“!MATARON AL ZAPATERO!...GRITABA
EL PERICO...FUE UN SUCESO QUE CONMOVIO A LA POBLACION ”
Cuentan los mayores, que gracias al perico se descubrió
este alevoso crimen del zapatero y su esposa...otros dicen que la niña al ver
entrar a los asesinos, asustada se metió dentro de un barril y se cubrió de
trapos la cabeza...fue la única que se salvó de las manos de los
asesinos...corría el año de 1915...tiempos de movimientos políticos y
revolucionarios en La Paz...Don Miguel Armenta Ramos era el talabartero,
zapatero y remendón de aquella Paz de antaño...su hogar y taller estaba ubicado
en las calles Revolución y Juarez...era una casona de madera con techo de
tejamanil de 4 aguas...tenía un gran patio con muchos mezquitales, donde bajo
su fronda la niña Cristina jugaba... y en el corredor junto al tinajero estaba
la jaula con el perico...Don Miguel y su esposa Agustina Martínez fueron
personas muy apreciadas por las gentes del ayer...la calidad de los trabajos
que realizada, así como con su trato amable, se había ganado la preferencia y
simpatía del público consumidor.
Era tanta la demanda de calzado y de trabajos de
reparación, que el zapatero se vio en la necesidad de contratar dos
empleados...cuentan los que saben mucho, que éstos eran de Colima y la gente
los bautizó como “los colimitas”. Los jóvenes trabajaban bien y poco a poco se
iban ganado la confianza del zapatero y su esposa, así como de la gente del
pueblo. Nadie se imaginaba que estos hombres que vinieron de fuera eran de mala
entraña. Aquella cálida mañana del mes de Agosto, la muerte rondaba por la
zapatería...una noche antes, los empleados del zapatero se habían emborrachado
y eran de los que la “agarraban y la seguían”...y dicen que los perros del barrio
habían aullado lastimeramente anunciando desgracia...esa mañana, Don Miguelito
Armenta abrió como de costumbre la zapatería...las horas pasaban y los
empleados no llegaban; lo que extrañó al zapatero...de pronto, éstos hicieron
su aparición en el marco de la puerta del negocio, pero venían cayéndose de borrachos.
Los colimitas le pidieron dinero prestado al zapatero
para seguir tomando, y naturalmente que el señor se negó. Les reprendió y les
dijo que se fueran a dormir a su casa para que se les pasara la borrachera y se
presentaran a trabajar al día siguiente. Aquellos hombres eran de mal
corazón...tenían negras las entrañas...se fueron renegando profiriendo
maldiciones...durante aquel aciago día del mes de Agosto, en la zapatería de
Don Miguel Armenta, rompía el silencio el golpe del martillito sobre los
clavitos...nadie se imaginaba la desgracia que se gestaba...cuentan que los
vecinos en el barrio andaban espantados porque días antes habían escuchado
cantar las gallinas como cantan los gallos y eso, según se creía anunciaba
muerte. La niña Cristina de 8 años jugaba tranquilamente en el patio con su
muñeca de trapo, mientras que de la cocina escapaban aquellos olores de
exquisitos guisados elaborados por Doña Agustina.
Llegó la tarde, y nada importante ocurrió...cerraron el
negocio a la hora de costumbre, y se fue cubriendo aquel ambiente de
penumbras...como era la costumbre debido al intenso calor del mes de Agosto la
gente dormía afuera de sus habitaciones, en los patios y banquetas al aire libre...y
Don Miguel, su esposa y su hija, no eran la excepción...eran altas horas de la
noche...todo estaba en silencio...los señores dormían plácidamente en el patio
de su hogar cubiertos apenas por una blanca sábana...amparados por la sombra de
la noche, y ante los asombrados ojos del perico, los asesinos penetraron a
aquel hogar...tomaron las hachas del taller y sin remordimiento alguno, no se
tocaron el corazón para matar a hachazos al zapatero y su esposa.
