viernes, 12 de junio de 2020

LA PAZ QUE SE PERDIO.
POR MANUELITA LIZARRAGA ÁLCARAZ
…..DON ALEJANDRO… JUAN Y JOSE ABAROA GIL, PIONEROS EN CONSTRUCCION Y REPARACION DE BARCOS EN SUDCALIFORNIA…
ABAROA, UNA TRADICION EN LA PAZ EN CONSTRUCCION Y REPARACION DE BARCOS”.
En el siglo antepasado...cautivado por la aventura y la leyenda que antiguos navegantes rodearon a esta bella península de Baja California Sur, Don Alejandro Abaroa Gil...procedente de Altata, Sinaloa, navegaba en la pequeña embarcación de vela, llegando a San Lucas del Norte, Baja California Sur, donde se estableció. Don Alejandro, hombre de temple, osado y de arrojo, con el divino tesoro de conocimientos prácticos en construcción de varaderos y embarcaciones marinas, carpintero de rivera, llegó guiado por las brújulas y las estrellas a tierras peninsulares con el corazón repleto de esperanzas, aceptando la mano abierta de los habitantes de esta tierra pródiga para fundirse en su piel, unir su esfuerzo para su desarrollo, dejando en ella profunda huella con la tradición y como asunto de familia, la construcción y reparación de barcos ABAROA.
A Don Alejandro Abaroa Gil, le acompañaron también en este venturoso viaje a este bello jirón de tierra de misterio y de promesas, en la época de las perlas y de la abundancia, así como de invasiones extranjeras y piráticas...sus hermanos quienes nacieron en Bachimuto, Sinaloa; Juan, Mariana, Tomasa, Alejandro y José; así como las familias catalanas y vascos, Garaizar, Gorozave y Sánchez. Alejandro hijo, Juan y José lucharon a brazo partido, hombro con hombro al lado de su padre en los trabajos y artes marinas, aprendiendo de éste el universo maravilloso del conocimiento de la práctica en construcción de vallados y embarcaciones. Mientras que Tomasa y Mariana se dedicaban a las labores propias del hogar de acuerdo a las costumbres de la época. Pesados trabajos de vallado de pala realizaban estos bragados hombres. Hasta 3 o 4 meses tardaban en yaquear el barco que encallaba; tenían que esperar a que hubiera mareas altas para favorecer su labor. Grandes embarcaciones de vela arreglaban y construían estos señores. Don Alejandro Abaroa conoció a una hermosa flor de estos campos californianos, la señorita Angela Verdugo, con quien después de un bonito romance, apegado a las costumbres, unieron sus vidas; bendiciendo su hogar el creador, con seis hijos: José, Isabel, Juan, Tomasa, Inés y Angela. En San Lucas, don Alejandro junto con sus hermanos y sus familias, formaron un próspero pueblo, donde Alejandro era el constructor de barcos, José el navegante y Juan el comerciante. Tenían una rústica torre de vigía, donde mediante señales con unos gallardetes de color, guiaban la llegada de las embarcaciones.
En la época misional, en el siglo XVII, el industrioso Padre Juan de Ugarte, proyectó y dirigió la construcción del primer barco de vela en la península, con maderas de la región. Concretamente en la heroica Mulegé, Baja California Sur, el que fue botado al agua el 14 de Septiembre de 1720 con el nombre de “EL TRIUNFO DE LA CRUZ”. Durante la estancia de los jesuitas en la península, de 70 años, hasta su expulsión en 1768, construyeron 4 barcos más, los que dejaron al marcharse aquel 3 de febrero de 1768 para el servicio de las misiones.
Y los primeros barcos de vapor fueron construidos en la península por don Alejandro Abaroa Gil,, “EL PRECURSOR” y “EL MAVARI”, con una capacidad de 200 toneladas y encendidas sus calderas con leña y carbón...con rutas a Santa Rosalía, ejido San Lucas, Manzanillo, Guaymas, Topolobampo, Mazatlán y La Paz; llevando y trayendo productos propios de la región, principalmente la orchilla, planta tintórea que crece en el monte cerca de la costa, y la que era muy apreciada y explotada en aquella época. De ésta planta sacaban tinta para pintura, principalmente para pintar las telas. Don Porfirio Díaz, de tristes recuerdos, fue invitado por don Alejandro Abaroa para la inauguración de éstos barcos, orgullo nacional, y existe una carta de reconocimiento y agradecimiento por el histórico mandatario mexicano. Estos barcos, participaron en la época revolucionaria en sudcalifornia de 1910 a 1914, así como en el traslado de pasaje y todo tipo de las mercancías de las poblaciones aledañas a esta ciudad Capital, antes territorio del Distrito Sur.
Después de la lamentable extinción de los californios, legítimos propietarios de estas tierras, Baja California Sur se ha ido poblando por gente que ha venido de otras partes, con una amalgama de conocimientos prácticos en todas sus ramas, costumbres y tradiciones. Y don Alejandro Abaroa Gil, puso la muestra de que cuando se quiere se puede, ya que la práctica es la madre de la ciencia, y aplicó sus bastos conocimientos con largueza en la construcción y creación de embarcaciones, desde un vallado hasta una panga, un velero, y hasta barcos de vapor y diesel, siendo fuente de trabajo para varias decenas de familias por generaciones. Aquella virgen y pródiga tierra de sudcalifornia, con aroma a brisa y sabor a mar, le dio abrigo, y don Alejandro respondió con aquel tesoro de conocimientos prácticos y buena voluntad para su desarrollo y progreso, dejando para la posteridad el SELLO ABAROA, sinónimo en México de construcción de barcos. Después de un tiempo, don Alejandro dejó San Lucas y se trasladó con su familia a esta ciudad de La Paz, donde sepultó su corazón y sus raíces, surgiendo un semillero de constructores de barcos.
Una cálida tarde de verano de 1913, entre sobresaltos y tiros, debido a la Revolución que se vivía en el Distrito Sur, enmarcado con una tarde crepuscular de leyenda de La Paz que se perdió, el graznar de gaviotas y murmullos del mar, dieron la bienvenida a don Alejandro Abaroa Gil, a su esposa Angela Verdugo e hijos, quienes llegaron a esta ciudad al palmar del barrio El Manglito, para fundar el tradicional Varadero de Abaroa. De su primer matrimonio, le nacieron 2 hijos más: Angela e Isabel el carismático don Chabelo. En aquel tiempo, don Alejandro compró aquí en La Paz, todo un solar para construir su casa familiar. Eran puros paredones y palmeras que daban, y dan, un bellísimo espectáculo con los mágicos crepúsculos, engalanando la mirada contemplativa, y fortaleciendo el espíritu con ese mar bermejo de abundante alimento marino, que se metía hasta dentro del solar, casi hasta llegar adonde ahora es carretera, y don Alejandro y sus hijos tumbaron los paredones hasta aplanar el terreno ganándole tierra al mar. Luego la fatalidad le llegó a don Alejandro, su primera esposa doña Angelita Verdugo, falleció. Posteriormente contrajo nupcias con la señorita María León, quien le dió otros 10 hijos de los cuales fallecieron 3. Creciendo el semillero Abaroa, con Juan José, Divina, Josefa, Mariana, Andrés, José Jesús y Juana. En total fueron 14 hijos quienes crecieron juntos bajo el amparo amoroso de doña María León.
Una tarde lluviosa de invierno, de 1948 don Alejandro emprendió el camino sin retorno, durmiendo el sueño eterno dejando en sus descendientes, “ESTE ASUNTO DE FAMILIA”, como una tradición, el Varadero Abaroa, para la reparación y construcción de barcos. Don José Abaroa Verdugo, apoyado por sus hermanos continuó con la tradición, hombre osado y de mano callosa, casado con doña Pilar Martínez quien le dio siete hijos, Alejandro, Alberto, Agustín, Estela, María de Los Angeles, José y Abraham. Además de fundar el Astillero Abaroa, fuente de trabajo para decenas de familias a través de los años, contribuyó al desarrollo de La Paz cuando empezaba su crecimiento, don José Abaroa junto con su padre abrieron a pico y pala las brechas de la carretera Transpeninsular al norte hasta Santo Domingo, y la del malecón, en el gobierno de don Agustín Arreola, primer gobernador, por plebiscito en la península de 1920 a 1924, y las que posteriormente el Ingeniero Sebastián Díaz Encinas perfeccionó los trazos y continuó con el encarpetado. Cada vez que don José Abaroa botaba un barco al agua, traía de Sinaloa las famosas orquestas de los “Mavaris” y los “Andes Famanía”. Mataba hasta cinco reses para la barbacoa, e invitaba a toda la gente del pueblo a disfrutar de aquella alegría, la que acompañada de la música, los palmares del barrio el Manglito se cimbraban haciendo latir de gozo los corazones de los pescadores con sus familias, y demás invitados de don José.
