LA PAZ QUE
SE PERDIO
POR MANUELITA LIZARRAGA.
“SEPTIEMBRE, MES DE LA
PATRIA .EL HIMNO NACIONAL MEXICANO...CREACION DEL POETA FRANCISCO GONZALEZ BOCANEGRA”.
(VERSION ORIGINAL AÑO DE
1854)
Todos los mexicanos estamos acostumbrados a festejar el
patriotismo en las fiestas de Septiembre; fiestas que justifican la verdad de
lo que sentimos por la realidad de una Independencia por la que nuestros Héroes
murieron. Pero a eso hay que añadir la alegría de otro acontecimiento la
historia de México pondera y que celebramos, el 24 de Febrero; es el día de la
Bandera, lábaro patrio tricolor que desde hace 282 años veneramos con fervor de
patriotismo ardiente, porque en esa tela están plasmados los ideales superiores
de nuestra nacionalidad mexicana: Religión, Unión e Independencia; pero la
solemnidad que acostumbramos dar al momento de izarla a toda asta, se embellece
con los bellísimos acordes y el canto del coro y las estrofas del himno
nacional.
La inspiración de hacer vibrar en nuestro corazón ese
patriotismo que nos unifica y consolida en el amor a México, nació del alma de
tres personajes cuyos nombres nos merece admiración y respeto: Don Agustín de
Iturbide, autor del significado de los tres colores de la bandera, Francisco
González Bocanegra, autor de la letra de nuestro himno nacional y Jaime Nunó,
autor de su música gloriosa.
El histórico
himno nacional, fue composición literaria de Don Francisco González
Bocanegra...joven poeta mexicano, que nació en la Ciudad de San Luis Potosí el
8 de Enero de 1824. Sus padres fueron el comerciante garitano José María González
Yáñez y Francisca Bocanegra Villalpando. Inducido por su padre, Francisco se
dedicó por un tiempo al comercio en su tierra natal; pero pronto se trasladó a
la capital en busca de otros horizontes. Su talento le abrió las puertas
desempeñando cargos administrativos y artísticos de importancia, entre ellos el
de sensor de teatros. Destacando en los versos amatorios dedicados a la
señorita González Del Pino y Villalpando, la que poco después fue su esposa,
así como en las poesías líricas heroicas que había compuesto, ya manifestaba
espontaneidad y elevación; aquella viveza, calor y sinceridad del sentimiento.
Pero González Bocanegra era demasiado modesto y ni siquiera pasó por su mente
la idea de participar en el concurso para la composición del himno nacional
convocado por Santa Ana. Sus amigos lo inducían a concursar, pero él se negaba
“no puede ser, va a participar la flor de los poetas mexicanos, y no tengo la
pretensión de poder medirme con ellos”. Pero intervino el acontecimiento
romántico que aureola de ternura y encanto los orígenes de nuestro himno
nacional.
Sucedió que, hallábase el poeta de visita en casa de su
novia, a la que él llamaba Elisa en sus versos y en sus pláticas habituales.
Vivía Elisa, es decir Guadalupe González, en el número seis de la calle de
Santa Clara (hoy Tacuba). Había allí en aquella tarde histórica que era una de
las últimas de noviembre, varios amigos de Francisco, y los más tenaces de
ellos perseveraron aprovechando una parte de las conversaciones generales, en
sus incitaciones relativas al concurso. Como el poeta mantuviera su modesta
actitud, se inició una discusión en la que intervino Elisa animando a su amado.
Al fin, éste vencido por la cariñosa insistencia de su novia y de las personas
que le querían y estimaban, se encerró en una habitación de la casa de su novia
y compuso el himno. Hay una tradición muy bella, según la cual Elisa misma
encerró al poeta en broma cariñosa, para no libertarlo hasta que creara el Himno.
Dos meses después, un jurado compuesto por Don Bernardo Couto, Don Manuel
Carpio y Don Joaquín Pesado otorgaba su fallo a favor de la composición de Don
Francisco González Bocanegra, poeta de San Luis Potosí.
La fe de una mujer enamorada; la emoción de un hombre que
se sintió de tal modo querido, el patriotismo y la nobleza de espíritu de los
dos alcanzaron con aquel justo fallo, que la posteridad ha confirmado, la
recompensa que merecían, por la composición de himno nacional mexicano que ha
sido considerado por ilustres críticos como uno de los más bellos del mundo, y
el cual fue escuchado por primera vez el día 17 de mayo de 1854, pero la música
no gustó, no le daba vida al himno la que estuvo precisamente a cargo de
Bottecini; por lo que el señor lerdo de tejada convocó a un concurso para la
composición de la letra musical siendo galardonado el trabajo que se había
presentado con el lema DIOS Y LIBERTAD creación del músico español Jaime Nunó
de 29 años de edad, natural de San Juan
de las Avadezas (Gerona), estrenándose el himno nacional la noche del 16 de
septiembre de 1854, en el gran Teatro Santa Ana.
