viernes, 10 de febrero de 2017

LA PAZ QUE SE PERDIO
POR MANUELITA LIZARRAGA

“EL REENCUENTRO… SUCEDIÓ UNA NOCHE DE CARNAVAL”


                Fue por la década de los 40...estaba en su auge la pesca del tiburón...era aquella Paz de molinos de viento y floridos jardines. Aquella obscura noche de invierno, en el Salón Mutualista, rompía cancha “El pelón”, bailando alegremente con su pareja del momento, al ritmo de la noche y de hermosas notas musicales arrancadas a los instrumentos de las famosas orquestas de la época...de Don Rafael Castro y de Don Luis González...de pronto, “El pelón”, se paró en seco...no podía ser, se decía, lo que sus sorprendidos ojos miraban...entre el bolón de gente, bailaba una hermosa joven, que muchos años atrás había sido su novia, y quien le devolvía la mirada y le sonreía saludándolo insinuante, como invitándolo a acercarse...lo que ‘El pelón”, ni tardo ni perezoso, llegó de inmediato junto a ella, y al estar frente a frente le dijo muy sorprendido “!Pero no es posible que seas Laura!...!pero si traes puesto el mismo vestido de cuando nos despedimos la última vez, hace ya mucho tiempo!...- ¡Claro que soy tu Laura!”, le contestó ella, con una sonrisa seductora,  “- Pero si me dijeron que habías muerto, casi me vuelvo loco de la desesperación, al sentir que te perdía; si hasta ya me casé hace algunos años, dijo con tristeza – Ya ves que no he muerto, nada más me cambié de casa y de barrio; pero ven, sigamos bailando”, dijo  ella, acariciándolo...él sintió la frialdad de sus blancas manos recorrer su cuello...metiendo sus dedos entre su ensortijado y negro cabello, produciéndole raras sensaciones...pero por ningún momento pensó que se tratara de algo sobrenatural...!si hasta podía aspirar su perfume!.

         Como en una ensoñación, de la que ‘El pelón”, no quería despertar bailaron muy felices estrechamente toda la noche arrullados por la romancera música de Don Rafael Castro...aquel inesperado encuentro había sido sensacional para él...de pronto Ella se quitó un anillo que él le había regalado cuando fueron novios años atrás, y se lo puso al muchacho en el dedo meñique, mirándolo a los ojos tiernamente y donde él podía ver en los suyos el negro abismo de la pasión. Cuentan los mayores que este caso fue muy sonado aquí en La Paz...El pelón y Laura vivían por el Barrio El choyal, y estaban comprometidos para casarse, pero como él era soldado, lo mandaron a una comisión a otro lugar, prometiéndole regresar pronto para realizar su amor y estar juntos. Al paso del tiempo, la muchacha se enfermó y languidecía de amor, hasta que una cálida mañana de verano, falleció, siendo sepultada en el panteón de Los San juanes.

         El triste acontecimiento de la muerte de la muchacha, casi enloquece al “pelón”, que la amaba profundamente, y perdió el interés por volver a esta ciudad de La Paz. Pasaron los años, y el tiempo que todo lo cura, trajo algo de tranquilidad a “El pelón”, y se casó con una buena mujer; pero en el fondo del alma, le dolía aquella herida que nunca cicatrizó. Esa obscura noche de baile en la Mutualista, baile del reencuentro, ‘El pelón” ni por un momento dudó que su ex novia estaba viva, si la sentía palpitar entre sus brazos, y aspiraba el aroma de su negra y larga cabellera que se le pegaba a su rostro, en el que sentía su aliento, así como aspiraba la frescura de su piel, la que sentía demasiado fría, pero él pensaba que era por el frío que hacía. Al término del baile, pegando su cuerpo aún más al de él, ella le pidió que la fuera a dejar a su casa, con una mirada llena de promesas; a lo que él accedió encantado...caminaban abrazados por aquellos pedregosos caminos, de aquella Paz de antaño...el caserío dormido iba quedando atrás, entre aquellos aromas a barro quemado de las ladrilleras.

         Y de vez en vez se detenían bajo la fronda de algún árbol para besarse y acariciarse furtivamente...el tiempo y la distancia ni la sentían...”es más allá”, le decía ella...y continuaban caminando...los perros aullaban lastimeros a su paso, que hacía que se le enchinara la piel, pero “El pelón” ni en cuenta tomaba esos detalles, que indicaba que algo no estaba bien...y con una sonrisita inocente, Laura lo iba conduciendo hasta donde ella quería llegar...y entre beso y beso, le decía “Ahora es por aquí o vámonos por acá”, y así se lo fue llevando hasta que sin darse cuenta el pobre muchacho, llegaron a la puerta del panteón, la que se abrió misteriosamente, rechinando sus goznes...y él como que volvió a la realidad, y temeroso le dijo “Mi amor, pero si aquí es el panteón. – No temas cariño”, le dijo ella, y señalando con su blanca  mano, apuntó a la lejanía “Allá esta mi casa”.

         A esas horas de la noche en el panteón, “El pelón”, sentía un extraño cosquilleo en toda la piel...y al trasponer la puerta del panteón de Los San Juanes, de pronto...entre  sus manos la hermosa y cautivadora Laura de negros y largos cabellos, desapareció...ante sus ojos se esfumó...los pinos llorones se mecían lúgubremente, como emitiendo murmullos...los perros aullaban, y el molino de viento como alocado daba vueltas y vueltas aventando chorros de agua...el pobre ‘Pelón” se quedó como clavado al suelo en la puerta del panteón... estaba como sonámbulo...reía y lloraba al mismo tiempo, decía histéricamente   mirándose a las manos, “De aquí desapareció, este anillo me lo puso anoche que bailábamos, Laura vino del más allá a regresármelo”, y así amaneció hablando incoherencias, la gente que lo miraba no entendía lo que pasaba, creían que el muchacho estaba enfermo. Hasta que por fin, su familia lo localizó y se lo llevaron a su casa, y poco a poco lo hicieron volver a la realidad. Ellos no entendían que era lo que le pasaba, porque nomás musitaba “De mis manos desapareció”.

         Pasaron los días, y ‘El pelón” ya no fue el mismo. Se encerró en sí mismo, y no quiso platicarle a nadie lo que le había pasado, porque pensó, sólo se reirían de él y creerían que estaba loco. Sólo a su señora madre le escribió una carta, narrándole todo lo que le sucedió; y despidiéndose de ella, y dejándole la sortija que Laura le dio, el Pelón entró en una tremenda depresión, hasta que una tarde de invierno  a los pocos días del macabro suceso de la mujer que se apareció en un baile y desapareció en el panteón, tomó la decisión de quitarse la vida de un balazo. La gente en aquel tiempo, decían que Laura vino por ‘El pelón”, ya que tanto se amaban y para que cumpliera su promesa de estar junto para siempre. Mucho se habló de este espeluznante suceso, y algunos todavía lo comentan...según se dice, la madre aún vive y conserva la carta y el anillo que el Pelón le dejó.

         ...Cuando vayas al baile a la Mutualista, ándate con cuidado...no vaya a ser la de malas, que se te aparezca la mujer de largos y negros cabellos...y desaparezca conduciéndote con sus mimos hasta el panteón.



…Por el placer de escribir…Recordar…Y compartir…



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