LA PAZ QUE
SE PERDIO
POR MANUELITA LIZARRAGA
“DIONICIA VILLARINO
ESPINOZA...’LA CORONELA’...AGUERRIDA MUJER SUDCALIFORNIANA”.
La
coronela, mujer valerosa que por su arrojo y valentía se distinguió a favor de
las luchas libertarias del pueblo, siendo ella el genuino exponente del temple
y calidad humana de la mujer sudcaliforniana; quien en los momentos más aciagos
de la Revolución mexicana, sin prejuicios femeninos de la época dio muestras de
su gran valor defendiendo los principios de la Revolución alentando y ayudando
a los soldados revolucionarios de Baja California Sur, prestándoles relevantes
servicios de inteligencia, de espionaje, atendiendo heridos y procurándoles
armas, alimentos, medicamentos herbolarios y agua para sus necesidades. Con la
gran ayuda de sus inseparables amigas, “La Chayola” y María de Jesús Calderón
quienes junto con doña Nicha, con el pretexto de vender alimentos, ofrecía
tequila a las tropas enemigas y emborrachaba a los soldados obteniendo así
valiosa información que pasaba a los revolucionarios maderistas.
Dionicia Villarino Espinoza... “doña Nicha”...llamada así
cariñosamente por quienes tuvieron el privilegio de conocerla y tratarla,
además de su familia, vio la luz primera en la Cuernavaca Sudcaliforniana,
Todos Santos; cuna de valerosos hombres y mujeres, el 25 de Junio de 1885. Sus
padres fueron Don Jesús Villarino Villalobos de oficio labrador, y Doña
Liberata Espinoza Nieto, originarios de Todos Santos. Dionicia tuvo dos
hermanos: Manuel y Eloisa. La feliz infancia de Doña Nicha transcurrió entre
limoneros, trapiches y cañaverales, allá en su tierra natal, perfumada a brisa
de mar y mango maduro, donde cursó la educación primaria. Siendo ella muy
joven, mueren sus padres; él víctima de la fiebre amarilla en 1865, epidemia
que asoló la península y devastó gran parte de sus habitantes; su señora madre
muere de cáncer en 1902. En la vida de Dionicia se cernía la desgracia, pues
tal parecía que su destino era quedarse sola, ya que su hermana Eloisa murió
muy joven y su hermano Manuel también muere en las minas de Santa Rosalía Baja
California.
La Coronela, viajó a San Francisco California, en busca
del amparo de sus tías Dolores Calderón y Tomasa Tena, para continuar su
educación, quienes vivían en la casa donde vivió desterrado el patriota todosanteño
el General Manuel Márquez de León. Dionicia, convertida en una hermosa
jovencita, al tiempo, sintió la nostalgia por su terruño y regresó con el
corazón pleno de ilusiones, donde conoció al joven todosanteño Antonio Salgado
Álbañez con quien contrae matrimonio procreando siete hijos: Jesús, Antonio,
Martín, Felipe, Amalia, Herminia y Laura. Doña Nicha, una mujer de profundos
sentimientos, abnegada y virtuosa madre, así como amantísima esposa ayudo y
protegió a mucha gente desvalida, sobre todo a jóvenes sin padres, de los
cuales adoptó legalmente como a sus hijos, a Francisco Cosío y Gastón Salgado.
Doña Dionicia enviudó joven, siendo sus hijos muy chicos
todavía, y sacó la casta y el temple de la mujer sudcaliforniana. Se trasladó
con sus hijos al mineral de Santa Rosalía donde se desempeñó como costurera.
Allí la sorprendió la revolución de 1913 donde formó parte activa junto al
grupo revolucionario que se pronunció contra el gobierno usurpador de Huerta.
Uno de tantos hechos heroicos en los que la Coronela participó demostrando su
espíritu humanitario fue cuando el cañonero “Tampico”, y los federales por
órdenes del capitán Barrón dispararon 86 cañonazos a la casa blanca donde
estaban parapetados los revolucionarios Manuel F. Montoya , y Vela; la cual fue
convertida en escombros por el desigual ataque, quedando moribundos los
mencionados revolucionarios, y no conforme el chacal, ordenó que quemaran vivos
a estos valerosos hombres que ofrendaron su vida en aras de la patria. Doña
Nicha, recogió a hurtadillas y venciendo mil obstáculos, los cadáveres para
velarlos en su casa, desafiando el poder federal, dándoles cristiana sepultura
a “los mártires de Casa Blanca”, por lo que el comandante Condés de la Torre la
mandó a aprehender, enviándola a las inmundas mazmorras de la cárcel en la
bartolina número seis, de donde pasado un tiempo fue desterrada a Guaymas
Sonora, siendo internada en el cuartel general.
