lunes, 27 de enero de 2020

YOLLOXÓCHITL
LA PAZ QUE SE PERDIO
POR MANUELITA LIZARRAGA ALCARAZ.
YOLLOXÓCHITL..PRODIGIOSA PLANTA MEDICINAL, Y SU HERMOSA LELLENDA ..
Yolosóchitl o yoloxóchitl (Del náhuatl, literalmente = flor de corazón de yolotl- corazón + xochtil - flor). Cierta planta que produce una flor olorosa, cuya infusión se toma para curar enfermedades del corazón.
Nombres Vulgares: Yoloxóchitl, flor de corazón, magnolia mexicana, hierba de las mataduras, jolmashté, pirinola, anonillo, cocté, yolachi, guialacha-yati, quije-lechi-yate, hualhua, laurel tulipán, cocoijoyó.
Nombre Científico: Talauma mexicana (DC.) Don. Familia de las Mgnoliáceas.
Sinonimia: Magnolia mexicana DC. Talauma macrocarpa Zucc.
Lugares de Vegetación: Crece en las montañas de Veracruz, Oaxaca, Morelos y México.
Caracteres: Arbol grande de hasta 30 m de alto, con hojas alternas, pecioladas, obovado-oblongas, enteras, coriáceas y brillantes; de 15 a 20 cm. de largo por 8 a 10 de ancho; flores terminales y grandes, blancas y olorosas, con 3 sépalos caducos y velludos y nueve pétalos; estambres numerosos; los frutos son policárpicos, de 10 a 15 cm de largo, ovoides, pardo verdosos y aterciopelados en el exterior y rosados hacia el interior; los carpelos se desprenden individualmente o en grupos dejando las semillas blancuzcas rodeadas de un arilo rojo, péndulas de un funículo corto. Los frutos maduros pueden permanecer largo tiempo en el árbol; con albumen oleoso. Florece de mayo a junio.
Partes Usadas: Las semillas, flores y corteza.
Composición Química: Las semillas contienen: 56% de materia grasa, resina ácida, resina indiferente, aceite esencial, materia colorante (roja por transparencia y verde por reflexión), materia extractiva amarga (talaumina), glucósido resinoso, sales de potasa y sosa y ácidos oxálico, málico y fierro.
La corteza contiene materia grasa sólida, resina ácida soluble en el éter y alcohol, resina indiferente soluble en el éter sulfúrico, sustancia semejante a la quercitina (en pequeña cantidad), un glucósido y talaumina.
Acción Fisiológica: Las flores y la corteza se usan tradicionalmente para curar infecciones cardíacas. Se han encontrado en esta planta sustancias depresoras del sistema nervioso central, hipotensoras y antiterogénicas. Las semillas y sobre todo la corteza contienen "talaumina" que actúa en el corazón. La infusión que se obtiene del cocimiento de la corteza aumenta la amplitud del pulso, regulariza y retarda las contracciones cardíacas, motivo por el cual se utiliza en medicina casera para controlar los efectos de la hipertensión arterial principalmente. Las flores se emplean como antiespasmódicas. Las semillas contra la parálisis. Los pétalos son astringentes y corroborantes, el cocimiento es útil en la gota. El vino preparado con las anteras se emplea contra la epilepsia y la alferesía. Pese a su amplio uso en la actualidad como planta medicinal y a su aplicación incluso desde tiempos prehipánicos por sus propiedades curativas, no existe nada concluyente, desde el punto de vista médico.
Leyenda: Antes de que los españoles llegaran al país, señoreaba los destinos de los zapotecas netzichu de El Rincón el cacique de Totolinca. Más allá, al oriente de sus dominios y a dos jornadas de distancia, la sinuosa cresta del Cempoaltepetl atalayaba las vastas posesiones del pueblo mixe, irreconciliable enemigo del zapoteca. Un odio ya genérico, feroz, implacable, dividía a ambas naciones, manteniendo un abierto y constante estado de guerra entre mixes y netzichu, siendo estos los que resentían mayormente, por la vecindad de su territorio con el del enemigo, las consecuencias de aquella antigua rivalidad, pues los mixes frecuentemente caían por sorpresa en los lugares inmediatos o menos custodiados del campo netzichu, arrasando las sementeras, prendiendo fuego al monte, robando a la mujeres y causando considerables bajas en las guarniciones zapotecas.