En el día de la marina, era una tradición los festejos en el palmar de Abaroa, con música, barbacoa y todo, así como el Día del Trabajo. La inolvidable profesora Jesús Rolland, vestía de marineras a las alumnas más destacadas de la escuela Rosendo Robles, y las llevaban a pasear por la bahía en los barcos de Abaroa, como premio a su dedicación. Las canoas de los pescadores lucían en el mar repleto de cerveza con hielo, eran las hieleras y los ribereños pescadores, libres y dueños absolutos de los productos del mar y de su esfuerzo, lucían amplia sonrisa de oreja a oreja. Los Abaroa, hombres de limpia trayectoria en La Paz, fabricantes de barcos de merecido renombre, construyeron los barcos Don Alejandro I y II, así como don José I y II y El Amigo, el que quedó inconcluso. A la fecha, son incontables las embarcaciones construidas por ellos. Además de los trabajos de vallado, realizaban y realizan trabajos de herrería en la fragua, como anclas y utensilios propios de su rama. De los trabajadores fundadores del varadero de Abaroa, algunos viven todavía, otros ya se adelantaron al viaje sin retorno. Don Apolonio Domínguez de 96 años, llamado cariñosamente por familiares y amigos “Don Ponayo” quien se especializaba en calafateo y de todo lo que se ofreciera en la rama de las embarcaciones, fue de las confianzas de don José, y hasta un verso le escribió:
“Estaba José Abaroa
Calafateando la proa
Cuando se escucha un ruidito, y dijo
Es una canoa.
Y le contestó Ponayo
Con su risita inocente
Le dice, viene Manuel Moreno
A alborotar la gente.
Le contesta don José
No le aflojes la chamarra
No sea que venga saliendo
Con una puta guitarra.
Decía José Abaroa
Yo voy a calar
Porque ahí viene uno de palabra
Y es del Seguro Social”.
Lamentablemente, el autor de este verso, el anterior sábado 14 de Enero del año 2000 falleció a los 96 años de edad. La familia Abaroa, así como amigos del barrio el Manglito le rindieron un homenaje al último de los trabajadores fundadores del Varadero Abaroa. El cortejo fúnebre los trasladó al varadero y don José Abaroa le dirigió un emotivo mensaje de agradecimiento, al tiempo que arrojó arreglos florales al mar.
Otros de los pioneros fueron El “Peludo”, don Celestino Orantes, Tevano Tapiz Carballo, Florencio Espinoza (el legendario Polencho), Luis Escobar, Martín, Inés y Andrés Domínguez, Manuel Ruiz, Reyes Talamantes, Manuel Meza y Fidencio García, entre tantos otros bragados hombres que no se les ataban las manos para resolver cualquier situación que surgiera en la rama de su trabajo para la reparación de grandes barcos de vapor que traían todo tipo de carga para surtir el comercio de La Paz, principalmente a los chinos quienes impulsaron su desarrollo, y eran los principales comerciantes aquí en La Paz, además de los señores Ruffo. Don José Abaroa, con el divino tesoro de la práctica, nadie entendía como le hacia para invadir la “3 14 16”, complicada fórmula de navegación y calcular la contracción del fierro y la madera en movimiento, así como la perfección en la construcción de todas las piezas del barco, engranes, quilla, la proa, la popa, espejo de la embarcación, pro pelas, timón de mando, y tantas cosas que componían el barco, y surcaba los mares de California guiados solamente por la brújula y las estrellas.
En 1942, recientemente extinguidas las perlas en La Paz, bellos recuerdos...dando inicio a la explotación y exportación del tiburón, apreciado por su hígado y su aleta. Las embarcaciones inundaban los mares embelleciendo la bahía con sus velajes...y por esos años don José Abaroa construyó el varadero en Topolobampo, Sinaloa. En Cabo San Lucas, inundan los mares una flota de lanchas deportivas Juanita, construidas por Juan José Abaroa, “JuanChe” y su descendencia. Los Abaroa, hombres de gruesos perfiles en el progreso naval mexicano, de inigualable experiencia, aplicada a la construcción de naves que ostentan orgullosos las rutas marítimas del país, el sello y el banderín de quien las construyó y las botó al mar ABAROA. Hace 16 años don José emprendió el camino sin retorno dejando huella profunda, y un sinónimo de progreso en Baja California Sur. El apellido Abaroa está fundido con el mar, en puertos, barcos, astilleros y construcciones navales para comercio de ultramar o cabotaje. Actualmente continua con la tradición familiar don Alejandro Abaroa Martínez, “Don Cano”, quien con el apoyo de sus hijos, nietos y bisnietos, dirige dignamente ésta gran nave: EL VARADERO ALEJANDRO ABAROA GIL, engalanando la marina con incontables embarcaciones turísticas, que cual Venecia duplican las figuras con gallardía en las cristalinas aguas de La Paz, y quien siempre está a la vanguardia en la tecnología de punta para ofrecer un mejor servicio. Los primeros vallados fueron de cuna, para varar barcos. Después cunas de metal que corrían sobre vías y actualmente, cuenta con nuevo sistema de bandas para levantar, y llantas de hule sin mojarse la cuna. Don Alejandro Abaroa Martínez contrajo matrimonio con Doña Rosa María de Abaroa, procreando 11 hijos: José Luis, Alejandro, Rosa, Guadalupe, Víctor, Francisco, Martín, Aurelia, Enrique, Humberto y Yolanda , y quienes continúan respetando la voluntad de don Alejandro y don José el de apoyar con sus barcos toda labor de beneficio social, principalmente enfocado a la educación y a la cultura, así como a la religión, ya que es tradición desde hace cinco décadas, que el día del Señor San José pasean el santo en las embarcaciones del varadero Abaroa por toda la bahía de La Paz, entre otros eventos importantes. Don Cano Abaroa, con justa satisfacción y orgullo dice que, desde la llegada de su tatarabuelo a la península de Baja California Sur, la familia asciende a más de 2,000 almas en estas tierras sudcalifornianas. ABAROA, UNA TRADICION EN LA PAZ EN CONSTRUCCION Y REPARACION DE EMBARCACIONES.
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LA PAZ QUE SE PERDIO.
POR MANUELITA LIZARRAGA ALCARAZ.
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“TRADICIONAL CONVIVENCIA DE “AMIGOS DE DON MANUEL GARCIGLIA UZARRAGA”.
NADA MAS POR EL PLACER DE RECORDAR Y COMPARTIR PUBLICO NUEVAMENTE ESTA SENCILLA CRÓNICA DE BELLOS MOMENTOS COMPARTIDOS CON ENTRAÑABLES AMIGOS, QUE QUIZÁS ALGUNOS YA NO ESTEN.
En el marco de bellas canciones de aquellos tiempos...en el jardín de su casa, bajo los frondosos árboles y perfumadas madre selvas, con gran alegría don Manuel Garciglia Uzárraga dijo “este grupo de señores, somos amigos desde la infancia...mas que amigos, somos como una gran familia. Y el reunirnos una o dos veces al año en mi hogar, es ya una tradición que se ha llevado a cabo por varias décadas; aunque ya vamos quedando menos del grupo “amigos de Manuel Garciglia”, por que algunos se nos adelantaron en el camino sin retorno pero los recordamos con cariño como si estuvieran presente”; termino diciendo don Manuel rodeado del grupo de señores de cabellos salpicados de escarcha, huella del invierno de su vida, colmados de experiencia y donde se ha escrito a través de los años parte de la historia de esta tierra y de sus habitantes.
