miércoles, 22 de octubre de 2014

“LA NIÑA DE BLANCO BAJO LA FRONDA DEL MEZQUITE...EN LA VERA DEL CAMINO ”



¡Miren, miren, que horror!, una niña sin cara bajo el mezquite hace señas pidiendo ayuda!... ¡Pero no puede ser lo que estamos viendo!, el vestido blanco es luminoso y fosforescente, no se le ve la cara y va flotando!...gritaban aterrados con los ojos desorbitados, los niños y adultos dentro del vehículo, el que estuvo a punto de salirse   de la carretera, debido al tremendo impacto que le causo aquella inesperada aparición, no hace muchos días, esa noche de mayo, frente al Rancho Verde, casi casi llegando a San Bartolo, la tierra del mango y del iguano.

Doña Rosita, de noble profesión enfermera, acompañada de su familia, cinco adultos y dos pequeñínes, venían de Santiago, la tierra del rebelde pericú y del padre martir, como es su costumbre de pasar los fines de semana visitando la familia en distintos poblados al sur de la península, esa vez había pasado un día maravilloso con sus familiares y amigos en Santiago y San Bartolo....venían muy contentos platicando de diversos tópicos y cantando...ella, una mujer incrédula de cosas sobrenaturales pero muy respetuosa de la ideología y creencia de los demás, le gusta y está acostumbrada desde niña a escuchar relatos de espantos y aparecidos entre otras cosas de parte de sus mayores y amigos; pero nunca se imaginó Doña Rosita que viviría una experiencia tan esptantosa junto con su familia aquella noche de mayo.

Dijo, que eran como las nueve treinta de aquella tétrica noche, después de despedirse en San Bartolo de sus familiares, el vehículo con su cargamento humano se deslizaba a velocidad prudente por la carretera...el caserío dormido de San bartolo había quedado atrás...en la espesa oscuridad de la noche, a la luz de los fanales del carro, como alma en pena la sombra de los árboles a la vera del camino a gran velocidad iban pasando...dentro del vehículo la alegría se desbordaba ya iban pasando al Rancho Verde, cuando de pronto, a la derecha de la carretera, bajo un gran mezquitón la luz fosforescente rompió aquella oscuridad de la noche...fue cosa de segundos....al unísono los siete pasajeros vieron la terrorifica aparición.

Era una niña como de diez años que pedía auxilio con sus manitas levantadas al cielo, en un gesto desesperado, mirando hacia San bartolo...estaba vestida de ropajes largos, blancos y muy brillante, el cabello largo y rubio lo volaba el viento, y el rostro no se le miraba, sólo se veía una sombra negra....pero lo más raro es que no pisaba el suelo...fueron sólo unos instantes de esa aparición...luego, ante los aterrados ojos de la incrédula Doña Rosita, y quienes la acompañaban, la niña fosforescente, se esfumó, desapareció bajo la fronda del mezquite dejando una estela brillante, la que en segundos también desapareció.

Todos quedaron mudos de espanto, mirándose unos a otros, sin saber que decir, los niños, dice Doña Rosita, todavía no pueden dormir bien a pesar que hace como quince días que sucedió esto y no quieren volver por aquellos rumbos, ni aunque los castiguen, dice. A Ismael, el novio de su sobrina, quien les acompañaba no le preocupó mucho este macabro suceso, pues dice que él ya la ha visto en otras dos ocasiones cuando viajaba acompañado  de su padre, y algunos amigos...que cuenta la leyenda que por el rumbo donde se aparece esta alma en pena, al finalizar el siglo antepasado, existió una niña miuy inteligente con facultades de clarividencia, la que era muy acertada en sus premoniciones, pero que para aquella época, la ignorancia de la gente la calificaba de bruja  y que todo lo malo que sucedía le echaban la culpa a ella, hasta que decidieron lincharla.

Cuentan los que vivieron esta tragedia, que aquella noche, la chusma enardecida, armados de piedras, palos y antorchas encendidas, llegaron al hogar de la niña, la que su unico pecado fue haber tenido poderes extraordinarios y que con lujo de violencia, la sacaron de la casa, la apedrearon, y la arrastraron por brechas y caminos hasta que la mataron y luego, la tiraron bajo el mezquite, que eran como las nueve y treinta de aquella noche fatal. Otro día, sus padres fueron a buscarla para darle cristiana sepultura, pero que para su sorpresa el cuerpo de la niña ya no se encontraba...nunca apareció. Quedó en el misterio, y que a través de los años son muchos los que la han visto y escuchado porque cuentan que para mala suerte del que vaya caminando a esas horas de la noche, pasando el rancho verde, se escuchan aullidos como de coyotes o lobos, luego lastimeros lamentos de agonía, y enseguida se ve la aparición fosforescente bajo el mezquite...son varios los rancheros que andaban campeando que les ha sucedido esta macraba aparición.


Dice la enfermera Doña Rosita, que después de esta espeluznante experiencia, ya se le quitó lo incrédula y que va a pasar mucho tiempo por esos rumbos de Rancho Verde, y que los niños juran y perjuran que no volverán por ahí.

“…Por el placer de Escribir… Recordar y Compartir…”


Este trabajo fue publicado, hace más de 10 años en el periódico “El sudcaliforniano” revista “Compás” y programa de radio “Contacto directo”















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