LA PAZ QUE
SE PERDIÓ.
POR
MANUELITA LIZÁRRAGA.
LA MUJER
DESCALZA…DE LARGOS CABELLOS, Y BLANCOS ROPAJES…
Fue la
locura aquella madrugada de invierno por la calle Madero… salió de la nada de
repente de entre los pinos de aquella antigua mansión, metí el acelerador al
vehículo para ganarle a aquella mujer y no atropellarla… ¡no podía yo creer lo
que estaba viendo por el retrovisor!; dijo la joven carmelita, todavía con la
piel enchinada al recordar… y continuó narrando aquella noche de terror… “con
el rostro y los largos cabellos estampados en el cristal trasero del vehículo,
¡me miraba! Aquella horrible mujer estaba trepada en la cajuela; el rostro era
calaverico y apergaminado, lo que parecían labios, más bien una oquedad
deformados, pegados al cristal, y los ojos muy pelones que hasta parecía que se
le salían de las desfloradas orbitas, ¡me miraban!...!me miraba! Chocando sus
ojos con los míos”.
Carmelita
estaba tan asustada apunto del llanto, y continuó diciendo “estaba tan asustada
por aquello que estaba viviendo que no podía gritar ni balbucear si quiera, me
quede sin aliento con un nudo en la garganta y ¡los pelos de punta! Acelere aún
más y la mujer se fue de lado prendida a la puerta trasera a la derecha
encajada entre la cajuela y el guardafangos a punto de caerse, y yo aterrada la
seguía mirando por el retrovisor, y ¡ella me sostenía la mirada!, y el carro
continuaba su marcha con aquella mujer montada y yo zigzagueando deseando que
aquella cosa cayera al suelo.
En un
parpadeo, no supe ni como después de más de tres cuadras llevarla trepada
viviendo aquello, ¡ya no estaba montada en el carro! Ahora caminaba por un lado
del vehículo y me rebasó y se fue delante de mí, pero ¡oh sorpresa, la mujer
flotaba lentamente! Iba descalza con el vestido como un camisón blanco largo y
una cabellera negra toda desparpajada volándole al viendo y brillándole a la
luz de la luna, y se fue flotando por en medio de toda la calle Madero pasando
la 5 de Febrero perdiéndose en la oscuridad, preludio del amanecer. Paré en seco
el carro, estática, y con las manos endurecida por la tensión y el terror sobre
el volante la seguí con la mirada contemplativa hasta que se perdió en la
distancia. Por supuesto que ya no continué por ese camino, di vuelta a la calle
y me fui a dormir a la casa de mis abuelos rumbo a los olivos, no vaya a serla
de malas y me la encuentre otra vez”… termino diciendo la aterrada Carmelita.
Contaba
la señora Marillita, la que vivió en frente de la mansión de los pinares por la
Madero, que ella tuvo puesto en el mercado y por lo tanto madrugaba porque
antes el mercado Madero lo abrían a las cuatro de la mañana y la gente del
pueblo madrugaba; que ella ya estaba acostumbrada a ver a esa mujer descalza de
la bata blanca; que la primera vez que la vio se espantó mucho, pero después de
tanto verla se acostumbró, y hasta se quedaba parada viéndola para ver si se
metía en algún lado, pero no, se iba
flotando por en medio de la calle Madero hasta que se perdía en la distancia; y
que si al decir de los mayores esa alma en pena salía de esa casa y de los
pinares desde tiempos muy antiguos, pero que nadie sabía decir su historia.
… y la
larga cabellera le brillaba a la luz de la luna volando desparpajados camisón y
cabellos al viento… no dejaba huella por que flotaba aunque iba descalza
perdiéndose en la distancia rumbo al más allá…
…POR EL
PLACER DE ESCRIBIR…RECORDAR…Y COMPARTIR…
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