Al embrujo de la música selecta con canciones como: perdón, noviecita, loca pasión, la cita, mil noches, así nació en el alma, celos, bonita, sombra verde, quinto patio y muchas mas, de aquellas, que arrullan el Corazón y nutren el espíritu, entre fumarolas recuerdos de juventud, bromas y anécdotas, los amigos de Manuel Garciglia disfrutaban de la grata convivencia y exquisitos platillos preparados por la esposa de Don Manuel, Lidia Montoya de Garciglia, y auxiliada con gran diligencia por sus bellas hijas Ana Leticia, Lidia Guadalupe y María Eugenia, así como por Manuel Ernesto, Agustín y Arturo. Los muchachos antiguos, amigos de Manuel, son: Mario Almada, Ramiro Mendoza, Jesús Gibert, Simón Romero, Jorge García Calderón, Agustín Payen Pedrín, Arnaldo Geraldo, Manuel Rubio Ruiz, José Pedro Mercado Romero, Eugenio Villéle, Rodolfo Gibert R. Y Francisco Mercado Romero.
En aquel ambiente de familiaridad y música del recuerdo, don Manuel Garciglia, añadió que el grupo de amigos que se reúnen tradicionalmente en su casa, año tras año, era mas grande, los amigos inolvidables que acudieron al llamado de Dios son: Enrique Vonborstel Labastida, Rene Téllez, Enrique Ruffo, Refugio Castro, Roberto de La Toba, Alberto Morales, Guillermo Salgado, el popular y muy apreciado por la sociedad “memo”, Eduardo Garciglia, Adalberto Rico Castel, Albero Andrés Alvarado Aramburo, Trinidad Meza, Otto Graff, Carlos Cota Zazueta, a quienes los recuerdan con inmenso cariño y justificaron su ausencia unos por motivos de salud, y la que mucho extrañamos, Lope Rubén Castro, Manuel Taylor el popular y estimado “Maneliche”, Ramon Sanvicente y Juan Calderon entre otros.
Por otra parte en el grupo de distinguidas damas: Isabel Montaño, Lili de Payen, María Eugenia Mercado, María del Carmen de Mercado, María del Socorro Estrada Zuñiga, Rosa María Leal, Beatriz Garciglia, María Luisa Cota Garciglia, la señora Lidia de Garciglia, entre otras cosas, recordaron los gratos momentos compartidos con familiares, y el grupo de amigos de Manuel durante toda una vida, y sobre todo las caguamadas que se hacían en su casa por tradición con todos los amigos de Manuel Garciglia, con quien tuvo la dicha de casarse en 1953 bendiciendo Dios su hogar en la primavera de su vida con siete hijos, en el otoño, son 17 nietos, nueras y yernos, rodeados de entrañables amigos y ahora en el invierno de su vida...al vaivén de las rechinadoras poltronas en la tranquilidad de su hogar esperan que el creador les conceda llegar juntos al ocaso con este hermoso grupo de “amigos de Manuel Garciglia”.
Para pies de foto:
1.- tradicional convivencia de amigos de Manuel Garciglia Uzárraga...Mario Almada, Ramiro Mendoza, Jesús Gibert Romero, Simón Romero, Jorge García Calderón, Luis García Vázquez, Agustín Payen Pedrín, Arnaldo Geraldo, Manuel Rubio Ruiz, José Pedro y Francisco Mercado Romero, Eugenio Villéle y Rodolfo Gibert. Foto Manuelita Lizarraga.
2.- Lidia Montoya de Garciglia, distinguida señora de nuestra sociedad porteña, durante el festejo de amigos de Manuel Garciglia, le acompaña su hermana Lili de Payen, doña Isabel Montaño, Carmelita de Mercado, su guapa hija, y demás familiares, y entrañables amigas. Foto manuelita Lizarraga..
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LA PAZ QUE SE PERDIO.
POR MANUELITA LIZARRAGA ALCARÁZ
“UNA TRADICION EN LA PAZ...DOÑA ESTER FLORES DE ABAROA...MAS DE UN SIGLO VISITANDO EL ZACATAL”.EL 13 DE JUNIO, DIA DE SAN ANTONIO DE PADUA
FUE HIJA DEL CÉLEBRE CAPITAN DE BARCOS MERCANTES DON SALOMÉ FLORES FELIX. Y DE DOÑA FELIPA COCÍO DE FLORES .
LA CASA DONDE NACIÓ, DIJO ELLA, FUE LA PRIMERA EN EL MANGLITO.
“Desde que estaba en el vientre de mi madre, ya visitaba la capillita de San Antonio en el Zacatal, el trece de junio de cada año. Y en mis 101 años de vida que gracias a Dios cumplí el pasado 3 de junio, no he faltado ni un año con esta tradición que era una costumbre de mis antepasados, y la que he respetado junto con todos mis descendientes año tras año hasta la fecha”. Dijo la encantadora muchacha de juventud acumulada doña Ester Flores viuda de Abaroa, metida entre mullidos almohadones, con una salud y lucidez envidiable quien es atendida con gran cariño y veneración por su hija Marianita Abaroa y demás hijos, rodeada de nietos, bisnietos y tataranietos así como por nueras y yernos.
Eran aquellos tiempos de finales de siglo del siglo antepasado...de desarrollo en La Paz, estaba en su auge la minería, el buceo de perlas, la pesca, ganadería y el comercio; y por lo tanto la construcción de grandes y hermosos edificios coloniales empezaban a surgir como el palacio municipal, la parroquia de Nuestra Señora de La Paz, la Torre Eiffel, La Perla de La Paz, el Teatro Juarez, El Palacio de Gobierno, la Logia Masónica, entre tantos otros edificios de igual importancia, que ayer como hoy embellecen nuestra histórica y legendaria ciudad de La Paz, la que su majestuosa bahía de límpidas y cristalinas aguas estaba inundada de armadas perleras, avionetas acuáticas, y barcos de cabotaje.
En la calle California, en la casa de gruesas maderas y techumbre de palma, marcada con el número 88 en el tradicional barrio de pescadores el manglito, ahora 5 de Febrero y Topete, en el hogar formado por el señor Salomé Flores Felix, afamado capitán de los barcos mercantes de aquel ayer, y su esposa doña Felipa Cosío de Flores, aquella cálida mañana del 3 de junio de 1899, día de corpus cristi, se inundó de dicha con el nacimiento de la niña a quien por nombre pusieron Ester. Eran tiempos del régimen Porfirista, cuando el territorio Sur de la Baja California era gobernado por jefes políticos, entre sobre saltos y tiros de escopetas, pescadores y buques de cabotajes, transcurrió la infancia de Ester.
Sus queridos e inolvidables maestros de primaria en la Escuela Dos, fueron Concepción Casillas Seguame, quien fungía como directora, Chonita y Mercedes Manríquez, Inés Hirales y Chepita Cota. Dice doña Estercita que antes era muy duro estudiar la primaria, los que salían de sexto año es por que ya eran maestros. La disciplina y el respeto a los mayores era lo más importante en la educación. Desde que tiene ella uso de razón recuerda los festejos en el Zacatal, el que fue fundado por Don Rosario Sandoval y Doña Josefa Carlón de Sandoval, así como fundó también la tradición de venerar al santo patrono, San Antonio cada 13 de Junio, y las fiestas que empezaban con la misa de las cinco de la mañana y todo el día había bailes amenizados con guitarras y violines, y doña Lupe Sandoval tocaba el acordeón. Mataba reses para la barbacoa, para brindarles a los asistentes. También se organizaban carreras de caballo que generalmente terminaban en pleitos, y a tiros de escopetas ponían el orden entre los peleoneros.
En su cabecita florecieron los lirios, por tantos inviernos transcurridos...en su rugoso rostro se aprecia la bondad, y en sus ojos la luz de la inteligencia...de su boca, las palabras susurrantes van fluyendo...y entornando los ojos, como haciendo un esfuerzo para recordar, la dulce muchacha antigua dice que en aquellos años salían a pie rumbo al zacatal, ella y su tía Guillerma Cosío de Matos y demás hermanos, desde muy temprano para estar a la misa de cinco de la mañana. Doña Guillerma llevaba lonche y era muy buena para rezar, a falta de sacerdote, ella decía los rosarios, y desde siempre no ha dejado de ir al Zacatal ningún año. Va a darle las gracias a Dios porque le concedió un año más de vida, y a pedirle bendiciones para toda su familia, sus amigos, y para toda la humanidad y que le permita asistir el próximo año.
