jueves, 5 de abril de 2018


LA PAZ QUE SE PERDIO
POR MANUELITA LIZARRAGA

“EN TU CUMPLEAÑOS...PARA TI AMIGA DE SIEMPRE...MATILDE V. ABAROA...ESTAS GRATAS REMEMBRANZAS”.


         Querida Maty....se me inundó de dicha el corazón ese día de tu cumpleaños...hasta parecía que escaparía de mi pecho...y  ¡cuánta alegría sentí al verte allí tan contenta rodeada de tus lindas hijas!, demás familia y amigos en ese grato convivio familiar...y al entonarte las mañanitas en los primeros minutos del día cinco de abril, no pude evitarlo, y los ojos se me rasaron de lágrimas...y a través de ellas, en un instante pasaron por mi mente aquellos momentos tan felices que compartimos juntas de nuestra infancia, de aquella Paz hermosa, tranquila de molinos de viento y de tantas cosas bellas; y me hizo recordar que alguna vez también fuimos niñas, con pobrezas y todo, ¡pero que felices éramos!, al igual que otros niños del ayer, fuimos las niñas más ricas del mundo, de ese mundo maravilloso comparado con el de ahora, en que los niños son adultos y no son dueños de su voluntad ya que la televisión los gobierna.

         No amiga, ni se compara con aquellos juegos recreativos en los patios inundados de aromas de los ricos guisados que nuestras madres hacían y que escapaban de la cocina, y en que la mente trabajaba y se convivía con los demás niños: como el matarile, la cuerda, a la matatena, la lotería, la oca, los encantados, el milano, la naranja dulce, entre tantos otros, y que decir de las narrativas de nuestros mayores con cuentos y leyendas, así como transmitiendo conocimientos empíricos a través de generaciones, para de alguna manera tenernos quietos pero que te hacían trabajar la mente. No cabe la menor duda que no hay nada más hermoso que la niñez, con todo lo emocionante de esa etapa, es sinónimo de felicidad del estado natural del ser humano.

         Si, Maty amiga...aunque nuestras sienes se van cubriendo de fina escarcha, también fuimos niñas, y aunque los juegos infantiles ahora son distintos, para los que vivimos una niñez normal ¡que grato nos resulta recordar a nuestros padres resolviendo todos los problemas! Esa noche maravillosa de tu cumpleaños quizás no pude expresarte todo lo que sentía en ese momento porque la emoción me embargaba y a través de ti mis ojos miraban en el pasado a aquella linda niña de ojos juguetones de mejillas sonrosadas, amplia sonrisa de calcetas y moños, tan noble y buena amiguita, compañera de aulas y de juegos en nuestra querida escuela la Rosendo Robles. Tengo el privilegio de ser tu amiga, desde el segundo año de primaria ¡y cuantas cosas compartimos “En la chango Robles”! como le decían, y que dirigía tan dignamente la ilustre, celebre y anecdótica  profesora Jesús Rollánd, con aquellos inolvidables maestros y compañeritos del ayer que al igual que nosotros hoy ya son felices abuelos o quizás algunos ya rindieron cuentas al creador. Si amiga, en esos momentos, estaban mis pensamientos, en todo aquel ambiente que compartimos juntas, la hermosa bahía de La Paz, la escuela, los patios de nuestras casas, las cocinas de nuestras madres con aquellos aromas, y qué decir de nuestra juventud. Los festejos del día del niño en la escuela Robles, eran únicos, tan sencillos y sin gasto alguno para nuestros padres, un paseo a las cristalinas y opalinas aguas de la bahía de La Paz, cuando todavía eran de la gran familia sudcaliforniana, era lo máximo, durante todo un año esperábamos esos momentos del día del niño, porque a pesar que crecimos prácticamente a las orillas de las playas entre los palmares, no era lo mismo, que compartir con todos los niños de la escuela y los maestros ese gran día tan largamente anhelado.

         ¡Al palmar precisamente!, donde reventaban sus olas hasta los troncos de las palmeras y los pescadores felices atracaban sus pangas atascadas hasta los bordes de aquellos productos del mar, que era el alimento diario de numerosas familias. Cuántos clavados nos tirábamos del pango “El Quino” de Don Pilarillo Carballo y de la palma doblada que caía al mar. Llevábamos de lonche una campesina, o torta…que era un birote o una semita con un trozo de carne, frijol o huevo, y una vita y la profe nos llevaba un canasto de tamales y un carro de paletas y para qué queríamos más si estábamos tan felices todo el muchachero metidos en las aguas sacando almejas y cayos de hacha o jugando en las blancas arenas atascadas de caracolitos y  conchitas. ¡Cómo olvidar aquella ocasión cuando llegaste tan contenta a  mi casa!, y yo jugaba trepada en el gran árbol, y tú me jalabas los pies a punto de tumbarme diciéndome ¡bájate, no seas tonta, mi mamá está haciendo tortillas de harina y mi tía le mandó de San Antonio un bote de mantequilla de rancho! Al escuchar eso, de un salto ya estaba en el suelo y jubilosas emprendimos la carrera cruzando el solar que separaba a nuestras casas.

