...Son
muchos los espantados en esa mansión, por la calle Guillermo Prieto y
Allende...la que hace algunos años luce tapiada...pues nunca nadie la ha podido
habitar...y quienes han vivido en esa casa de la ahorcada no ha sido por mucho
tiempo, ya que, espantados la han tenido que desalojar.
Una
hermosa tarde de lluvia, hace ya algún tiempo, llegué a visitar a mi cuñado,
Don Vicente Dominguez, y a su apreciable familia, como es la costumbre; y un
escándalo tenían entre sorbo y sorbo de café de grano acompañado de exquisitas
galletas marineras...”fíjese mamá, que Angélica mi prima, (Estudiante
normalista en ese tiempo), nos contó espantada lo que le sucedió en la casa de
la ahorcada a cinco compañeras suyas...decía mi sobrina Magdalena, que hasta se
ahogaba del susto y quienes la rodeábamos también, y añadió...resulta que estas
muchachas radicaban en Ciudad Constitución y rentaron la casa de la ahorcada
entre las cinco estudiantes...claro, que ellas no sabían nada de la leyenda que
circula de boca en boca de la mencionada mansión...al llegar, dejaron sus
maletas todavía en el porche, y tres de ellas se fueron a bailar al Rollo... se
quedaron dos muchachas por que tenían que estudiar para el examen del día
siguiente.
La pertinaz llovizna repiqueteaba en el techado,
y entre truenos de rayos y centellas y aquellos aromas a café de granito,
emocionados, con los ojos pelones, atentos, escuchábamos: “una de las muchachas
tomó su libreta para estudiar y se metió al baño a hacer una necesidad
biológica...y cuando mas adentrada estaba en la lectura, ¡que se le refleja en
la libreta a la luz del foco la sombra de una persona ahorcada!, ella no comprendía
de donde salía aquella sombra, pero al levantar la vista por poco se desmaya
del susto ¡de la regadera pendía el cuerpo de una señora viejita ahorcada que
ante su vista se desvaneció!. La joven salió espantada con las ropas menores
hasta las rodillas gritando como una desquiciada...!hay una mujer ahorcada en
el baño!, no quisieron saber más y del
porche recogieron las maletas y naturalmente que no habitaron la casa”.
Al
escuchar esta agradable y espeluznante conversación, tercié en la plática, y
ratifiqué a mi sobrina que la muchacha no mentía, que es cierto que en la casa
de la ahorcada se aparece la mujer colgada de una cuerda, y se escuchan lamentos y arrastres de
cadenas. Les voy a narrar mi propia experiencia cuando niña, y algunas de otras
gentes que han vivido en la casa de la ahorcada. Corría el año de 1950 o
1951...felizmente vivíamos, además de mis padres y hermanos con abuelita, mi perro viejo el pachuco y
todo, en la casona de piedra gris de don Gelasio Aguilar y de Doña Margarita
Vonborstel de Aguilar (q.e.p.d.) (bellos recuerdos), la casona en mención esta
ubicada en Guillermo Prieto y Juarez, antaño era una hermosa huerta toda la
manzana donde se cultivaban frutas, verduras y hortalizas y una diversidad de
hermosas y perfumadas flores...también había ganado y grandes gallineros
repletos de aves, así como porquerizas, pájaros cantores de todo tipo, gansos,
patos y pavorreales y desde luego el molino de viento con su gran pila y
sistema de riego que no podía faltar...el aroma a pan calientito de la
panadería “la vencedora”, propiedad de don Gelasio, inundaba aquel ambiente
familiar y vecinal...aquella tarde perfumada a tierra mojada pues había llovido
bastante aquel día , después de la lluvia jugábamos todos los niños de la
casona, y algunos amiguitos del barrio haciendo casitas y pasteles con la
tierra mojada como antaño era la costumbre jugar a la tenue luz del foco del
poste de la esquina donde estaba la casa amarilla de techo de cuatro aguas, de
doña Nieves Prieto para ser exactos. De repente a mi hermanita mayor se le
ocurrió que jugáramos a las escondidas y todos los chamacos corrimos a
escondernos...mi hermana señaló para unos matorralitos que había en la banqueta
donde es la casa de la ahorcada por la calle Guillermo Prieto poquito antes de
llegar a la esquina de la calle Allende...muy calladitas nos agazapamos entre
aquellos arbustos, pero de pronto, al levantar la vista vimos por una ventana
de baño, que no tenia vidrio por cierto, a una viejecita colgada de la
regadera, o seria viga quizás, pero ella estaba colgada. Quizás era una persona
joven aun, pero a nosotros nos pareció viejita (antes las abuelitas de 40 años
ya eran viejitas), se sentaban en una rechinadora poltrona, peinadas de molote
y todo. Ahora, las abuelitas de esa edad son unas muchachas.
...!