Doña Nicha se dedicaba a atender presos políticos que al
igual que ella se hallaban internados, y algunos estaban enfermos. Por su
desempeño logra la confianza de los jefes que le permiten vender alimentos
dentro y fuera del cuartel, y hasta
llegó a poner una casa de asistencia de huéspedes cerca del cuartel. Con el
pretexto de vender alimentos salía del cuartel rumbo a la playa donde abordaba
una embarcación conducida por un viejo pescador, y por las noches al amparo de
las sombras se dirigía hasta donde estaban las fuerzas maderistas y se
encontraba con sus hijos que luchaba por la causa revolucionaria en contra del
gobierno del asesino Victoriano Huerta, llevando ella información importante a
los maderistas sobre los proyectos y tácticas de los huertistas.
Al tiempo, Condés de la Torre es vencido por las fuerzas
comandadas por el Teniente Pedro Altamirano, y lo manda desterrado a Guaymas
con su familia, donde según se dice, Doña Nicha lo esperaba en el muelle, y al
encontrarse frente a frente agarrándole del cuello le dio tremendo bofetón
cayendo éste al mar, demostrando la bravura y energía de espíritu. Entra
triunfal el General Maytorena al puerto de Guaymas y le concede la libertad a
la Coronela quien regresa nuevamente a Santa Rosalía donde continua ligada a
todos los acontecimientos de la vida política y social, prestando sus valiosos
servicios hasta el triunfo de la revolución mexicana. La valerosa mujer
continua viviendo algún tiempo en Santa Rosalía ganándose la vida como
costurera y partera, oficios que
desempeñaba atendiendo a las mujeres soldaderas en Guaymas, por lo que, por sus
altos méritos y conocimientos en la materia, el 24 de Agosto de 1932, el
Delegado Sanitario en Santa Rosalía le otorga un certificado de competencia en
conocimientos prácticos de obstetricia, autorizándola a ejercer legalmente. El
tres de octubre del mismo año, el Delegado de Gobierno, del mismo puerto,
Felipe A. Montoya le concede permiso para manejar automóviles, ya que le era
muy necesario para trasladarse de un lugar a otro en su oficio de partera.
Pasado algún tiempo, Doña Nicha regresa a su amada tierra
natal; TODOS SANTOS, histórica tierra, cuna de héroes sudcalifornianos, a su
casita de ladrillo con portal de madera, cubierta de enredaderas marcada con el
número 38 en la calle Juarez donde nació y pasó su feliz infancia. Con la
inquietud que la caracterizaba, la coronela participó en obras sociales y
políticas apoyando las campañas de candidatos a diputados federales, destacando
Braulio Maldonado quien figuro en la política nacional; así como también a
favor del doctor Adán Velarde para diputado federal. En Enero de 1935 fue
nombrada vocal de la comisión de higiene y profilaxis, donde se distinguió por
su humanitaria labor. En Abril de 1938 el comité nacional del frente único pro
derechos de la mujer, con sede en la ciudad de México la designa y faculta para
que en el territorio de Baja California Sur organice a las mujeres en grupos
filiales para que luchen por los derechos de la mujer sudcaliforniana mexicana,
labor muy meritoria que la hace merecedora de felicitaciones del comité
nacional. El 20 de noviembre de 1943 el comité central de la defensa civil del
territorio sur de la Baja california le otorgó un diploma “Por la patriótica
aportación que prestó a la legalidad de la república durante los aciagos días
que dieron vida al movimiento revolucionario como estímulo de un pueblo
agradecido”.
Entre el retumbar de las embravecidas olas, y ruidos de
trapiches en la molienda de caña, la brisa blanqueó los cabellos de la
coronela...el ocaso fue cubriendo de nostálgicos recuerdos su fecunda vida y
sus ojos se fueron apagando... poco a poco aquel 27 de abril de 1957, en su
natal Todos Santos; donde con justicia una biblioteca lleva su nombre,
ostentando una placa alusiva a su vida y obra; así como la casita donde nació y
vivió, tiene una placa también, además de que en la casa de la cultura que tan
dignamente dirige el ameritado maestro Néstor Agúndez Martínez, está expuestos
al público algunas de sus pertenencias personales. Doña Nicha, La coronela, duerme el sueño
eterno, sueño de los justos, con la satisfacción plena de haber sido una mujer
en toda la extensión de la palabra,
dejando en el sendero luminoso de su vida un elevado ejemplo para todos
los habitantes de esta península, y de generaciones venideras...por su valor a
toda prueba...por sus grandes dotes humanos...como abnegada madre, como mujer y
por su valiosa aportación a la revolución mexicana...Doña Dionicia Villarino
Espinoza, es el más fiel exponente del temple y calidad de la mujer
sudcaliforniana.
PARA PIES DE FOTO:
1.- DOÑA DIONICIA VILLARINO
ESPINOZA, DOÑA NICHA, LA CORONELA, DIGNA EXPONENTE DE LA MUJER SUDCALIFORNIANA.
FOTO ARCHIVO.
…Por el placer de escribir…Recordar…Y
compartir…
PD. Esta semblanza fue publicada hace más de 15 años en los
prestigiados medios de comunicación: El Sudcaliforniano, Revista El Compás, y
en el programa de centro de radio y televisión canal 10.
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