LA PAZ QUE
SE PERDIO
POR MANUELITA LIZARRAGA
“AL TAÑER DE LAS CAMPANAS DE LA MISION DE
SAN FRANCISCO JAVIER...LOS PRIMEROS CALIFORNIOS ACUDIAN A MISA”.
El padre José María Píccolo fue su
fundador...el apóstol Juan de Ugarte, fue el maestro, constructor y el impulsor
de la educación, agricultura, comunicaciones y muchas otras cosas de beneficio
común en los primero habitantes de la península...el padre Miguel del Barco,
fue el constructor de la actual misión de San Francisco Javier.
Por tres siglos, el sitio mas venerado por los antiguos
californios, y generaciones posteriores hasta nuestros días, lo es sin duda
alguna la misión de San Francisco Javier. Hermosa obra arquitectónica de estilo
barroco reconstruida de piedra cantera sacada de los arroyos de Santo Domingo,
por el Padre jesuita español Miguel del Barco, a mediados del siglo XVIII, por
amenazar ruina la misión anterior, inicio la
obra en el año de 1744 terminándola de construir en abril de 1758. El
mérito de esta misión de San Francisco Javier, es del padre Miguel del Barco,
quien estuvo viviendo en la península 30 años.
En los inicios de la misión de San Francisco Javier, el
padre José María Píccolo visitó VIGGE BIANDO el 10 de marzo de 1699 acompañado
solamente de algunos indígenas. Le pareció aquel lugar a propósito para plantar
una misión, por que los californios tenían buena disposición para abrazar el
cristianismo, y por que en el Valle próximo había tierras de cultivo y de
buenos pastizales para mantener ganado. La dificultad del pedregoso camino fue
allanada por los indígenas y soldados que empezaron a desmontar el camino, y
para Junio de ese mismo año, ya había una senda para transitar a caballo de
Loreto a San Francisco Javier. En Octubre del año que se menciona, se trasladó
el padre Píccolo a San Francisco Javier con algunos indígenas y soldados a
construir una capillita de adobe y ramas, y algunas casas para el misionero y
soldados. Este fue el origen de la Misión de San Francisco Javier, cuya
capillita fue dedicada el primero de noviembre de 1699 por el Padre Juan María
de Salvatierra en un acto de devoción y solemnidad.
Esta misión
estaba construida a las orillas de la cabeza del arroyo de Santo Domingo, en un
paraje rodeado de manantiales conocido por los indígenas como “VIGGE BIANDO”.
Cuando una misión era fundada, se escogía un lugar con tierra fértil para
producir granos y frutos, como maíz, trigo, olivos, vid, mangos, naranjos,
palmas datileras, etc. También se procuraba que hubiera pastos suficientes para
la cría de ganado vacuno y caballar. Poco tiempo duró la misión, ya que instigados por los Guamas o
curanderos, hubo un levantamiento de indígenas y quemaron la misión
destruyéndolo todo, demostrando así su inconformidad, resistiéndose de
distintas maneras a los cambios que en su modo de vivir procuraron introducir
los misioneros. La misión fue abandonada al año siguiente debido a las
hostilidades de los indígenas. El padre José María Píccolo estuvo en la
península 31 años. Llego el 23 de noviembre de 1697. En la misión de San
Francisco Javier, entre tantas cosas maravillosas que se vieron, como ejemplo;
cuenta el padre Salvatierra en una carta dirigida al padre Juan de Ugarte, “que
hay un niño de cuatro años llamado Juan Caballero, quien con una varita en la
mano a imitación de los fiscales y maestros de la doctrina cristiana, guiaba a
los otros indígenas en la repetición de las oraciones que se les enseñaba: si
veía platicar alguno, les intimaba silencio poniéndoles el dedo en la boca,
acabada la doctrina, tomaba los rosarios y reliquias que llevaban consigo los
soldados, los besaba y se los ponía reverentemente sobre los ojos; y no
contento con hacer estas demostraciones, quería que también los otros las
hicieran, porfiando con ellos hasta que lo conseguía, lo cual enternecía a los
soldados hasta el grado de hacerlos llorar”.
