“LA NIÑA DE BLANCO BAJO LA
FRONDA DEL MEZQUITE...EN LA VERA DEL CAMINO ”
¡Miren, miren, que horror!,
una niña sin cara bajo el mezquite hace señas pidiendo ayuda!... ¡Pero no puede
ser lo que estamos viendo!, el vestido blanco es luminoso y fosforescente, no
se le ve la cara y va flotando!...gritaban aterrados con los ojos desorbitados,
los niños y adultos dentro del vehículo, el que estuvo a punto de salirse de la carretera, debido al tremendo impacto
que le causo aquella inesperada aparición, no hace muchos días, esa noche de
mayo, frente al Rancho Verde, casi casi llegando a San Bartolo, la tierra del
mango y del iguano.
Doña Rosita, de noble
profesión enfermera, acompañada de su familia, cinco adultos y dos pequeñínes,
venían de Santiago, la tierra del rebelde pericú y del padre martir, como es su
costumbre de pasar los fines de semana visitando la familia en distintos
poblados al sur de la península, esa vez había pasado un día maravilloso con
sus familiares y amigos en Santiago y San Bartolo....venían muy contentos
platicando de diversos tópicos y cantando...ella, una mujer incrédula de cosas
sobrenaturales pero muy respetuosa de la ideología y creencia de los demás, le
gusta y está acostumbrada desde niña a escuchar relatos de espantos y
aparecidos entre otras cosas de parte de sus mayores y amigos; pero nunca se
imaginó Doña Rosita que viviría una experiencia tan esptantosa junto con su
familia aquella noche de mayo.
Dijo, que eran como las
nueve treinta de aquella tétrica noche, después de despedirse en San Bartolo de
sus familiares, el vehículo con su cargamento humano se deslizaba a velocidad
prudente por la carretera...el caserío dormido de San bartolo había quedado
atrás...en la espesa oscuridad de la noche, a la luz de los fanales del carro,
como alma en pena la sombra de los árboles a la vera del camino a gran
velocidad iban pasando...dentro del vehículo la alegría se desbordaba ya iban
pasando al Rancho Verde, cuando de pronto, a la derecha de la carretera, bajo
un gran mezquitón la luz fosforescente rompió aquella oscuridad de la
noche...fue cosa de segundos....al unísono los siete pasajeros vieron la
terrorifica aparición.
Era una niña como de diez
años que pedía auxilio con sus manitas levantadas al cielo, en un gesto
desesperado, mirando hacia San bartolo...estaba vestida de ropajes largos,
blancos y muy brillante, el cabello largo y rubio lo volaba el viento, y el
rostro no se le miraba, sólo se veía una sombra negra....pero lo más raro es que
no pisaba el suelo...fueron sólo unos instantes de esa aparición...luego, ante
los aterrados ojos de la incrédula Doña Rosita, y quienes la acompañaban, la
niña fosforescente, se esfumó, desapareció bajo la fronda del mezquite dejando
una estela brillante, la que en segundos también desapareció.
Todos quedaron mudos de
espanto, mirándose unos a otros, sin saber que decir, los niños, dice Doña
Rosita, todavía no pueden dormir bien a pesar que hace como quince días que
sucedió esto y no quieren volver por aquellos rumbos, ni aunque los castiguen,
dice. A Ismael, el novio de su sobrina, quien les acompañaba no le preocupó
mucho este macabro suceso, pues dice que él ya la ha visto en otras dos
ocasiones cuando viajaba acompañado de
su padre, y algunos amigos...que cuenta la leyenda que por el rumbo donde se
aparece esta alma en pena, al finalizar el siglo antepasado, existió una niña
miuy inteligente con facultades de clarividencia, la que era muy acertada en
sus premoniciones, pero que para aquella época, la ignorancia de la gente la
calificaba de bruja y que todo lo malo
que sucedía le echaban la culpa a ella, hasta que decidieron lincharla.
Cuentan los que vivieron
esta tragedia, que aquella noche, la chusma enardecida, armados de piedras,
palos y antorchas encendidas, llegaron al hogar de la niña, la que su unico
pecado fue haber tenido poderes extraordinarios y que con lujo de violencia, la
sacaron de la casa, la apedrearon, y la arrastraron por brechas y caminos hasta
que la mataron y luego, la tiraron bajo el mezquite, que eran como las nueve y
treinta de aquella noche fatal. Otro día, sus padres fueron a buscarla para
darle cristiana sepultura, pero que para su sorpresa el cuerpo de la niña ya no
se encontraba...nunca apareció. Quedó en el misterio, y que a través de los
años son muchos los que la han visto y escuchado porque cuentan que para mala
suerte del que vaya caminando a esas horas de la noche, pasando el rancho
verde, se escuchan aullidos como de coyotes o lobos, luego lastimeros lamentos
de agonía, y enseguida se ve la aparición fosforescente bajo el mezquite...son
varios los rancheros que andaban campeando que les ha sucedido esta macraba
aparición.
Dice la enfermera Doña
Rosita, que después de esta espeluznante experiencia, ya se le quitó lo
incrédula y que va a pasar mucho tiempo por esos rumbos de Rancho Verde, y que
los niños juran y perjuran que no volverán por ahí.
“…Por
el placer de Escribir… Recordar y Compartir…”
Este trabajo fue publicado,
hace más de 10 años en el periódico “El sudcaliforniano” revista “Compás” y
programa de radio “Contacto directo”