LA
PAZ QUE SE PERDIO.
POR
MANUELITA LIZÁRRAGA ALCARÀZ
“DOÑA
MARIA CONCHOUSO DE RAMOS, MUJER EJEMPLAR…QUE HIZO CAMINO AL ANDAR”.
·
ES PIEDRA ANGULAR DE
HONORABLE FAMILIA EN LA PAZ; ASÍ COMO DE PRESTIGIADAS EMPRESAS DEL RAMO
MUEBLERO Y HOTELERO.
·
BIENVENIDA A SU
SEGUNDA CASA… LA PAZ
Doña
Mari, como cariñosamente le llaman sus clientes y amigos, con su estuche bajo
el brazo repleto de joyería de oro de 14 quilates y con la seguridad de que ese
día y los siguientes serían muy buenos para ella, caminaba por aquellas aún
polvorientas callecitas de La Paz, tocando de puerta en puerta en los hogares
de la gran familia sudcaliforniana, ofreciendo su valiosa mercancía en abonos,
la que era muy apreciada y bien recibida por mujeres y varones de todas las
edades, por su calidad y facilidades de pago en aquel añorado ayer de la década
de los setentas…
Con
la sencillez que la caracteriza, dijo Doña María de Ramos, que en el marco de
un bello atardecer llegó a este hermoso puerto de La Paz un tres de julio de
los años aquellos, acompañada de sus tres hijos: José Manuel, en la
adolescencia y su brazo derecho en el negocio, así como por los más pequeños
Luis y Carlos. Que el corazón se le llenó de gozo, al pasear su mirada
contemplativa por las callecitas arboladas tan limpias, su gente de sincero y
risueño rostro, de mirada transparente y afable; y pensó “De aquí soy”; y vino
a su mente aquel dicho de su madre que siempre decía “En esta vida el que
trabaja, se esfuerza y ahorra, puede llegar muy lejos”; y se dijo “en esta
tierra de ensueño y de gente buena voy a llegar muy lejos”; y puso en ella toda
su fe, su confianza y su esperanza; y con la ayuda de Dios, la de su esposo y
su hijo José Manuel, trabajó muy duro logrando poner los cimientos de lo que
ahora es el Grupo Ramos en La Paz.
Con
añoranza continuó diciendo la respetable señora que La Paz es su casa y la ama
profundamente así como a su tierra Galicia, España, donde nació; sus padres
fueron Don Serafín Conchouso Terrazo y Doña Sara Antón Estévez; agricultores
por tradición, formados en la Universidad de la vida y la ciencia de los
mayores, muy trabajadores, con buenas costumbres y valores suficientes para
darles un buen ejemplo, educación y formación integral a ella y a su hermana
menor Avelina; que les enseñaron además a amar la tierra, labrarla, sembrarla y
cosechar el producto con sus propias manos, alimento muy apreciado que cubría
todas las necesidades en su hogar: hortalizas, frutas, legumbres, cereales;
había ganado bovino y porcino, así como aves de corral; que su madre Doña
Sarita era experta en elaborar el chorizo, jamón, tocino, vino, así como
jabones entre una diversidad de cosas de la mayor excelencia.
Fue
una vida muy hermosa al lado de sus padres y hermana en su infancia y juventud,
dijo…y llegó el amor a su vida; una mañana de primavera conoció al joven Manuel Ramos Terrazo, el que
trabajaba con su familia quienes tenían un aserradero y exportaban la madera.
Que después de un corto noviazgo apegado a las buenas costumbres, unieron sus
vidas contrayendo matrimonio en el año de 1955 ahí en Galicia España; y Dios
los bendijo con su primer hijo, José Manuel. Y con el propósito de superación
por un mejor futuro, se trasladaron a la Cd. De México donde vivieron seis años
y trabajaba Don Manuel en el ramo mueblero. Ahí nació su segundo hijo, Luis.
Luego se fueron a la ciudad de Guaymas, Sonora, donde radicaron cuatro años, trabajando en el mismo ramo; y
ahí nació su tercer hijo, Carlos.
Pero
Guaymas, dijo Doña Mari, es un lugar de clima muy caluroso y los niños se
agobiaban mucho, y alguien les dijo que el clima de la cd de La Paz era un
lugar maravilloso y virgen para trabajarlo y de gente buena. Que don Manuel se
vino primero a La Paz, y quedó prendado de este bello puerto y le dijo: “No lo
pienses dos veces, vente ya; esta tierra le da la bienvenida a quien quiere
trabajar en ella”. Doña Mary esperó a que los niños terminaran el ciclo escolar
y tomó el avión y se vino a La Paz. Durante el viaje venía temerosa a un lugar
desconocido; y una señora que estaba a su lado le puso su mano en la espalda y
le dijo “No tema señora, La Paz es un lugar precioso le va a gustar, es de buen
clima, tranquilo de gente buena de sanas costumbres con muchos árboles
frondosos y por la tarde, sopla un refrescante airecillo llamado “Coromuel”.
Fue
así como llegó a esta bendita tierra, donde Dios le tenía además de todo lo que
le había dado, dijo, un regalo más: aquí nació mi hija Sarita en plena
primavera un 23 de marzo, la luz de mis ojos y la alegría de mi corazón junto
con mis otros hijos. Y trabajamos muy duro, mi esposo, José Manuel y yo para
hacer crecer la familia, vendiendo a pie por aquellas callecitas de La Paz, de
casa encasa, ofreciendo en abonos fáciles, joyería de oro; y su primera cliente
fue una señora que se llamaba Beatriz y el esposo Arturo, le compró un
brazalete y le dio cincuenta pesos de enganche, se persignó con ellos, y ese
fue el inicio; luego la gente le pedía otras cosas que necesitaban, y el
negocio fue creciendo; vendían colchas, juegos de sábanas, cobijas, vajillas,
baterías de cocina que ella enganchaba y José Manuel cobraba aprendiendo el
negocio ¡y vaya que lo aprendió tan bien
que ahora es un buen empresario de gran visión!; y es parte fundamental
de los cimientos de las prestigiadas empresas Ramos en La Paz, tierra que tanto amo y lo mucho que
nos ha dado. Terminó diciendo Doña María.
…Por
aquellas callecitas de La Paz con su estuche bajo el brazo caminaba paso a paso
Doña Mary tocando de puerta en puerta….haciendo camino al andar.
…Por
el placer de escribir…Recordar…Y compartir…
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