Continua diciendo doña Estercita que en la capillita al pie del santo, están sepultados los señores Sandoval a petición de ellos mismos. El tesoro del toro prieto de los Sandoval, a través de los años ha sido una leyenda, son muchos los que lo han buscado pero no se sabe si lo encontraron. Con nostalgia, dice doña Estercita que su mamá falleció de 107 años y su padre, Don Salomé Flores también murió de edad muy avanzada. Que sus abuelos a quienes recuerda con gran cariño, don Norberto Flores y Pilar Murillos de Flores así como Teresa Espinoza Castro y Antonio Cosío fueron de las primeras familias fundadoras del barrio el manglito, además de María y Tranquilino Álbañez, los Jordanes, don Luis Matus, y Guillerma Cosío, Carballo, Velis, después llegaron los Abaroa, y fundaron el varadero, luego los Martínez, los Méndez y así se fue poblando el manglito de pura gente dedicada al mar.
Continua diciendo doña Estercita que tuvo la fortuna de contraer matrimonio con don José Isabel Abaroa Verdugo a quien amó profundamente y venera su recuerdo. Su unión la bendijo Dios con cinco Hijos: Guadalupe de 85 años; Enrique, 81; José Isabel, 76; Marianita, 70; y Francisco de 58 años quienes le dieron la dicha de 25 nietos, 62 bisnietos y 27 tataranietos así como nueras y yernos. Que le da gracias a Dios y a San Antonio que le ha permitido ver y disfrutar hasta su quinta generación. Platicar con doña Estercita fue una experiencia muy agradable e ilustrativa. Daba gusto verla en el porche sentada en la rechinadora poltrona a la hora del café rodeada de toda su familia, saboreando un exquisito café de grano colado en talega de manta, acompañado de conchitas, de anécdotas y del diario acontecer. Allí todavía conservan la antigua costumbre de esperar el aire fresco del Coromuel en reunión familiar. Y con el rostro sonreído como las margaritas continuó recordando. Con orgullo dijo que su mamá doña Felipa Cosío, fue una admirable y valiente mujer de pelo en pecho que en tiempos de la Revolución de los Orteguistas, ella ayudó a la causa, sorteando las balas entre los indígenas de cabeza envuelta con un yagual que trajo Cornejo en contra del General Felix Ortega.
Transportaba en la Canoa de vela hacía el mogote algunos hombres orteguistas entre los que recuerda a Modesto Márquez y su hijo Manuel, y les dijo “váyanse recio, pasan por Rodríguez, de allí a Ensenada y luego a Estados Unidos”. Después se enteró que llegaron bien a su destino, pero luego nunca volvió a saber de ellos. También amaba y admiraba a su padre don Salomé Flores quien fue un célebre capitán, quien guiado por las estrellas y la brújula tripulaba la mayoría de los barcos del ayer que unían el macizo continental con esta península llevando y trayendo las mercancías tan necesarias para la supervivencia de los habitantes del pasado, quienes hicieron posible, con el bregar diario al crecimiento y desarrollo de este bello jirón de la patria. Muy contenta doña Estercita ordenó a su hija Marianita que le alcanzara la “Santa Cruz”, y mostrándola con veneración la que está artísticamente arreglada, dijo que esta cruz fue de su tatarabuela, luego de su bisabuela, y también de su abuela y de su madre, y ahora es de ella, y luego será de sus hijos quienes continuarán con la tradición de festejarla el 3 de mayo, día de la Santa Cruz, tiene más de cien años, dijo y siempre se le festeja en su día, respetando la costumbre de sus antepasados.
Las sombras de la noche fueron cayendo...y en aquella habitación todo estaba en penumbras y doña Estercita terminó dándome nombres y datos de los primeros fundadores del barrio el Manglito, entre otras muchas cosas. Sus hijos y demás familiares le dan gracias a Dios porque les ha permitido disfrutar de la grata compañía de su muy amada madrecita por más de un siglo que con esa lucidez que tiene les enseña un panorama de la vida de La Paz de ayer, y le piden a Dios que se las siga conservando por muchos años más.
Por el placer de escribir…Recordar…Y compartir…
*Esta crónica fue publicada hace más de 15 años en el periódico sudcaliforniano, revista compás, en el programa de radio contacto directo XENT radio La Paz*
LA PAZ QUE SE PERDIÓ,,

BODAS DE BRILLANTES DE DOÑA ANTONIA ALVAREZ DE LUCERO Y DE DON GILBERTO LUCERO BARRERA.
POR MANUELITA LIZARRAGA ALCARAZ.
Radiante de felicidad la linda muchacha antigua, doña Antonia Alvarez de Lucero llego del brazo de su esposo don Gilberto Lucero Barrera a la parroquia de nuestro señor San José del Esterito para celebrar sus 60 años de feliz matrimonio y dar gracias al creador por dicha tan grande mediante solemne misa oficiada en su honor por el reverendo padre Luis Pérez Chávez a las cinco treinta de esa tarde de invierno del día treinta de diciembre de 1998.
El templo lucio abarrotado por familiares y allegadas amistades que recibió al cortejo de honor que precedió la entrada de la feliz pareja inundada de años, don Gilberto y Doña Toñita con sus cabecitas plateadas como lirios florecidos , y rostros sonreídos como las margaritas, formados por sus hijos, producto de la plenitud de su amor; Gilberto, Juan José, Vicente, Guadalupe, Miguel Angel, Rosa y María Enriqueta Lucero Alvarez, quienes al término de la ceremonia religiosa ofrecieron en honor de sus venerables padres y ejemplares esposos un banquete recepción en el Casino Bellavista, el que resultó todo un evento social de lo mas relevante, para festejarles sus sesenta años de dichas compartidas y patentizarles su profundo amor y agradecimiento por haber formado una hermosa y unida familia que los han colmado de grandes satisfacciones compensando así los años dedicados a su formación los cuales transcurrieron entre muchas alegrías a veces penas y trabajo pero rodeados del inmenso cariño de don Gilberto y Doña Toñita.
En aquel ambiente tan familiar donde la multitud de voces se escuchaban como un solo murmullo y se sentía el calor humano, las anfitrionas, Lupita, Rosita y María Enriqueta atendían con esmero a sus invitados, los que sumaron alrededor de 300 gentes, en su mayoría pura familia, entre hijos, nueras, yernos, 18 nietos con sus esposas e hijos, doce bisnietos, así como el personal de radio y televisión Canal 10 acompañados de sus parejas, además de algunas amistades, quienes se unieron a la familia Lucero Alvarez en acontecimiento tan importantes; LAS BODAS DE BRILLANTES DE DON GILBERTO Y DE DOÑA TOÑITA. SESENTA AÑOS DE MATRIMONIO.
El polvo de las perlas que tanto buceo en los mares sudcalifornianos blanqueo sus cabellos y Don Gilberto y Dona Toñita al escuchar el emotivo mensaje dirigido por su yerno el señor Miguel Angel Espíndola no pudieron evitarlo y conmovidos se les escaparon como perlas dos lágrimas, perdiéndose en los surcos de su rostro que a su paso por la vida dejó, y fluyeron los recuerdos cabalgando en la bruma del tiempo y se miraban jóvenes y pujantes, cuando como en un día como hoy treinta de diciembre pero de 1938 unieron sus vidas con los sagrados vínculos del amor y de las leyes de Dios. Epoca hermosa de la Paz de antaño, de romance, perlas y molinos de viento.
Cuando no conocían el miedo y don quiqui se media con los tiburones más bravos, cuando don quiqui andaba en la armada perlera de don Estanislao Cota alias el “tanayo” y buceaba sin equipo la concha madre perla y los placeres perleros estaban hasta doce y 14 brazas. Conocieron todas las islas de la península en busca de ellas, y hacían hasta veinte días de travesía en las barcas a canalete y vela tendida. Recordar que por los años de 1936 al 40 murió la madre perla y de todas las perlas que pasaron por sus manos, únicamente le quedo la perla más valiosa, su esposa. Luego, se dedicaron a la pesca del tiburón piloto y la cornuda en su temporada por los meses de abril y mayo, siempre acompañado por su fiel compañera quien le preparaba el tren de pesca, la cimbra, la red para tiburones, arpones caguameros y fidgas pescadoras de jaibas y para tiburones y desde luego su herramienta que todo pescador debía de traer: el cuchillo, así como las provisiones para 3 o 6 meses que pasaban en los parajes pesqueros en las islas.
