viernes, 21 de marzo de 2014

DOÑA RAMONA AMADOR DE CASTRO... “DOÑA CHINA”.... FUE UNA CURANDERA Y PARTERA DE MUCHO RENOMBRE



  • POR SUS CONOCIMIENTOS Y DON DE GENTE, FUE UNA PERSONA MUY ESTIMADA EN AQUELLA REGION.
  • NACIO DONDE EL RUGIR DE LOS DOS MARES SE JUNTAN.... EN EL HISTORICO Y LEJENDARIO SAN JOSE DEL CABO, B.C.S.
  • “DOÑA CHINA” FUE INDITA PERICU... DOMINABA EL CONOCIMIENTO DE LA MEDICINA HERBARIA.
  • FUE ESPECIALISTA EN CURAR EL TETANO EN EL OMBLIGO, O “MOCEZUELO”, Y PARTERA DE RENOMBRE.
  • PADECIA ARRITMIA CARDIACA DESDE LOS QUINCE AÑOS, Y SOLITA SE CURABA; COCIA PALO DE BRASIL, ASAR DE NARANJO Y UNA ARGOLLA DE ORO, Y LE PASABA EL MALESTAR... MURIO A LOS 117 AÑOS.

Al despuntar el alba, Doña China la curandera de San José del Cabo,  caminaba grandes distancias para cumplir su noble oficio... traer niños al mundo... una escudilla de oro o plata en pasta, o un guajolote, o un par de gallinas, o a veces un guacal de panocha, recibía por pago; y los que no tenían para pagarle, lo mismo le daba, no les cobraba, ella era feliz en ese oficio de la nacencia... Caminaba desde su lugar de origen desde San José del Cabo, hasta el histórico pueblo minero El Triunfo, según era el caso; y se quedaba hasta cuatro meses por esos lugares esperando el alumbramiento de las parturientas que había en ese tiempo, ya que parías hasta 14 y 20 hijos, y tomaban su te de Damiana, y la indita Pericu Doña China, la curandera del pueblo, tenía mucho trabajo. Fueron muchos los niños que trajo al mundo, así como muchas las personas que curó de agresivas enfermedades que había en aquella época.

En aquel tiempo, los niños morían del terrible mal, el Mocezuelo, eran pocos los que lograban sobrevivir y gracias a los conocimientos empíricos de la indita Pericu, heredado a través de generaciones y quien era especialista en curar esa enfermedad del tétano en el ombligo de los recién nacidos, entre otras enfermedades; a base de flor de Tuna, flor de piedra y otras plantas de la región solo por ella conocida. Doña China era especialista también para sacar el aceite del huevo con el que curaba el dolor de oídos. Ella padecía Arritmia Cardiaca desde que tenía quince años, y cuando le daba el telele o malestar, ella solita se curaba: En el jarro de los remedios ponía a cocer palo de Brasil, asar de naranjo, y le echaba a hervir una argolla de oro; se tomaba ese cocimiento y se le pasaba el malestar el que nunca se le quitó,  pero ella se aliviaba y murió a los 117 años. Los antiguos Californios dominaban todos los conocimientos para la sobrevivencia... habían sobrevivido sanamente por milenios apegados a sus costumbres, pero no estaban preparados para hacerle frente a las pestes, y demás epidemias que introdujeron los extranjeros, que según la historia fue la causa de su exterminio; y Dona China la indita Pericu había adquirido de su mayores todos estos conocimientos, quienes gracias a Dios se salvaron algunos, porque no todos estaban sometidos a las misiones, y huyeron para la sierra y las cuevas a vivir al estilo indio.

Doña China la curandera del pueblo, utilizaba también la gobernadora para múltiples enfermedades, porque decía ella, que se llamaba gobernadora esta planta, precisamente porque curaba más de 150 enfermedades; entre ellas, los riñones y destapar trompas ´para que concibieran la mujeres. Con buches de hierba del Pasmo curaba dolores de muela; el Estafiate, y el Epazote lo utilizaba para desparasitar y hasta para amenaza de gangrena; con Jamaica y pedacitos de Biznaga seca curaba el hígado... los dolores de huesos que ahora le dicen reumas los curaba con piquetes de abeja, y con baños de huatamote; el Poleo frito con infundia de gallina para la Sinusitis; Yerbabuena, Manzanilla, Albahaca y Estopa de Coco para el estómago. Para enfermedades de los pies como mal olor y pie de atleta, con cocimiento de cascara de palo planco, así como el Toloache con azufre. Para los crudos, te de hojas de Guayabo con hojas de naranjo amargo; el algodoncillo  y las hemorroides las curaban a base de agua de lonboy; para apretar los dientes cuando se aflojaban, Doña China utilizaba la cáscara de Ciruelo de monte, masticada;  para purificar la sangre y que se generen glóbulos rojos utilizaba el Micle y la Zarzaparrilla. Entre tantas enfermedades que curaba.

Como partera Doña China la curandera era especialista y muy profesional. Según la costumbre india, colgaba a la parturienta agarrándose de los horcones del techo, quedando esta en el suelo sobre u tapete o sábana, o manta en posición de cuclillas, al nacer la criatura, Doña China media una cuarta de la tripa de la madre, y una cuarta de la tripa del ombligo del niño y cortaba con la flama de una vela entre esas medidas cauterizando la tripa, y amarrando del niño con el cordón previamente preparado por ella con hilos de maguey o de cierta palma, luego bañaba al niño en agua de manzanilla calientita, y a la madre de dama un cocimiento que ella preparaba para que saliera toda la placenta después de 30 minutos, la que era enterrada en un lugar determinado del patio; luego fajaba a la medre con manta y le daba cocimientos de raíces de Chicura y Choya, y se quedaba al cuidarlos por unos días. Un día dice su tataranieto el reconocido Don Rubén Monroy Castro, que contaban los mayores que cuando su tatarabuela tenía la edad de 90 años un día llegó a San José del Cabo en un gran vapor de aquellos, el primer Doctor don Severo Garduño, quien tenía segundo lugar en medicina; y cuando le daba el mal cariaco a Doña China, el médico la atendía.

Cuentan, dijo, que ella tenía un cofre muy bonito el que apreciaba mucho, y el que tenía una apasionante historia. Este cofre le encanto al doctor y trató de comprárselo a su tatarabuela; y ella le dijo que cuando se muriera se lo iba a heredar. Y que después de 27 años de aquella promesa, Doña China la indita Pericu, la curandera del pueblo de San José del Cabo murió a los 117 años y desde luego el Doctor fue a reclamar su herencia, y la familia muy respetuosa de la voluntad de la abuela, le entregó el preciado cofre, y el Doctor lo abrió delante de todos los ahí presentes, y este estaba repleto de las medicinas que durante casi 30 años que el Doctor había recetado para su mal de arritmia, y que además contenía una carta en la que decía lo siguiente:

“Dr. También le heredo que me recetó durante treinta años, porque si me las hubiera tomado ya me hubiera muerto hace muchos años. Su amiga  Ramona Amador de Castro”.


...Y por aquellos pedregosos caminos al despuntar el alba las huellas de la indita Pericu Doña China la curandera del pueblo, iban quedando plasmadas en el polvo del camino.

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