Fue una experiencia que jamás he podido olvidar!...tenia la señora los ojos
volteados y la lengua de fuera...imagínese estimado lector la impresión al ver
aquello para unas niñas de escasos 7 y 9 años. ¡que íbamos a saber de espantos!,
ni por un momento pensamos que fuera eso u otra cosa aquella escena...!armamos
un escándalo!, ¡se ahorcó la viejita...se ahorcó la viejita!... acudió el
vecindario y claro que ellos no vieron nada...mi madre nos pegó una cintariza,
y mi abuelita no se la acababa...recuerdo que decía mi mamá “diga que no es
cierto” y ¡Pas carajo! un cintarazo en las piernas y parecía una danza la que
teníamos, mi mamá tirando cintarazos, el perro ladrando tratando de quitarle el
cinto de las manos a mi mamá y nosotras dando vueltas diciendo “si, es verdad,
si es verdad” y el pachuco saltando y ladrando tratando de quitarle el cinto a
mi madre. Crecimos con esa incertidumbre sin comprender por que nos pegaban si
nos habían enseñado a no mentir. Sepultamos en el arcón del recuerdo aquello;
lo recordábamos como una cómica anécdota por nuestro comportamiento que
brincábamos al tiempo que nos llovían los cintarazos y decíamos “si es verdad
si es verdad” y mi mama decía “diga que no es cierto”. Y el perro en lo suyo.
Al
paso del tiempo, todo ha sido como una leyenda. Investigando aquí y allá, me he
enterado de muchas experiencias vividas en esa casa por muchas personas...pero
ellas, me han pedido que no publique sus nombres, lo cual se los respeto.
Dicen que por la década de los años 30
una señora (no voy a publicar sus nombres por respeto a sus familiares si es
que existen), según se cree que se suicido, ahorcándose de la regadera del
baño. Unos dicen que estaba afectada de los nervios; otros dicen que por
robarle la asesinaron y que hubo hasta una persona muy allegada a ella detenida
en la cárcel por sospecha. Lo cierto es que esta persona se ahorco y se aparece
en la casona. La casa la rentaban sus dueños, pero luego se escuchaban cosas
raras que no podían habitarla. Una amiga muy querida de la señora Ahorcada,
cuenta que Elena, así se llamaba, era muy feliz en su casa...tenía una hermosa
huerta donde abundaban los árboles frutales y un hermoso jardín inundado de una
diversidad de flores, pavorreales, y muchos pájaros cantores. Y dice, que ella
le contaba que nunca se iba a ir de su casa, que siempre iba a estar en ella,
porque era muy feliz y la quería tanto.
Un
vecino de la casa en mención dice que él no quiere voltear para adentro de la
misma, que respeta lo que se dice y que no se quiere arriesgar; que por las
noches se escucha detrás de la barda como si viviera gente en esta casa, y
también cacareos de gallinas se escuchan como si anduvieran barriendo, como si
lavaran los trastes, en fin que se siente que estuviera habitada. Añade este
respetable señor, que hubo un tiempo en que los dueños de la casa la regalaban
a quien pudiera habitarla y fueron muchos los que lo intentaron, pero salían
espantados. Dice el mismo señor que hubo un caso muy curioso, que un día llego
un señor, de esos valentones que no faltan, y dijo “hay que tenerle miedo a los
vivos, no a los muertos, vera usted como yo si me voy a quedar con esta casa,
que ahorcados ni que ocho cuartos” y si, el señor se cambió a la casa, muy
contento se miraba que la arreglaba y todo parecía normal, pasaron varios días
y hasta pensó, “este ya se quedó”. Pero como a la semana, de repente salió el
señor en su pick up en reversa despavorido, que hasta el árbol de la banqueta
de enfrente tumbó...él fue el último que vivió allí. Le pregunté pues que paso,
“fíjese, me dijo aterrorizado, estaba parado en una silla clavando en la pared
un cuadro, cuando de pronto me golpearon las corvas o me hicieron el
“soldadito”, así como una zancadilla y caí al suelo de rodillas, pero al levantarme
y a alzar la vista, ¡voy viendo la mujer colgada en el baño, yo no quiero esa
casa!”. Desde entonces los dueños tuvieron que tapiar la casa. Dice este mismo
señor que el acostumbra a pasear a su nieta por esa banqueta pero a temprana
hora y sin voltear para adentro de la casa por aquello, pues no tengo ningún
negocio en ella. Y una tarde venían tres jóvenes estudiantes por la banqueta de
enfrente y me quedaban de frente, de pronto los muchachos corrieron espantados
gritando, ¡señor!...!señor la mujer vestida de blanco que le acompañaba
desapareció ante nuestros ojos! La cosa es que yo no traía ninguna mujer que me
acompañara, solo los jóvenes la vieron y desde entonces, por si las dudas, le
rodeo la banqueta. Por su parte Don Oscar Amaya del barrio “la pedrada”, dice
que en esa casa de la ahorcada vivió un señor que se dedicaba a la costura,
pero que se tuvo que salir espantado, porque fueron varias las veces que vio a
la mujer caminando por la casa y el patio con el chicote arrastrado amarrado
del cuello.
...Por
la casa tapiada de la ahorcada mas vale que pases persignada...por que en
cualquier momento puedes ver a la mujer colgada...
Aquí
en La Paz, existen muchas casonas antiguas que encierran bonitas leyenda de
aparecidos y tesoros...pero, como yo escribo de noche, como que me da cus cus
escribir sobre estos temas tan apasionantes, pero lo haré de vez en cuando.
“…Por el placer de Escribir… Recordar y
Compartir…”