martes, 26 de junio de 2018


LA PAZ QUE SE PERDIO.
POR MANUELITA LIZARRAGA ALCAR
• AQUELLOS DIAS DE LLUVIA DEL AYER...
• “QUE LLUEVA...QUE LLUEVA...LA VIRGEN DE LA CUEVA...LOS ANGELITOS CANTAN… LA LUNA SE LEVANTA…QUE SI…QUE NO... QUE CAIGA EL CHAPARRON…”
• YA LA AMOLAMOS, NO HABRA LLUVIAS GRANDES” DECIA LA ABUELA CUANDO LLOVIA EN ABRIL O MAYO... CONOCIMIENTOS DE LOS MAYORES.
...Los angelitos cantan...la virgen se levanta que sí, que no ¡que caiga un chaparrón!...cantábamos mi hermana maría de Jesús y yo alegremente trepadas en los frondosos árboles, al tiempo que nos mecíamos en sus fuertes ramas en aquel marco del canto de las chicharras, cielo nublado, truenos y relámpagos...!que felicidad! Eran otros tiempos... ¡y llovía tanto! Ahora...ya ni las chicharras cantan llamando la lluvia... (Bueno ya tuvimos las primeras lluvias en días pasados). Recordar es vivir en el buen sentido de la palabra, y en otros tiempos si llovía mucho aquí en La Paz.
“¡que te metas muchacha! Te va a caer un rayo, ponte el tápalo en la cabeza ¿no ves que el cabello tiene electricidad y llama a los rayos?”...furibunda decía mi adorada madrecita y nosotros encantadas chapoteando en los arroyos...eso sí, con la pata pelada y la cabeza muy cubierta con una hermosa pañoleta estampada de seda de aquellas que se acostumbraba para cuando nos daba la “chanza”, ahora le dicen paperas y para asistir a misa. Estoy muy mortificada por que se han visto pocas lluvias. Le pido a Dios y a la virgen de la cueva, que aunque sea a los pobres y sufridos rancheros les llueva aunque aquí nos llegue los puros aromas a tierra mojada y también los quesitos.
El 24 de junio el día de San Juan... 15 y 16 de julio, día de los Enríquez y de las carmelitas eran aguaceros seguros...”metan la ropa de los tendederos, temprano, porque no quiero que espanten la lluvia cuando empiece a chispear, decía la abuela parada en el marco de la puerta levantándose el ala del sombrero de palma de alta copa, al tiempo que atisbaba la lejanía y le daba una larga chupada al cigarro del “tigre”, aventando fumarolas....pero sí parece que la estoy viendo!...de bello rostro, tez blanca, ojos verdes, cabellos rubios trenzados recogidos con una peineta de carey, ropajes largos olorosos a jabón perla, ceniza y tabaco, y calzaba sus pies con zapatos de piel de ternera o de mezclilla de aquellos que fabricaban con don Julio Beltrán y Los Aguirre. “nanita, pero si apenas se ve una nubecita chiquita en el cielo”...”pues va a llover para la hora del café, dijo ella, es día de los Enríquez y voy a preparar la maza para las gorditas de manteca de res para tomar con café prieto mientras llueve porque ahora no compramos galletas marineras; y mañana día de las Carmelitas también va a llover, hay que meter la leña bajo el pretil de la hornilla para que no se moje”.
Pues sí, llovió mucho esa tarde... qué bonito, toda la familia alrededor de la hornilla tomábamos el café de grano con gorditas mientras en el techado repiqueteaba el agua de la lluvia entre truenos y relámpagos que iluminaban la vivienda, los mayores contaban leyendas de la casas que espantan y que abundan en La Paz, de piratas y tesoros enterrados así como recuerdos de otros vendavales que pasaron. Al término de la lluvia salimos gozosos a jugar al arroyo perfumados a flores de toloaches, malvas, romerillos hierba del pasmo y vinoramas enmarcados con el croar de sapos y ranas. La noche de ese mismo día, continúo lloviendo y dormimos arrullados por la lluvia. A la mañana siguiente al canto del gallo, porque antes había gallinas y gallos que alegraban los hogares, el aroma a café golpeaba nuestra nariz...y después de lavarnos la cara con agua recién sacada del pozo en el lavamanos que estaba frente al espejo de percha donde estaban los cepillos de dientes la pasta dental Forhan’s así como el jabón y el peine encajado en una cola de cerdas de caballo, y el pachuco echado en su tapete. Nos arrimábamos a las hornillas a tomar café calientito, donde hervía el apaste rebosante de exquisita avena en leche bronca y el metate lucia lleno de pegostes de masa de harina, cubiertas con unas servilletas para las tortillas. DESAYUNAR AVENA ES OTRA COSTUMBRE QUE SE PERDIO, DESDE QUE ENTRO AL MERCADO LA COMIDA CHATARRA COMO LA SALCHICHA, LAS SABRITAS, ETC. Antes el desayuno era un par de huevitos de gallinas contentas pisadas por el gallo elaborado en diferentes formas, tortillas o virotes, frijol refrito bañado de queso raspado y un tazón de avena...Ahora, algunos niños desayunan una bolsa de sabritas con un refresco... Pura chatarra que les perjudica la salud.
