era el señor juez que llegaba del más allá a dictar sentencia a golpe de mazo; contaban los antiguos dijo mi madrina.
Fueron varios los espantados en la casa del Juez, así le decía la gente en aquel tiempo y aun le dicen con cierto temor y curiosidad, y se fue tejiendo la leyenda… contaba Don Félix que cuando la penumbras empezaban a caer, parecía que la casa del Juez tenía vida, que cuando él pasaba rumbo a su casa al salir de su trabajo la puerta se abría de repente como invitándolo a pasar… y se escuchaban murmullos indefinibles, como alegatos, que escribían a máquina, pasos y suspiros, de repente ¡el fuerte golpe del mazo del señor Juez! Pero adentro no se miraba nada, todo estaba oscuro, y él apretaba el paso espavorido después de aquello, le sacaba la vuelta pasar por ahí.
En el año de 1964, yo trabajé en la prestigiada tienda comercial “El bebé de Cuningham” como secretaria y llevaba la contabilidad de las tres tiendas del mismo dueño, “Tienda la bola”, “El bebé del valle” y el ya mencionado; tenía la oficina de contabilidad y otros asuntos precisamente en la casa del Juez; y yo jamás escuché ni vi nada, pero si tenía mucho miedo por todo lo que se decía de ahí y no trabajaba a gusto. Nomás daban las siete de la tarde y yo salía corriendo volándome al viento crinolinas y cola de caballo. Un día, que fui a visitar a mi madrina la que vivía por ahí cerca, me dijo muy espantada al saber donde trabajaba, que no podía creer que yo estuviera trabajando dentro de esa casa del señor Juez, pero ¿por qué? Le dije.
Mira, me dijo, es mucho lo que se cuenta sobre la casa del Juez a través de todos los tiempos, pero lo que a mí y a mi esposo nos pasó estuvo de pelos… resulta que íbamos a misa a la parroquia ya hace tiempo por Independencia y Guillermo Prieto, eran como las siete pasaditas de la tarde, estaba oscurito, y de pronto cruzó la calle salido no sé de donde un hombre largo vestido de toga y birrete y llevaba un bastón en su mano, pasó frente a nosotros como si no nos hubiera visto, casi nos atropella, y la puerta de la casa del Juez se abrió sola y aquel hombre entró; ¡pero no caminaba, flotaba! Y la puerta se cerró tras él, y luego se escuchó muy fuerte el golpe del mazo dictando sentencia; nunca más volvimos a pasar por ahí, y contamos lo que nos pasó a la familia, a los amigos, y muy despreocupadamente decían “ha el señor juez que dicta sentencia al golpe de mazo” ya son muchos que lo han visto entrar y nunca salir, nomás se escucha el golpe del mazo terminó diciendo ella. Ante eso, ya no me quedaba en la casa del juez hasta las siete, inventaba cualquier pretexto y me salía a las cinco antes de que cayera la noche; pero vuelvo a insistir, yo nunca escuche nada y no quiero  ni ver ni escuchar.
…si pasa por la casa del Juez por Independencia y Guillermo Prieto váyase persignado…no vaya ser que de repente, si bien le va, escuche el golpe del mazo dictando sentencia, y quede usted muy espantado…


…por el placer de escribir…recordar…y compartir…


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