Una versión cuenta que la niña se salvó de milagro,
porque estaba al fondo del patio durmiendo en un catre bajo los
mezquitales...otros dicen, que la niña al escuchar ruidos de alguien que se
metía a su casa y al ver que sus padres dormían, sintió miedo y se metió en un
barril echándose ropa encima para que no la vieran; por eso, fue la única que
se salvó. La hermana de Doña Agustina acostumbraba visitar la casa del zapatero
muy de mañana para tomar el café con ellos, y estaba impuesta a que lo primero
que miraba a esa hora de la madrugadita, era a su hermana barriendo la calle y
banqueta. Pero esa mañana le extrañó sobre manera que no andaba afuera la
esposa del zapatero...alarmada, presintiendo que estuviera enferma, o que algo
malo le hubiera pasado, presurosa se metió a la casa. Y lo primero que escuchó
fue al perico que decía: “LOS COLIMITAS MATARON AL ZAPATERO!...!MATARON AL
ZAPATERO!”...que era una cantaleta del perico como si le hubieran dado cuerda,
pero cuando entró al patio su sorpresa fue muy grande...el cuadro que estaba
ante sus ojos era desgarrador...en el camastro estaban los dos cuerpos, el
zapatero y su esposa con las cabezas destrozadas cubiertos con la sábana que ya
no era blanca si no tinta en sangre.
El grito que emitió la pobre mujer se escuchó varias
cuadras a la redonda...enloquecida buscó a la niña, que unos dicen que estaba
dormida en un barril, otros dicen que dormía plácidamente en su catre al fondo
del patio, y que por fortuna los asesinos no la vieron, sino, también hubiera
corrido con la misma suerte. Lo cierto es que la niña se salvó de la masacre y
creció al amaro de sus tías, la niña es la señora madre del famoso artista
Manuel Ojeda. La vox populi decía que gracias al perico se descubrió a los
asesinos y que luego luego los agarraron las autoridades de la época y los mandaron
a la cárcel de Mulegé donde según se dice murieron enfermos de lepra. Don
Miguel Armenta Ramos, el zapatero fue casado por primera vez con la señora
Tomasa Mendoza con quien procreó 8 hijos: María Elena, María de Jesús, Socorro,
Juanita, Rodolfo, Enriqueta, Raúl y Rosalía. El zapatero quedó viudo y en su
segundo matrimonio con la señora Agustina Martínez procreó una niña, Cristina.
Cuenta Doña Rosalía Toledo Armenta, viuda de Araiza,
nieta del zapatero asesinado cruelmente, que su mamá Doña Juanita Armenta de
Toledo le contaba esta triste historia de si abuelo a quien no tuvo el gusto de
conocer ya que esta desgracia sucedió en los primeros días en que se casó su
mamá en el año de 1915. Doña Rosalía es una hermosa muchacha antigua que nació
en Septiembre de 1918 y que tiene dos hijos; Gustavo y Carlota, un saludo
afectuoso para ellos. La casa del zapatero, como es lógico se cerró...al
tiempo, su dueño la rentó a un señor Domínguez quien puso una cantina, donde se
suscitaban pleitos; y en uno de tantos pleitos, mataron a otra persona de un
balazo, allí donde fue la casa del zapatero...cuentan que intervino la
autoridad y la casa del zapatero quedó abandonada por mucho tiempo...se dice
que la gente que pasaba por allí escuchaban estertores de agonía...estos
sucesos se perdieron en el tiempo y en el olvido...a través de los años los que
han tenido la mala suerte de pasar por allí y que escuchan estos estertores
agónicos ignoran que allí murieron trágicamente tres personas.
...”!LOS COLIMITAS MATARON AL ZAPATERO...MATARON AL
ZAPATERO!”, gritaba el perico.
“…Por
el placer de Escribir… Recordar y Compartir…”
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