En aquellos ayeres de lluvia de La Paz de antaño, “Amaneció nublado, y parece que seguirá lloviendo”, dijo mi madre...si, contesto mi abuelita hay que apurarle al quehacer por que empezara a llover de las once en adelante”...nanita pero como sabe que si va a llover...porque esta alta y negra la nube y viene subiendo por el cerro de san Juan frente al panteón...y diciendo y haciendo, mi inolvidable abuelita empezó a tapar los espejos, a guardar las tijeras, los cuchillos, el hacha, el costurero, la leña bajo el pretil de la hornilla, las planchas de aquellas, y la máquina de coser, todo lo que fuera acero porque decía ella que llama a los rayos. ¿qué les parece?, pues si, llovió como ella dijo, con truenos y relámpagos; y no se paren en el marco de las puertas y ventanas, y menos bajo los árboles porque les cae un rayo....y se soltó la abuela contando de los matados con rayo; por hachar leña, por guarnecerse bajo los árboles, por usar acero, etc.... así como a los desobedientes “Te va a partir un rayo” o “Te va a tragar la tierra” así como a los que les alzaban la mano a los mayores, les decían “Se te va a churir o enchuecar la mano”, y que miedo sentíamos ante estas amenazas ¡y sí obedecíamos!. El día de San Norberto era otro día llovedor...el dos de agosto día de los ángeles era otro día llovedor, lo tengo muy presente porque todavía en 1972 que falleció mi suegro, don Antonio Gutiérrez Jordán, cayo un aguacero, lo sepultamos el 03 de agosto día de santa Lidia y seguía lloviendo...ese día nos llegó un noble perro todo enlodado andaba perdido seguramente...se quedó con nosotros y le pusimos “cara sucia” murió de viejo a los 15 años. Fue un perrito fiel con una bonita historia y anécdotas, pero eso es ya otra cosa.
El día 15 de agosto, día de la Virgen María y de San Agustín, 28 de agosto, santa rosa de lima y san ramón, eran de fiesta para Todos los habitantes del territorio de Baja Calif. Sur por que llovía bastante; eran aguaceros y no se hacían cochineros en las calles porque el agua pasaba por donde tenían que pasar, por los arroyos. Ahora, estos arroyos están inundados de casas habitaciones ¡que inconsciencia! El arroyo del piojito que baja de la sierra y pasa por el vado rumbo a la Universidad, pasa por donde están construidas las casas bajo el borde del libramiento, eso es un arenal, es zona de peligro. Que inconsciencia de las autoridades de autorizar esos arroyos para construir viviendas con pingues ganancias pero son gentes que vienen de fuera y no conocen el terreno. Antiguamente allí fueron huertos regados por temporal y norias. Luego este arroyo pasa por Fidepaz, derechito al hotel Crown plaza y es arroyo hasta la altura de la entrada al aeropuerto, el día que suceda un desastre, el arroyo va a pasar por donde tiene que pasar...acuérdense del lisa en 1976 y de San José del Cabo. Luego tenemos el arroyo del palo el que está inundado de casas, las instalaciones de catastro el edificio en donde están las instalaciones del DIF municipal, el patio fiscal de la aduana, entre otras oficinas, están asentados en el medio del arroyo. TODA LA CALLE OAXACA ES ARROYO QUE DESEMBOCA AL MAR.
Septiembre mes de chubascos...antaño, desde el mes de agosto nuestra vivienda ya estaba amarrada previniendo de los huracanes. Mi padre pasaba los mecates por arriba del techado cruzándolos de lado al lado, lo amarraban en tronco de mezquite que para ese fin estaba y luego cruzaba con chicotes las paredes de la casa y las amarraba en anclas enterradas en el suelo, así es que los chubascos nos hacían los mandados, los que me tocó vivir fueron los chubascos de 1954, 59, el fatídico lisa del 76, de triste recuerdo y una colita del Paul entre otros ventarrones que ya compartimos generaciones nuevas. El día de mi tío Lao Lizárraga día de san Estanislao era seguro que lloviera, ese día se casó mi hermana mayor y cayo un aguacero, fue un 28 de septiembre.
Cuando llovía en La Paz no se suspendían clases en las escuelas ni en los trabajos, que emocionante era cuando íbamos a la escuela o al trabajo y estaba lloviendo entre relámpagos… trueno y trueno. Aquellas carreritas que nos agarraban para llegar a los portales de las casas o bajo los árboles a guarecerse de la lluvia, aunque estaba prohibido por eso de los rayos. Cuando llovía, mi madre se llenaba de alegría y cantaba tan hermoso que parecía un ruiseñor pues era del rosario, Sinaloa y el chamaquero en los patios andaban bañándose alegremente bajo la lluvia eso sí, con la cabeza cubierta por aquellos de los rayos, y las canillas chapeadas de lodo. Ahora la gente escucha tronar y se encierra.
...Que llueva, que llueva la virgen de la cueva, los angelitos cantan la virgen se levanta...que sí que no, barbas tienes en el talón...Decíamos pero debe decir que caiga un chaparrón. Ahora ya ni las chicharras cantan. Esperamos que caiga un aguacero el día de San Enrique, de las carmelitas, María, Agustín, Santa Rosa y San Ramón y prepararnos para el mes de septiembre, mes de los ciclones y que cierra la temporada de agua con el cordonazo en el mes de octubre y empiecen las equipatas en diciembre para terminar si bien nos va como era antes en el mes de febrero y rara vez en marzo.
… Y entre truenos, rayos y centellas y cantos de chicharras… las inseparables hermanitas, las niñas María de Jesús y Mela, alegremente cantaban llamando la lluvia, trepadas en los brazos de los frondosos árboles… en la paz aquella….
…Por el placer de escribir…Recordar…Y compartir…
*Esta crónica fue publicada hace más de 15 años en el periódico sudcaliforniano, revista compás, en el programa de radio contacto directo XENT radio La Paz*
LA PAZ...QUE SE PERDIÓ.
POR MANUELITA LIZARRAGA ALCARAZ.
“ECLIPSE DE LUNA...Y AQUELLAS COSTUMBRES DE LA MATERNIDAD”.
Del 14 al 15 de abril, habrá eclipse total de luna...la compañera de la tierra, estará de nupcias con el sol. Seguramente que será un bonito espectáculo y los invito a contemplar el maravilloso fenómeno en esta hermosa tierra Sudcaliforniana...regalo de la naturaleza para los ojos de todo ser viviente y para recrear el espíritu...u al evocar los eclipses del pasado y aquellas costumbres una sonrisa juguetona se dibuja en mi rostro el que no es ya el de una colegiala y una fina escarcha adorna mis sienes, y me regocijo al recordar la importancia que tenía éste fenómeno para los antiguos y de que manera repercutía en la vida humana, animal, en las plantas y en el mar. Quizás les cause risa al escuchar este artículo, pero lo que escribo es en serio.
