martes, 29 de mayo de 2018

LA PAZ QUE SE PERDIO
POR MANUELITA LIZARRAGA ÁLCARAZ
“FESTIVAL DE LA COSECHA EN SAN ISIDRO...UNA COSTUMBRE DE LOS ANTIGUOS CALIFORNIOS”.
En San Isidro había un excelente manantial rodeado de carrizos y un estanque permanente en el lecho del arroyo. A corta distancia, abajo del aguaje, estaba el pueblo indio. Abundaban el agua y el pasto. El Almirante Atondo y Antillón, construyó ahí unas barracas y un almacén donde guardar todo lo necesario, y se construyó una pequeña capilla. El 05 de Diciembre de 1683 Atondo y Antillón, así lo dice Bolton en su maravilloso libro, LOS CONFINES DE LA CRISTIANDAD, certificó que ahí se construyó una fortaleza de fajina, capilla y jacales, en las faldas de unas colinas que dominaba el aguaje.
El festival de la cosecha, registrado por Atondo, fue una reunión de indígenas celebrada en San Isidro al comenzar Noviembre de 1684. Fue asunto interesante; y este relato dice Bolton en su magnífico libro “Por los Confines de la Cristiandad”, y que me hizo el favor de obsequiarme el Senador de la Republica Lic. José Carlos Cota Osuna, el que le agradezco profundamente...dice “Este relato será apreciado por los etnólogos. Atondo lo presenció con cierto recelo, y los padres no estaban seguros de que no fuera obra del demonio. Parecía una ceremonia de hechicería y podría ser el preámbulo de una matanza. Quizás tenían el martirio al alcance de la mano...varios cientos de indios bajaron de la sierra para reunirse con los del valle en la ceremonia.
El acto central del mitote era la adoración de un ídolo que representaba al dios de la cosecha. El hechicero principal era el jefe Leopoldo. ESCRITO BAJO JURAMENTO LO SIGUIENTE:
“El lunes 06 de Noviembre de 1684, a las doce del día, vieron cómo el indio capitán de la nación Didue, a quien llamamos Leopoldo, subió a la punta de un cerro vestido de una red de hilo, toda poblada de madejitas de cabellos, que le cubría desde los hombros a los pies a modo de turco, y en la cabeza una como toca o capilla hecha de plumas de varios colores que le caían a los hombros y en la mano derecha llevaba una pala blanca con dos agujeros cuadrados del largor de una vara y en la izquierda su arco y flechas. Y habiendo subido en una peña arriba del cerro dio grandes alaridos e hizo muchos ademanes. Y habiendo estado en esa roca por un tiempo, Leopoldo bajó tan de prisa que lo sorprendió. Muchos indios salieron a recibirlos y antes de una hora, otros infieles, serían como catorce, subieron al cerro con el capitán vestidos de la misma manera, pasaron al pie de la misma roca, y sin hacer alto bajaron a la ranchería.
Al día siguiente como a las doce, Soto Mayor y Rodríguez vieron una gran procesión que salían de las rancherías encabezadas por el capitán Leopoldo. Atrás de él iba una de sus mujeres; seguía luego un indio y después otra mujer, y de esa manera iban mezclados hombres y mujeres con bastones en las manos y montones de pluma en la cabeza, bailando y corriendo y homenajeando a una imagen del tamaño de un indio recién nacido. Este tenía la cara pintada de negro. Tenía cabellos largos y tres montones de plumas blancas en la cabeza, uno en el centro y los otros algo caídos. No pudieron distinguir como estaba vestida esta figura, la llevaba la imagen el último de los indios de la procesión, que iba encogido con ella, hasta que llegaron a un lugar donde habían preparado un árbol de pitahaya.
En la punta del árbol había unas guirnaldas hechas con varas de un árbol que llaman Copal, por encima de ella había dos estandartes de madera tejidos con ramas del mismo árbol, y pintados de rojo con negro y blanco. Pusieron la imagen bajo un cobertizo de ramas que estaba un poco levantado del suelo, y al pie de una gran pila de semillas que llaman “medece”. Estas semillas, evidentemente eran de mezquite. Apenas lo colocaron ahí, el baile se detuvo para tomar un descanso. Luego lo reanudaron y continuaron bailando durante dos días y dos noches de la siguiente manera: en una sola fila los hombres y las mujeres alternados corrieron un buen rato. Al terminar la carrera el capitán y sus hombres se detenían ante la imagen y comenzaban a hablar, al mismo tiempo que le hacían caravanas y le veneraban.
Después de esto, descansaban quince minutos, y repetían la carrera y la ceremonia. El último día de la ceremonia, poco antes del amanecer, dieron un aterrador alarido tan fuerte que pusieron a los soldados en armas, creyendo que iban a ser atacados. Al mismo tiempo los testigos escucharon un gran gemido entre las mujeres. Luego de esto, los indios comenzaron a cantar, y siguieron así todo el día gritando y bailando haciendo pausas a intervalos. A la puesta del sol, se sentaron en círculos en varios lugares y comenzaron a repartir la semilla del medece, que habían amontonado cerca de la imagen. El caporal ordenó que tres caballos fueran armados y tres se ensillaron, seis hombres lo montaron y fueron a ver si podían contar cuántos gentiles había en la fiesta. No lograron hacerlo, pero los seis coincidieron que eran unos dos mil quinientos o más entre hombres, mujeres y niños. Ese mismo día el hechicero Leopoldo le preguntó al caporal que si podía bañarse donde beben los caballos...concedido el permiso todos vieron que traía a un infiel que estaba agotado. Apenas se podía mover, lo metieron al aguaje, y luego lo llevaron ante el capitán que lo miró con mucha atención, meneó la cabeza, luego empezó a sollozar y luego regresaron a la ranchería. Repartieron la comida que quedaba entre ellos, y luego regresaron a sus tierras.
Leopoldo el hechicero les dijo que era su Dios la imagen que bajaba del cielo cuando llovía y les daba comida, y que después de la ceremonia ahora estaba en el cielo. Los naturales dijeron que les hablaba esta imagen en su lengua, la que tenía un pie y dos dientes, uno abajo y otro arriba.
Como dijo Bolton, este festival de la cosecha fue una costumbre de los californios, y puede ser un dato interesante para los historiadores. Esto demuestra que los antiguos californios si tenían costumbres y tradiciones.
..Y entre danzas y cánticos los antiguos californios celebraban sus tradiciones, ante la sorprendente mirada de los elementos de la tropa, de la primera entrada...
..Por el placer de Escribir…Recordar...Y...Compartir...

sábado, 26 de mayo de 2018

LA PAZ QUE SE PERDIO
POR MANUELITA LIZARRAGA ÁLCARAZ
ALICIA…. LA NIÑA VESTIDA DE AZUL… ANGEL GUARDIAN DE DOÑA ROSITA CASTRO DE MONROY
• “VOY A JUGAR CON LA NIÑA VESTIDA DE AZUL, DICE SU BISNIETO DE 3 AÑITOS”, Y SE METE AL CUARTO DE DOÑA ROSITA…. Y TODOS SE QUEDAN CON LOS OJOS PELONES, ¡¡PORQUE ALLÍ NO HAY NINGUNA NIÑA!!