En 1864, pasó por Monterrey el presidente de la república
el benemérito de las Américas Don Benito Juárez García y alguien propuso que se
modificaran algunos aspectos de la letra de Bocanegra, muerto dos años antes y
entonces el presidente respondió “NI UNA SOLA NOTA, NI UNA SOLA PALABRA SE
QUITE AL HIMNO NACIONAL”. La sentencia fue trascendental, pues consagraba desde
la cumbre la jerarquía nacional y patriótica del himno.
HIMNO NACIONAL MEXICANO.
Mexicanos, al grito de
guerra
El acero aprestad y el
bridón,
Y retiemble en sus centros
la tierra
Al sonoro rugir del cañón.
Ciña ¡oh patria!, tus sienes
de oliva
De la paz el arcángel
divino,
Que en el cielo tú eterno
destino
Por el dedo de Dios se
escribió.
Más si osare un extraño
enemigo
Profanar con su planta tu
suelo,
Piensa ¡oh patria querida!,
que el cielo
Un soldado en cada hijo te
dio.
En sus sangrientos combates
los viste,
Por tu amor palpitando sus
senos,
Arrostrar la metralla
serenos
Y la muerte o la gloria
buscar.
Si el recuerdo de antiguas
hazañas
De tus hijos inflama la
mente,
Los laureles del triunfo tu
frente
Volverán inmortales a ornar.
Como al golpe del rayo la
encima
Se derrumba hasta el hondo
torrente,
La discordia vencida,
impotente,
A los pies del arcángel
cayó.
Ya no más de tus hijos la
sangre se derrame en contienda de hermanos. Sólo encuentre el acero en sus
manos quien tu nombre sagrado insultó.
Del guerrero inmortal de
Zempoala te defiende la espada terrible, y sostiene su brazo invencible tu
sagrado pendón tricolor.
El será del feliz
mexicano en la paz y en guerra el
caudillo, porque él supo sus armas de brillo circundar en los campos de honor.
¡Guerra, guerra sin tregua
al que intente de la patria manchar los blasones!
¡Guerra, guerra! Los patrios
pendones
En las olas de sangre
empapad.
¡Guerra, guerra! En el
monte, en el valle, los cañones horrísonos truenen, y los ecos sonoros resuenen
con las voces de ¡unión! ¡Libertad!.
Antes, patria, que inermes
tus hijos bajo el yugo su cuello dobleguen, tus campiñas con sangre se rieguen,
sobre sangre se estampe su pie.
Y tus templos, palacios y
torres se derrumben con horrido estruendo, y sus ruinas existan diciendo: de
mil héroes la patria aquí fue.
Si a la lid contra hueste
enemiga nos convoca la trompa guerrera, de Iturbide la sacra bandera,
¡mexicanos! valientes seguid.
Y a los fieros bridones les
sirvan las vencidas enseñas de alfombra; los laureles del triunfo den sombra a
la frente del bravo adalid.
Vuela altivo a los patrios
hogares el guerrero a contar su victoria, ostentando las palmas de gloria que
supiera en la lid conquistar.
Tornaránse sus lauros
sangrientos en guirnaldas de mirtos y rosas, que el amor de las hijas y esposas
también sabe a los bravos premiar.
Y el que al golpe de
ardiente metralla de la patria en las arras sucumba, obtendrá en recompensa una
tumba donde brille de gloria la luz.
Y de Iguala la enseña
querida, a su espada sangrienta enlazada de laurel inmortal coronada formará de
su fosa la cruz.
¡Patria! ¡Patria! tus hijos
te juran exhalar en tus aras su aliento, si el clarín con su bélico acento los
convoca a lidiar con valor.
¡Para ti las guirnaldas de
oliva!
¡Un recuerdo para ellos de
gloria!
¡Un laurel para ti de victoria!
¡Un laurel para ti de victoria!
¡Un sepulcro para ellos de
honor!
Mexicanos al grito de guerra
El acero aprestad y el
bridón,
Y retiemble en sus centros
la tierra
Al sonoro rugir del cañón.
…Por
el placer de escribir…Recordar…Y compartir…
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