Los voy a transportar a épocas pasadas, tal vez les tocó vivir aquellos momentos y costumbres de nuestras lindas gentes del ayer, que tienen una gran importancia y estoy segura que los varones también vivieron estas cosas. Cuando las formas del cuerpo de la futura madre se deformaban perdiendo su belleza, adquiriendo otro encanto, el de la maternidad, privilegio bendito con el que Dios dotó a la mujer...el de ser madre. En el abultado vientre palpitaba un nuevo ser el que orgullosa lucía cubriéndolo con la tradicional bata de maternidad, y aquellas emociones que únicamente las mujeres sentimos, y que algunas eran afortunadas y compartidas por el esposo que cariñoso recostaba su cabeza en el vientre de la futura madre para sentir los movimientos de su hijo y gritaba emocionado “éste será pelotero o boxeador”; o de lo contrario “que floja, tarda en moverse, será niña”.
En la dulce espera del hijo, sublimes y gratos momentos que se viven durante el embarazo. Que si será niño, que si será niña, que ya patea, que se estiró, que se siente como un gusanito que se mueve, que los achaques, que los antojos, que con el cambio de luna se sienten así, que se tiran los calostros que cuando la luna llena el niño nacerá, que salió paño en la cara, que no duerma boca abajo y que al sentarse no cruce las piernas por que se lastima el niño, no usar tacones y en los primeros meses tener cuidado de no subir escalones y trapear los pisos, en fin tantas cosas mientras se espera al nuevo miembro de la familia que vendrá a revolucionarlo todo pero que inundará de felicidad el hogar. La tina con agua de manzanilla calientita para bañar al niño debería de estar lista así como el cordón y el romero para amarrar el ombligo, y el té de rosa de Castilla para que se le limpie el estómago al bebé y no le den cólicos. También debía estar listo, además de la maleta, por lo menos un cambio de ropa por si sale siete mesino. El niño al rasgar el vientre y recibir la primer nalgada por la comadrona o el medico, y lanzar el llanto al cielo, la sonrisa de Dios en la tierra es a través del rostro de la feliz madre que acurruca a su hijo amorosamente después del parto, olvidando todo dolor. ¡Que poco se usaban las cesáreas en ese tiempo, había que parir a grito mexicano y ya!
Cuanto temor sentíamos las mujeres embarazadas cuando la luna se eclipsaba; los mayores aconsejaban que nos escondiéramos por que la luna se comería al niño y nacería deforme. Con un colgajo de llaves amarradas alrededor del abultado vientre (por que ya no teníamos cintura) le dábamos nueve vueltas a la casa y si no había llaves, nos poníamos un calzón rojo con alfileres colgados y a darle vueltas 9 a la casa. Se le tapaban todos los hoyos a los techados o si tenían ranuras las paredes de la casa, cerrar puertas y ventanas para que no se filtraran los reflejos de la Luna, por que dañaría al niño. En fin la madre tenía que esconderse de los efectos del eclipse de la Luna; Así como también a los árboles frutales se les tenía que poner un trapo rojo para que no se dañara la fruta.
Aquellos momentos de la larga espera que se gozaban con las gentes mayores, familias y amistades a la hora del café, para saber si sería niño o niña quien vendría. La futura madre se escupía la palma de la mano y le echaba en la misma una hormiga colorada dentro de la saliva y si después de muchas peripecias la hormiga salía viva, el bebe sería hombrecito y si la hormiga moría en la mano, nacería una niña. Otra de las cosas que hacían era que acostaban a la embarazada, que se relajara y el niño se movía para todos lados, le cortaban un cabello a la mujer y le colgaba al mismo una argolla matrimonial y se la ponían a la altura del ombligo y si el anillo se quedaba quieto, sería niña, y si el anillo se movía como péndulo hacia un lado y hacia otro, entonces sería varón. Estas costumbres tan sanas se disfrutaban y se usaban antiguamente y generalmente no fallaba. Ahora usan el ultrasonido y como que le quitan la emoción al saber que va a nacer, si niño o niña. Alguna de las mujeres antiguas dominaban la practica para escoger antes de embarazarse si querían tener niña o niño. Había también en aquellos tiempos la “comadrona” que sobaba la barriga para componer al niño en su lugar. Las mujeres trabajaban de otra manera y hacían mucho ejercicio con el quehacer de la casa que hasta en los últimos momentos antes del parto se estaba trabajando, por que decían las antiguas que el ejercicio agiliza el trabajo de parto.
Algo debía influir la Luna en la naturaleza por que decían los mayores, los que conocían de la pesca, que las mareas se regían por la Luna; y de niña escuchaba entre los pescadores “que no le vaya a dar la Luna al pescado o a los callos de hacha por que se los come”. Una vez de traviesa, nada mas para comprobar si era cierto eso de que la Luna se come el pescado, en aquella ocasión mi hermano Florencio trajo bastante pescado, callas de hachas y almejas catarinas esa noche, y los andaban cuidando de los reflejos de la Luna, cuando todos se fueron a dormir, me levanté y los quite del lugar de donde los habían escondido y los dejé al aire libre. Pues no me lo va a creer, se los tragó la Luna, estaban manidos o echados a perder y los habían sacado esa noche de invierno. Eran unos pargos colorados, sierras, un mérito, un robalo, una cabrilla, y unas bandejas de callos de hacha de aquellos “chinos” grandotes de media Luna a los que les habían puesto un puntito de carbonato para que amanecieran mas gordos, ¡y todo se echo a perder!. La caguama que había traído fue lo único que se logro por que le tuve miedo para moverla, o seguramente no le gustaba a la luna, o porque aún estaba viva. ¡Que cintariza de perro bailarin me metieron en esa ocasión y que nunca la he podido olvidar!, pero jamas lo volví a hacer. Los pescadores, de los barrios el Esterito, y del Manglito, deben de saber de estos efectos de la Luna sobre el pescado.
