miércoles, 13 de junio de 2018

LA PAZ QUE SE PERDIO
POR MANUELITA LIZARRAGA
“ LA MUJER DE BLANCO...Y DEL RELICARIO...DE LA COLA DE LA BALLENA”.
Desde temprana hora, y a altas horas de la noche, también son varios los espantados por esos lugares...aterrorizados dicen que en noches de plenilunio, se ha visto salir del rumbo de la cola de la ballena, una alta mujer de ropajes largos, blancos y vaporosos...de cabellos largos y ondulados, tan negros y brillantes como la noche, y colgándole al cuello un relicario...dicen que camina lentamente haciendo tanteos a los lados como si buscara algo...las personas que la han visto, la siguen con la mirada creyendo que es algo real; y de repente empieza a flotar en el aire perdiéndose entre los manglares rumbo al mar.., también en noches serenas y obscuras blanquea la etérea y alta figura de la mujer que flota en el aire. Dicen las personas que viven en Chametla que ya son varios los que la han visto, a través del tiempo volándole al viento los largos cabellos negros.
¡Párate, párate, ten cuidado vas a atropellar a esa mujer! Le dijo la señora Teresita a su esposo, cuando viajaban rumbo a Santa Rosalía como a las 4 de la mañana, hace ya algunos años. Dice que vio salir a la muchacha por la cola de la ballena, flotándole con el viento los cabellos, los largos ropajes blancos y del cuello pendía un relicario. Que se les atravesó casi casi frente al carro, que la mujer caminaba lentamente, y de repente empezó a perder el suelo metiéndose entre los manglares. Aseguró que ella no creía en aparecidos, pero desde que vio aquello, le piensa dos veces para pasar de noche por ese rumbo del zacatal...de donde antaño dicen que cualquiera se convertía en lechuza o tecolote... la señora Josefina que vive en Chametla, dice que en una ocasión que venían a La Paz, a temprana hora cuando las penumbras empiezan, su sobrino Roberto venía en la caja del pick up, y de repente el muchacho gritó espantado “!frenen, frenen, van atropellar a esa mujer!”, al escuchar el grito, su esposo, pegó el fuerte frenón, pero nosotros no mirábamos nada, solo el muchacho aterrorizado porque el carro atravesó la figura de la mujer de blanco, y ésta continuó flotando como si nada, perdiéndose entre los manglares rumbo al mar, que tardó mucho tiempo el muchacho en recuperarse.
Dice la señora Josefina que la gente de Chametla que han visto esta aparición le piensan dos veces para pasar de noche por allí; y los que tienen que pasar caminando, van con el alma en un hilo, rezando y corriendo ese tramo de la cola de la ballena, porque sienten el ambiente muy pesado, como que los vigilan, como que los van siguiendo, que hasta se les enchina la piel y el cuero cabelludo. Por su parte, Don Pepe dice que hace algunos años, una noche que llovía a cántaros viajaba de La Paz rumbo a El Centenario, y al pasar por la cola de la Ballena, de repente salió una mujer de ropajes muy blancos andaba como perdida en medio del aguacero, volteaba para todos lados. El, luego luego paró el vehículo para prestarle ayuda; pero cuál sería su sorpresa que la mujer pasó frente a él como si no lo hubiera visto y se cruzó la carretera rumbo a los manglares, él la siguió todavía un trecho sin imaginarse que no fuera de éste mundo gritándole, “¡señorita, señorita, ¿qué anda haciendo tan noche con este aguacero?, suba, le doy un raite!”. Pero para su sorpresa la mujer empezó a perder el suelo y a desvanecerse entre los manglares. Dice don Pepe que era una figura etérea, y que de pilón el carro se le atascó porque hizo la parada en terreno fangoso a un lado de la carretera; y metido dentro del vehículo hecho bolita por el miedo tuvo que esperar varias horas hasta que alguien pasara y le prestara ayuda. Fue una experiencia aterradora, que no a cualquiera se la cuenta porque no se la creerían y se reirían de él.
