miércoles, 4 de mayo de 2022

 

LA PAZ QUE SE PERDIÓ

POR MANUELITA LIZARRAGA ALCÁRAZ

“DON LENCHO SANCHEZ Y SU TRACA- TRACA”.

 “LA MARIPOSA”, le puso la palomilla del muelle fiscal al puesto de tortas o “campesinas” de don Lencho Sánchez, y su traca traca. Es que el puestecito en mención tenía una puerta a cada lado que se abría del mostrador para arriba... ¡vamos a la mariposa de don Lencho a los chocomiles, raspados y a las campesinas (tortas)!, decía la gente desde la década de los 30 hasta los 60 del siglo pasado.

 Aquellas voces que se escuchaban en el pasado...al pasar frente al histórico muelle fiscal.

 ¡Don Lencho, un choco mil y una campesina, despácheme rápido por favor que ya está atracando el barco la providencia al muelle fiscal y allá viene el Raúl!...!no es cierto yo llegué primero!, ¡mentiras, fui yo!...gritaban los jornaleros y estibadores de antaño, en el marco  del alegre campaneo dado por el güero Gilberto en la torre  del vigía y el pitido de los barcos mercantes, que atracaban o salían del muelle...los jornaleros con prisas, sudorosos, con el paliacate anudado en la cabeza o al cuello, abriéndose pasos a codazos entre el montón de estibadores para llegar al puestecito de don Lencho y adquirir el frugal alimento. El popular puestecito estaba ubicado a la bajadita del muelle, junto a la Aduana del pasado, la que estaba donde ahora son las oficinas de Hacienda. ¡Cuánto movimiento había en esa arteria a todas horas del día!; y seguido se tropezaba uno con los rieles que había en el suelo, que iban hasta los almacenes de Ruffo...antiguos vestigios de aquel muelle, cuando era de madera, alguna vez hubo rieles por donde transportaban las mercancías en furgones.

 El traca traca de la negra charanguita modelo 30 que recorría el malecón rumbo al histórico muelle fiscal seguida de perros y chamacos, así como las exquisitas tortas, jugos, chocomiles y raspados, además del bonito carácter de don Lencho, lo hicieron muy popular entre los trabajadores del muelle, y los de la casa Ruffo, quienes se disputaban todo lo que vendía, así como por la gente del pueblo. Por el puesto La Mariposa de Don Lencho, el paso era obligado por los niños del ayer, a la salida de la matiné del cine Juárez o cuando salían a dar la vuelta, y ¡que felices se ponían con su largo vaso repleto de raspado de fresa con leche, o de vainilla, y hasta con un alto copete!, y solo costaba $ 20 centavos. También las familias que salían a pasear al malecón a contemplar el atardecer y a esperar el aire fresco del Coromuel, como era la costumbre, abarrotaban el puesto de don Lencho, buscando las campesinas o tortas, así como raspado, chicles Adams y sodas.

 En el puesto de don Lencho, siempre estaba estacionada a un ladito, la negra charanguita llena de menjurjes...y por los alrededores de La Mariposa y el Muelle siempre andaban por allí los populares personajes que eran parte del folklore de La Paz que se perdió...la elegante y perfumada Marianita, el popochas, el Conono, y el Guilo; así como “El Chunique”, quien siempre andaba muy pulcro  vestido con guayabera blanca cargando al hombro sus artesanías, como careys, tamborillos y una diversidad de bonitos arreglos trabajados con sus propias manos en caracol, coral y concha fina. El Chunique, se paseaba por los hoteles más importantes de La Paz  del ayer frente al legendario e histórico malecón, Los Arcos, Misión hasta el Hotel Perla, ofreciendo sus obras de arte a los turistas extranjeros y del interior de la República quienes venían a La Paz a descansar, y a disfrutar de la tranquilidad y belleza de nuestra entidad, del platillo tradicional de la región LA CAGUAMA, LA MACHACA CON TORTILLAS DE HARINA, ASI COMO EL QUESITO DE APOLLO Y MANTEQUILLA DE RANCHO, además de los mariscos como el callo de hacha y almejas que la mayoría de los hoteles y restaurantes regalaban de botana, entre otros disfrutes, y luego se marchaban, no se quedaban. Y el que se quedaba, invertía y no se llevaban las ganancias al extranjero, era derrama que quedaba invertido también en esta entidad.

