LA PAZ QUE SE PERDIÓ
CLAMOR DE NUESTRA HERMOSA BAHÍA DE LA PAZ
POR MANUELITA LIZÁRRAGA
¿Pero qué hiciste de mí, insensato?...
Estoy inerme e indefensa en el prolongado letargo de la espera de hacer mella
en tu adormilada conciencia, para que no se alargue mi agonía.
Quiero decirte insensato que mis
aguas místicas y legendarias bañaron las blancas arenas de la orilla de la
playa cuándo aún la huella del hombre no las había profanado.
El guaycura y el pericú, se
refugió en mi regazo cuajado de perlas y de riquezas marinas… por siglos, mis
tranquilas aguas transportaron la barca del conquistador… yo diría del español
conquistado por mis perlas y por las subyugantes tierras baja californianas bañadas
por el devenir de mis cálidas olas llenas de belleza… y mis atardeceres
crepusculares enmarcados con la parvada de pelicanos y gaviotas al vuelo que
con su hermoso trinar alegraron el regreso de los pescadores con sus barcas
cargadas de alimento diario.
Si pudieras insensato remontarte
a mi pasado, no querrías regresas de él… enfermaste mi vientre generador de
vida por milenios… los primero pobladores gigantes, arípes, guaycuras y
pericues cuantas veces dejaron vagar su mirada contemplativa su mirada ante la
belleza de mis majestuosas y cristalinas aguas, sanas en aquel entonces… nunca
pensaron insensato que las generaciones venideras profanarían mi vientre y quizás
ya no genere vida… si no la muerte…
Estás a tiempo insensato… clavo
en el desierto por llegar a tu conciencia… mi vientre vomita día a día sargazos
y desechos que en otros tiempos fueron perlas, conchas y caracoles, como una
protesta a tu inconciencia.
Y las gaviotas y demás diversidad
de aves del cielo… ¿Dónde están?... y los pescadores, así como las familias que
contemplaban extasiadas mis bellos atardeceres seguidas del ocaso… ¿Qué pasó
con ellas?... cual madre amorosa… ¡Cuánto los extraño!... ¡Los amaba yo tanto! Cual
la madre ama y protege a sus hijos… las generaciones de hoy no bañan ya sus
cuerpos en mis enfermas aguas… los niños de hoy, no conocen ni sienten el
placer de recolectar conchitas y caracoles, así como cangrejos y jaibas que inundaban
las blancas arenas de la bahía de La Paz… no me abandones, ¿Qué le dejarás a
tus hijos, y a generaciones venideras?
¡Cuánta tristeza!... la vida que
me queda será poca para llorarte, hermosa bahía de La Paz… y quiero cada minuto
de mi existir, contemplarte… para llenar mis cansados ojos de ti… y remontarme
a mi feliz infancia dónde bañé mi pequeño cuerpo en tus límpidas aguas… y me
alimentaste y llenaste de gozo mi existir dejando en mi mente la huella imborrable
del pasado, y en mi corazón el profundo amor que te profeso hermosa bahía de La
Paz… quisiera que mis lágrimas fueran bálsamo que resanaran tus profundas
heridas para que al vida resurgiera en ti…
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