Al escuchar tantas experiencias vividas sobre ésta aparición por diferentes personas, en distintas épocas, me puse a investigar y pregunté a la voz de los ancianos como es mi costumbre; dice doña Dolores Carballo, hermosa muchacha antigua del Barrio El Manglito que cuando era ella muy niña, su padre don Pilar Carballo, tenía varios botes o embarcaciones, entre ellos “EL KINO” ya que se dedicaba al comercio marítimo entre los poblados aledaños, a la pesquería de perlas, entre otras cosas. Que contaban los mayores, que por aquella época se perdió aquí en La Paz una señorita de familia acomodada, que pasaron muchos días y no la encontraron. Una tarde, su padre don Pilarillo, llegó de uno de sus viajes, con la novedad de que andando él navegando por el rumbo de Chametla se divisaba encajado entre los manglares el cuerpo, al parecer de una mujer de ropajes blancos y largos, y de cabellos muy negros. Luego luego, don Pilar dio parte a las autoridades correspondientes, pero lo desagradable del asunto fue que le dieron la comisión de que él sacara el cuerpo de la mujer de entre los manglares; y así lo hizo. Se trajo el esqueleto a La Paz, en su barco el Kino. Doña Lola, no recuerda a que familia pertenecía la muchacha ni el nombre, y si era la que se perdió, lo único que recuerda es a su padre que no podía comer por varios días y se retorcía de asco, y que su mamá, Doña susanita le decía “a no ves Pilar, para que ya no te andes metiendo en otra”; y él contestaba “era mi deber mujer”. Continua diciendo Doña Lola que eso es lo que sabe sobre la mujer de blanco de la cola de la ballena, que no puede asegurar que sea la misma que por allí se aparece.
Por otra parte, don Siriano Sandoval, también joven de la tercera edad, lamentablemente ya fallecido, pero que me dejó su testimonio hace tiempo sobre este asunto. Dijo que él era tataranieto de don Rosario Sandoval y Rafaela Carlón, fundadores de El Zacatal; dice segundos fundadores porque cuando él tenía como seis años, su abuelo se lo sentaba en las piernas, y señalando todos los sembradíos que había, le decía “mira Siriano, cuentan los mayores que antes que nosotros aquí fue el primer asentamiento de los padres Jesuitas, quienes quería fundar la parroquia de Nuestra señora de La Paz; pero debido a las hostilidades de los Guaycuras se fueron más allá, y ese pozo de agua que ves allí ademado de raíz de mezquite, contaba mi abuelo que lo hizo el Padre Juan de Ugarte, que se lo contaron los mayores. El Zacatal, era más antiguo que La Paz, fue una gran hacienda muy próspera donde se producían dátiles, higos, alfalfa, uvas y una diversidad de frutas y verduras que cubrían las necesidades de la época. Continua diciendo don Siriano que El Zacatal colindaba con los Ranchos La Floresta, Chametla, el Porvenir, y el Progreso; todo eso era muy hermoso. Había muchos guajolotes, gallinas, pájaros canores de todos, conejos, liebres, venados y gatos monteses había mucho que pescar y cazar, el mar se salía desde el kilómetro diez o la piedra colorada hasta El Centenario. Donde por cierto en la piedra colorada sale un perro prieto aullando muy feo arrastrando una cadena.
Agregó don Siriano, que en la cola de la ballena a un ladito de la carretera había un ojo de agua dulce, o un venero, que salía a chorros y se llamaba el agua de León porque bajaban los leones a beber agua. Que se hacía un estero muy grande que se juntaba con el mar y se metía por el caserío. Que la gente tenía que echarle ramas para pasar por él. Que en esa época, los habitantes de Chametla y de El Zacatal, vivían aterrorizados porque al caer la tarde, entre las penumbras, salía en el estero un gran perro prieto con los ojos muy brillantes y el hocico babeante, que nomás caía el sol y las gentes se metían a sus casas, ni un alma quedaba afuera. Que en una ocasión, cuando él tenía doce años lo mandaron a La Paz a comprar panocha y otras cosas; desde luego iba a caballo, pero cuando venía de regreso por entre aquellos pedregales y brechas, acuérdase de pronto del perro prieto y le metió espuelas en los ijares al caballo para ganarle a la oscuridad, porque forzosamente tenía que atravesar por el estero por donde ahora está la cola de la ballena. De repente, se le pararon los cabellos; divisó a lo lejos el perro prieto, el que era grandísimo más grande que un Pasquín, y se fue perdiendo por entre los manglares, y casi inmediatamente se le emparejo al galope del caballo una mujer de largos ropajes blancos y cabellera negra volándole al viento y colgándole al cuello un escapulario, pero que él no sintió miedo como cuando vio al perro prieto, sino que por el contrario, se sintió fortalecido y que él le dijo a la mujer “buenas tardes señora”, pero que nada le contestó, como que si ni lo hubiera visto y rebasó al caballo, y ante sus sorprendidos ojos la mujer se fue flotando en el aire delante del caballo, perdiendo el suelo, metiéndose entre los manglares; dice que estuvo muchos días enfermo y su abuela le daba te de palo de Brasil para el susto.
Por si las dudas, si usted tiene que pasar de noche por la cola de la ballena, abra bien los ojos y vaya rezando, no se vaya a topar de frente con la etérea figura de la mujer de blanco y del relicario.
Por el placer de escribir…Recordar…Y compartir…

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