• “LA NIÑA ES MI ÁNGEL GUARDIÁN”, DICE DOÑA ROSITA QUE SIEMPRE LA HA VISTO Y NO LE TIENE MIEDO, ELLA ME TOMA DE LA MANO Y ME LLEVA AL BAÑO Y A LA CAMA, POR QUE EH IDO PERDIENDO LA VISTA POCO A POCO Y ALICIA ME ACOMPAÑA….
• LA NIÑA DE AZUL, ES AGRADECIDA, LA CONOCÍ EN VIDA Y LE DABA DULCES Y PAN EN LA TIENDA “EL TRANCAZO”, PROPIEDAD DE MI PADRE, DIJO ELLA.
A través de los años, son muchos los espantados con la contaste aparición de la niña vestida de azul, en la casa de Doña Rosita Castro de Monroy, allá, en el paradisiaco, legendario, e histórico San José del Cabo… Cuenta la linda muchacha de juventud acumulada, Doña Rosita, que una hermosa mañana de primavera, Penny la esposa de uno de sus hijos, salió despavorida de su recamara gritando espantada ¡¡ALLI ESTBAA SENTADA EN LA CAMA DE DOÑA ROSITA UNA NIÑA VESTIDA DE AZUL!!! Para ella desconocida, y quien la miraba con profunda tristeza, que ella se acercó a la niña, preguntándole ¿Quién era y que hacia allí?, y que al tiempo de intentar tocarle la cabecita de rubios y ensortijados cabellos ¡¡ La niña desapareció ante sus orbitados ojos!!!...... “Es Alicia, mi amiguita, mi ángel guardián”, le dijo muy quitada de la pena Doña rosita sin darle importancia.
Y continua diciendo, que su bisnieto Ariel Enrique de 3 añitos, le encanta jugar con la niña vestida de azul, e insiste que quiere ir a la casa dela abuela para jugar con la niña Alicia en la recamara de Doña Rosita, y cuando llega el niño, lo primero que hace después de saludar a la abuela es meterse al cuarto a jugar con su ángel guardián Alicia la niña vestida de azul, que otros nietos que ya están grandes, dicen la vieron cuando estaban chicos a través de los años, y jugaban con ella, y no se asustan al recordar, al contrario, guardan gratos recuerdo al igual que ella dice Doña Rosita.
Cuenta la hermosa flor de los campos San José del Cabo, que a la niña Alicia ella la conoció en vida…. Esto sucedió hace más de 70 años aquí en esta hermosa tierra del rebelde pericú, San José del Cabo… Fue un caso muy triste que consterno a la gran familia josefina por aquellos años… Yo era muy joven tenía 15 años ¡¡Pero si parece que estoy viendo a Alicia de escasos 8 añitos!!.... Era una niña muy tierna, hermosa y dulce de tez blanca, chispeantes ojos muy expresivos, y rubios ensortijados cabellos como un sol… Era una niña como cualquier otra, muy feliz con sus padres. A la niña le encantaba comprar coyotas y dulces en la tienda de mi padre “el trancazo” donde yo despachaba y nos teníamos afecto mutuo. Pero una mañana de aquellas perfumadas a Damiana, a mango maduro, a brisa de mar, a caña y limoneros, la desgracia se enseñoreo en la casa de la niña Alicia, sus padres murieron en un accidente, y la niña quedo en la orfandad, pero Pedro hermano del padre de Alicia la recogió y se la llevo a vivir con su esposa Chona. Chona era una mala mujer, la niña sufría muchos desprecios y malos tratos, de andar siempre bien vestida, ahora vestía con harapos muy desaliñados y hasta con hambre.
Que el refugio de la niña era la tienda el “trancazo” y su linda amiguita Rosita a quien le causaba un gran pesar el verla así, con hambre, con frio, desaliñada y muy triste, Rosita la consolaba y le brindaba cariño, le daba algo de alimento, en especial coyotas, que eran las preferidas de Alicia, y le trenzaba sus rubios cabellos. Una vez dice la mala mujer se enteró que la niña era bien tratada en la tienda… Y se escuchaban los gritos airados buscándola…¡¡ALICIA!! , ¡¡ALICIA!!... Y la niña muy asustada con sus coyotas en sus manitas se escondía bajo el mostrador, y que hasta allí se metió la mala mujer, y tomándola de sus rubios cabellos, la saco a empellones y la obligo a que tirara al suelo, las coyotas que Rocita le había dado, y Chona muy enojada las pisoteo y se llevó a la niña a jalones.
Paso el tiempo, y la niña nunca más regreso a la tienda. Como San José era un pueblo chico y hermoso, había pocos habitantes de todo se enteraban los josefinos, Y la niña pasaba mala vida con su tía política, y al parecer su tío nada sabía...
Al tiempo, doña Rosita se enteró que los tíos de Alicia se cambiaron a donde vive ella ahora, precisamente, donde antiguamente era una casita de adobe, casi en medio de un solar baldío, más bien una huerta. Pero la tragedia se enseñoreaba en la niña… Su destino estaba marcado… Cuentan los mayores, que aquella tarde lluviosa la niña después de recibir el acostumbrado maltrato, Chona la mala mujer antes de que se fuera a la cama, la obligó a comerse unos tamales que la niña no quería… Ya no hubo amanecer para la niña de los ojos tristes y expresivos, la noticia corrió como reguero de pólvora, por toda la población… ¡¡ ALICIA AMANECIO MUERTA!!... Unos decían que Dios se apiado de ella y sus padres se la llevaron para que dejara de sufrir... Y la duda quedo entre quienes conocieron la vida de sufrimientos de Alicia… O de que si Doña Chona la mato, o si murió de indigestión por los tamales que fue obliga a comer.
Lo cierto es que Doña Rosita la recuerda con cariño y tristeza, y para ella dice, la niña es agradecida; que desde que ella se casó y se cambiaron este lugar, a la niña la ha visto a través de los años entre la huerta, y cuando le construyeron esta casa su cuarto quedo precisamente donde fue la casita donde vivió y murió la dulce Alicia, la que estaba vestida de azul cuando la sepultaron…. “Alicia es mi ángel guardián, y no le tengo miedo al contrario me hace compañía”; Termino diciendo la hermosa muchacha antigua de cabecita de lirios florecidos, y rostro sonreído como las margaritas.
San José del Cabo… Tierra de andar de milenios… Tierra del rebelde pericú… De hermosas mujeres y aguerridos e ilustres hombres, forjadores de Sudcalifornia… Debo aclarar que doña Rosita acudió al llamado del señor el año pasado a la edad de casi un siglo de fecunda y ejemplar vida….
…Por el Placer de Escribir…Recordar… Y… Compartir,…
Esta crónica-leyenda fue publicada hace más de 12 años, en los principales medio de comunicación masivos con mayor prestigio en la ciudad de La Paz.