 Don Lencho Sánchez fue el primero en vender tortas en La Paz y también chocomiles; y se hizo muy popular sobre todo por su charanguita negra con su traca traca que parecía de juguete. Don Lencho, fue muy estimado por todos quienes le conocimos. En las madrugaditas aquellas, de La Paz dormida...don Lencho con su traca traca rompía el oscuro silencio rumbo al muelle fiscal; pues debía tener lista su vendimia para las siete de la mañana, que empezaba todo el movimiento; antes, todos los comercios habría sus puertas a las ocho de la mañana y los dos únicos bancos que había El Nacional y el de Londres, abrían a las 8. Los Ruffo tenían su propio banco o casa de cambio y se trabajaba hasta los sábados. ¡Como vendía Don Lencho!, todo el día estaba lleno de gente su puesto. Lupita su Hija era su eficiente ayudante. Los Turistas también deleitaban su paladar con las ricas y novedosas tortas de don Lencho...fósforos, cigarros, chicles, sodas y cervezas también vendía. Los habitantes de La paz se atropellaban a su paso por esa calle del muelle. La gente, estaba acostumbrada a identificar los barcos que llegaban o salían, por el pitido que hacían y que inundaba toda la población, rompiendo la monotonía de aquellos tranquilos días de bonanza comercial, y turística de La Paz que se perdió, ya que por el muelle fiscal era la columna vertebral del movimiento, comercial, político y social que daba vida, alegría y bonanza a los habitantes del ayer.

 Desde que se empezó a poblar La Paz, con el primer habitante, el soldado Juan Manuel Espinoza, allá por 1811, del siglo antepasado...después se estableció la aduana marítima en 1830 y había un fondeadero, por donde subían y bajaban las mercancías en pangos. El muelle fiscal se fundó durante el gobierno del Don Félix Gibert en 1862.  Se puede decir que el boom comercial empezó en La Paz desde 1830 hasta 1964 del siglo pasado, que se inauguró el primer transbordador LA PAZ. Al cerrarse el muelle fiscal, y abrirse el puerto de altura de San Carlos y el de Pichilingue, quedó mucha gente sin trabajo aquí en La Paz. Empezó la fayuca, se dio paso al progreso, el que trajo aparejado la drogadicción, delincuencia, enfermedades, cárceles llenas, desintegración familiar, gente más pobre cada día, pérdida de valores, en fin, se puede decir que ha sido alto el costo del progreso, hemos pagado pesos por centavos.

 Vienen a mi mente algunos de aquellos barcos que daban movimiento y trabajo a la gente de La Paz de ayer, y que los llenaban de felicidad, así como llenaban también los bolsillos con el jornal diario con aquellos pesotes de plata ley 0720, y que eran suficientes para que sus familias vivieran dignamente: El Sonorita, El Progreso, El Blanco, EL Raúl, El Araguan, El Estrella Costera, El Salvador EL Santa Teresa, EL Viosca, EL Edna Rosa alias la Señorita,  EL Arturo, El Anita, Los Corrigans, El Spruce, así como el Salvatierra. En el Salvatierra llegaron a La Paz el primero de enero de 1942, más de 300 familias sinarquistas, procedentes del interior de la República a colonizar el Valle de Santo Domingo, venía al frente de ellos, su líder Salvador Abascal, y abarrotaron el puesto de Don Lencho para saborear las exquisitas campesinas. Estuvieron estos aguerridos señores un año en María Auxiliadora entre muchas privaciones y sufrimientos. Fracasó la empresa, algunos regresaron a su tierra y otros quedaron aquí en La Paz. ELLOS FUERON LOS PIONEROS, OLVIDADOS POR LA HISTORIA, LOS PRIMEROS EN COLONIZAR EL VALLE DE SANTO DOMINGO, EN EL VALLE DE LOS CABALLOS, O MARIA AUXILIADORA. Pero ésta es otra historia que está olvidada también. Todos esos barcos, entre tantos otros capitaneados por aguerridos marinos que escapan a la memoria y que impulsaron el desarrollo de Sudcalifornia.

 En aquella época el campanero en la torre del vigía tenía mucho trabajo, sacando sus gallardetes y tocando la campana. Nomás se la llevaba atisbando la lejanía con el largo catalejo prieto anunciando la llegada de las armadas perleras y los barcos de cabotaje, así como anunciando con los banderines rojo o amarillo en épocas de ciclones, y el puesto de Don Lencho Sánchez también tenía mucho trabajo....ahora, ¡cuánta soledad!, la torre del vigía muy engalanada luce silenciosa retando al tiempo, testigo mudo de la historia comercial y mercante que por más de dos centurias  fue el progreso y la felicidad de los antiguos habitantes de la ciudad de La Paz.

 ...Ahora, el antiguo muelle fiscal, testigo de importantes acontecimientos históricos en La Paz...luce otros ropajes...otro rostro que embellece nuestra ciudad, con otras gentes, con otras cosas...ahora el muelle es turístico que deleita la mirada de todo ser viviente.

...Por el placer de escribir… recordar… y… Compartir…




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