En el marco de las tradicionales mañanitas entonadas por los familiares y amigos, don Gilberto y Doña Toñita abrazados tiernamente recordaban aquellos tiempos de penas y dichas compartidas en las que a pesar de la explotación de que fueron objeto, y que dejaron todo su vigor y juventud en los mares, nada se compara a la felicidad tan grande de tenerse mutuamente por abundantes años rodeados de sus hijos y demás familia y haber vivido y disfrutado la época más hermosa de La Paz antigua, romántica de ensueño con sus molinos de viento, la libre pesca de las mejores especies y sobre todo en la sencillez de su barrio querido oloroso a barro y de abundantes tradiciones aunque algunas se pierden en el olvido.
De las profundidades del mar sudcaliforniano, Don Gilberto saco abundantes perlas, y le quedo solo una, la mas bella y valiosa, perdurable y segura, Dona Toñita Alvarez de Lucero…
Esta crónica fue publicada .en diferentes medios de comunicación escrita y electrónica hace mas de 20 años, y recordando a los buenos amigos, y por su contenido, la vuelvo a publicar por este medio, para que las generaciones actuales y venideras sepan lo que tuvimos…
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Para pie de foto:
1.- Doña Toñita Alvarez de Lucero y Don Gilberto Lucero Barrera celebraron sus bodas de brillantes. 60 años de matrimonio. Foto Manuelita Lizarraga.
LA PAZ QUE SE PERDIO
POR MANUELITA LIZARRAGA ALCARÁZ
“LA NIÑA DE BLANCO BAJO LA FRONDA DEL MEZQUITE...EN LA VERA DEL CAMINO ”
¡Miren, miren, que horror!, una niña sin cara bajo el mezquite hace señas pidiendo ayuda!... ¡Pero no puede ser lo que estamos viendo!, el vestido blanco es luminoso y fosforescente, no se le ve la cara y va flotando!...gritaban aterrados con los ojos desorbitados, los niños y adultos dentro del vehículo, el que estuvo a punto de salirse de la carretera, debido al tremendo impacto que le causo aquella inesperada aparición, no hace muchos días, esa noche de mayo, frente al Rancho Verde, casi casi llegando a San Bartolo, la tierra del mango y del iguano.
Doña Rosita, de noble profesión enfermera, acompañada de su familia, cinco adultos y dos pequeñines, venían de Santiago, la tierra del digno y rebelde Pericú y del Padre mártir. Como es su costumbre de pasar los fines de semana visitando la familia en distintos poblados al sur de la península, esa vez había pasado un día maravilloso con sus familiares y amigos en Santiago y San Bartolo....venían muy contentos platicando de diversos tópicos y cantando...ella, una mujer incrédula de cosas sobrenaturales pero muy respetuosa de la ideología y creencia de los demás, le gusta y está acostumbrada desde niña a escuchar relatos de espantos y aparecidos entre otras cosas de parte de sus mayores y amigos; pero nunca se imaginó Doña Rosita que viviría una experiencia tan espantosa junto con su familia aquella noche de mayo.
Dijo, que eran como las nueve treinta de aquella tétrica noche, después de despedirse en San Bartolo de sus familiares, el vehículo con su cargamento humano se deslizaba a velocidad prudente por la carretera...el caserío dormido de San bartolo había quedado atrás...en la espesa oscuridad de la noche, a la luz de los fanales del carro, como alma en pena la sombra de los árboles a la vera del camino a gran velocidad iban pasando...dentro del vehículo la alegría se desbordaba, ya iban pasando al Rancho Verde, cuando de pronto, a la derecha de la carretera, bajo un gran mezquitón la luz fosforescente rompió aquella oscuridad de la noche...fue cosa de segundos....al unísono los siete pasajeros vieron la terrorífica aparición.
Era una niña como de diez años que pedía auxilio con sus manitas levantadas al cielo, en un gesto desesperado, mirando hacia San bartolo...estaba vestida de ropajes largos, blancos y muy brillante, el cabello largo y rubio lo volaba el viento, y el rostro no se le miraba, sólo se veía una sombra negra....pero lo más raro es que no pisaba el suelo...fueron sólo unos instantes de esa aparición...luego, ante los aterrados ojos de la incrédula Doña Rosita, y quienes la acompañaban, la niña fosforescente, se esfumó, desapareció bajo la fronda del mezquite dejando una estela brillante, la que en segundos también desapareció.
Todos quedaron mudos de espanto, mirándose unos a otros, sin saber que decir, los niños, dice Doña Rosita, todavía no pueden dormir bien a pesar que hace como quince días que sucedió esto y no quieren volver por aquellos rumbos, ni aunque los castiguen, dice. A Ismael, el novio de su sobrina, quien les acompañaba no le preocupó mucho este macabro suceso, pues dice que él ya la ha visto en otras dos ocasiones cuando viajaba acompañado de su padre, y algunos amigos...que cuenta la leyenda que por el rumbo donde se aparece esta alma en pena, al finalizar el siglo antepasado, existió una niña muy inteligente con facultades de clarividencia, la que era muy acertada en sus premoniciones, pero que para aquella época, la ignorancia de la gente la calificaba de bruja y que todo lo malo que sucedía le echaban la culpa a ella, hasta que decidieron lincharla.
Cuentan los que vivieron esta tragedia, que aquella noche, la chusma enardecida, armados de piedras, palos y antorchas encendidas, llegaron al hogar de la niña, la que su único pecado fue haber tenido poderes extraordinarios, y que con lujo de violencia, la sacaron de la casa, la apedrearon, y la arrastraron por brechas y caminos hasta que la mataron y luego, la tiraron bajo el mezquite, que eran como las nueve y treinta de aquella noche fatal. Otro día, sus padres fueron a buscarla para darle cristiana sepultura, pero que para su sorpresa el cuerpo de la niña ya no se encontraba...nunca apareció. Quedó en el misterio, y que a través de los años son muchos los que la han visto y escuchado porque cuentan que para mala suerte del que vaya caminando a esas horas de la noche, pasando el rancho verde, se escuchan aullidos como de coyotes o lobos, luego lastimeros lamentos de agonía, y enseguida se ve la aparición fosforescente bajo el mezquite...son varios los rancheros que andaban campeando que les ha sucedido esta macabra aparición.
Dice la enfermera Doña Rosita, que después de esta espeluznante experiencia, ya se le quitó lo incrédula y que va a pasar mucho tiempo, para que vuelva a pasar por esos rumbos de Rancho Verde, y que los niños juran y perjuran que no volverán por ahí…Debo destacar, que estando yo en el programa de Radio “Contacto Directo” contando mis narrativas de LA PAZ QUE SE PERDIÓ, la enfermera Rosita me habló del Hospital, y me contó esto que le sucedió, y también fue la que me contó, pidiéndome que investigara y escribiera, la leyenda de “LA AHORCADITA!, que por cierto es de mi autoría, y hasta películas han hecho de ella, nada mas que no me han dado mi crédito.
Esta leyenda de mi autoría, fue publicada hace ya mas de 20 años en los principales medios de comunicación masiba,, y con mayor prestigio en La Paz, B.C.S.
Por el placer de Escribir…Recordar. Y Compartir..
LA PAZ QUE SE PERDIO
POR MANUELITA LIZARRAGA ÁLCARAZ
“DON GENOVEVO COTA COTA, TODA UNA VIDA EN SUDCALIFORNIA”.
· VIO LA LUZ PRIMERA EL 16 DE ABRIL DE 1906... DE LOS TIEMPOS AQUELLOS.
· FUE DE LOS PIONEROS DEL ANTIGUO MERCADO MADERO.