Sin embargo, pese a esta enconada rivalidad, cuando las tropas españolas irrumpieron en territorio de unos y otros intentando uncirlos al yugo de la conquista, mixes y netzichu, aún cuando sin hacer causa común, los combatieron; los netzichu aniquilaron completamente la expedición de Francisco Briones en Tiltepec y los mixes detuvieron e hicieron retroceder con grandes pérdidas a las tropas de Rodrigo Rangel.
Y ante tan repetidos descalabros que, poniendo en entredicho el valimiento de las tropas españolas, comenzaban a levantar el ánimo de los pueblos de todo el Coatzacoalco, comunicándoles el fuego de la resistencia. El Lic. Marcos de Aguilar a la sazón gobernador de la Nueva España, organizó una nueva expedición con fuerte contingente de soldados españoles y guerreros mexica, a las órdenes del Capitán Gaspar Pacheco, quien, penetrando a la serranía por el Valle de Oaxaca, el 2 de agosto de 1528, día de San Ildefonso, fundó el presidio de la Villa Alta de este nombre, con treinta familias españolas, y un núcleo de indígenas mexicas que se establecieron en el barrio de Analco, como base de operaciones para combatir a los indomables mixes y netzichu, llevando consigo, además del contingente de tropas regulares, una doble rehala de enormes mastínes adiestrados para dar caza a los indígenas.
Fueron solamente los mixes quienes resistieron todo el peso de la embestida. Los netzichu, dejándose arrastrar por el profundo rencor hacia sus tradicionales enemigos, mantuvieron una actitud pasiva. No obstante, aquella campaña no tuvo mejor resultado que las anteriores; la caballería no podía maniobrar libremente en las anfractuosidades de aquel macizo montañoso en el que, en cambio el mixe se desenvolvía a su arbitrio, y las tropas de Pacheco fueron de derrota en derrota.
Irritado ante aquella tenaz e inesperada resistencia, e impotente para vencerla aún con el auxilio de sus feroces mastines, Pacheco desató una campaña de terror y de crueles represalias con los prisioneros que caían en su poder, e hizo ahorcar a unos y atormentar a otros, pero sin que el tormento fuese suficiente para doblegar la irreductible condición de los mixes que se negaron a revelar la ubicación de sus fortalezas y escondrijos, soportando el tormento con tal ánimo que sus propios verdugos llegaron a quedar desconcertados, sobre todo ante la entereza de Güitsuk espía mixe sorprendido en el campamento español, quien, viendo rasgar sus carnes por las tremendas tarascadas de los furiosos mastines, aún se permitió el bronco alarde de azuzarlos: ¡ Comed bien, que así me pintarán en la piel del tigre y se me contará entre los valientes, por no descubrir a mi Señor ¡...
Ágil como una cervatilla, flexible y grácil como un junco y alegre y como el despertar de la campiña bajo los primeros efluvios primaverales, tal era el delicado capullo próximo a convertirse en flor, en quien el viejo cacique de Totolinca había concentrado todos sus afectos, la hija entrañablemente amada, cuya voz, en las melodiosas inflexiones de la lengua nativa, semejaba el musical gorjeo de los pájaros del bosque, y cuya risa, vibrante, clara, diáfana henchía de regocijo el corazón paterno y alegraba el ambiente del hogar en el que la ausencia definitiva de la madre había dejado un vacío irreparable.
Y por eso, el viejo cacique amaba a aquella niña, con un amor en el que se conjugaban el cariño paternal y la honda devoción a la memoria de la esposa hacía ya tiempo ida. De manera que si grande fue la cólera del viejo cacique no fue menos intenso su dolor el día en que Pacheco, antes de volverse, despechado por no haber podido someter a los mixes, reclamó a la doncella como prenda de garantía de que los netzichu continuarían manteniendo su misma actitud pasiva, respetando a la guarnición que quedaba custodiando la recién fundada población de la Villa Alta de San Ildefonso. Pero el cacique se negó. Y para sustraerse a la ira de Pacheco- que no tardó en destacar un fuerte contingente de tropas a su persecución- él y todos los moradores de Totolinca desampararon el poblado y buscaron refugio en los más recónditos escondrijos de la sierra.