Volviendo a lo del embarazo, después del parto, se acostumbraba que con el pañal orinado del niño, la madre se tallara la cara y se le quitaba el paño, si éste le había salido. Costumbres antiguas. Si el niño se enfermaba del mal de ojo, lo curaban con un chorro de leche de pecho en los ojos y sanaba. No se le debía de dar pecho al bebe estando enojada la madre porque éste se enfermaba del estomago. No se le cortaba el cabello ni las uñas hasta que estaba bautizado, así como no se debía dormir con la luz apagada mientras estaba gentiles, porque según se aparecía la llorona buscando a sus hijos; por lo que obligaba a los padres a bautizarlo luego luego. Cuando la madre amamantaba al bebé ésta no debía estar comiendo por que el niño se ahogaba. Para dar de comer al niño la madre debía de estar llena y tomarse un vaso de agua para que bajara abundante la leche, y decía mi abuela que no debía de darle el sol en la espalda por que la leche se secaba, así como debía de cubrirse la espalda con algún lienzo para que la leche estuviera siempre calientita. El niño no debía llorar en el pecho de la madre por que este se “soplaba” y se tapaban los pezones. ¡Que tierno!, verdad?.
En el patio, se miraban tan bonitos los tendederos llenos de blancos pañales elaborados por las propias madres, los que con el sol y el aire se les quitaba la manchita de orín si el jabón de barra no lo lograba. Si no había pinzas para la ropa se metían entrelazados el mecate del tendedero las puntas del pañal, y había que recogerlos antes de las tres de la tarde para que conservaran el calor de los rayos solares porque decían las mayores que beneficiaban la salud y los huesos del bebe. Mientras tomábamos el café en la sana convivencia familiar, los planchábamos con la mano y se acomodaban el altero de pañales a los pies de la cuna del niño, el que se miraba tiernamente dormido o con el piecito metido en la boca o con su zapeta y sus alfileres artísticamente abrochados o contándose los deditos diciendo “agu”. Mientras en la cocina se escuchaba el golpe de la maceta en la carne seca sobre la piedra y hervía el atole de masa en la olla que seria la cena para la madre y a través de ella para el niño el que dormía prendido al pecho toda la noche y amanecía sin hambre y no se enfermaban. Por tu salud y la de tu niño cría a tu hijo con leche de pecho; te dará mayor felicidad, y por las dudas si estas embarazada, mañana que abra eclipse total de luna, cúbrete de sus reflejos y cuélgate un puñado de llaves en la cintura y ponte un calzón rojo y le das nueve vueltas a la casa. A los arboles frutales también ponles sus trapos rojos y los pescadores que cubran el pescado de los reflejos de la luna.
...Ahora...los tendederos en los patios se ven muy tristes, lucen sin pañales sin chambritas...pero en cambio los botes de la basura están llenos de pañales desechables...una joven madre soltera me decía mientras miraba la novela en el televisor “no tengo trabajo, y ni para comprar pañales desechables ni leche”...suspirando pensé...mejor no lo digo…
“…Por el placer de Escribir… Recordar y Compartir…”
Este trabajo fue publicado, hace más de 15 años en el periódico “El sudcaliforniano” revista “Compás” y programa de radio “Contacto directo”” XENT radio la paz.
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jueves, 21 de junio de 2018

LA PAZ QUE SE PERDIO
POR MANUELITA LIZARRAGA ALCARAZ
“EL AVIONAZO DEL 67...TRAGICO SUCESO QUE ENLUTO VARIOS HOGARES EN LA PAZ”.
• EN SU 51 ANIVERSARIO…QUE CAUSO EFEMERIDE EN LA PAZ…
Eran pasadas las siete de la mañana de aquel terrible día 12 de Junio de 1967...el avión de dos motores despegó del aeropuerto ubicado en la antigua pista aérea, con destino a Mazatlán Sinaloa... el avión levantó el vuelo llevando a bordo casi treinta pasajeros, pasando por la Escuela Carlos A. Carrillo, y cuando iban acercándose al lugar de los hechos, calle Durango e Independencia, casi al instante, el motor izquierdo se incendió en el aire, causando el terror a los pasajeros y a quienes presenciaban el fatal accidente...la muerte acechaba aquella mañana de verano.
En aquel humilde hogar, los cuatro niños: Carlos, Armando, Baltazar y Antonio, dormían plácidamente mientras que la abnegada madre Doña María Romero Unzón preparaba el desayuno...ni por un instante pasaba por su mente la terrible desgracia que se cernía sobre ellos....el otro niño, Jesús Cesar, de seis años, se acababa de despertar y levantándose se estaba metiendo por la ventana, cuando de pronto Doña María espantada, miraba al cielo, que del avión que acababa de despegar de la antigua pista aérea, a las siete de la mañana, y que se dirigía en picada hacia su humilde vivienda, el piloto desesperado le hacía señas al viento con un saco oscuro, como diciendo, Háganse a un lado, sálvense... lo único que ella alcanzo a ver, es que el pequeño Jesús Cesar saltaba por la ventana, y el avión envuelto en llamas, arremetió precisamente por donde el niño estaba, arrastrando la vivienda, con los niños dentro que dormían, a ella, y una vecina Doña Lola, hasta quedar detenida entre unos árboles.
A partir de entonces, su vida cambió en un momento...ya nada fue igual... ella no lo podía creer, aterrada buscaba a sus hijos entre los escombros de su vivienda y entre el avión en llamas, encontrando a dos de ellos muertos y los otros tres muy mal heridos...recuerda Doña María entre lágrimas, a una niñita de seis años, Rosa María Montaño, quien sin comprender lo que pasaba, con sus pequeñas manitas echaba tierra a las llamas en su inocente intento por apagarlas, y el aterrado vecindario que empezó a evacuar sus casas...el pobre piloto que le hacía señas para que se salvaran, estaba muerto, atrapado bajo los motores de la nave, el aceite caliente le corría por el rostro, los pasajeros gritaban dentro de la aeronave en llamas, la que amenazaba con explotar...todo era un caos aquella mañana de junio de 1967....a los pocos minutos llegaron los bomberos comandados por Mario Enrique Ruíz Cota, luego llegó el ejército, la policía y la mayoría de la población. ¡Va a explotar el avión, aléjense, aléjense,! y la gente empezó a correr asustada y dentro del avión gritaban aterradas las personas atrapadas.