· MUY CONOCIDO Y APRECIADO EN LA PAZ ADEMAS DE SU DON DE GENTE DE BIEN... POR SUS AMPLIOS CONOCIMIENTOS EN LA MEDICINA NATURISTA.
· FUE PIONERO EN LA DISTRUBUICION Y VENTA DE LA MEDICINA HERBOLARIA, EN LA PAZ.
· POR LA IMPORTANCIA DE SU CONTENIDO Y PARA CONOCIMIENTO DE LAS GENERACIONES VENIDERAS, PUBLICO NUEVAMENTE ESTA SEMBLANZA, LA CUAL FUE PUBLICADA HACE MAS DE 20 AÑOS, EN LOS PRINCIPALES MEDIOS DE COMUNICACIÓN DE MAYOR PRESTIGIO EN LA PAZ.
Con su cabecita bañada de escarcha, con 97 inviernos en esta tierra bondadosa de prodigios y de leyendas en Sudcalifornia...el roble se niega a caer, y continua firme retando al tiempo para beneplácito de su familia y amigos...el espíritu vigoroso lo mantiene derechito...su rostro refleja paz espiritual por la misión cumplida...entre aquellos suaves aromas a medicina herbaria, Don Vevo, con una lucidez envidiable, entornando sus cansados ojos se remonta al pasado, aquel bello pasado, “Así como ahora dice Don Vevo, en La Paz, hubo de todo, bonanza, crisis, alegrías y sin sabores...pero los sudcalifornianos estamos forjados con el alma de hierro, y un corazón noble dispuestos a tender la mano al caído y a redoblar esfuerzos para seguir adelante con la sonrisa a flor de labios, aunque por dentro estemos destrozados”... dijo, al recordar con tristeza a su amada esposa Doña Genoveva quien rindió tributos al Creador en Agosto del 2002, así como a su adorada hija Elva, quien también nació a la vida eterna en Septiembre del mismo año mencionado.
El 16 de Abril de 1906, en El Rosario, Baja California Sur (las gallinas), un bello y pintoresco lugar, tierra minera de históricos y gratos recuerdos, poblados de agaves, mezquitales, cardones y níveos arroyos, entre otros árboles del campo, donde la naturaleza derramó su bondad, entre bramidos de ganado y al canto del grillo en esa fría tarde de primavera, la alegría llegó al hogar del matrimonio formado por los señores Genovevo Cota, e Isabel Cota, inundando de dicha su corazón al romper el silencio el fuerte llanto de su retoño al nacer a la vida, y a quien le pusieron por nombre Genovevo. La viga que sostenía la cuna de cacaixtle trabado, que meció en su lactancia a Don Vevo, todavía existe. Su primera infancia transcurrió felizmente entre aquellas serranías y bosques sureños, entre carretones tirados por briosos corceles cargados del mineral sacado de las minas del Valle Perdido y la Sin Rival. De acuerdo a la costumbre, el niño ayudaba a sus padres en los quehaceres propios del rancho. En la escuelita rural de El Rosario cursó sus primeros tres años de estudios...con nostalgia Don Genovevo recuerda a su primera maestra Estéfana Manríquez, y a sus compañeros de aula, los que fueron un grupo de 40 alumnos de los ranchos aledaños de El Guayabito, El Rincón, lugar donde nació la prestigiada escritora, periodista y poeta Doña Dominga G. De Amao; así como de El Tapanco. Tierra de auténticos rancheros sudcalifornianos que son puro corazón.
En 1913, álgidos tiempos revolucionarios se vivían en el país, motivado por los recientes asesinatos de Don Francisco I. Madero y José María Pino Suarez, Presidente y Vicepresidente de México, y por consiguiente en nuestra entidad y entre sobresaltos y tiros de escopetas, por aquellas brechas y polvorientos caminos entre ladridos de perros y el alegre trino de pájaros, el traqueteo al trote se escuchaba de dos carretas tiradas por briosos corceles que trasladaban a este bello puerto de La Paz, a la familia Cota Cota...los sorprendidos ojos de aquel inquieto niño de escasos siete años, y demás hermanos miraban gozosos la hermosa bahía de La Paz inundada de armadas perleras, mecidas al vaivén de las olas enmarcadas con el alegre graznar de las gaviotas, así como ante su mirada iban pasando hermosos edificios que se erguían majestuosos, como el Palacio Municipal, el Teatro Juarez, la Catedral de Nuestra Señora de La Paz con una sola torre, así como la torre Eiffel, Casa Ruffo (ahora La Perla de La Paz), la logia masónica y el Palacio de Gobierno frente a la plazuela, con su imponente monumento al Benemérito de las Américas Don Benito Juárez García expresidente de la nación mexicana, entre otros edificios coloniales para ellos desconocidos, así como las callecitas empedradas perfumadas a flores y tierra mojada, huertos familiares y molinos de viento, entre el humo que bañaba los techados del caserío aún dormido, y de lo que sería su hogar. Genovevo continuó sus estudios primarios en la Escuela que se llamó antes Porfirio Díaz, luego escuela Uno, después Ignacio Allende, hoy Miguel Hidalgo; sus compañeros fueron: Wilibaldo de La Peña (mi querido tío Bali), Ballel de La Peña, Loreto y Claudio Orantes, Rafael Soto, Alejandro Gallo, Enrique Taylor, Carlos Cota Downy, León Cornejo, Rafael Cosío, Ignacio Betancourt, Cristóbal Acuña, Valentín Cabrera, Juan Cota Manríquez, Cirilo Noriega, Gonzalo Carrillo, Así como Francisco Solano y Leopoldo Quijada, entre los que recuerda y quienes fueron sus compañeritos de travesuras y andanzas por el camino del saber en aquella Paz de ensueño, Paz de perlas, de minerales, y de importantes y florecientes industrias, fábrica de botones, fábricas de veladoras, fábricas de hielo, fábrica de cigarro, entre tantas cosas que cubrían las necesidades de la época, así como de molinos de viento y barcos de cabotaje, como la tenería Suela Viosca, que le dieron a La Paz renombre a nivel internacional por la calidad de la vaqueta que ahí se procesaba y se exportaba; así como por sus perlas del más fino oriente.
Con la mirada puesta en la lejanía, con añoranza, don Genovevo recuerda que al terminar la primaria, entre aquel bullicio, y desconcierto motivado por las epidemias como la influencia española, y el devastador ciclón del 15 de septiembre de 1918, llegó a la adolescencia y trabajó en la fábrica de calzado “E. C. Beltran y Compañía”, de Don Esteban Beltran, donde se elaboraba el mejor calzado de lienzo de mezclilla y cuero, así como de gamuza que cubría las necesidades de los habitantes de aquel tiempo. En la época de los farolitos coloniales, carretelas por las calles empedradas y de la policía montada haciendo rondines, don Vevo, en su juventud tocaba la tambora en la banda orquesta de don José Manríquez y la gente del ayer disfrutaba ese sano esparcimiento musical.
Don Vevo Cota, fue pionero de la Sociedad Mutualista Unión, y sus compañeros en la sociedad fueron El licenciado Javier Galindo, quien fue Secretario de Gobierno. El señor Eduardo Bátiz, Presidente del Tribunal Superior de Justicia, y el señor José Elizondo, Agente del Ministerio Público de quienes guarda agradecimiento y gratos recuerdos por qué lo ayudaron a trasladarse a Guaymas, Sonora, en donde recibió el nombramiento de celador de aduanas en 1928. Asimismo trabajó un tiempo en Nogales, y en uno de tantos viajes a Guaymas, comisionado por su mismo trabajo, conoció a una hermosa morena, flor de aquellos campos que lo cautivó y con tan buena suerte, que le correspondió; la señorita Genoveva Aros. Después de un romántico noviazgo, apegado a las costumbres de la época, en Guaymas Sonora, en 1932 contrajo nupcias. Regresaron a esta ciudad de La Paz en 1935; Dios bendijo su hogar con cinco hijos. La tristeza invade a don Vevo al recordar que dos hijos emprendieron el camino al llamado del creador, y tres aún gracias a Dios viven: Alicia Cota viuda de Escamilla; Elba Cota y el Ingeniero Genovevo Cota Aros, profesionista de gran prestigio en el Estado.
