viernes, 4 de mayo de 2018

LA PAZ QUE SE PERDIO
POR MANUELITA LIZARRAGA

“EL PRIMER MONUMENTO A LA MADRE EN TODA AMERICA Y EL MUNDO ENTERO....SE EDIFICO EN MIRAFLORES, BCS.”


·         El monumento a todas las madrecitas del universo fue construido en 1929 a iniciativa del profesor Pedro Quiroz.
·         Los niños y niñas así como los jóvenes de aquella época, con sus propias manos acarrarearon los ladrillos desde los hornos, los que estaban a más de un kilómetro de distancia, para la edificación de este bonito e histórico monumento a la madre.


¡Oh, que niño tan rico!,
¡y que madre tan bella y feliz!.

¡Como en él se recrea
Como en ella él se goza!

Goethe.

Destaca el hecho que siendo Miraflores un pintoresco pueblito olvidado en el último rincón de la península de Baja California Sur, en aquellos años de recesión mundial de 1929, provocado por la crisis económica de Estados Unidos, y que repercutió en nuestro país, se mantuviera firme el sublime sentimiento de amor a la madre, siendo que estaba tan reciente la aprobación oficial de este festejo el 10 de mayo de 1922, aunque dicen los que más saben que se festejó a la madre por primera vez en el mundo en una iglesia evangélica de los Estados Unidos.

Eran los tiempos aquellos en que nuestras abuelitas aun eran jóvenes y les tocó las tareas cotidianas más difíciles para la sobrevivencia de moler el nixtamal en el metate, como ejemplo, amén de tantas cosas, y que fueron la base sustentadora de nuevas generaciones y en que la misión primordial de la mujer era y es el velar por la educación de los hijos, fomentando un hogar apacible, lleno de amor y armonía desarrollando sus más relevantes cualidades en el santuario de la familia. Fue quizás lo que inspiró al profesor Pedro Quiroz a tomar la iniciativa de construir un bello monumento a la madre en la población de Miraflores.

Recuerdo que mi madre decía que la mujer, la madre por excelencia en todas sus modalidades constituye una expresión de belleza; la que no tiene en las líneas la perfección de las estatuas clásicas, en los ojos el fulgor de los astros, en los labios la suavidad de los pétalos o en la tez la albura de los lirios, lleva siempre en sus sentimientos la hermosura inigualable de la bondad y de la ternura. No existen, decía ella, mujeres bellas o pocos agraciadas, solo existe la mujer como síntesis de lo más noble y lo más perfecto que encierra la especie humana.

La mujer, la madre, tiene pedestales indestructibles en el sufrimiento, en la sonrisa, ante el dolor, en la resignación ante la muerte, en la fortaleza ante la adversidad; no necesita de esas deslumbrantes aureolas que al hombre ofrecen transitoriamente la gloria o el poder. El amor maternal es llama inextinguible que perpetua la vida a través de los siglos, y las lágrimas de las madres, fecundadora lluvia que en el dolor hace surgir las más elevadas acciones.

Y continuaba diciendo ella ¿qué tan plenamente vivimos las mujeres esa realidad inmerecida de ser madres? ¿El regalo que cada hijo es?, no hay fiesta real, ni homenaje verdadero que no empiece por la alegría interior, el mejor regalo que podemos darnos, no es el que nos dan los hijos, sino el que nos damos nosotras mismas, reconociendo la maravilla de ser madres, las inmensas posibilidades de realizar personal, humana, organizacional, amorosa, etc., que nos han abierto los hijos.

....el monumento a la madre lo puede usted admirar al finalizar el boulevard en el histórico pueblito de leyenda, Miraflores....


…Por el placer de escribir…Recordar…Y compartir…

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