Un héroe olvidado lo es sin duda Don Gonzalo Montaño, quien retando el peligro, aun a costa de su propia vida, se aventó entre las llamas armado de un hacha, y abrió a hachazos, la puerta del avión, la que a consecuencia del impacto estaba entrampada, y la gente empezó a salir desesperada. Cuentan que Don Chalito Cota, todo un personaje muy estimado en La Paz, quien viajaba a la ciudad de México, lo habían subido al avión en silla de ruedas, pero que ni de la silla se acordó, salió corriendo por toda la calle Cinco de Mayo y se sentó en la banqueta de la Escuela Carlos A. Carrillo, resollando gordo, seguramente dándole gracias a Dios, porque salvó la vida, junto con los demás pasajeros,; así como también corrieron sin parar varias religiosas, un sacerdote, y más de veinte personas que salvaron la vida, gracias al arrojo y valentía de Don Gonzalo Montaño, quien hacha en mano abrió la puerta del avión, entre los chorros de agua de los heroicos traga humos y gracias al ejército, quienes perforaron los tanques de combustible evitándose así una catástrofe mayor la que hubiera sido muy lamentable.
Los voluntarios y aguerridos bomberos después de muchos esfuerzos lograron apagar el fuego. En el avionazo del 67 murieron dos hijitos de Doña María Romero y tres quedaron mal heridos, así como también murieron los dos pilotos y un inspector técnico de las instalaciones del primer aeropuerto en La Paz.
“AVIONAZO EN LA PAZ” fue la noticia a ocho columnas en el primer número de este prestigiado y tradicional periódico “El sudcaliforniano”; el que fue fundado hace ya 53 años, por el señor Laenz, y dirigido por Don Tomás Limón, periodista muy estimado y de gran prestigio en el Estado de Baja California Sur y en otras partes también.
Han pasado 53 años de aquel lamentable suceso que enlutó a varias familias y Doña María Romero Unzón, la que estuvo muy enferma después de los hechos, ha logrado recuperarse poco a poco al paso del tiempo...Dios es muy grande dijo, y le ha dado la fortaleza necesaria para seguir adelante.
…Por el placer de escribir…Recordar…Y compartir…
*Esta crónica fue publicada hace más de 15 años en el periódico sudcaliforniano, revista compás, en el programa de radio contacto directo XENT radio La Paz*
LA PAZ QUE SE PERDIO.
POR MANUELITA LIZARRAGA ÁLCARAZ
“DON GILBERTO LUCERO...PESCADOR RIBEREÑO DEL BARRIO EL ESTERITO...SE FORJO EN EL MAR”.
“El gran libro de ciencia es el cielo y el mar...conocimientos heredados por mis mayores...cada oleaje, cada amanecer, es diferente...a través de los años, con la práctica aprendimos a leer los misterios del cielo y del mar...arrebolado en sus atardeceres y sereno en el amanecer...a escudriñar sus placeres perleros, sus tesoros que celoso guarda y a descifrar sus mareas con la Luna en conjugación perpetua en el cielo, escrita por la mano de Dios”...suspirando con añoranza dijo el viejo lobo de mar de los Leones del Esterito, Don Gilberto Lucero, quien jugueteando el agua con sus pies y lanzando una fumarola de su grueso puro, mesándose los blancos cabellos continuó diciendo...”hacíamos 20 días de travesía a remo y vela tendida...cada quien tenía su canoa o panga...por la vela se distinguía y se distingue cada pescador, los Leones del Esterito y los Manglitenses, quienes son y fueron de los mejores pescadores de la época y de la región...arponeros de tiburones y de caguamas...Dios nos daba la fuerza y la destreza para tirar el arpón...de un solo tiro y un trancazo dábamos cuenta de los tiburones mas bravíos...es un arte arponear un tiburón y conocerle sus mañas...nada de esto esta escrito en los libros, es una ciencia que se aprende a través de generaciones. Nuestras riquezas marinas estarían mejor administradas por pescadores forjados en el mar, y no por gente que solo en los libros conocen los peces...por eso se acabó todo lo bueno que teníamos, por que gente sin consciencia ha depredado nuestros mares, tanto ruido de motores han alejado el pescado quienes buscan la soledad para multiplicarse.
El mar ha sido toda mi vida, siempre acompañado por mi fiel e inolvidable esposa, Doña Toñita Alvarez de Lucero”, continuó diciendo don Quiqui, como cariñosamente lo llaman familiares y amigos, que “desde mi tatarabuelo, hasta mi padre y ahora yo de 88 años, mis hijos y nietos hemos vivido de los productos y satisfacciones que nos da el mar. Las perlas...!ahh, las perlas!, los pescadores desde siempre hemos sido explotados...remábamos a canalete y a vela hasta Isla Tiburón, San Evaristo, Isla del Carmen, Isla Espíritu Santo, San José, La Partida, hasta las cercanías de Santa Rosalía, el cardonal, El Cordoncito, El Gallo, La Gallina, El Candelero, y El embudo, refugio de los pescadores en los malos tiempos, entre tantos parajes que existen en esta bella península, y hacíamos 20 días de travesía, rompiendo las olas a punto de canalete y vela tendida...buceábamos la madre perla sin equipo hasta doce brazas de profundidad, sacábamos la concha hasta llenar la panga, y de todas ellas, sacábamos 7 u 8 perlas en una jornada de 2 meses de trabajo...salíamos “tablas” con los gastos, apenas sacábamos para comer, los que ganaban eran quienes compraban y revendían las perlas que dieron fama mundial a Baja California Sur, y a nosotros, pobres pescadores que arriesgábamos la vida, nos pagaban una miseria”.
