martes, 2 de enero de 2018

LA PAZ... PARAISO DE MIS RECUERDOS.
POR MANUELITA LIZARRAGA ALCARAZ.


“EL MUELLE FISCAL, LA TORRE DEL VIGIA Y EL CAMPANERO DEL PUEBLO”.


            La bella construcción de la torre del vigía removió en mi mente las paginas del libro en ellas escritas, y me llena de gozo el recordar y hacer recordar a quienes vivieron esa época de bonanza, de esta amada tierra peninsular, así como informar a las nuevas generaciones la historia del muelle fiscal.

            El muelle fiscal fue el detonante del progreso en la península de Baja California Sur, impulsando su desarrollo económico, político y social. Su fundación se remonta a las primeras décadas del siglo antepasado, motivado a que la capital del territorio estaba en Loreto y por haber sido casi destruido Loreto en 1828 por un cataclismo, se estableció la aduana en La Paz en 1832 la que era un pequeño caserío. En el histórico muelle fiscal esta plasmada gran parte de la historia de Baja California Sur y sus habitantes. Hechos sobresalientes que sucedieron en distintas épocas que quedaron en la historia que conforman esta península. En Septiembre de 1847 sufrió esta ciudad de La Paz la primera invasión norteamericana atracando en el muelle los barcos enemigos, y ante la cobardía del jefe político Francisco Palacios Miranda quien permitió el atropello, que se tomara el puerto e izaran la bandera norteamericana. Después de tenaz lucha, el 02 de octubre de 1847,  los valientes héroes muleginos encabezados por el General Manuel Pineda lograron que salieran huyendo vergonzosamente los extranjeros.

            Baja California Sur siempre ha sido muy codiciada por el extranjero, y sufrió otro ataque pirático por William Walker desembarcando con engaños e izando su bandera según, tomando los edificios públicos proclamando su nueva República. Este pirata filibustero ordenó el saqueo de las casas así como de los archivos oficiales. El teniente Manuel Pineda le hizo frente con doce gentes armados hasta con piedras y palos haciéndoles seis muertes a Walker. En esta contienda se unió el General Marquez de León haciendo huir vergonzosamente a este pirata. En 1855 hubo otro intento de asalto por fuerzas americanas pero las autoridades ya estaban escamadas con los otros ataques y no permitieron el desembarco de piratas, dispararon sus cañones, les causaron varias bajas, los apresaron y confiscaron la flotilla de tres barcos, los bienes y los víveres.

            En tiempos revolucionarios en el territorio el 20 de marzo de 1880 procedente de Mazatlán, Sinaloa, atraco en La Paz el barco Demócrata y varios barcos más con una cuadrilla de 360 hombres, 50 dragones del octavo batallón y una sección de cañones de siete centímetros a las órdenes del General José María Rangel. En 1912 el licenciado José María Pino Suarez, vicepresidente de México visitó La Paz poco antes de ser asesinado  al igual que don Francisco Indalecio Madero.

           


Por los albores de las primeras décadas de este siglo, en la cumbre de la antigua torre del vigía, así como de la actual reconstruida en 1928, por la ventana salía un negro y largo catalejo vigilante, atisbando la lejanía y llenando su vista el campanero del pueblo con las maravillas del ayer atento de la llegada de las armadas perleras y de los barcos mercantes de la época que cargados de preciadas mercancías arribaban a nuestro bello puerto de La Paz atracando en el muelle fiscal.

Sentados a la orilla del muelle de antaño, bajo la sombra del frondoso pino en las blancas arenas, así como al pie de la torre del vigía estibadores y alijadores esperaban con gran ilusión el arribo de los barcos que con gran júbilo al vuelo de la campana anunciaba el güero Gilberto. Con tres largos campaneos si se avistaba a la distancia un barco grande, y con dos campaneos si era una armada  perlera. Los morenos señores curtidos por el inclemente sol Calisureño y la brisa del mar, con sus paliacates amarrados al cuello y una sonrisa en el sudoroso rostro se aprestaban felices a realizar cabotaje y desembarco de las mercancías que transportaban los navíos de la época, como el Progreso, el Peninsular, el Araguan, El Raúl, el Blanco, los Corrigans, El Salvador, La Estrella Costera, El Salvatierra, El Anita, El Spruce, El Edna Rosa, El Arturo, El Viosca y muchos más que procedentes de Topolobampo, Manzanillo, Guaymas y Sinaloa alegraban con su presencia y daban trabajo y beneficios a los hombres del pueblo.

Los grandes buques así como barquitos de vela se regresaban cargados de productos de la región como oro, plata, aleta e hígado de tiburón, vaquetas curtidas y procesadas en la tenería Suela Viosca, trigo y algodón cuando el boom en Santo Domingo, carne seca de res de pescado, de burro y hasta de venado así como queso regional ganado y bestias... Era todo un espectáculo ver el embarque del ganado que seguramente arriaban de los ranchos aledaños. En grandes manadas las que irrumpían por el pueblo arriadas por los rancheros rompiendo la monotonía de la tarde y las echaban en la bahía para luego ser embarcadas colgándolas  de los cuernos con los winches.

La torre del vigía y el campanero del pueblo, también anunciaba el mal tiempo. Cuando había ciclones o chubascos, el largo y negro catalejo estaba vigilante y el campanero sacaba un gallardete amarillo cuando era calmo y uno rojo cuando había peligro. La gente del pueblo de aquel entonces se arremolinaba alrededor de la torre del vigía o salían  al malecón pendientes de las señales del campanero.

Los habitantes de La Paz ya tenían identificados el pitido de cada barco, al escucharlos, sabían que barco llegaba y cual partía. Y los hombres del ayer al escuchar el campanero anunciando su arribo, jubilosos salían de sus casas rumbo al muelle fiscal  que en aquel entonces fue de madera y con rieles, para ganar el jornal diario. Puras monedas de plata ley 0720, y con su paliacate anudado al cuello el que les servia para secarse el sudor y también lo utilizaban para recoger productos cuando los costales de 70 kilos  se rompían, como café de granito, trigo, frijol, maíz y arroz los que eran muy apreciados. En el atardecer, el malecón se llenaba de señores que regresaban felices con el jornal diario tintinando en la bolsa del pantalón, las monedas de plata, el pañuelo lleno, amarrado a nudo, y una sarta de cogollo de palma con un trozo de pescado marlín o agujón que les daban a su paso los pescadores del ayer, que sacaban los turistas extranjeros que se hospedaban en el hotel Los Arcos.

Fueron tiempos muy bellos en el pueblo, el zumbar de los chocomiles en el puesto de campesinas y raspados de don Lencho Sánchez, donde los trabajadores del muelle hacían cola para comprar su torta en el puesto La mariposa de don Lencho, se perdía entre aquellos ruidos. El silencio se rompía con el pitido de los barcos al arribar, o al partir. En 1964, se inauguro el primer transbordador “La Paz”, quedando en silencio el muelle fiscal y abriendo otra etapa comercial como la fayuca, e impulsando el progreso en el Estado. El muelle fiscal convertido ahora en una bella obra arquitectónica que engalana nuestra ciudad de La Paz es un atractivo turístico sin duda alguna.

...la torre del vigía, bellos recuerdos, se yergue majestuosa al paso del tiempo testigo mudo de gran parte de la historia de nuestro terruño peninsular que con su catalejo sus campanas y banderines, fue el puntal del florecimiento del comercio, testigo de la bonanza y de la alegría de los habitantes de aquel ayer.


…Por el placer de escribir…Recordar…Y compartir…


Fuente: mis recuerdos, Dr. Francisco Carballo Lucero, Dominga G. de Amao.





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