Durante la primera década de los 40, se fundó el antiguo mercado Madero en La Paz, durante el gobierno del General García de Alba, donde es ahora el Pasaje Madero. Don Vevo Cota Cota fue pionero del mismo. Antes, había un pequeño mercado frente al cine Juarez. La mayoría de las familias tenían su propio huerto con pozo de agua y su molino de viento, así como su jardín, donde se producían hermosas flores, frutas, verduras y legumbres. Los compañeros de don Vevo pioneros fundadores del Mercado Madero fueron Isaac Geraldo, Esperanza Cota, Manuel Lucero, El Quilayo, don Aparicio, Julio Álbañez, Lorenzo Lizardi, Manuel Esliman, Santos Núñez, Félix Ojeda, Romualdo Hirales, Miguel Romero (El Miguelón), Don José Castro (El Guayabero), quien vendía fruta importada, Manuel Collins; así como los carniceros fueron José Amao, Gilito Arriola, Severo Gómez, Melchor Cota, Juan Osuna, Don Lucio, Santos Núñez y Doña Lilia de la panadería. Las que vendían alimentos cocinados fueron las señoras Victoria Villalobos, Cuca Tamayo y Tomasa Talamantes. Quienes en un brasero para carbón hacían el exquisito y tradicional cocido de hueso blanco, de cuadril y de espinazo así como de colita, con pozoles de maíz o garbanzo, con todas las verduras de la región, era el platillo preferido para el almuerzo, además del arroz blanco o rojo. También fueron pioneros don Crescencio González y Trini Osuna quienes vendían fuera del mercado raspados de frutas naturales, de rosa y vainilla. Entre otros que se pierden en la memoria, dijo.
Don Vevo, con añoranza recuerda que así inició el comercio en el antiguo mercado Madero, vendiendo frutas, verduras, semillas, dulces regionales como panocha de gajo, melcochas, guayabate, dulce de gajos de toronja en almíbar, así como limón papaya y mango, miel de panal de abeja y todo lo que se producía en los ranchos aledaños para cubrir las necesidades de la población. Asimismo, don Vevo Cota fue pionero de la Cámara de Comercio, y en aquellos años el titular era don Enrique Ruffo, luego se dedicó a la venta de plantas medicinales. Actualmente a sus 97 años Don Vevo Cota rodeado del cariño de sus hijos, nietos, bisnietos, amigos y demás familiares, en la tranquilidad de su hogar ve pasar los días, meses y años bendiciendo cada minuto de su vida, y de ser sudcaliforniano, dijo que todas las bondades que éste jirón de tierra le ha dado a través de la mano de Dios, es lo mejor su vida.
…Y por aquellos polvorientos caminos…. Y empedradas callecitas de La paz aquella… La carreta tirada por briosos corceles transportaba a la familia Cota Cota, que ante los asombrados ojos del niño Genovevo, iban pasando los hermosos y modernos edificios coloniales de la época, en el marco de tong, tong de molinos de vientos, trinar de tijeretas y gaviotas y demás aves del cielo, dándoles la bienvenida…
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LA PAZ QUE SE PERDIO.
POR MANUELITA LIZARRAGA ALCARAZ.
LA EDUCADORA SANTA LIZARRAGA ARMIJO, PARTICIPO EN EL SEGUNDO CONGRESO ESTATAL EN LA EDUCACION BASICA EN CULIACAN SINALOA.
LICENCIADA EN EDUCACIÓN PREESCOLAR ..FELICIDAES ATRASADAS POR EL DIA DE LA EDUCADORA, Y COMO UN SENTIDO HOMENAJE TE PUBLICO NUEVAMENTE, CON GRAN ORGULLO, ESTA SENCILLA CRÓNICA.
Culiacán Rosales, Sin.; La Licenciada en Educación Preescolar Santa Lizárraga Armijo participó brillantemente en el Segundo Congreso Estatal “La Enseñanza de la Matemática en la Educación Básica”, organizado por el Profesor Roberto Palomares González, Presidente de la Asociación Nacional de Profesores de Matemáticas y por La Paz, B.C.S. el Profesor Juan Francisco Ríos Viramontes. El relevante evento se llevo a cabo en el salón floresta en el Hotel Ejecutivo, presentando su proyecto por el nivel Preescolar la Licenciada en Educación Preescolar Santa Lizárraga Armijo, con la Modalidad de Taller “El Taller a Padres de Familia como Apoyo Pedagógico para la Construcción del Concepto de Número”; por el nivel Primaria y Secundaria, los Profesores María Elena García con el taller “Jugando y Razonando con las Matemáticas”; una Acción Constructiva; Ana Isabel Pérez Aguilar con el Taller “Geometría Activa, Creativa y Recreativa”; Juan Antonio Flores Cota con el Taller “Cachitas Matemáticas”. Talleres que fueron muy solicitados por los mas de un millar de Maestros que asistieron de todas partes de la República Mexicana.
El objetivo de este encuentro es impulsar y consolidar este espacio Educativo como generador de reflexiones e intercambios de experiencias en la práctica Docente a partir del conocimiento de la actividad cotidiana en el Aula, y de trabajo de investigación e innovación Educativa; así lo señaló la Educadora Santa Lizárraga, añadiendo que los Maestros Sudcalifornianos fueron muy bien recibidos por los organizadores de este magno evento, segundo Congreso Estatal de la Enseñanza de las Matemáticas en la Educación básica, y sus Talleres contaron con gran afluencia de asistentes quienes corroboraron la aceptación de sus talleres a través de los múltiples comentarios por escrito que recibieron de sus trabajos, lo que nos estimula, para continuar superándonos en bien de la niñez y de las generaciones venideras.. dijo.
Santa Lizárraga presento exitosamente su Proyecto “El Taller a Padres de Familia como apoyo Pedagógico para la Construcción de Concepto de Número” en el estado de Toluca en el Congreso Nacional llevado a cabo el año pasado, el que tuvo gran aceptación y el que fue proyectado por su contenido, y que con el propósito de englobar en todo el nuevo enfoque que se le esta dando a las Matemáticas como una Ciencia Implícita de los Conocimientos Matemáticos.
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LA PAZ QUE SE PERDIO.
POR MANUELITA LIZARRAGA.ALCARAZ
“MODISTAS Y COSTURERAS…INDUSTRIOSAS MUJERES DE HOY Y DEL AYER”.
· EL ATLANTE, Y APOSTOL, PADRE JUAN DE UGARTE, FUE EL IMPULSOR DE ENTRE OTROS CONOCIMIENTOS EN EL ARTE DE LA ELABORACION DE PRENDAS DE VESTIR EN LA ANTIGUA CALIFORNIA.
· EL MAESTRO JUAN ANTONIO MORAN, ENSEÑO A LAS MUJERES CALIFORNIAS LA INDUSTRIA DE LA COSTURA IMPULSADA POR EL INDUSTRIOSO PADRE JUAN DE UGARTE.
Las mujeres Guaycuras, pericues y Cochimies se hacían sus falderines de nudillos de pita para cubrir sus cuerpos, y machacando cierta palma, la que les daba un hilo muy fuerte y blanco, asi como utilizaban el carrizo, pieles de ciervo y algunos otros animales. Con la conquista espiritual, los primeros Misioneros, Salvatierra, Quino y Ugarte, entre otros, trajeron a esta península además de todos los beneficios materiales, culturales y morales, un maestro especialista en el arte de trabajar la lana de las ovejas y el algodón para que les enseñara a los naturales a elaborar telas y prendas para vestirse, y al que le pagaba el padre Juan de Ugarte, 500 monedas de oro al año. Todas las misiones en sudcalifornia tenían sus telares y ruecas de madera , DE ÁRBOLES DE LA REGIÓN construidas por el padre Juan de Ugarte, y las mujeres californias eran las mejores tejedoras en los telares. Elaboraban medias de medio punto, de algodón así como gorras y zayales entre otras prendas de la mejor calidad que vendían a los soldados de la tropa, quienes se las disputaban. Las nativas aprendieron este oficio gracias al señor Juan Moran que vivió aquí hasta su ancianidad y muerte, enseñando este arte a los californios; primer maestro en esta industria de la costura de la península de Baja California Sur y desde luego gracias también al apóstol e industrioso padre Juan de Ugarte, que hasta las ovejas les trajo junto con el maestro., y les construyó ruecas y telares.
