La
bella construcción de la torre del vigía removió en mi mente las paginas del
libro en ellas escritas, y me llena de gozo el recordar y hacer recordar a
quienes vivieron esa época de bonanza, de esta amada tierra peninsular, así
como informar a las nuevas generaciones la historia del muelle fiscal.
El
muelle fiscal fue el detonante del progreso en la península de Baja California
Sur, impulsando su desarrollo económico, político y social. Su fundación se
remonta a las primeras décadas del siglo pasado, motivado a que la capital del
territorio estaba en Loreto y por haber sido casi destruido Loreto en 1828 por
un cataclismo, se estableció la aduana en La Paz en 1832 la que era un pequeño
caserío. En el histórico muelle fiscal esta plasmada gran parte de la historia
de Baja California Sur y sus habitantes. Hechos sobresalientes que sucedieron
en distintas épocas que quedaron en la historia que conforman esta península.
En Septiembre de 1846 sufrió esta ciudad de La Paz la primera invasión
norteamericana atracando en el muelle los barcos enemigos, y ante la cobardía
del jefe político Francisco Palacios Miranda quien permitió el atropello, que
se tomara el puerto e izaran la bandera norteamericana. Después de tenaz lucha,
el 02 de octubre de 1847, los valientes
héroes muleginos encabezados por el General Manuel Pineda lograron que salieran
huyendo vergonzosamente los extranjeros.
Baja
California Sur siempre ha sido muy codiciada por el extranjero, y sufrió otro
ataque pirático por William Walker desembarcando con engaños e izando su
bandera según, tomando los edificios públicos proclamando su nueva República.
Este pirata filibustero ordenó el saqueo de las casas así como de los archivos
oficiales. El teniente Manuel Pineda le hizo frente con doce gentes armados
hasta con piedras y palos haciéndoles seis muertes a Walker. En esta contienda
se unió el General Marquez de León haciendo huir vergonzosamente a este pirata.
En 1855 hubo otro intento de asalto por fuerzas americanas pero las autoridades
ya estaban escamados con los otros ataques y no permitieron el desembarco de
piratas, dispararon sus cañones, les causaron varias bajas, los apresaron y
confiscaron la flotilla de tres barcos, los bienes y los víveres.
En
tiempos revolucionarios en el territorio el 20 de marzo de 1880 procedente de
Mazatlán, Sinaloa, atraco en La Paz el barco Demócrata y varios barcos más con
una cuadrilla de 360 hombres, 50 dragones del octavo batallón y una sección de
cañones de siete centímetros a las órdenes del General José María Rangel. En
1912 el licenciado José María Pino Suárez, vicepresidente de México visito La
Paz poco antes de ser asesinado al igual
que don Francisco Indalecio Madero.
Por los albores de las
primeras décadas de este siglo, en la cumbre de la antigua torre del vigía, así
como de la actual reconstruida en 1938, por la ventana salía un negro y largo
catalejo vigilante, atisbando la lejanía y llenando su vista el campanero del
pueblo con las maravillas del ayer atento de la llegada de las armadas perleras
y de los barcos mercantes de la época que cargados de preciadas mercancías
arribaban a nuestro bello puerto de La Paz atracando en el muelle fiscal
Sentados a la orilla del
muelle de antaño, bajo la sombra del frondoso pino en las blancas arenas, así
como al pie de la torre del vigía estibadores y alijadores esperaban con gran
ilusión el arribo de los barcos que con gran júbilo al vuelo de la campana
anunciaba el güero Gilberto. Con tres largos campaneos si se avistaba a la
distancia un barco grande, y con dos campaneos si era una armada perlera. Los morenos señores curtidos por el
inclemente sol Cali sureño y la brisa del mar, con sus paliacates amarrados al
cuello y una sonrisa en el sudoroso rostro se aprestaban felices a realizar
cabotaje y desembarco de las mercancías que transportaban los navíos de la
época, como El Progreso, el Peninsular, el Araguan, El Raúl, El Blanco, Los
Korrigans, El Salvador, La Estrella Costera, El Salvatierra, El Anita, El
Spruce, y muchos mas que procedentes de Topolobampo, Manzanillo, Guaymas y
Sinaloa alegraban con su presencia y daban trabajo y beneficios a los hombres
del pueblo.
Los grandes buques así como
barquitos de vela se regresaban cargados de productos de la región como oro,
plata, aleta e hígado de tiburón, vaquetas curtidas y procesadas en la tenería
Suela Viosca, trigo y algodón cuando el boom en Santo Domingo, carne seca de
res de pescado, de burro y hasta de venado así como queso regional ganado y
bestias. Era todo un espectáculo ver el embarque del ganado que seguramente
arriaban de los ranchos aledaños. En grandes manadas las que irrumpían por el
pueblo arriadas por los rancheros rompiendo la monotonía de la tarde y las
echaban en la bahía para luego ser embarcadas colgándolas de los cuernos con los winches.
La torre del vigía y el
campanero del pueblo, también anunciaba el mal tiempo. Cuando había ciclones o
chubascos, el largo y negro catalejo estaba vigilante y el campanero sacaba un
gallardete amarillo cuando era calmo y uno rojo cuando había peligro. Las gentes
del pueblo de aquel entonces se arremolinaban alrededor de la torre del vigía o
salían al malecón pendientes de las
señales del campanero.
Los habitantes de La Paz ya
tenían identificados el silbido de cada barco, al escucharlos, sabían que barco
llegaba y cual partía. Y los hombres del ayer al escuchar el campanero
anunciando su arribo, jubilosos salían de sus casas rumbo al muelle fiscal que en aquel entonces fue de madera y con
rieles, para ganar el jornal diario. Puras monedas de plata ley 0720, y con su
paliacate anudado al cuello el que les servia para secarse el sudor y también lo
utilizaban para recoger productos cuando los costales de 70 kilos se rompían, como café de granito, trigo,
frijol, maíz y arroz los que eran muy apreciados. En el atardecer, el malecón
se llenaba de señores que regresaban felices con el jornal diario tintinando en
la bolsa del pantalón, las monedas de plata, el pañuelo lleno, amarrado a nudo,
y una sarta de cogollo de palma con un trozo de pescado marlín o agujón que les
daban a su paso los pescadores del ayer, que sacaban los turistas extranjeros
que se hospedaban en el hotel Los Arcos.
Fueron tiempos muy bellos en
el pueblo, el zumbar de los chocomiles en el puesto de campesinas y raspados de
don Lencho Sánchez se perdía entre aquellos ruidos. El silencio se rompía con
el silbar de los barcos al arribar, o al partir. En 1964, se inauguro el primer
transbordador “La Paz”, quedando en silencio el muelle fiscal y abriendo otra
etapa comercial como la fayuca, e impulsando el progreso en el Estado. El
muelle fiscal convertido ahora en una bella obra arquitectónica que engalana
nuestra ciudad de La Paz es un atractivo turístico sin duda alguna.
...La torre del vigía,
bellos recuerdos, se yergue majestuosa al paso del tiempo testigo mudo de gran
parte de la historia de nuestro terruño peninsular que con su catalejo sus
campanas y banderines, fue el puntal del florecimiento del comercio, testigo de
la bonanza y de la alegría de los habitantes de aquel ayer.
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