La imagen puede contener: cielo, árbol, nube, exterior, naturaleza y agua
La imagen puede contener: árbol, planta, cielo, exterior y naturaleza
La imagen puede contener: árbol, exterior y naturaleza
LA PAZ QUE SE PERDIO.
POR MANUELITA LIZARRAGA.
“UN FORJADOR EN LA PAZ...DON RAMON BRISEÑO...FUNDO EL PRIMER MOLINO DE NIXTAMAL, LA PRIMER TORTILLERIA Y MUCHO MAS”.
• UN REVUELO CAUSO EL PRIMER Y NOVEOSO MOLINO DE NIXTAMAL, FUNDADO POR DON RAMON BRISEÑO EN LAPAZ, ENTRE OTRAS MUCHAS COSAS MÁS.
• UN INVENTO DEL SEÑOR BRISEÑO, FUE LA HIELERA DE CAJON, PARA GUARDAR EL HIELO EN UN COSTAL, INVENTO QUE FAVORECIO A LAS MUJERES DE LA EPOCA, QUE SE DEDICABAN A VENDER RASPADOS EN SUS HOGARES, CONTRIBUYENDO ASÌ A LA ECONOMIA FAMILIAR.
Por la década de los 30...el pequeño buque “El Blanco” perdía su velaje en el embravecido mar, transportando a esta ciudad de La Paz, al señor Ramón Briseño, su esposa Lupita Rodriguera y sus hijos, procedentes de Mazatlán Sinaloa. Venia a ocupar el puesto de celador de aduana...eran tiempos de bonanzas, de perlas, oro, plata, cobre así como la ganadería y el comercio estaban en su apogeo. Atraídos por esta tierra de misterio, promesas y leyendas, llegaban gentes de todas partes, principalmente de Nayarit, Sonora y Sinaloa, a sepultar sus raíces y unirse a su desarrollo, económico, social y cultural.
Don Ramón Briseño fue un hombre muy entusiasta y emprendedor. Al llegar a La Paz, luego luego se dio cuenta que trabajando también en otras cosas se podía hacer dinero y vivir mejor. Le compro la concesión de la primera fábrica de hielo en La Paz a don Arturo C. Nalh. Puso su negocio donde es ahora el estacionamiento de La Perla de La Paz; y como ya tenia el hielo, también fundo la primer refresquera, “Kiss” se llamó el refresco que elaboraba, y en una carreta con la ayuda de Jesús Mendoza “el cu – cu” vendía el hielo y el refresco de casa en casa así como en los tendajones de la época. La caja de refrescos de sabores de fresa, naranja y piña con 25 “burritas” costaba 0.25 centavos...y cada refresco ya helado a 0.5 centavos. Fue un alboroto en La Paz, el hielo y los refrescos...además, Briseño les dio la idea a los carpinteros del ayer como fabricar cajones forrados con láminas para que sirvieran como hieleras, las que retacaban de aserrín para enfriar refrescos. Luego salió la cerveza, decreciendo la venta de “burritas y medias de tequila” aunque en menor escala. Cuando don Ramón Briseño salía de su trabajo de celador de la aduana, entregaba el hielo a domicilio con la ayuda de sus hijos bajo la vigilante mirada de doña Lupita, su fiel esposa.
Debido a la demanda del hielo y refresco, el señor Briseño compró una “troca” ya que vendía el hielo y el refresco Kiss hasta las poblaciones aledañas, como Los Planes y Todos Santos. Las barras de hielo las metían en costales retacadas de aserrín para conservarlas. En 1936, se inauguro el antiguo Mercado Madero y debido a las necesidades de la época, Briseño también fundó una fábrica de velas y veladoras...carruajes, carretas, caballos, recuas de mulas, así como algunos troquecitos y carros modelos T, aquellos de “cran”, circulaban por las empedradas y polvorientas calles de La Paz...y cuando se escaseaba el hielo en La Paz, Briseño lo traía vía marítima en los barcos mercantes de Topolobampo y Guaymas. Motivado por la segunda guerra mundial, como en todas partes del país, había crisis en La Paz, aunado a las enfermedades como la tuberculosis y la muerte de los placeres perleros...y era poco el dinero circulante, pero don Ramón Briseño realizaba el comercio del trueque. Cambiaba sus mercancías, por productos propios de la región, como perlas, oro, plata, guacales de panocha, quesos, carne seca, bolas de cera de panal de miel de abeja, flores, fruta y hortaliza de los huertos familiares, bordados, canastas tejidas de palma, gallinas y pollos, chivos y hasta puercos, los que a su vez vendía en el mercado Madero, o de casa en casa.
Luego, para sorpresa de los habitantes de La Paz, don Ramón puso la primer paletería “Briseño” y La Paz fue creciendo...y don Ramón también fue creciendo con sus empresas familiares...los hijos del matrimonio Briseño Rodriguera son: Guadalupe, Ramona, José Ramón “El Chepe”, California y Rosalba; quienes al parejo con su padre ayudaban en las labores de estas industrias. De la ciudad de Guadalajara, Jalisco, don Ramón se surtía de materias primas para las necesidades de sus negocios; maquinaria, colorantes, pabilo, gas butano, corcholatas, parafina, etc.
Con gran regocijo, las mujeres sudcalifornianas de la época recibieron la grata noticia de que don Ramón fundó el primer molino de Nixtamal en La Paz, “El sinaloense” se llamó...!que hermosos recuerdos me traen ese molino!!...”!nanita, nanita, dice la gente que hay molino de nixtamal con Briseño!” gritaban mis hermanas muy contentas, pues ya no molería tres bateas de masa para las tortillas cada una en el molino casero. Desde entonces, al morir la tarde, sobre el pretil de la encalada hornilla quedaba el balde lleno hasta los bordes de nixtamal tapado con una servilleta de manta, bordada de lindos arreglos florales a punto de cruz, y bajo las cenizas en la hornilla el rescoldo de encendidas brazas que prenderían la lumbre al amanecer del día siguiente...y a un lado del pretil custodiando celosamente el balde de nixtamal dormía mi inolvidable y fiel amigo, compañero de juegos de infancia, mi perro viejo “EL PACHUCO” de gratos recuerdos y abundantes anécdotas en la familia. El canto del gallo nos sorprendía a mi abuela, el perro y yo por aquellas empedradas callecitas de La Paz...a esa hora de la madrugada...los techados humeaban y entre olores a café de grano las mujeres del ayer, con las escobas elaboradas de varejón de dátil, barrían las calles, frentes y patios de sus hogares, por que esa era la costumbre...y el tong tong de los molinos de viento y el chirriar de rondanillas jalando agua del pozo, apagaban el ruido de nuestros presurosos pasos sobre la hojarasca...íbamos al mercado Madero a la compra diaria, el que abrían a las 4 de la mañana y al novedoso molino de nixtamal El Sinaloense; no sin antes de pasar a la lonchería de Don Conrado de La Peña a tomar un vaso de café de grano colado en talega de manta, con nata, y desde luego su huarache al pachuco...entre aquellos aromas a menudo, pozolada, tamales, machaca y empanadas, enmarcados de lindas y modernas canciones en la rocola.
