Don
Benito Juarez, con su gobierno contribuyó a formar el espíritu de la nación
mexicana. Es el símbolo de las leyes de reforma de 1857, y el alma de la
resistencia durante la intervención francesa en México, logrando la victoria
definitiva de los republicanos contra los imperialistas, conjurando todo
peligro de amenaza europea. Don Benito Juarez García fue toda una institución
de las leyes. El hombre de las luchas y las tempestades políticas, el hombre
cumbre, que produjo el mundo después de nuestro señor Jesucristo, nació el 21
de marzo de 1806...exactamente durante el equinoccio de primavera, en el pueblo
de Guelatao Oaxaca. Benito fue un humilde pastorcito que mientras cuidaba el
rebaño hacía vibrar su flauta de carrizo inundando de notas musicales, montes y
serranías de la Mixteca ,
templando su espíritu...debido a un incidente con las ovejas que estaban a su cuidado,
se dirigió a Guanajuato y gracias y a la nobleza y apoyo de Don Antonio
Zalanueva, a los doce años empezó a conocer el alfabeto. Su esfuerzo fructificó
hasta recibirse como abogado...debido a su dedicación llegó a ser presidente
del Tribunal Superior de Justicia de su Estado...posteriormente, fue
gobernador, y luego presidente de la República. Su honestidad se comprobó, pues su
fortuna consistía en 2,500 pesos. en una ocasión, durante una visita que hizo
Benito Juarez al gobernador de Guanajuato, al otro día, muy temprano, solicitó
a una sirvienta que le alcanzara un recipiente con agua para asearse la cara, y
como ésta lo vio prietito de color firme y humilde, le contestó majaderamente
voz tronante, ¡si quiere agua vaya y sáquela usted del pozo!...el presidente
Benito Juarez se dirigió a donde se le mandó, sacó agua del pozo y se fue a su
recamara y se aseó. Ya en la mesa, a la hora del desayuno, debido a su alta
investidura le cedieron la cabecera de la mesa, y la sorpresa de la sirvienta
fue mayúscula cuando el gobernador le ordenó que le sirviera primero al señor
presidente. Ésta se soltó llorando pidiéndole disculpas y Juarez con la
sencillez que le caracterizaba le dijo que no tuviera cuidado.
Don Benito Juarez falleció
el 18 de julio de 1872. Ante la tumba que se acababa de abrir todas las
pasiones enmudecieron. El Ayuntamiento decretó un luto de siete días, la prensa
guardó silencio. Al fondo del salón de embajadores, en un catafalco con su frac
inevitable y la banda tricolor en el pecho, colocaron el cadáver del indio
incansable que luchó por dejarnos las leyes de reforma, y reconstruyó el país
poco a poco. La personalidad política del señor Juarez pertenece a la historia
cuyo buril severo le asignará el lugar que de derecho le corresponde, siendo
incuestionable que su recuerdo vivirá siempre en todos los mexicanos, por
hallarse ligado con los de las épocas más importantes de nuestra vida pública.
… Por
el placer de escribir… Recordar… y Compartir.
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LA
PAZ QUE SE PERDIO.
POR
MANUELITA LIZARRAGA.
- 1806 - 2014, AÑO DE JUAREZ… 208 AÑOS DE SU
NATALICIO.
Poema escrito al festejar el
bicentenario de su natalicio. Se respeta el texto original.
Por: Alfredo Cardona Peña.
Excelentísimo Señor Presidente,
Del
carácter insobornable, de la fuerza en el día,
Prefecto
del rigor, edecán de los limpios,
Gran
caballero de la orden de los humildes;
Condecorado
por el sol, que dio a tus facciones,
Una
adusta grandeza de piedra resurgida.
Excelentísimo
señor embajador,
Del
espíritu de las leyes,
Que
entregaste tus credenciales en las manos del pueblo
Y
vigilaste el cumplimiento de lo que parecía intocable
Por
los decretos que firmó la consciencia,
Por
los mandatos que inspiró la mañana
SEÑOR
MINISTRO DE LA RESTITUCION PÚBLICA,
Que
pusiste en tu pecho la lágrima del pobre
Y
no medallas fundidas en latín y amuletos marchitos.
Rector
de la universidad de los dignos,
Que
desconoces los nombramientos honoríficos
Cuando
estos se fabrican de espaldas al decoro.
HONORABLE
CUERPO DEMOCRATICO,
Señoras
y señores en la fe de la historia:
Henos
aquí celebrando el nacimiento
De
quien no tiene muerte,
A
los 200 años exactos
De
su producción en la primavera,
Por
que, señor presidente, según lo han confirmado
Horóscopos
maduros y pájaros triunfales,
Naciste
con la maduración de los frutos, y es simbólico
Tal
advenimiento en la estación de las flores,
Cuando
la tierra derrama su corazón a los humanos.
Haz
que cierta poesía solitaria,
Maestra
en la oscuridad,
Experta
en el sutil enredo de la frase,
Abandone
sus trajes de sombra,
Sus
voces como gotas fríamente perfectas,
Y
poniéndose el casco reservado a los himnos,
Cante
llena de sol en el estadio
Donde
la juventud eleva a tu memoria
Su
competencia musical.
