LA PAZ QUE SE PERDIO
POR MANUELITA LIZARRAGA
“LA DAMA DE NEGRO DE LA CASONA”.
A través de los años son muchos los que
se han espantado en esa antigua mansión...la casona ubicada en las calles
Independencia y Gómez Farías, ha pasado de dueño en dueño, y pocos la han
podido habitar...son varios los que han vivido en ella, y al poco tiempo salen
despavoridos al ver a la dama de negro que habita en esa antigua mansión
envuelta en la historia y la leyenda...en varias ocasiones han puesto negocios y también los han tenido
que cerrar...la casona de la dama de negro se le mira sola y siempre cerrada.
Eran los años aquellos de La Paz de
antaño, de los cuarenta y tantos...de floridos y perfumados jardines, y de
tantas otras cosas bellas dignas del recuerdo...la tuberculosis se enseñoreaba
en nuestra entidad...la ciudad blanca le decían a La Paz...la muerte andaba con
su guadaña, cegando vidas sin misericordia, no respetaba edades ni posición
social...eran muchos los enfermos y los que morían con la peste blanca...quemaban
sus casas y sus pertenencias, o encalaban las casas que quedaban en pie, como
la casona, por ejemplo, entre tantas otras.
Aquella fresca mañana de primavera
jugaba yo tras el pretil de la encalada hornilla con mi muñeca de trapo y mi inolvidable perro
viejo “El pachuco”, después de llegar del Mercado Madero como era la costumbre,
de la compra diaria...recuerdo que mi abuelita le decía a mi madre “Juanita, no
quiero que oiga la niña lo que voy a decirte porque se va asustar y ya no me va
a querer acompañar en las madrugadas al mercado a moler el nixtamal...ten
cuidado cuando pases por la casona, donde murieron tantas personas enfermas de tos,
y que no hace mucho tiempo la quemaron, pues fíjate que me acabo de espantar y tuve que aguantarme para
que la niña no se asustara...resulta que cuando íbamos a moler el nixtamal como
a las cuatro y media de la mañana al pasar por la casona, estaba parada en las
escalinatas del portal una mujer vestida de largos ropajes negros, era muy
grande, se veía con un porte majestuoso, imponente, el cabello muy negro y
brillante, era ondulado y le caía sobre los hombros hasta la media espalda...no
se le miraba el rostro, la dama de negro estaba derechita como clavada en el
suelo, pero lo curioso es que sus pies no tocaban el piso.
...Cosa buena no es, porque estaba
vestida toda de negro, así que ten cuidado no vuelvas a pasar por la casona; ya
otras personas me habían dicho que las habían espantado pero no les creí, pero
nunca pensé que a mí me iba a suceder esto”,
terminó diciendo mi inolvidable abuela, quedando mi madre
sorprendida...pero mi perro y yo, ya estábamos escuchando.
A mis escasos
cinco años, quedaron grabadas aquellas palabras de mi nanita, y en el recuerdo
la aterradora mansión, flameada de tizne sus interiores y paredes por fuera.
Fue muy hermosa esa casona antes de que la quemaran...era toda de piedra
encalada no tenía barda a sus alrededores y podía apreciarse la mansión en toda
su belleza, con su portal de escalinata y sus vistosas columnas de estilo
románico....contaba la leyenda que en la casona murieron familias enteras
enfermas de tos, que a pesar que la encalaban y desinfectaban, no entendían por
qué se enfermaban y morían quienes las iban habitando...unos decían que en la
perilla de la puerta, estaba el virus, y se contagiaban; otros decía que
quizás, los que iban muriendo no querían que la habitaran....y así se fue
tejiendo la leyenda, lo cierto es que entre llamas estaba la casona un día; y
sin ventanas y puertas a causa de la lumbre, flameados de hollín, en las
paredes sus huecos, y toda ella tiznada por dentro, así estuvo por muchos años
abandonada...el verla causaba pavor...la gente le sacaba la vuelta, ya
circulaba la leyenda de que en esa casa espantaban; algunos llegaron a ver
también dos niños que cruzaban las paredes y a una mujer vestida de blanco caminando
por los corredores estilo californiano.
Dicen que fueron muchos los que
escuchaban lamentos y arrastrar de cadenas, y de pilón, una mujer de negro
parada en el portal, o deambulando por toda la casa...así pasaron los años y la
casona abandonada, quedó envuelta en la leyenda.
Por la década de los 80 y 90 fueron
varios los intentos de negocios de restaurante y bar en esa casona en mención,
pero lo mismo que fracasaban...cuentan que molestaban mucho a los clientes, que
en una ocasión estaba un grupo jugando a los dados y que de pronto, les
voltearon la mesa sin encontrar una explicación, que en otra ocasión, la copa
solita se levantó de la mesa hacia la boca del cliente....que otra vez, el
cocinero preparaba los alimentos, y de repente tenía por un lado a una altísima
y hermosa mujer vestida de negro que lo miraba con gran tristeza...ésta daba la
vuelta y luego desaparecía pasando por entre las paredes rumbo al jardín, según
la buscaban por todos lados y nada...otros cuentan, que cuatro o cinco mesas
llenas de copas gravitaban en el aire ante la aterrada mirada de Toño el
cantinero, y Toño el mesero, quienes no podían creer lo que estaban viendo,
luego caían todas las copas al piso con gran estruendo, quedando suavemente las
mesas en su lugar; cuentan que ni por la feria volvieron los Antonios... y así
abrían y cerraban el restaurante al paso del tiempo, pero los clientes y
algunos trabajadores se iban pasando lo que ahí acontecía, hasta que una vez,
quizás la última experiencia de que se tenga conocimiento, es que una
madrugadita, de aquellas, después de la dura jornada, y de que los clientes se
retiraron uno de los meseros, seguro de que ya estaban solos el patrón y él,
salió al jardín a hacer una necesidad biológica, pero en esas estaba, apuntando
hacia las matas, cuando sintió que se moría dela vergüenza ¡Estaba frente a él
una altísima mujer vestida de negro!, que lo miraba intensamente!...casi le
orinaba los pies, y el pobre mesero se deshacía en disculpas con la muchacha
“Perdone señorita, no fue mi intención, pensé que ya todos los clientes se
había retirado”, y en esas estaba todo tembloroso, haciendo ademanes como si
platicara con alguien, cuando llegó el patrón y le dijo “Pues ora tú, ya te
volviste loco, hasta estás hablando solo”...”perdone patrón le estoy pidiendo
disculpa a la señorita, pues pensé que ya se habían retirado todos los
clientes”... “¡Pero cual señorita!”, dijo el patrón “si aquí no hay nada, yo
creo que ya te amolaste, estás viendo el espanto que dicen que vive aquí”.
Después de esto, el pobre muchacho estuvo muchos días enfermo,
y cuentan que ni por la feria volvió...y desde luego, el restaurante se
cerró...y ahí está la casona, sola, triste y abandonada, habitada por la dama
de negro, y por un par de enormes perros negros Rottweiler, que solo ellos
saben lo que ven allí, porque aúllan lastimeramente al ver seguramente a la
mujer de negro, la de blanco y los niños que se pasean en toda la misteriosa
casona envuelta en la historia y la leyenda...
…Por el placer de escribir…Recordar…Y compartir…
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