La lonchería siempre estaba abierta y con la música tocando...era la esquina de la alegría en La Paz...tiempos que no volverán. Interminables colas se hacían en el molino de Don Ramón Briseño...a mis escaso 5 años, temblorosa de frío, metida entre los largos ropajes de mi abuelita, olorosos a ceniza y tabaco, y el pachuco echado a nuestros pies, esperábamos turno...!que tiempos tan bonitos!...toda la gente de La Paz era como una gran familia...todos se conocían. El punto de reunión a esa hora de la mañana para la gente de todos los estratos sociales, era el mercado Madero y el molino de nixtamal El Sinaloense. En el marco de aquellos ruidos mañaneros propios del mercado, el zumbar del molino, el grito del baratero cumbre que se escuchaba de puerta a puerta del mercado...!pásele marchantita!..hermosas telas a 3 pesos el corte, tápalos y medias de canutillo a tostón, franelas, cabezas de indio y tuzor...afiladas de cuchillos de los carniceros, golpes de machetes sobre los huesos en un tronco, arrastre de cajones de frutas, verduras y guacales de panocha, el zumbar de licuadoras de chocomiles del español y el cepillo de don Trino Osuna raspando hielo...el estira y afloja de los precios, entre humos de cigarros y olores a café de grano y pan calientito de la panadería Miriam.
Don Ramón Briseño, originario de Nayarit, fundó así mismo en La Paz el primer molino de nixtamal, fábrica de veladoras, fábrica de refrescos, la primer tortillería “Briseño”, la primer florería, la primer vulcanizadora, el primer salón de belleza, y el primer yonque “El Chepe”, entre otras muchas cosas que impulsaron el desarrollo de sudcalifornia, ...72 años tenía don Ramón Briseño cuando la madre tierra le cobro su tributo a quien le amó tanto, dejando imborrable huella, y gratos recuerdos en los habitantes de La Paz de ayer y de hoy, y una gran honorable familia… ORGULLO DE SUDCALIFORNIA
….Y el legendario e histórico barco mercante, el blanco, rompía las olas, transportando a aquel visionario empresario y a su familia, que impulsaron el desarrollo en sudcalifornia, y sepultaron sus raíces para siempre…
….Por el placer de escribir….Recordar…Y…Compartir….

jueves, 24 de mayo de 2018

LA PAZ QUE SE PERDIO
POR MANUELITA LIZARRAGA ÁLCARAZ
…CON LOS PELOS DE PUNTA
“LA CASA TAPIADA...LA CASA DE LA AHORCADA...CASA DE MIS RECUERDOS”.
• ¿Y AHORA QUE DERRIBARON LA CASA TAPIADA, DONDE SE COLGARA LA AHORCADA?.... AUN QUE DICEN QUE LA HAN VISTO POR LA BANQUETA, CON EL CHICOTE ARRSTRANDO…. ¿SE ATREVERIA USTED A PASAR POR AHÍ DE NOCHE?...
...Son muchos los espantados en esa mansión, por la calle Guillermo Prieto y Allende...la que hace algunos años luce tapiada...pues nunca nadie la ha podido habitar...y quienes han vivido en esa casa de la ahorcada no ha sido por mucho tiempo, ya que, espantados la han tenido que desalojar.
Una hermosa tarde de lluvia, hace ya algún tiempo, llegué a visitar a mi cuñado, Don Vicente Dominguez, y a su apreciable familia, como es la costumbre; y un escándalo tenían entre sorbo y sorbo de café de grano acompañado de exquisitas galletas marineras...”fíjese mamá, que Angélica mi prima, (Estudiante normalista en ese tiempo), nos contó espantada lo que le sucedió en la casa de la ahorcada a cinco compañeras suyas estudiantes normalistas...decía mi sobrina Magdalena, que hasta se ahogaba del susto y quienes la rodeábamos también, y añadió...resulta que estas muchachas radicaban en Ciudad Constitución y rentaron la casa de la ahorcada entre las cinco estudiantes...claro, que ellas no sabían nada de la leyenda que circula de boca en boca de la mencionada mansión...al llegar, dejaron sus maletas todavía en el porche, y tres de ellas se fueron a bailar al Rollo... se quedaron dos muchachas por que tenían que estudiar para el examen del día siguiente.
La pertinaz llovizna repiqueteaba en el techado, y entre truenos de rayos y centellas y aquellos aromas a café de granito, emocionados, con los ojos pelones, atentos, escuchábamos: “una de las muchachas tomó su libreta para estudiar y se metió al baño a hacer una necesidad biológica...y cuando mas adentrada estaba en la lectura, ¡que se le refleja en la libreta a la luz del foco la sombra de una persona ahorcada!, ella no comprendía de donde salía aquella sombra, pero al levantar la vista por poco se desmaya del susto ¡de la regadera pendía el cuerpo de una señora viejita ahorcada que ante su vista se desvaneció!. La joven salió espantada con las ropas menores hasta las rodillas gritando como una desquiciada... ¡hay una mujer ahorcada en el baño!, no quisieron saber más y del porche recogieron las maletas y naturalmente que no habitaron la casa”.
Al escuchar esta agradable y espeluznante conversación, tercié en la plática, y ratifiqué a mi sobrina que la muchacha no mentía, que es cierto que en la casa de la ahorcada se aparece la mujer colgada de una cuerda, y se escuchan lamentos y arrastres de cadenas. Les voy a narrar mi propia experiencia cuando niña, y algunas de otras gentes que han vivido en la casa de la ahorcada. Corría el año de 1950 o 1951...felizmente vivíamos, además de mis padres y hermanos con abuelita, mi perro viejo el pachuco y todo, en la casona de piedra gris de don Gelasio Aguilar y de Doña Margarita Vonborstel de Aguilar (q.e.p.d.) (bellos recuerdos), la casona en mención esta ubicada en Guillermo Prieto y Juarez, antaño era una hermosa huerta toda la manzana donde se cultivaban frutas, verduras y hortalizas y una diversidad de hermosas y perfumadas flores...también había ganado y grandes gallineros repletos de aves, así como porquerizas, pájaros cantores de todo tipo, gansos, patos y pavorreales y desde luego el molino de viento con su gran pila y sistema de riego que no podía faltar...el aroma a pan calientito de la panadería “la vencedora”, propiedad de don Gelasio, inundaba aquel ambiente familiar y vecinal...aquella tarde perfumada a tierra mojada pues había llovido bastante aquel día , después de la lluvia jugábamos todos los niños de la casona, y algunos amiguitos del barrio haciendo casitas y pasteles con la tierra mojada como antaño era la costumbre jugar a la tenue luz del foco del poste de la esquina donde estaba la casa amarilla de techo de cuatro aguas, de doña Nieves Prieto para ser exactos. De repente a mi hermanita mayor se le ocurrió que jugáramos a las escondidas y todos los chamacos corrimos a escondernos...mi hermana señaló para unos matorralitos que había en la banqueta donde es la casa de la ahorcada por la calle Guillermo Prieto poquito antes de llegar a la esquina de la calle Allende...muy calladitas nos agazapamos entre aquellos arbustos, pero de pronto, al levantar la vista vimos por una ventana de baño, que no tenia vidrio por cierto, a una viejecita colgada de la regadera, o seria viga quizás, pero ella estaba colgada. Quizás era una persona joven aun, pero a nosotros nos pareció viejita (antes las abuelitas de 40 años ya eran viejitas), se sentaban en una rechinadora poltrona, peinadas de molote y todo. Ahora, las abuelitas de esa edad son unas muchachas.