         Y aquella otra ocasión cuando nos trepábamos en los grandes garapachos de caguamas ¡ya que había tantas!, y nos aventábamos de los paredones hasta el mar...pero, entre tantas cosas para mí, inolvidables es aquella en que nos pusieron una buena reatera y como me gusta recordarla. Aquella tarde pasaba por tu casa a recoger un bonito vestido de percal que me hizo tu querida tía Chepita Abaroa. Estabas tú en la banqueta de tu casa muy arreglada porque irías a una fiesta, y al verme preguntaste ¿a dónde vas?, voy con tu tía Chepita por un vestido, y sin más me seguiste, y en el camino hicimos planes y nos metimos al mar con todo y ropa...yo iba descalza pero tú hasta con calcetines y zapatos te aventaste al agua, estaba tan bonita la tarde, y el agua cristalina que blanqueaba la arena en el fondo del mar y los pececillos con los rayos del sol parecían cascadas doradas bajo el agua. Se nos fue el tiempo volando, mientras que en tu casa te buscaban para la famosa fiesta,  y nosotros felices nadando, pero cuando ya nos hartamos de estar en el agua salimos asustadas porque era ya tarde y como que agarramos consciencia de lo que habíamos hecho, y tu vestido y zapatos nuevos estaban mojados y yo hasta con todo y refajo estaba empapada tirititando de frío urdiendo que íbamos a decir.

         Íbamos muy asustadas y tú llegando a la puerta de tu casa empezaste a llorar haciendo un escándalo. ¡me empujaron los chamacos al agua, decías gritando!, y tu mamá nomás sonaba la cuarta... ¡que chamacos ni que ocho cuartos!, decía y zas se escuchaba el cintarazo, mientras yo pegaba la carrera rumbo a mi casa donde ya me esperaba el vasito de agua endulzada sobre la mesa para el susto, después de la cueriza...ni del vestido me acordé...pero quién nos quitaba lo bailado, ¿no?, ay amiga, que tiempos tan maravillosos los que nos tocó vivir...en que las mamás dedicaban por completo sus esfuerzos al hogar, y los niños nos ocupábamos de vivir la niñez con obligaciones y derechos y los padres se desvivían por la manutención de la familia, eso, en algunos casos ya pertenecen a un pasado, que ante la emancipación del mujer difícilmente volverán.

Hoy Maty amiga, muchos hogares se encuentran vacíos durante el día y que papá y mamá trabajan fuera de casa y se reúnen sólo por la noche preocupados por el consumismo para proporcionales a sus hijos comodidades, cosas materiales, descuidando quizás un aspecto muy importante, la formación interior del niño que en algunos casos crece vacío como lo está su casa, comparando el ayer y hoy, nosotras niñas al fin, que ricas éramos con tan poco y tanto a la vez. Siendo que ante las situaciones tan diferentes que hoy viven los niños sus pensamientos son distintos a los de los pequeños de ayer. Los papás del siglo pasado tenían el control de la vida de sus niños, y no sólo en cuestiones graves, sino también en cosas preventivas como el de no permitirle salir a la calle sin una persona mayor y estar al pendiente de sus amistades y compañías, ni el niño ni la niña tenían poder de decisión. La disciplina, la obediencia, y respeto a los mayores estaba sobre entendida. ¡Si hasta el bendito se les rezaba a los abuelos y padrinos!, pero no por ser antes otra época los peligros estaban lejos de la niñez, los roba chicos, decían, siempre han existido, y era el coco para obedecer y no andar en la calle, o sino, la amenaza de la madre ¡te va a partir un rayo! O ¡se va abrir la tierra y te va a tragar!, y que temor sentíamos, y presurosas obedecíamos. Así que Maty, amiga, la niñez actual aunque parece de venida de otro planeta, se ve feliz...el primer rasgo característico de esta generación es que a los pequeños, sus papás los visten desde recién nacidos con ropa de colores oscuros de actualidad: ya no se ven pañales, chambritas, baberos, gorritos y zapatitos en los patios en los tendederos, que antes se miraban tan tiernos.

         Y a medida que los niños empiezan a caminar, ellos mismos escogen sus atuendos inspirados en desfile de moda infantil o en la ropa que usan los menores que aparecen en televisión. Estos detalles son quizás los más significativos de este tiempo. Ser moderno significa estar a la moda. Estoy segura amiga que gracias a esa madre tuya, maravillosa, que fue Doña Quico Abaroa una mujer tan sabia, una maestra en el arte de la costura, el tejido y tantas otras cosas, es que tienes tú, una mente creadora, heredaste sus virtudes y de tus manos surgen hermosísimas obras artesanales, conocimiento artístico que transmites a tus innumerables generaciones de alumnos; y el que te forjaste en aquella Paz de antaño ejercitando tu mente creadora. ¡Qué diferencia!; cuando los pequeños ya pueden hablar de corrido, incursionan como sabios en los diversos juegos electrónicos, el Nintendo, por ejemplo, y comen ansias por tener entre sus manos el Internet, poco leen, poco inventan, mucho menos crean, y nada investigan, por eso su mente se mantiene sin entrenar, lo que más les atrae está en las computadoras y los celulares, ahí la información aparece cual cascada, y esto provoca que su escaso criterio se vayan formando con figuras y opiniones ajenas a la cultura de sus padres y la enseñanza de sus maestros.

         Todo lo que me ha hecho recordar y reflexionar este hermoso día de tu cumpleaños. Siento con gran tristeza sin temor a equivocarme que a la niñez de hoy le ha tocado vivir la época más peligrosa que la humanidad recuerde, es aterrador saber de pequeños que desde los siete años ya conocen la droga, es espantoso ver en los diarios fotos de niños que fueron arrebatados a sus familias cuyo destino puede ser la pornografía infantil, el tráfico de órganos, o solo Dios sabe cuántos peligros más.



         Para finalizar amiga, Maty, solo te digo por tu valiosa amistad, por aquellos días maravillosos de nuestra feliz infancia, que me regalaste, y de momentos tan gratos compartidos...no alcanzarían las páginas de este prestigiado diario para escribir tantas cosas de aquella Paz de antaño... ¡muchas felicidades amiga!

…y en aquella Paz de antaño, las niñas jubilosas jugaban en los árboles y en  la hermosa bahía de La Paz…

…Por el placer de escribir…recordar…y compartir…





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