En ese bello atardecer, con la mirada puesta en la lejanía, aquel lobo de mar, suspirando continúo diciendo “Hace como 5 décadas, se dice que los japoneses envenenaron la madre perla, que por envidias por que aquí era el único lugar donde se daban las perlas del mejor oriente. Se acabó la perla, y nos dedicamos a la pesca del tiburón, caguama, caracol y pescado de escama. Compraban el kilo de aleta de tiburón a .50 centavos, y el hígado lo pagaban a peso el kilo. Los pescadores, no conocemos el miedo, estamos forjados en el mar.…el pescador debe ser valiente, osado, con arrojo y bravío...cuantas veces estuvimos a punto de que nos tragara un tiburón o tintorera...había ocasiones que a garrotazos los teníamos que matar alrededor de la panga...la pequeña barca parecía una hojita en el inmenso mar, rodeada de tiburones y ahí es donde se demuestra el valor y la pericia. Así como teníamos tiempos de bonanzas, había también tiempos muertos que eran de noviembre a enero. El que pesca con pistola son asesinos y depredadores... no son pescadores...el verdadero pescador es el que cuida la especie, el que teje la red y hace su vela...es el hombre que ama el mar, y el mar le corresponde en abundancia.
Con cuanta ilusión, mi esposa Toñita y Yo, preparábamos el tren de pesca...nos íbamos a las islas y nos llevábamos a los hijos, pasábamos allá meses enteros...desayunábamos langosta, comíamos caguama y cenábamos callo de hacha. Llevábamos arpones para caguamas, fidgas pescadora para jaibas y tiburoneros, anzuelos de todas medidas, cimbras y redes tejidas por nosotros mismos a la medida indicada para que la cría chica pueda escapar...y la herramienta que no debe faltar a todo pescador, el valor, la destreza, la fe en Dios y el cuchillo. De complemento alimenticio llevábamos, frijol, arroz, manteca, galleta marinera, harina, panocha, café, canela y azúcar. Las tortillas de harina las amasábamos con aceite de caguama y agua de mar y en aquella soledad sabían exquisitas. A través de todos los tiempos el mar nos ha dado su riqueza con largueza para mantener generaciones de familias del Esterito y del Manglito, con la pesca, el buceo y las artesanías...perlas, pescados de las más finas especies, callos, almejas, caracoles, conchas, tamboril los, hojarascas, pulpos, entre otros...los choros los sacábamos con el dedo gordo del pie, en la orilla...con los talones palpábamos las hachas...no se imaginan las maravillas que guarda el fondo del mar, hay caracoles y conchas gigantes y mucho risco, donde se multiplican los peces, además de una diversidad de especies. El sargazo es un árbol que está en el fondo del mar.
Para trabajar en las artesanías, el mar nos da una gran variedad de caracoles, desde los mas chicos hasta los mas grandes, burro, chino, negro, rosa, choro, pulpo, hojarasca, coral negro, morralla, concha fina, además de las perlas...hermosos botones se hacían de concha antiguamente, aquí en el esterito el “chivirito” tenia su fabrica de botones y los sudcalifornianos podíamos lucir en nuestras camisas botones de concha de nuestros mares. Se hacían también cachas de pistola y de cuchillos, dedales, entre tantas cosas y las mujeres hacen curiosidades de esas virtudes del mar apoyando su economía familiar ¡como olvidar aquellos tiempos! Durante los dos o tres meses, salábamos el pescado, el mero, garropa, pargos, tiburón, cabrilla, robalo, caguama, además de la aleta de tiburón y regresábamos con el corazón pleno de dicha y la barca atascada de aquella riqueza marina y los bolsillos repletos de dinero, por que los grandes barcos nos buscaban en los parajes pesqueros y compraban pescado de escama del mejor y lo pagaban a .50 centavos el kilo. La gente del pueblo nos esperaba a la orilla del mar, así como los comerciantes para comprar todo el producto que traíamos. Era día de fiesta en casa.
Ésta felicidad del pescador se acabó, cuando en 1954 aparecieron las cooperativas...todos ganaban desde su escritorio, menos el pescador...por la década de los 60 aparecieron los primeros motores fuera de borda, y por lo consiguiente las lanchas de turismo y todos esos ruidos y ese progreso, acabó con la bonanza del pescador ribereño y enriqueció a los tentáculos...antes, de la puerta de la casa tiraban el anzuelo al mar para pescar...con el dedo gordo del pie sacaban los choros, y con los talones palpaban las hachas... y en la panga, a vela tendida nos metíamos por el estero hasta nuestros hogares las blancas arenas estaban cubiertas con caracoles y conchitas y las familias sudcalifornianas podían disfrutar los atardeceres tirados en esas arenas como arrocitos, bañarse en las cristalinas aguas de la bahía, y si se nos pegaba la gana, dormíamos en la arena, bajo la lápida celeste arrullado por el murmullo del mar y nos despertaba el olor a brisa, el graznar de las gaviotas y el aletear de los pelicanos”. Terminó diciendo aquel león del Esterito, terror de los tiburones y lobo de los siete mares, don Gilberto Lucero.
…Y aquel viejo pescador…aguerrido y bragado lobo de mar, terror de los tiburones y de las mantarrayas gigantes… acompañado de su esposa y sus hijos, en su barca caracola a canalete y vela tendida surcaba las verde- azules aguas de la hermosa bahía de la paz. en busca del alimento diario…
…Por el placer de escribir…Recordar…Y…Compartir…
*Esta crónica fue publicada hace mas de 20 años, en los principales medios de comunicación con mayor prestigio en la paz.
LA PAZ QUE SE PERDIO
POR MANUELITA LIZARRAGA ÁLCARAZ
“AQUEL PRIMERO DE JUNIO...SE CELEBRO UNA BODA EN EL MAR Y EL QUIQUI LUCERO, EN LA REGATA FUE EL GANADOR”.
Dentro de los festejos del día de la marina por la década de los 50 en nuestra preciosa bahía de La Paz...las olas arrastraban aquella gran corona de hermosas y perfumadas flores arrojadas al mar desde la fragata California por las autoridades de la época, en memoria de los valientes marinos quienes, en cumplimiento de su deber, por diversas causas perdieron la vida y duermen el sueño eterno en el fondo del mar. Después del luctuoso homenaje, la alegría se desbordaba en aquella fragata...se celebraba la primera boda en el mar.…el almirante Luis Jàcome Calderón y la señorita Esperanza Gonzalez Martínez unían sus vidas entre aquellos aromas de flores, azahares y brisa de mar.…bajo la bendición del capitán del barco. Antiguamente el capitán estaba facultado para celebrar matrimonios a bordo, y creo que hasta nuestros días...siendo quizás esta boda, la única que se celebra en el mar aquí en La Paz.