Al hallar el pueblo abandonado, las tropas de Pacheco iniciaron la persecución de los indígenas disponiendo una batida en toda forma, como si se tratase de dar caza a las temibles alimañas del bosque.
Y comenzó el acoso de la presa, de la presa humana, por todos los ámbitos de la serranía, batiéndose el terreno palmo a palmo, entre los intermitentes estampidos del arcabuz, el ulular de los soldados azuzando a las jaurías y los roncos ladridos de los mastines que, amplificados en el seno de las gargantas y hondonadas, hacían huir de su refugio a los animales montaraces. En tanto el cacique y su servidumbre seguían internándose cada vez más, monte adentro. Pero el acoso proseguía, implacable, metódico y ante el riesgo de ser descubiertos de un momento a otro el viejo cacique decidió dividir el grupo, atrayéndose sobre sí la atención de sus perseguidores, viendo en este recurso la única posibilidad de salvación.
- Hija mía: Tú y tus doncellas corran a esconderse en la cueva de Yagaache mientras nosotros los distraemos. Ve pronto y nada temas. Nosotros sabremos burlarlos.
Pero el cacique jamás volvería a ver a su hija. Aún cuando distrajo en su persecución gran parte de la jauría y él y sus acompañantes la burlaron encaramándose a la copa de los árboles, otro grupo que batía el flanco opuesto de la montaña interceptó el paso de las fugitivas que viéndose perdidas, ocultaron a la princesa bajo un tupido manto de hojarasca, en donde pero presa del terror murió,...... por la espantosa impresión que le causaron los sordos gruñidos de los feroces mastines, los alaridos y gemidos de agonía de sus doncellas al ser despedazadas por los perros y el siniestro crujido de sus huesos triturados por las recias mandíbulas de las hambrientas bestias...
Dos años transcurrieron desde aquél día funesto. Al volverse el sanguinario capitán español los netzichu pudieron reintegrarse a sus hogares y la tranquilidad renació nuevamente en Totolinca, pero no en el corazón del viejo cacique que, agobiado con la pérdida del ser que alegraba los últimos días de su existencia, comenzó a debilitarse gradualmente. Porque el viejo cacique, ignorante de lo que había acontecido y en la creencia de que su hija había corrido la misma suerte de sus doncellas, lloraba acerbamente su triste fin, y vivía continuamente atormentado por la congoja de que ni siquiera pudiesen ser llorados ante el túmulo sepulcral los restos de aquella hija tan entrañablemente amada....Hasta que cierta noche en que después de muchas otras de penoso desvelo, pudo al fin conciliar completamente el reposo, la visión de su hija, entrevista en sueño, llevó a su pesadumbre al piadoso lenitivo del consuelo, en la forma de un revelación inesperada:
-Deja ya de llorar, padre mío, porque sin mi muerte no hubiera nacido el remedio de tus males. Mi cuerpo está escondido bajo la hojarasca, a un lado del manantial de Peña Sola, y da sustento a un árbol cuyas flores serán el remedio para todos los que como tú, padecen del mal de corazón...
Al día siguiente, el cacique se dirigió muy de mañana al sitio que le indicara la visión y pudo constatar la realidad de aquella visión que tuvo en sueños. Y se cuenta que, curado completamente de sus males con la infusión preparada con las flores del prodigioso arbusto, pasaba muchas horas bajo su fresca sombra, aspirando su grato aroma y escuchando el suave susurro de sus hojas, tal como si en los mismos se hubiese condensado la esencia de aquel ser cuyos despojos nutrían sus raíces. Hoy el pueblo de Totolinca ya no existe. Pero sí los renuevos del singular arbusto que florece en las serranías villaltecas, cuyas flores, cuidadosamente conservadas por los ancianos herbolarios, envolviendo sus aromosos pétalos uno a uno, hasta configurar un corazón, son a modo de un símbolo del cruento sacrificio de la princesa indígena".

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