...¡Fue una experiencia que jamas he podido olvidar!...tenia la señora los ojos volteados y la lengua de fuera...imagínese estimado lector la impresión al ver aquello para unas niñas de escasos 7 y 9 años. ¡que íbamos a saber de espantos!, ni por un momento pensamos que fuera eso u otra cosa aquella escena...!armamos un escándalo!, ¡se ahorcó la viejita...se ahorcó la viejita!... acudió el vecindario y claro que ellos no vieron nada...mi madre nos pego una cintariza, y mi abuelita no se la acababa...recuerdo que decía mi mamá “diga que no es cierto” y ¡paz carajo! un cintarazo en las piernas y parecía una danza la que teníamos, mi mamá tirando cintarazos, el perro ladrando tratando de quitarle el cinto de las manos a mi mamá y nosotras dando vueltas diciendo “si, es verdad, si es verdad” y el pachuco saltando y ladrando tratando de quitarle el cinto a mi madre. Crecimos con esa incertidumbre sin comprender por que nos pegaban si nos habían enseñado a no mentir. Sepultamos en el arcón del recuerdo aquello; lo recordábamos como una cómica anécdota por nuestro comportamiento que brincábamos al tiempo que nos llovían los cintarazos y decíamos “si es verdad si es verdad” y mi mama decía “diga que no es cierto”. Y el perro en lo suyo.
Al paso del tiempo, todo ha sido como una leyenda. Investigando aquí y allá, me he enterado de mucha experiencia vivida en esa casa por muchas personas...pero ellas, me han pedido que no publique sus nombres, lo cual se los respeto. Dicen que por la década de los años 30 una señora (no voy a publicar sus nombres por respeto a sus familiares si es que existen), según se cree que se suicido, ahorcándose de la regadera del baño. Unos dicen que estaba afectada de los nervios; otros dicen que por robarle la asesinaron y que hubo hasta una persona muy allegada a ella detenida en la cárcel por sospecha. Lo cierto es que esta persona se ahorco y se aparece en la casona. La casa la rentaban sus dueños, pero luego se escuchaban cosas raras que no podían habitarla. Una amiga muy querida de la señora Ahorcada, cuenta que Elena, así se llamaba, era muy feliz en su casa...tenía una hermosa huerta donde abundaban los árboles frutales y un hermoso jardín inundado de una diversidad de flores, pavorreales, y muchos pájaros cantores. Y dice, que ella le contaba que nunca se iba a ir de su casa, que siempre iba a estar en ella, porque era muy feliz y la quería tanto. Y si lo cumplió, Elena ahí esta no se fue.
Un vecino de la casa en mención dice que él no quiere voltear para adentro de la misma, que respeta lo que se dice y que no se quiere arriesgar; que por las noches se escucha detrás de la barda como si viviera gente en esta casa, y también cacareos de gallinas se escuchan como si anduvieran barriendo, como si lavaran los trastes, en fin que se siente que estuviera habitada. Añade este respetable señor, que hubo un tiempo en que los dueños de la casa la regalaban a quien pudiera habitarla y fueron muchos los que lo intentaron, pero salían espantados. Dice el mismo señor que hubo un caso muy curioso, que un día llego un señor con un pick up lleno de tilichis, de esos valentones que no faltan, y dijo “hay que tenerle miedo a los vivos, no a los muertos, vera usted como yo si me voy a quedar con esta casa, que ahorcados ni que ocho cuartos” y si, el señor se cambió a la casa, muy contento se miraba que la arreglaba y todo parecía normal, pasaron varios días y hasta pensó, “este ya se quedó”. Pero como a la semana, de repente salió el señor en su pick up en reversa despavorido, que hasta el árbol de la banqueta de enfrente tumbó...él fue el último que vivió allí. Le pregunté pues que paso, “fíjese, me dijo aterrorizado, estaba parado en una silla clavando en la pared un cuadro, cuando de pronto me golpearon las corvas o me hicieron el “soldadito”, así como una zancadilla y caí al suelo de rodillas, pero al levantarme y a alzar la vista, ¡voy viendo la mujer colgada en el baño, yo no quiero esa casa!”. Desde entonces los dueños tuvieron que tapiar la casa. Dice este mismo señor que el acostumbra a pasear a su nieta por esa banqueta pero a temprana hora y sin voltear para adentro de la casa por aquello, pues no tengo ningún negocio en ella. Y una tarde venían tres jóvenes estudiantes por la banqueta de enfrente y me quedaban de frente, de pronto los muchachos corrieron espantados gritando, ¡señor!...!señor la mujer vestida de blanco, con un chicote colgando del cuello, que le acompañaba desapareció ante nuestros ojos! La cosa es que yo no traía ninguna mujer que me acompañara, solo los jóvenes la vieron y desde entonces, por si las dudas, le rodeo la banqueta. Por su parte Don Oscar Amaya del barrio “la pedrada”, dice que en esa casa de la ahorcada vivió un señor que se dedicaba a la costura, pero que se tuvo que salir espantado, porque fueron varias las veces que vio a la mujer caminando por la casa y el patio con el chicote arrastrado amarrado del cuello.
...Por la casa tapiada de la ahorcada mas vale que pases persignada...por que en cualquier momento puedes ver a la mujer colgada...
Aquí en La Paz, existen muchas casonas antiguas que encierran bonitas leyenda de aparecidos y tesoros...pero, como yo escribo de noche, como que me da cus cus escribir sobre estos temas tan apasionantes, pero lo haré de vez en cuando.
…Por el placer de escribir…Recordar…Y compartir…
LA PAZ QUE SE PERDIO
POR MANUELITA LIZARRAGA
“EL CAPITAN DON ESTEBAN RODRIGUEZ LORENZO...CUARENTA Y SIETE AÑOS FUE GOBERNADOR DE SUDCALIFORNIA EN LA EPOCA COLONIAL”
• Murió ciego y pobre...sin recibir salario alguno por tantos años de servicio durante la conquista espiritual
• “Es indigno de un militar despojarse de sus armas por algún interés mezquino”...dijo a los californios el Capitán Don Esteban Rodríguez Lorenzo en la Isla de San José, al ofrecerle estos, un montón de perlas del mejor oriente a cambio de su espada. Rechazando el capitán el ofrecimiento probando su honradez una vez más.
• Y al tiro del arcabuz...las campanas repiqueteaban y la vida de lo californios y demás misiones empezaba...en el marco del alegre trino de los pájaros cantores.