Naciste,
como he dicho, en el día de primavera,
Más
fue tu infancia un triste invierno sin vestido
En
donde muchas veces, para subsistir en el cuerpo
Tuviste
que llamar a las puertas más altas
Como
los ciervos hacen con las últimas ramas.
De
niño recibiste el beso de los crepúsculos
El
orto fue tu ayo, tu madrina la tarde,
Pues
como algunos reyes, que aparecen en el amarillo testamento,
Iniciados
en las fuerzas Purísima de la soledad, fuiste pastor en los días risueños de la
infancia,
Y
es la primera imagen de tu historia una égloga
Que
guarda entre la brisa su armonía inicial.
Como
una comida que han enfriado las penas,
Fue
tu primera juventud, a la sombra de la perseverancia.
Repetiste
el drama del estudiante misérrimo,
Santificaste
la voluntad cuando en la noche
Leías
quemándote los ojos,
Leías
buscando una luz que la vela te hurtaba,
Leías
mientras otros compraban o reían.
Ah,
señor presidente, nosotros no podemos olvidar
Aquellas
horas de estudio sin fiesta,
En
las que poco a poco fuiste viendo a tu patria
Como
un dolor tendido extensamente,
O
acaso como una doncella amenazada,
O
un lindo cuento solo para algunos.
Te
preocupaban los libros caros y la mesa,
La
novia te dolía,
Por
que eras una raíz envuelta en polvo
Y
muchos años de desprecio subían como hiedras,
Por
los duros reinados de tu sangre.
Eras
el último de la calle,
Un
indio, un gran silencio hecho de llama.
Pero,
Fuiste
preparando con lentitud de alfarero una idea,
Fuiste
profundizando en hombres y palabras
Y
te casaste venciendo murallas,
Dejaste
la provincia, madre caudal y sola
Y
un día ciudadano, un día altivo,
Un
día en un gran árbol transformado se abrió tu obra, al fin como una puerta,
De
justicia labrada. Por ella entró la luz
Y
la tiniebla huyó con su murciélago.
¿Cuál
fue tu arma, padre desarmado?
Una
más grande que la luz del día,
Más poderosa que las acechanzas,
A
cuyo nombre tiemblan los culpables,
Enmudecen
puñales, torna el fiel a su punto:
El
pueblo que fue escudo de tu brazo,
Rosa
en tu fe sembrada.
Apretada
en el puño, como un látigo de fulgores
La
ley viajó contigo,
Ardió,
fue construyendo su reforma,
Y a
tal punto se hizo sustancial a tu alma
Que
era tu ser, oh Juarez, LA
LEY MISMA ,
Vestida
severísima y actuante.
En
esa ley -o roca- en que vivías
Fue
a estrellarse el imperio: sus espumas
Salpicaron
las páginas de Europa.
Pero
había pequeñas miserias,
Conspiraban
hisopos y sortijas,
Y
se lanzaron, Juarez incorrupto,
Sobre
tu ideal innovador. No pudo
Aquella
tempestad herir tu frente,
Por
que eras un producto de muchos siglos,
Un
fuego que apagado quemaba tu silencio.
El
suelo estaba lleno de hojas podridas, de basuras crueles,
Y
había que barrer el ancho piso
De
tierra de tu patria,
Limpiar
los miedos, pintar las paredes,
Con
un color que ya no fuera el negro;
Había
que escribir constituciones,
Frases
con sellos de águila, anti dogmas,
Y
sobre todo, no cejar: herir el rayo y dominar la hora.
Entonces
comenzó aquel largo viaje
De
tu celo, y rodaste en un carruaje
Del
que tiraba la jurisprudencia.
Atravesaste
la noche de México,
Fuiste
vigilia, gestión, esperanza
Y
cuando el invasor se derrumbó, cuando tus normas
Fueron
decoro público y las flores
Habitaron
de nuevo las escuelas,
Surgió
tu nombre como una alta cumbre,
Se
hizo muchedumbre tu soledad
Y
para siempre quedaste viviendo
En
las festividades de tu pueblo.
Oh
roca apasionada, estatua viva.
Oh
impasibilidad sobre los montes.
Así
te vemos hoy, y mientras pasa, la hora fugitiva, permaneces,
Y
arde el silencio como un ángel puro,
En
tu silla de bronce.
Desde
esa silla, Juarez inmutable, vences, caminas, logras y construyes.
¡Salud
excelentísimo señor!
Al
pie de tu onomástico
Mares
y lejanías te contemplan
Viendo
como has crecido y cuanto has hecho. Te entregamos las llaves de América.
Te
nombramos
Huésped
de honor de las auroras libres.
Ven
y preside el fallo de la historia
Como
una encina un bosque de laureles.
Respetaremos
como mexicanos,
La
histórica y celebre frase que nos
legaste
“QUE
EL PUEBLO Y EL GOBIERNO RESPETEN LOS DERECHOS DE TODOS. ENTRE LOS INDIVIDUOS,
COMO ENTRE LAS NACIONES, EL RESPETO AL DERECHO AJENO ES LA PAZ.” .
¡Salud
señor presidente!...benemérito de las Américas.
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