El padre Juan de
Ugarte, después de dejar el cargo de procurador de las misiones, salió de la
Nueva España el 3 de diciembre de 1700, camino 400 leguas, hasta llegar a un
puerto de Sinaloa, encontró un barco pequeño y viejo y se embarco en el para cruzar el golfo llegando a Loreto el 19
de marzo de 1701. Ante el altar de la virgen de Loreto, el padre Juan María de
Salvatierra encargó al apóstol Ugarte edificar la nueva misión de San Francisco
Javier ya que la habían destruido los indígenas y por que el padre Píccolo tenía
que marchar a la Nueva España a arreglar negocios de la California. El
industrioso Juan de Ugarte acepto con gran gusto, y marchó a San Javier con un
grupo de soldados. En muchos días no asistía ningún indígena. Tenían odio por
los soldados. Comprendiéndolo así el padre, retiró a los soldados y se puso en
manos de Dios quedando él solo entre aquellos indígenas tan hostiles. Cuando en
oración se encontraba se acercó un muchacho con intención de espiar. El padre
Ugarte, al verle, le acarició y le ofreció regalos y le mandó que dijese a los
demás que ya no había soldados, que podían venir. Poco a poco, se fue
estableciendo nuevamente el ejercicio de la doctrina.
Fue tanto el amor
del padre Ugarte por los indígenas que no conforme con enseñarles el evangelio,
se propuso civilizarlos enseñándoles aquellas artes y costumbres y trabajos que
requiere la vida social. Todas las mañanas, después de oficiar la misa que el
padre Ugarte celebraba y escuchaban los neófitos, seguía el ejercicio de la
doctrina, y concluido éste, les distribuía el pozole a los que habían de
trabajar y los llevaba a la fábrica de la iglesia y a las casitas que estaban
edificando, para así y para los neófitos, o al campo a quitas los matorrales y
las piedras así como preparar el terreno para la siembra, o hacer represas y
zanjas para regar la tierra. El industrioso padre Juan de Ugarte en las
fabricas, la hacia no solo de arquitecto sino, de albañil, carpintero y de
todo, por que algunos indígenas no se acomedían al trabajo ni con regalos ni
halagos. El padre Ugarte les ponía el ejemplo para alentarlos, siendo él el
primero y el que más trabajaba. Con sus propias manos acarreaba y labraba las
piedras y la madera, pisaba el lodo para los adobes, encavar la tierra y
ordenar los materiales. Él mismo llevaba a pacer el rebaño de ovejas que tenia
la misión. El se ocupaba de todos los oficios. Ya se le veía con el hacha en la
mano quitando los matorrales, ya con el pico rompiendo las piedras, ya con la
coa labrando la tierra, lo que solía hacer descalzo de pie y pierna.
Al padre Ugarte,
Dios lo doto de una fuerza extraordinaria. Además de su inteligencia y buen
corazón, fue de los misioneros de más mérito en la península. Desde un principio
sufrió las hostilidades y burlas de los indígenas, pero el padre con su gran
amor, sabiduría y paciencia en el nombre de Dios y se propuso levantar la
misión, convivir y ayudar a los californios, enseñándoles el evangelio y una
nueva cultura. En aquella época, la península estaba infestada de leones los
que causaban estragos entre los indígenas, quienes creían que al matar un león,
ellos morirían. Y por esa causa no los mataban y había muchos leones. Una vez,
andando el padre Ugarte por el monte, venia un León a su paso, el padre rápido,
bajó de su mula, tomó entre sus manos unas
piedras y fue al encuentro del animal, con tan buena puntería que de un peñascazo
en la cabeza derribó al león, la mula cabestraba asustada, ya que el padre
Ugarte decidió llevar al león muerto sobre la bestia. Tuvo que ingeniárselas
para poder llevarlo a la misión.
.
El padre Ugarte,
después de dar muerte al león en una pedrada en la cabeza lo llevo a la misión.
Para que los indígenas se convencieran que era
falsa la creencia que tenían y le perdieran el miedo. Había un árbol derribado
en el camino y allí puso al león para que la mula no lo viera, y montando en la
mula, al pasar por donde estaba el árbol agarró al león y lo subió en las ancas
del animal.
Al llegar a la misión, la sorpresa de los indígenas fue
mayúscula al ver al padre con el león muerto y que no le hubiera pasado nada.
Este hecho y con su ejemplo de caridad para con ellos, el padre se fue ganando
el respeto de ellos. En otra ocasión, cansado de que los indígenas se burlaran
de él, y puesto que ellos respetaban al más fuerte, entonces el padre tomó una
decisión. Había entre ellos uno grandulón y burlesco, cuando mas se burlaba de
él, el padre lo levantó en el aire tomándolo de los cabellos teniéndolo suspendido
por unos instantes, asustándose los demás y desde entonces ya no se burlaron de
él.
El padre Ugarte era un hombre de probada bondad y de un
gran temple. Tenia la fuerza de cuatro hombres, enseñó a los californios además
del evangelio, a labrar y cultivar la tierra. Por medio de la construcción de
canales de riego y estanques para almacenar el agua, se cosechaban variados
frutos. Maíz, frijol, trigo, vid, olivos, datileros, frutos y algunas verduras.