• Su esposa, María Larrea, fue la primera maestra en la península, además de enseñarles las artes manuales a niños y adultos, los enseñaba a leer y escribir.
La barca el bastimento principal “La capitana”, debía el honor de su nombre, al Capitán Don Esteban Rodríguez Lorenzo, gobernador y supremo juez de la península, comandante de aquellos mares. La capitana ondeaba orgullosa la bandera en todos los puertos el mar pacifico, menos en Acapulco, porque estaba ahí la Nao de Filipinas, y Don Esteban Lorenzo cobraba los tributos para la corona con la pesquería de perlas mediante concesión del Virrey. El capitán, con fidelidad cobraba el impuesto que se pagaba al Rey, o sea el quinto. También estaba autorizado para decomisar barcos y poner en la cárcel a los patrones que realizaban la pesca sin licencia, o que dejaran a los californios.
Al capitán, ni a los soldados, según la historia, no se le permitió jamás la pesca de perlas. Desde los días de Hernán Cortez, quien organizo diversas expediciones a California, fueron múltiples los exploradores y aventureros que se vieron atraídos por el señuelo de las perlas; además del gran número de los que aparecían fugazmente desde las costas occidentales de la Nueva España. Hubo también muchos intentos de establecer pesquerías de perlas en forma permanente con la autorización de la corona; entre los primeros que intentaron estos a lo largo del siglo XVII fueron Nicolás de Cardona, Juan de Iturbe, Francisco de Ortega, Esteban Carboney, Pedro Porte y Casanante, Luis Cestin de Cañas, Bernardo Bernal de Piñadero y Francisco de Lucenilla.
Loreto, la que fundada por el padre Juan María de Salvatierra en Octubre de 1697, fue la capital de las californias, porque ahí estaba el presidio principal digno de aprecio por la devoción y pureza de sus habitantes así como de costumbres. El capitán Don Esteban Rodríguez Lorenzo, murió a finales de Noviembre de 1746. Murió ciego y pobre. Fue un hombre honrado y sirvió bastante en la conquista espiritual de la península. Fue el primer gobernador de la época colonial electo democráticamente mediante voto secreto, implementado por el padre Juan María de Salvatierra. Don Esteban Rodríguez Lorenzo nació en los albergues, Reino de Portugal. En su juventud, paso a Sevilla en donde vivió algún tiempo. Después se embarcó para Veracruz de donde paso a la Ciudad de México, y en su cercanía se acomodó de mayordomo en una hacienda del Colegio Noviciado de la compañía de Jesús de Tepotzotlán.
Aquí se encontraba don Esteban Rodríguez cuando supo que el padre rector de este colegio, Juan María de Salvatierra se disponía a salir para la conquista de la California. Se sintió movido para acompañarle en esta empresa, y fue a pedirle que lo llevara consigo. El padre Salvatierra, conocedor de su buen proceder se alegró de tener tan buen compañero, y le advirtió las dificultades, peligros y trabajos que iban a padecer, pero nada asustaba a Don Lorenzo, y decidió llevarlo con plaza de soldado para la mencionada conquista. Así lo hizo, y desembarcaron del “Santa Elvira”, el 19 de Octubre de 1697 en la California.
Durante los primeros cuatro años de la conquista Don Esteban se entregó con gran espíritu de servicio, honradez y lealtad, que en 1701, fue nombrado capitán por plebiscito o voto secreto, correspondiendo con exceso y celo en su función. Siempre se mostró prudente en su conducta, valeroso en los mayores peligros, vigilante y exacto en la disciplina. Militar ejemplar en sus costumbres, celoso del bien de la conquista, cuyos progresos promovió siempre cuando estuvo de su parte. El complemento de su obligación, estaba al mando de 60 soldados y ganaba 900 pesos anuales y los soldados 450 pesos. Su esposa se llamó María Larrea, tuvo dos hijos Don Bernardo Rodríguez Larrea y una hija que fue casada con Don Manuel de Ocio, todo un personaje en sudcalifornia.
Cuando se fundaba una nueva misión Don Esteban no solo acompañaba desde Loreto al padre que la iba a construir sino que el mismo con sus manos ayudaba a levantar la misión y la casa del misionero, a techarla y ponerle puertas. Con su ejemplo conseguía que los indios ayudasen también en esta empresa, así como los soldados. De probada honradez y virtud era en verdad el capitán Rodríguez Lorenzo. Cuenta el padre Miguel del Barco que en cierta ocasión que estaba Don Esteban Rodríguez en la Isla San José en alguna misión de su empeño, cuando aún estaba habitada de gentiles; que tenían estos una gran porción de perlas finas que comenzaba a estimar por ver lo mucho que las apreciaban los extranjeros, que llegaban ahí a comprárselas...!todas estas perlas ofrecían al capitán por tan solo la espada que traía ceñida!, pero el rechazo tal ofrecimiento, aunque llegando a Loreto podría obtener otra espada igual y hacerse de esa riqueza, juzgando por cosa indigna de un militar el despojarse de alguna de las armas por algún interés mezquino.
En cuanto a lo perteneciente en su oficio de capitán y de juez político y militar, lo que el dictaba esto se ejecutaba mostrándose inflexible a toda persuasión en contrario. Su trato con todos era llano, sincero y muy ajeno a la lisonja y cortesanas de modas. En su porte ajustado y acciones de piedad fue siempre a todos un dechado ejemplar. Era indefectible a toda función de iglesia, siempre estaba presente en las misas, y porque desde los inicios de la conquista se introdujo la costumbre, que después de la misa, rosario, doctrina o sermón, se cantara tres veces el bendito y alabado. Primero los hombres solos, luego las mujeres, y últimamente hombres y mujeres a un tiempo. Y el capitán ya por devoción o por dar el ejemplo a los indios era el primero en entonar el bendito al término de la función eclesiástica. Y continua diciendo el padre Migue del Barco que en su mayor ancianidad era muy ingrata su voz a los oídos de los californios, era de creerse que a los de Dios serían muy agradable y de mucha edificación para todos los presentes.
En el año de 1743 don Esteban Rodríguez Lorenzo quedo totalmente ciego. Un hombre ejemplar que dejo su vida y esfuerzo en la península durante el gobierno de la Corona Española al servicio de los jesuitas. Fue el brazo armado para la conquista y sometimiento de los californios, lo que no se logró en su totalidad y que su exterminio según se debió a las enfermedades que los extranjeros introdujeron a la península. Al quedar ciego Don Esteban Rodríguez Lorenzo en el año que se menciona, ocupo su lugar con título de capitán comandante, su hijo Don Bernardo Rodríguez Larrea quien fuera su teniente de muchos años antes. Cosa injusta para un hombre ejemplar que sirvió con tanto celo y empeño durante tantos años. No se le dio ni medio sueldo siquiera, Don Esteban Rodríguez Lorenzo quedo ciego, anciano y pobre sin recursos para sostener a su esposa y demás familia.