Después de mas de siete décadas de evangelización y de la expulsión de los padres jesuitas el 3 de Febrero de 1768, así como de la extinción de los californios , según se dijo, porque gracias a Dios quedaron varios, y algunos descendientes aún prevalecen, aunque mesclados, y debido según se dice a las epidemias, y al cambio de la alimentación y cultura. Al tiempo, después de la independencia de 1810, se establecieron en la península hombres y mujeres sudcalifornianos por adopción quienes forjaron sus estrategias y se mezclaron las razas, costumbres, y conocimientos empíricos para el mejor aprovechamiento del medio; dando como resultado una rica y original cultura. Hombres y mujeres eran capaces de elaborar y de crear con sus propias manos todos los instrumentos rústicos que eran necesarios para su supervivencia, desde hacer la prenda de vestir, cosidas a mano, entre otras cosas propias del medio y época. Al salir al mercado la primer maquina de coser,Síngher , y que por cierto las muchachas Jordán Camacho la compraron, y todavía está en Ensenada, B, C asi como una maquina para coser zapatos,y era muy común y necesario que en cada hogar hasta de medianos recursos hubiera una de ellas, asi como un piano en la mayoría de los hogares de mas recursos, u otro instrumento musical para complementar la educación y formación de la mujer, porque esta debía dominar todas las artes que se necesitaban en el hogar. “Si no aprendes a hacer pantalones, no me caso contigo”, le decían los muchachos a las mujeres del ayer, y luego luego las jóvenes se ponían a descoser un pantalón pieza por pieza, y lo hacían, y cuándo no había máquina de coser, pues lo hacían a mano. Era la prueba de fuego para las muchachas casaderas de aquella época, dijo doña Chepita Abaroa, costurera de gran prestigio en su época. Tenían que ingeniárselas para este arte de la costura, pues no había escuelas de corte y confección, este conocimiento lirico lo aprendían por tradición de los mayores generación tras generación, hasta que la insigne señorita concepción casillas Seguame fundo la escuela de Enseñanzas especiales numero 27 para señoritas con las carreras de corte y confección, así como secretariado el primero de septiembre de 1947, con la finalidad de que tuvieran un titulo para defenderse en la vida, asi lo decía ella.
Un pariente muy estimado que radica en un rancho, vino a visitarme, pago mas de mil pesos por solo dos camisas, y sorprendida le dije que había camisas mas baratas en otras partes, contestándome este que si, pero estoy comprando calidad, tengo camisas para varios años. Esta respuesta me hizo recordar aquella época de feliz infancia y juventud en que abundaban las telas de algodón, hermosas y finas telas de evocadores recuerdos, sedas, lanas, dril, linos, casimires ingleses, entre otras de gran calidad y cuanto las cuidábamos, porque tardaban bastante en llegar a La Paz, los buques de la marina mercante que hicieron historia, y que traían las hermosas telas entre otras mercancías, y porque además era parte de la educación y de nuestra formación el que nos enseñaran a cuidar las cosas, y si con el uso las telas se desteñían, cosa rara, las pintaban con pastillas de añil, de color azul o negro, o según era la tela. Los pantalones y camisas, algunos se remendaban y los calcetínes se zurcían, si, éramos mas cuidadosos. Ahora, se le cae un botón a una camisa, y se deshecha porque quizás no saben pegar botones, o si se le hace un hoyo al calcetín, este se tira; es así como nuestra economía se ha ido a la basura. Antes decían los mayores, “que hasta un granito de frijol no se debe de tirar porque es una gotita de sudor de tu padre”, antiguamente, en cada barrio de La Paz había tendajones por todos lados donde no debían faltar además de las telas, todos los accesorios para elaborar prendas de vestir; así como en cada barrio, había costureras y modistas de alta costura, valga la redundancia, que cubrían las necesidades de vestir de las familias porque además, eran contados los comercios que vendían prendas hechas. Dentro de la preparación de la mujer, además de la escolaridad, era aprender desde coser, tejer, bordar y todos los quehaceres de la casa…aunque no las ejecutaran, pero les decía la abuela “Deben aprender de todo, y estar preparadas, porque si el día de mañana tienen sirvienta, hasta para mandar tienen que saber, y si les toca ser sirvientas, pues que sean buenas sirvientas, no les estorba en nada aprender”, esas virtudes adornan a la mujer y soltaba una retajila..
También las mujeres estudiaban además de la costura y tejido la música, era otra costumbre aquí en La Paz…la mayoría de las mansiones tenían su propio piano de cola, hubo otros instrumentos musicales, las callecitas de La Paz antigua, al paso de la gente, por aquellos empedrados a la luz de los faroles se inundaban además de efluvios de azahares y de flores, de notas musicales las que se escapaban por las alargadas y enrejadas ventanas, y las que eran arrancadas por las finas manos de las doncellas, a las partituras y a las teclas del piano, violines, violoncellos, violas y mandolinas ,en las tertulias familiares tan comunes, así como también en las comunidades rurales, desde niños aprendían a cantar , y a tocar guitarras y violines mientras que en los hogares de los poblados aledaños de La Paz así como de los barrios del centro, el choyal, el esterito, pueblo nuevo y el manglito, zumbaban las maquinas de coser, elaborando hermosas prendas de vestir para damas, caballeros y niños. Las industriosas mujeres del ayer, por sus conocimientos empíricos heredados de sus mayores realizaban verdaderas creaciones en vestidos para novias y todo tipo de prendas para toda la familia, sacados de los figurines y catálogos de la época que vendían en la Librería ARÁMBURO, la primera en La Paz, y así como de su propia creatividad.
Mujeres industriosas, que además de cumplir con los sagrados deberes del hogar se daban tiempo para dedicarse a la alta costura, tejido y bordado entre otras artes manuales que contribuían y contribuyen a la economía del hogar y estaban al pendiente de la buena crianza y formación de sus hijos…mujeres de hoy de ayer que llegan a mi mente que se dedicaban a esta industria del vestir en sus hogares: Elenita Cota Montaño, Alejandrina Cota, Rosalba Pineda Chacón, Lupita Sandoval, Tomasita Acuña, quien fue especialista en vestidos de novia,y la que me hizo mi vestido de novia; Julia collado, Quién le hizo el vestido de novia a María de Jesús, mi hermana, la inolvidable y muy querida Chepita Abaroa, salvadora Astorga, Bernardina Cadena, esta señora era buenísima para elaborar camisas y pantalones para caballero; Manuelita Meza, Sabina Romero Collins, Lucia Hernández, María León de Abaroa, Norma Y Mariana Abaroa, Doña Emma Gomez de Diaz (q.e.p.d.), Doña Rafaela Verdugo de González, quien le hizo su vestido de novia a mi herma Conchita la mayor, Socorro Carballo, Rosa, Josefa, María y Carmen Carballo Felix, María del Pilar Guerrero Insúnza, Ma. Victoria González, Concepción Rivera de Flores, Conchita Romero de Mercado, Elenita Ruibal de Liceaga, entre tantas otras mujeres de diferentes épocas que de esta manera se ganaban y ganan la vida con oficio tan noble como lo es la costura.
En el ayer, en cada hogar no debía faltar la maquina de coser, las tijeras y demás elementos para la costura y desde luego la buena costurera, quienes cobraban un peso cincuenta y de tres a cinco pesos por vestido normal, y 15 pesos por vestidos para novias, tres pesos un trajecito para bautizo, diez pesos un vestido de primera comunión, por los pantalones cobraban ocho pesos y por las camisas cuatro. El festejo de las quinceañeras empezó en La Paz a principios de la década de los sesenta, y cobraban 15 pesos por vestidos de XV años…DE LOS SASTRES QUE MERECEN MENCION APARTE HABLAREMOS EN OTRA OCASIÓN.
…Y por las evocadoras , empedradas y polvorientas callecitas de la Paz aquella..,,el tris tras de tijeras, zumbar de máquinas de coser, y hermosas notas musicales, deleitaban los oídos al paso presuroso de los habitantes del ayer, inundando aquel perfumado ambiente ..de los efluvios aquellos..
Por el placer de Escribir…Recordar..Y..Compartir..