¡que recuerdos tan bellos de ese día de la marina! Los novios tiernamente bailaban, en aquella fragata mecida por el vaivén de las olas del mar, así como todos los invitados a tan importante acontecimiento, al compás de las notas musicales amenizadas por las orquestas del recuerdo, de don Rafael Castro y Don Luis Gonzalez haciendo un bello soneto con el murmullo del mar y graznar de gaviotas. Aquel primero de Junio, día de la Marina, mi hermana mayor y las muchachas González nos llevaron en la panga remando a canalete hasta la punta del muelle fiscal a disfrutar de estos tradicionales festejos...y desde el muelle se miraba mejor la competencia a nado hasta el mogote, donde participaban los pescadores del manglito y el esterito...hombres de gran arrojo...y las regatas a vela tendida que iniciaba desde punta prieta hasta el kiosco...las pangas y canoas de los leones del esterito y los manglitenses se distinguían por el tipo de vela. ¡y que hermoso se veían los velajes cuando los arrastraba el viento!, parecía que las embarcaciones llevaban motor (ni se conocían los motores en ese entonces).
¡viene ganando el quiqui Lucero, gritaba la gente emocionada,!, arriba los leones del Esterito!, no, a que gana el Gil Méndez o el Repollo, gritaban los manglitenses, y se armó el sano alboroto....aquellos musculoso pescadores empezaron a ser rueda, a aventar camisas, dagas y paliacates, a la arena, porque tantito nomás querían para liarse a golpes...así peleaban los jóvenes del ayer a puño pelón y a patada limpia aunque siempre traían la daga fajada en la cintura, no hacían uso de ella...y al término de la pelea se daban la mano. Esa era la costumbre de entre los pescadores de los barrios más antiguos de La Paz El Esterito y el Manglito. El cuchillo lo usaban para trabajar destazando tiburones y toda clase de peces que inundaban la bahía...ahora los jóvenes usan las dagas para sacarse el ombligo.
Aquella hermosa tarde del día de la marina, en la regata, al fin ganó el quiqui Lucero y le dieron un diploma, don Gilberto Lucero, respetable joven de la tercera edad que se nos adelantó en el camino en un viaje sin retorno; y que a sus años aun buceaba y pescaba, y entre los pescadores, por su valor, temple y arrojo le decía el León de los mares, terror de los tiburones. Mientras que la gente bailaba en el muelle fiscal al compás de la música de don Rafael Castro, y de Don Luis Gonzalez, sus tigrillos y los canarios, los maderos crujían; y de repente, ante la sorpresa de todos los ahí presentes, se cayó una muchacha de ropajes blancos al agua y no sabía nadar, se armó la escandalera, y con el arrojo y valentía que distinguen a nuestros hombres de mar “el chiricano Orantes”, abriéndose paso entre la asustada gente, a atropellones, codazos y empujes, con todo y daga al cinto, se lanzó al mar a salvar a la bella dama. Después de unas peripecias propias para el salvamento, sacó a la aterrorizada muchacha en brazos hasta la orilla. Y lo curioso de esto, es que el novio de la jovencita muy agradecido fue a darle las gracias al muchacho, y “el chiricano” le dijo “que gracias ni que ocho cuartos, la muchacha es mía porque yo la saqué”, y todo mundo soltó la carcajada por esta puntada del chiricano y ya se iban a agarrar a moquetes, pero la gente los separo a tiempo. Yo estaba muy niña, no supe el nombre de la muchacha ni el del chiricano, solo se que era un hombre muy valiente, muy moreno y muy simpático.
¡que festejos tan bonitos del día de la marina, de aquellos tiempos! Todas las familias sudcalifornianas asistían al malecón a estas tradicionales fiestas, las que se realizaban en el muelle fiscal y calle muelle. Las costureras tenían mucho trabajo porque todo mundo estrenaba ropa hasta mi abuela estrenaba enaguas. La fragata california lucía hermosa...se mecía al vaivén de las olas y al compás de la música de orquesta...la fiesta de bodas del almirante Luis Jàcome y Esperanza González Martínez continuaba...y en el malecón la alegría de las familias sudcalifornianas se desbordaban....los muchachos que participaban en los diferentes concursos que se organizaban, le pegaban el tarascón al cochi encebado, el que se les zafaba, y por allá caían de bruces en el piso, y el que lograba agarrarlo es porque era muy osado...!todo esto era muy divertido!, era toda una alegría...juegos de barril y el palo encebado con una talega con dinero amarrado en la punta, carrera de gatos, de encostalados, a la cuerda...cuanto se disfrutaban esta sana convivencia del día de la marina aquí en La Paz. era motivo de reunión para todas las familias y don Lencho Sánchez con su puesto, la mariposa, de raspados chocomiles y campesinas hacia su agosto, mientras en el barco del Varadero Abaroa la inolvidable profesora Jesús Rolland paseaba por la bahía a un grupo de alumnas de la escuela Rosendo Robles de las mas desatacadas, vestidas de marineras, esa era su costumbre, y don José Abaroa le daba todo el apoyo.
En algunas ocasiones, ponían el palo encebado también en el varadero de Abaroa y la bolsa con el dinero del premio lo amarraban en la punta del palo, y los pescadores muy emocionados camelaban aquella talega atascada de dinero y se ponían arena en las manos, pero ni así, pegaban el salto al palo, subían y subían y luego se iban hasta el suelo, hasta que lo lograban. Y con el cochio pelado, embarrado de cebo, el que lo pillaba se lo llevaba. Después de las competencias a nado, y de los veleros, don José Abaroa, acostumbraba hacer caguamadas en los palmares para que comiera todo el pueblo, amenizado con la música de las orquestas de don Rafael castro y de Don Luis Gonzalez, y las canoas las retacaban de cerveza y hielo. Que tiempos tan bonitos los días de la marina aquí en la Paz que se perdió, y el quiqui lucero, el terror de los tiburones casi siempre era el Ganon de las competencias de regata...
