POR MANUELITA LIZARRAGA ALCARAZ
“EL
PARPADITO Y SU CARRETILLA...EN LA LEYENDA DEL BARRIO EL MANGLITO DEL BARRIO EL
MANGLITO”... UN PERSONAJE DE LEYENDA
Con el cielo tachonado de estrellas, cuando
los habitantes del manglito aún dormían, arrullados por el murmullo del mar y
las palmeras doblándose por el viento, el chirriar de la carretilla del
“parpadito” se escuchaba en las callecitas del vecindario, rumbo a la mojonera
y al palmar, y la gente tranquilamente después de la dura jornada diaria se
daba vueltas en sus camas entre los tibios ropajes al escuchar entre sueños el
ruido de la carretilla que con presurosos pasos empujaba el “parpadito”,
seguida por ladrido de los perros y enmarcado con el canto de los gallos, sin
faltar desde luego su fiel compañero el perro “el mojocuán”.
En la
alborada, bajo aquel hermosos palmar del barrio el manglito, inundado el
ambiente de ricos aromas a lisa y pechos de caguamas asados, el “parpadito” se sentaba en el paredón donde
estaba la palma “cuata” y la palma doblada que caía al mar...en espera de los
felices pescadores, quienes regresaban con su barca hasta los bordes de las
mejores especies y se atracaban a la orilla de aquel inolvidable palmar, y el
“parpadito” con ellos se ponía a negociar. Rafael Cruz fue su nombre...hombre
noble y muy trabajador, estimado y respetado por la gente del pueblo...siempre
se distinguió por su bondad...le gustaba tener muchos amigos y de la vida
disfrutar nadie sabia su historia...una soleada mañana de invierno con dos
niños de la mano, al barrio del Manglito lo vieron llegar...y la gente de aquel
ayer, de gran corazón con los brazos abiertos lo recibió.
A Doña Paulita Carballo, distinguida
señora del barrio el Manglito, el “Parpadito” la mano le tendió, y bajo su protección, en su casa se
quedó...cariñosamente la gente del pueblo lo empezó a llamar “El parpadito”,
pues precisamente parpadeaba continuamente y por ello el apodo. El parpadito
con su carretilla, muy temprano el pescado fresquecito y la caguama destazada
por el caserío del poblado salía a vender...”precios justos y calidad” era su
lema...pues antes puro pescado de calidad consumían los sudcalifornianos. Los
madrugadores locatarios del mercado Madero, lo tenían en gran aprecio...fue el
primero que en una carretilla llevaba pescado a ofrecer al publico consumidor
de las madrugaditas aquellas de La Paz antigua...las gentes con sus canastas o
morrales tejidos de palma y morrales ixtle acudían al mercado Madero como era
la costumbre a abastecerse del alimento diario. En esa época no se usaban
refrigeradores.
Entre
aquellos aromas a humo de cigarro, pan calientito y café de grano, en el
mercado Madero, estira y afloja de precios, afiladas de cuchillos de los
carniceros, cajones de frutas y verduras por aquí y por allá, sobre todo el
calor humano donde todos nos conocíamos en La Paz que se perdió, irrumpía el
parpadito con su carretilla ofreciendo el pescado fresquecito y descamado,
antes ni se usaba que lo vendieran en filetes, pues se vendía entero y la gente
aprovechaba también el hueso y cuero del pescado para hacer exquisito y
nutritivo caldo o un estofado...”!!Pargos colorados para el caldo...cuartos y
pechos de caguamas baratos!!” era el alegre pregón en el mercado y en las
callecitas de aquella Paz romántica y de ensueño.
...Así
fue transcurriendo la vida del “parpadito” en el legendario barrio el
manglito...el barrio de la pesca, la caguama, el callo de hacha y la
almeja...barrio de pescadores por tradición...la brisa del mar fue escarchando
sus sienes...y el paso del tiempo dejó también surcos en su rostro...respetando
la noble sonrisa que siempre lo distinguió entre la gente que lo apreciaba.
Aparte de su trabajo, el “parpadito” fue un padre ejemplar, creció a sus hijos
con el producto de su esfuerzo, con la venta de caguama y pescado en su
carretilla...hijos, que como las aves dejan el nido, emprendieron el vuelo
dejándolo solo. Pero don Rafael Cruz, el “parpadito”, nunca estuvo solo...tenia
por familia a toda la linda gente del legendario barrio el manglito, los
pescadores, pelícanos y gaviotas, así como su amigo el perro el “mojocuan”,
además del cariño inapreciable de doña Esperanza García Carballo, y doña
Paulita Carballo quienes lo apoyaron siempre...su cabecita se tornó en copo de
nieve...con un paliacate anudado al cuello, enfundado en un overol de
mezclilla, y calzado con huaraches de llanta, tarareando alegremente una
canción, que no se entendía cuál; empujaba la carretilla llevando el alimento
diario a los hogares sudcalifornianos sin distingos de clases sociales.
En
una mañana de verano, cuando sus pasos eran ya lentos y su espalda encorvada
estaba ya, así como la nieve en sus cabellos, y su rugoso rostro denotaba el
paso del tiempo transcurrido, el ruido de la carretilla no se escuchó mas...la
gente en sus camas se daba vueltas y vueltas y la carretilla no pasó nunca
mas...el fiel perro, el “mojocuan”, en su tapete junto a la carretilla en la
puerta del hogar del “parpadito”, de tristeza languidecía...su amo, el popular
“parpadito” del barrio el manglito no se levantó mas... con una sonrisa la
gente lo encontró, y con su cabeza plateada parecía que dormía...si, dormía el
sueño de los justos... Los caritativos pescadores del barrio El Manglito
encabezados por Doña Esperanza García Carballo (Doña Pona), le dieron cristiana
sepultura...Quizás en el más allá el “parpadito” empujaba su carretilla...
“…Por el placer de
Escribir… Recordar y Compartir…”
Este trabajo fue publicado,
hace más de 10 años en el periódico “El sudcaliforniano” revista “Compás” y
programa de radio “Contacto directo”
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