El nombramiento de su hijo, fue por sus propios méritos de tantos años de servicio. Así le pagaron los reyes de España Don Esteban Rodríguez Lorenzo. Pues que se podría esperar si a los mismos padres jesuitas los corrieron injustamente de la península el 03 de febrero de 1768. Y así, empezó la decadencia de las misiones. En el año de 1744, tomo posesión de su cargo como comandante de toda la california Don Bernardo Rodríguez Larrea; y habiendo muerto su padre dos años después, prosiguió ejerciendo su empleo con mucho acierto, aunque los últimos años muy quebrantado de salud, hasta que el primero de diciembre de 1750, Don Bernardo Rodríguez murió en Loreto.
...y El Bastimento Principal La capitana, ondeaba orgullosa la bandera, capitaneada por Don Esteban Rodríguez Lorenzo...gobernador y supremo juez de la península y comandante de aquellos mares en busca del quinto para el rey.
…Por el placer de escribir…Recordar…Y compartir…
*Esta crónica fue publicada hace más de 15 años en el periódico sudcaliforniano, revista compás, en el programa de radio contacto directo XENT radio La Paz*
No hay texto alternativo automático disponible.No hay texto alternativo automático disponible.
LA PAZ QUE SE PERDIO
POR MANUELITA LIZARRAGA ÁLCARAZ
“GRACIAS A JUAN DIAZ APRECIADO POR LOS GUAYCURAS, SE FACILITO LOS INICIOS DE LA FUNDACION DE LA MISION DE LA PAZ”.
• El HOMBRE DE LA CUEVA, EN EL CERRO DEL SIELENCIO…. EL CERRO DE LA CALAVERA, TENTATIVAMENTE…
El padre Bravo dice en el libro de historia de Baja California, de Pablo L. Martínez, en su relación referente al establecimiento de la nueva colonia lo siguiente: “en el año de 1712 la tripulación de un buque pescador de perlas mato injustamente a cuatro isleños de San José, y luego por temor a las represalias se retiro de las costas peninsulares pero los allegados a los muertos permanecieron vigilantes para vengarze de alguna forma. Esta oportunidad se presento al siguiente año cuando arribaron a la isla de espíritu santo cuatro barcos. Tres de ellos por temor a los corsarios o piratas se internaron en el golfo para pescar sin peligro de ser asaltados por los piratas. Quedo en la isla citada un barco pequeño al mando del capitán Juan de dios villegas, vecino de Colima, con catorce buzos. Los buzos comenzaron a tener amistad con los antiguos californios, quienes sin dar a conocer sus siniestros propósitos llegaban mansamente a donde aquellos estaban, y entre otras cosas simples pedían a los tripulantes que dispararan sus armas.
El objeto era muy distinto al que suponían los extranjeros pues lo que deseaban los indios era saber hasta que grado podían serle fatales, u el tiempo que dilatarían hacer uso de ellas en caso de ataque. Así pues, con toda paciencia prepararon su plan, que consistió al fin en matar al capitán, a un contramaestre mallorquín y a otro español cuando estaban descuidados. Liquidada esta parte de su plan fueron hacia las canoas y como todos los buzos estaban desprevenidos acabaron con ellos, respetando tan solo la vida de Juan Díaz, con el propósito de que este le sirviera de timonel y aparejase las velas del pequeño barco de Villegas del cual se apoderaron.
Cuando termino el periodo de la pesca, regresaron los demás barcos internados con el fin de tomar fondo en los puertos de nueva Galicia, y al llegar frente a las islas, determinaron tomar contacto con lo s indios. Estos no los esquivaron, y después de asegurar a Juan Días sobre la cumbre de un cerro, se aprestaron a los rescates. Que consistió en lo que ellos mismos habían pescado en el producto del buceo de los hombres de Villegas y en los objetos del barco capturado los de los tres barcos internados. Comprendieron la procedencia de tales objetos e imaginaron lo acaecido a sus compañeros, sin embargo se hicieron disimulados y ni siquiera dieron aviso al presidio de Loreto como era su deber más estricto. Los indios mataron a todos los tripulantes y las embarcaciones, hacia cada vez mas agua y llego el momento que a los naturales les pareció conveniente prenderle fuego salvando solamente el herraje.
Los isleños habían dejado el barco donde hacían trabajar a Juan Díaz excesivamente achicando las bodegas. Un día. En que los indios se fueron de pesca el cautivo. Juan Díaz, quiso huir y para el efecto corto el cable del ancla e hizó la vela mayor, pretendiendo hacerse a la mar en calidad de tripulante único desprovisto de abastecimientos. Los isleños le dieron pronto alcance y lo hicieron regresar aplicándole como castigo alternativamente arrojándolo al mar y sobre cubierta hasta que lo dejaron bien aporreado. Al acabarse el barco quedo Juan Díaz sin que hacer entonces los naturales se dedicaron a burlarse de su persona y entre otros actos que les aprecian de buen humor encontraron para hacerle una escopeta que había quedado cargada en tierra, pero la pólvora llego a su fin gastada en salvas, y tal contrariedad pensaron los indios subsanarla sustituyendo la pólvora con carcoma de palo podrido, de donde ellos sacaban su lumbre; pero pronto los indios se convencieron que no era lo mismo pólvora que carcoma. Un día determinaron los naturales isleños embarcar en la bahía de la Paz, y así fue como organizaron una expedición nombrando de capitán a Juan Díaz quien iba armado de escopeta y machete, y quien iba vestido a la manera de los indios y quien dieron como tarea el paseara por la playa para que los cuidara de los Guaycuras por quienes sentía gran terror. Cuando Juan Díaz se vio solo aprovecho e intento nuevamente huirse, dio a correr por el monte con la mayor rapidez posible. Los isleños le gritaban “capitán”; pero el no se dio por entendido, ni los californios intentaron seguirlo por miedo de caer en manos de los temidos Guaycuras.
Juan Díaz paro de caminar cuando llego a la cima de una colina como a una legua de la paz; ahí encendió una pequeña fogata y se dispuso a pasar la noche. Al día siguiente descubrió el aguaje del rosario donde los barcos del buceo acostumbraban la aguada. En la propia mañana llego a ese punto sin encontrar alma viviente; Juan se dispuso asentar su reales ahí, y para tal efecto formo una choza de piedras, durante el día se encerraba y por las noches salía a las playas en busca de caracoles con los cuales aderezaba sus sencillos manjares. Sus idas y venidas dejaban huellas como era de esperarse y así fue como se dieron cuenta los Guaycuras y la siguieron dos veces sin dar con el hombre de la cueva, así le decían, el hombre de la cueva. Pero una mañana, al fin lo descubrieron a la tercera búsqueda y Juan Díaz juraba en su fuero interno que había llegado sus últimos momentos, teniendo en cuenta las referencias que tenía acerca de los naturales de la tierra por los mismos isleños.
