LA PAZ QUE SE PERDIÓ
POR MANUELITA LIZÁRRAGA
ANECDOTARIO PACHUQUERO DE LA PAZ… PARAISO DE MIS RECUERDOS…
…DE CUANDO LLEGÓ EL LEGENDARIO Y ANECDOTICO PACHUCO A LA CASA DE PIEDRA…
Corría el año del 48… cascos de
caballos se escuchaban por la empedrada calle de indepencia… el carretonero fustigaba
la noble bestia que presurosa corría por aquel añorado empedrado de mis
recuerdos, rumbo a la casa de piedra jalando la carreta que trasportaba la cuna
para mi hermanita María de la Paz y dentro de la cuna iba una caja de zapatos,
y dentro de ella un lindo perrito de negro pelaje ojos muy pelones, largas
orejas y hocico alargado; a decir de los mayores, era regalo de mi querida
prima Haydeé… el perrito estaba asustado al ver tanto alboroto, porque mi
hermanita María de Jesús se tropezó atravesándose entre mi abuela de largas enaguas
y el carretonero, y por allá rodaron abuela, chamaca y carretonero.
Fue una gran alegría en aquella
casa de piedra, que a los ojos de los niños había mucho amor en la familia… la
cuna era sencilla de madera de aquellas de rejitas, de largas patas y palo
atravesado y colgando la cuna pintada toda de azul y con un moño colorado. Fue todo
un espectáculo la entrada de aquel carretón tirado por un brioso corcel alazán
que a golpe de fuste entraba garboso al patio de la añorada casa de piedra de
aquella paz que se perdió… paraíso de mis recuerdos, y salimos a su encuentro
(pero sí parece que lo estoy viendo) mi adorada madrecita doña Juanita Álcaraz
en plena juventud mi inolvidable, amada y sabia abuela doña Anita Santana Tiznado
Velarde mi hermana mayor, Conchita; Anita, Carlos, María de Jesús y yo; Pacita
era la bebé, y mi adorado padre Bernardo Lizárraga Tiznado no estaba, porque
estaba trabajando en la licorería de mi inolvidable tío Billy.
Con el tropezón María se reventó
el dedo gordo, pero para mí sabia abuelita eso no era problema, luego luego
puso a cocer hierba de manso, le lavo el dedo con aquel cocimiento, dejo que se
secara, y luego le echo un chorro de petróleo lila… al tercer día el dedo de María
de Jesús ya estaba cicatrizado. Todos grandes y chicos nos peleábamos por
cuidar al perrito…y mi abuelita le puso “pachuco” por qué a ella le gustaban
mucho los billetes de a peso (de a pachuco), y estaba de moda los hombres de
vestirse de pachuco, eso escuchaba yo, también le encantaban los pesos de plata
0720, monedas de 5 y 10 pesos, cabeza liada les decía ella… bellos recuerdos.
…y por la empedrada calle
indepencia al unísono se escuchaban las ruedas del carretón, los cascos del
caballo que a golpe de fuste sobre los lomos, de ella tiraban rumbo a la casa
de piedra con su preciada carga… la cuna y el perro.
…Por el placer de
escribir…Recordar…Y compartir…
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