Ahora, los festejos son bonitos también, pero ya no hay aquellos eventos que reunían a toda la familia sudcaliforniana, ni hay boda en fragata, ni se caerá una muchacha al agua, ni competirá el león del esterito, porque su cabeza la blanqueo el mar y ya no esta físicamente entre nosotros, navega entre la bruma del tiempo en su barca caracola.
…Por el placer de escribir…Recordar…Y…Compartir…
LA PAZ QUE SE PERDIO
POR MANUELITA LIZARRAGA ÁLACARAZ
“LA ANIMITA DEL DIFUNTITO DE SAN JOSE DEL CABO”.
• EL DIFUNTITO DE LA SALINA, TAMBIEN LE DICEN
• ES UNA PEQUEÑA TUMBA LLENA DE OFRENDAS, MUY VENERADA EN ESPECIAL POR LOS PESCADORES
• LA ANIMITA DEL DIFUNTITO ESTA UBICADA EN DONDE FUE EL RANCHO LA CACHORA, ENTRE SAN JOSE DEL CABO Y LA PLAYA
• ERA UN BEBE SIN NOMBRE TODAVIA...Y LA GENTE LE ATRIBUYE MILAGROS...EN EL CICLON DEL 18 FALLECIERON SUS PADRES Y EL TAMBIEN.
Cuentan los mayores que el devastador ciclón del 15 de septiembre de 1918 el que duró tres días y azotó en la mayor parte del territorio de BCS...y en San José del Cabo además de que derribo la antigua misión, entre otros importantes edificios, hubo muchos estragos y pérdidas de vida, entre ellas El Niño sin nombre y sus padres, a quienes los arrastró las turbulentas aguas del arroyo...aquel 15 de septiembre de 1918, el crepúsculo era demasiado rojo y bello, preludio de un huracán, decían los que muchos saben y el ocaso fue tan negro como el ala de un cuervo, y los vientos arreciaban poco a poco...nadie se imaginaba lo que vendría poco después...las familias josefinas se vestían con sus mejores galas para acudir a la gran fiesta que se celebraba en un uno de los ranchos aledaños; hermosas fiestas del pueblo tan alegres y tan sanas y desde luego que los padres del niño sin nombre quienes habitaban en el rancho las cachoras también asistieron con sus bebé en brazos apenas de 9 meses de nacido, y cuentan que su hermanita mayor se quedó en casa con sus abuelitos, fue por eso que se salvó de morir arrastrada por la corriente del arroyo.
...Eran como las siete cuarenta de la noche...la fiesta estaba en todo su apogeo y la alegría se desbordaba...la gente bailaba al compás de bellas notas musicales arrancadas a las cuerdas y guitarras de violines, vientos huracanados con fuertes lluvias se empezaron a sentir, en los brazos de su madre, el niño sin nombre lloraba como presintiendo la tragedia que se avecinaba...a las ocho y minutos de la noche, el viento era ya incontenibles y el aguacero torrencial...los llantos del niño se perdían en aquel ruido infernal. Los señores alarmados, gritaban, “Esto es un huracán”, las mujeres se santiguaban...y algunas familias salían despavoridas tratando de llegar a sus hogares para guarecerse del terrible meteoro, entre ellas, los jóvenes padres del niño sin nombre, que con él en brazos, trataban de llegar a su rancho Las cachoras, antes de que arremetiera toda la furia del huracán del 18, pero nunca llegaron, los alcanzó el arroyo y las embravecidas aguas le arrebataron al niño de sus brazos llevándolos lejos de ellos
...los árboles caían levantados de cuajo y las caudalosas aguas arrastraban todo lo que encontraban a su paso... ¡la furia de la naturaleza estaba desatada! Y en la casona iluminada por la luz de San Thelmo donde momentos antes todo era alegría, ahora era incertidumbre, temor y negros presentimientos....era el caos, estaban atrapados...tres días duró el huracán del 18; 15,16 y 17 y el 17 como a las ocho de la noche, empezó a amainar, ya para la mañana del 18 todo era silencio, destrucción y muerte.
Los josefinos empezaron a buscar sobrevivientes y muertos los que fueron varios, entre ellos los padres del bebé sin nombre, pero al niño no lo encontraban, lo buscaron por varios días, ¡y nada!...y cuentan que un grupo de pescadores ya estaban exhaustos de tanto buscar, y que se hincaron e imploraron a Dios y al mismo niño sin nombre, que apareciera su cadáver para darle cristiana sepultura y que al parecer sus oraciones fueron escuchadas, porque a unos pasos de donde ellos oraban, entre unos matorrales retorcidos por las fuerzas de la naturaleza, estaba el cadáver desnudo del pequeño sin nombre, pero lo sorprendente era que a pesar de los días de muerto, no estaba en estado de descomposición; los pescadores tomaron el pequeño cuerpecito, lo envolvieron en una manta y ahí mismo lo sepultaron...y cuentan los que saben de esto, que a partir de entonces se fue tejiendo la leyenda de la animita del difuntito de San José, los pescadores al salir a pescar tenían que pasar por la animita del difuntito para encomendarse a Dios y al niño, con gran devoción para que les fuera bien en la pesca, y le hacen peticiones y en enfermedades que les aquejan, los que según les concede como lo demuestran las ofrendas que tiene la tumbita.
Cuenta Doña Rosita Castro que la animita del difuntito es un punto de fe y referencia para los lugareños, en especial para los hombres del mar, quienes en su mayoría no salen a pescar si no pasan por la animita y se encomiendan al difuntito como también le dicen para que les vaya bien en sus actividades para lograr buena pesca, que desde el ciclón del 18 los pescadores y los josefinos lo adoptaron como su ángel de devoción y por generaciones hasta la fecha lo veneran terminó diciendo la dulce viejecita.
…Por el placer de escribir…Recordar…Y compartir…