También les enseñó a desmontar para hacer caminos. Trajo de otras partes del
mar de california cría de ganado mayor y menor así como ovejas de, y les enseñó a trasquilarlas en su
tiempo y a cardar la lana. Y no conforme con eso les fabrico ruecas y telares
de madera para elaborar telas para cubrir sus desnudos cuerpos. Además, les
trajo de la Nueva España un maestro para que les enseñara a elaborar prendas de
vestir. El primer modisto o costurero en
la península fue el señor Juan Moran, al que el Padre Ugarte le pagaba 500
monedas de oro al año para que enseñara a los indígenas este oficio. El señor
Moran vivió muchos años en la península enseñando el arte de la costura a las
mujeres, hasta su muerte en su ancianidad. Las mujeres indígenas fueron las
mejores fabricantes de prendas de vestir, principalmente las medias de medio
punto para los soldados, las que eran de muy buena calidad y las damas
españolas se las peleaban, según las crónicas del padre Miguel del Barco y de
Clavijero.
Al tañer de la campana...en la misión de San Francisco
Javier entre aquellas serranías hermosas misas se hacían utilizando el
excelente vino que se producía en la misión...enmarcado con el coro musical
compuesto por niños, jovencitos y jovencitas indígenas, el padre Ugarte les
enseñó música y tocaban artísticamente los instrumentos musicales. Era una
escuela de artes la misión de Vigge Biando. Había hospital y dispensario
medico, el mismo padre Ugarte les enseñó a las mujeres grandes, artes manuales,
para que a su vez enseñaran a las niñas. Había mujeres que especialmente atendían
a los niños huérfanos. El industrioso padre Ugarte construyo un barco con
madera de la región, con la ayuda de un ebanista de rivera que trajo de la otra
banda, al que le dio por nombre “El
triunfo de la Cruz”, fue el primer barco construido en la península.
El padre Juan de
Ugarte, fue uno de los misioneros jesuitas más célebres de california...nació
en Tegucigalpa Honduras en 1660. Fue
amigo entrañable del padre Kino y Salvatierra y murió en su misión de San
Francisco Javier el 28 de diciembre de 1730, siendo muy sentida su muerte,
principalmente por la misión de los indígenas de San Francisco Javier.
Esta iglesia que cautiva la fé de los peregrinos que
durante tres siglos que con gran devoción la visitan, está en la cabecera,
sitio o pueblo que en un principio se llamo San Pablo; pero que hacia muchos
años se traslado a ella la residencia ordinaria del padre misionero, por haber
faltado el agua permanente que al principio de esta conquista se estableció
esta misión, y solo ha quedado una ranchería con nombre de San Javier Antiguo;
pero como el patrono de la misión es San Francisco Javier, habiéndose
trasladado al paraje de San Pablo la cabecera, se traslado también el nombre de
San Javier. De las 17 misiones construidas en la península por los religiosos,
la de San Francisco Javier es la mejor conservada.
Los retablos de la misión, fueron enviados desde la
ciudad de México, en 32 cajas de maderas. Su traslado se llevó a cabo en buques
de vela ruta San Blas Loreto; luego, a trote de mulas por aquellas pedregosas
laderas de la sierra de la giganta. Cada año los devotos peregrinos llegan de
diferentes lugares del Estado así como de la República a dar gracias por los
milagros concedidos. Desde una semana antes al 3 de diciembre la monotonía se
rompe en San Francisco Javier, con la alegría de los lugareños. Las banquetas
de la única callecita del pueblo lucen barridas y regaditas con sus puestos de
fritangas y productos propios de la región para venderles a los visitantes.
Desde el día 2 de diciembre en la noche se inicia la velación de San Francisco
Javier, enmarcados con música ranchera, corridos revolucionarios y carreras de
caballos, así como melodías románticas arrancadas a los instrumentos musicales
de los conjuntos del pueblo. En ese ambiente adornado el altar mayor de
hermosos arreglos florales e iluminado a la tenue luz de las velas se entonan
cantos y rezos también conocidos como “los gozos de San Francisco Javier”. A
las doce de la noche se cantan las mañanitas, y se continúan los gozos.
En ese inclemente frío, la gente baila y canta para no
sentirlo. A las 5 de la mañana del día 3 se inicia la primera misa, siguen
bautizos y confirmaciones. A las doce del día, hombres y mujeres del pueblo
bajan al santo y lo colocan al pie de su altar. Luego sigue la procesión por la
única calle del pueblo. Después, se coloca al santo en su lugar de origen entre
rezos y cantos. Y por la noche, continúan los rosarios. Al día siguiente,
cuatro de diciembre, por la mañana se celebra la misa de despedida a los peregrinos.
Enmarcado con el aullar del viento que mecen los centenarios olivos que planto
el padre Juan de Ugarte con la ayuda de los californios
…Por el placer de escribir…Recordar…Y
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