Pero para su sorpresa , sucedió lo contrario de los que Juan Díaz esperaba, los Guaycuras sin embargo, lo llevaron a su rancherías, le ofrecieron pobres obsequios, y le presentaron humildes manjares; pero diversos de los que tenia por costumbre para calmar los imperativos de su cansado estomago. Además, los californios le prometieron no hacerle daño alguno. Lo cuidaban, y cuando estos salían a pescar lo llevaban con gran respeto junto a ellos y cerca de la playa le formaban una enramada para que tomara descanso. De cuando en vez se acercaban para ofrecerle pescado en tanto que las mujeres hacían lo propio con trozos de mezcal tatemado, raíces y semillas comestibles. Pero a pesar de tantos cuidados y atenciones, Juan Díaz entristecía más y más cada día; y algunos de los Guaycuras que lo vieron llorar le preguntaron la causa de su quebranto. Juan Díaz les contesto que deseaba ver a sus parientes, a los que no podía olvidar; entonces le ofrecieron los indios que al avistarse el primer barco lo dejarían partir para que volviese al seno de los suyos; pero a la vez le dijeron que si deseaba volver a su tierra, a la de los Guaycuras lo recibirían con afecto, y lo cuidarían como hasta el momento había ocurrido.
Seis meses y siete días transcurrieron entre la cueva y los Guaycuras en la vida de Juan Díaz en esta tierra de la paz, hasta que llego en momento que pareció a lo lejos la esperada embarcación. Los Guaycuras llevaron a Juan Díaz hasta una punta del cerro más alto donde prendieron luminarias las que llamaron la atención de don José Larreategia, capitán de la embarcación la que ya estaba frente a la costa. Se botaron canoas al agua para acercarse a la costa y así fue como Juan Díaz quedo libertado y puso sus plantas sobre la cubierta del Balandro que pertenecía al general Don Andrés de Rezaba. Juan Díaz contó rápidamente toda su tragedia, y recibió desde luego regalos que la tripulación tuvo a bien ofrecerle. Otro tanto hicieron con los indios Guaycuras en señal de agradecimiento” termina diciendo la crónica del padre Bravo.
Gracias al encuentro con Juan Díaz de los Guaycuras que acompañaban al Padre Salvatierra en su primera excursión en 1716, se logro con éxito la fundación de la misión de Nuestra señora de los Dolores de la Paz, pero hasta en 1720 con el padre Bravo y Juan de Ugarte.
…Por el placer de escribir… Recordar... Y… Compartir…

sábado, 5 de mayo de 2018

LA PAZ QUE SE PERDIO
POR MANUELITA LIZARRAGA.
“ENRIQUE BEDOLLA ANGUIANO....QPTA. Y PODOLOGO DE RENOMBRE”.
• HOY 5 DE MAYOM UN ANIVERSARIO MAS DEL PRESTIGIADO PODOLOGO.
• SU VOCACION, LA PODOLOGIA POR EXCELENCIA.
• SU ESPECIALIDAD, EL DOMINIO DE LA TECNICA EN UÑAS ENTERRADAS SIN DOLOR, PARA EL DESCANSO Y COMODIDAD DE LOS PIES, EN ESPECIAL DE PERSONAS DIABETICAS.
• BEDOLLA LLEGÓ A LA PAZ PARA QUEDARSE...HACE YA DOS DÉCADAS Y UN LUSTRO, PARA FORTUNA DE LOS SUDCALIFORNIANOS.
• SU NOBLE PROFESIÓN ES DE GRAN APOYO PARA LA SALUD...SON MUCHAS LAS PERSONAS DIABÉTICAS QUE EN SUS MANOS SE HAN SALVADO DE SER MUTILADAS A CAUSA DE UÑAS ENTERRADAS O PAPILOMAS PLANTARES.
• EL ANTERIOR 5 DE MAYO FUE SU ANIVERSARIO DE VIDA, ¡FELICIDADES¡
Aquella hermosa mañana, vísperas de primavera, al acudir como es de costumbre a las instalaciones de Bedolla para el arreglo de mis pies, quedé gratamente sorprendida con la remodelación de la estética y la familia tan bonita y unida del señor Bedolla; como buen equipo que son, estaban todos trabajando en la nueva imagen del local, con ingenio, creatividad y buen gusto; les quedó tan bonito el arreglo, que sentí una inmensa alegría que me inspiró a escribir esta sencilla crónica.
Enrique Bedolla Anguiano nació un memorable 5 de Mayo de 1948 en la histórica ciudad de Morelia, Michoacán; fueron sus padres Don Jesús Bedolla Andrade y Doña María Anguiano Tena; siendo don Enrique el menor de 5 hijos. Transcurrió su feliz infancia en su tierra natal, donde cursó su educación primaria, así como secundaria. Enrique, hombre sencillo, de mediana cultura y sensible al dolor humano, impulsado por un afán de servir y de saber algo diferente fuera de lo común en que pudiera destacarse, decidió estudiar la carrera de podólogo, la que en aquella época únicamente se impartía en la ciudad de Miami, Florida, USA, en la Professional School, a la que con el invaluable apoyo de sus padres, logró ingresar poniendo él todo su empeño en adquirir el conocimiento y perfeccionar la técnica como pedicurista, uñas enterradas sin dolor, para el descanso y comodidad de los pies, ya que son éstos, dice él, la parte más importante de nuestro cuerpo y lo soporta todo el día y parte de la noche, y es quizás al que menos atención les prestamos.
Bedolla, al terminar sus estudios con altas calificaciones trabajó por un tiempo en su tierra natal, donde consolidó la experiencia en su profesión, y contrajo nupcias con la señorita Delia González Rivera, y bendijo su hogar el creador con dos hermosos retoños; María del Rocío y Enrique. Cabe mencionar que la señorita Rocío es podóloga al igual que su señor padre. Después de un tiempo, se trasladó a la ciudad de Tijuana, Baja California, donde trabajó exitosamente por otro periodo, siempre preparándose, siempre a la vanguardia, perfeccionando la técnica sin dolor y la especialidad en uñas enterradas para el descanso y comodidad de los pies, así como en la cicatrización de papilomas plantares a personas con problemas de azúcar.
Con la inquietud de destacarse, y ser de los primeros en su género, decidió venirse a esta hermosa ciudad de La Paz, la que lo cautivó a su llegada, aquel Diciembre de 1979, iniciando su nombre profesión en Reforma e Ignacio Ramírez, y actualmente está instalado en Altamirano y Márquez de León con su teléfono 1220638. Y ciertamente, siendo el único pedicurista técnico para el descanso y comodidad de los pies, y especialista en el alivio de uñas enterradas sin dolor, sin error a equivocarme creo que hasta la fecha es el único podólogo con una vasta experiencia en La Paz. Pero dice Don Enrique Bedolla que gracias a la preferencia de esta gente de La Paz él ha logrado el perfeccionamiento en su profesión, y es lo que es, lo reitera una vez más, gracias también al invaluable apoyo de su equipo de trabajo, su esposa, Delia, y sus hijos, María del Rocío y Enrique.
...Bedolla, es sinónimo de salud para sus pies cansados y con problemas, especialmente de personas diabéticas.
…Por el placer de escribir…Recordar…Y compartir…
*Esta crónica fue publicada hace más de 15 años en el periódico sudcaliforniano, revista compás, en el programa de radio contacto directo XENT radio La Paz*