viernes, 12 de junio de 2020

LA PAZ QUE SE PERDIO
POR MANUELITA LIZARRAGA ÁLCARAZ
“AQUEL PRIMERO DE JUNIO...SE CELEBRO UNA BODA EN EL MAR Y EL QUIQUI LUCERO, EN LA REGATA FUE EL GANADOR”.
Dentro de los festejos del día de la marina por la década de los 50 en nuestra preciosa bahía de La Paz...las olas arrastraban aquella gran corona de hermosas y perfumadas flores arrojadas al mar desde la fragata California por las autoridades de la época, en memoria de los valientes marinos quienes, en cumplimiento de su deber, por diversas causas perdieron la vida y duermen el sueño eterno en el fondo del mar. Después del luctuoso homenaje, la alegría se desbordaba en aquella fragata...se celebraba la primera boda en el mar.…el almirante Luis Jàcome Calderón y la señorita Esperanza Gonzalez Martínez unían sus vidas entre aquellos aromas de flores, azahares y brisa de mar.…bajo la bendición del capitán del barco. Antiguamente el capitán estaba facultado para celebrar matrimonios a bordo, y creo que hasta nuestros días...siendo quizás esta boda, la única que se celebra en el mar aquí en La Paz.
¡que recuerdos tan bellos de ese día de la marina! Los novios tiernamente bailaban, en aquella fragata mecida por el vaivén de las olas del mar, así como todos los invitados a tan importante acontecimiento, al compás de las notas musicales amenizadas por las orquestas del recuerdo, de don Rafael Castro y Don Luis Gonzalez haciendo un bello soneto con el murmullo del mar y graznar de gaviotas. Aquel primero de Junio, día de la Marina, mi hermana mayor y las muchachas González nos llevaron en la panga remando a canalete hasta la punta del muelle fiscal a disfrutar de estos tradicionales festejos...y desde el muelle se miraba mejor la competencia a nado hasta el mogote, donde participaban los pescadores del manglito y el esterito...hombres de gran arrojo...y las regatas a vela tendida que iniciaba desde punta prieta hasta el kiosco...las pangas y canoas de los leones del esterito y los manglitenses se distinguían por el tipo de vela. ¡y que hermoso se veían los velajes cuando los arrastraba el viento!, parecía que las embarcaciones llevaban motor (ni se conocían los motores en ese entonces).
¡viene ganando el quiqui Lucero, gritaba la gente emocionada,!, arriba los leones del Esterito!, no, a que gana el Gil Méndez o el Repollo, gritaban los manglitenses, y se armó el sano alboroto....aquellos musculoso pescadores empezaron a ser rueda, a aventar camisas, dagas y paliacates, a la arena, porque tantito nomás querían para liarse a golpes...así peleaban los jóvenes del ayer a puño pelón y a patada limpia aunque siempre traían la daga fajada en la cintura, no hacían uso de ella...y al término de la pelea se daban la mano. Esa era la costumbre de entre los pescadores de los barrios más antiguos de La Paz El Esterito y el Manglito. El cuchillo lo usaban para trabajar destazando tiburones y toda clase de peces que inundaban la bahía...ahora los jóvenes usan las dagas para sacarse el ombligo.
Aquella hermosa tarde del día de la marina, en la regata, al fin ganó el quiqui Lucero y le dieron un diploma, don Gilberto Lucero, respetable joven de la tercera edad que se nos adelantó en el camino en un viaje sin retorno; y que a sus años aun buceaba y pescaba, y entre los pescadores, por su valor, temple y arrojo le decía el León de los mares, terror de los tiburones. Mientras que la gente bailaba en el muelle fiscal al compás de la música de don Rafael Castro, y de Don Luis Gonzalez, sus tigrillos y los canarios, los maderos crujían; y de repente, ante la sorpresa de todos los ahí presentes, se cayó una muchacha de ropajes blancos al agua y no sabía nadar, se armó la escandalera, y con el arrojo y valentía que distinguen a nuestros hombres de mar “el chiricano Orantes”, abriéndose paso entre la asustada gente, a atropellones, codazos y empujes, con todo y daga al cinto, se lanzó al mar a salvar a la bella dama. Después de unas peripecias propias para el salvamento, sacó a la aterrorizada muchacha en brazos hasta la orilla. Y lo curioso de esto, es que el novio de la jovencita muy agradecido fue a darle las gracias al muchacho, y “el chiricano” le dijo “que gracias ni que ocho cuartos, la muchacha es mía porque yo la saqué”, y todo mundo soltó la carcajada por esta puntada del chiricano y ya se iban a agarrar a moquetes, pero la gente los separo a tiempo. Yo estaba muy niña, no supe el nombre de la muchacha ni el del chiricano, solo se que era un hombre muy valiente, muy moreno y muy simpático.
¡que festejos tan bonitos del día de la marina, de aquellos tiempos! Todas las familias sudcalifornianas asistían al malecón a estas tradicionales fiestas, las que se realizaban en el muelle fiscal y calle muelle. Las costureras tenían mucho trabajo porque todo mundo estrenaba ropa hasta mi abuela estrenaba enaguas. La fragata california lucía hermosa...se mecía al vaivén de las olas y al compás de la música de orquesta...la fiesta de bodas del almirante Luis Jàcome y Esperanza González Martínez continuaba...y en el malecón la alegría de las familias sudcalifornianas se desbordaban....los muchachos que participaban en los diferentes concursos que se organizaban, le pegaban el tarascón al cochi encebado, el que se les zafaba, y por allá caían de bruces en el piso, y el que lograba agarrarlo es porque era muy osado...!todo esto era muy divertido!, era toda una alegría...juegos de barril y el palo encebado con una talega con dinero amarrado en la punta, carrera de gatos, de encostalados, a la cuerda...cuanto se disfrutaban esta sana convivencia del día de la marina aquí en La Paz. era motivo de reunión para todas las familias y don Lencho Sánchez con su puesto, la mariposa, de raspados chocomiles y campesinas hacia su agosto, mientras en el barco del Varadero Abaroa la inolvidable profesora Jesús Rolland paseaba por la bahía a un grupo de alumnas de la escuela Rosendo Robles de las mas desatacadas, vestidas de marineras, esa era su costumbre, y don José Abaroa le daba todo el apoyo.
En algunas ocasiones, ponían el palo encebado también en el varadero de Abaroa y la bolsa con el dinero del premio lo amarraban en la punta del palo, y los pescadores muy emocionados camelaban aquella talega atascada de dinero y se ponían arena en las manos, pero ni así, pegaban el salto al palo, subían y subían y luego se iban hasta el suelo, hasta que lo lograban. Y con el cochio pelado, embarrado de cebo, el que lo pillaba se lo llevaba. Después de las competencias a nado, y de los veleros, don José Abaroa, acostumbraba hacer caguamadas en los palmares para que comiera todo el pueblo, amenizado con la música de las orquestas de don Rafael castro y de Don Luis Gonzalez, y las canoas las retacaban de cerveza y hielo. Que tiempos tan bonitos los días de la marina aquí en la Paz que se perdió, y el quiqui lucero, el terror de los tiburones casi siempre era el Ganon de las competencias de regata...
Ahora, los festejos son bonitos también, pero ya no hay aquellos eventos que reunían a toda la familia sudcaliforniana, ni hay boda en fragata, ni se caerá una muchacha al agua, ni competirá el león del esterito, porque su cabeza la blanqueo el mar y ya no esta físicamente entre nosotros, navega entre la bruma del tiempo en su barca caracola.
…Por el placer de escribir…Recordar…Y…Compartir…

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