viernes, 28 de abril de 2017

LA PAZ QUE SE PERDIO
POR MANUELITA LIZARRAGA.
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“LA CASA TAPIADA...LA CASA DE LA AHORCADA...CASA DE MIS RECUERDOS”.


            ...Son muchos los espantados en esa mansión, por la calle Guillermo Prieto y Allende...la que hace algunos años luce tapiada...pues nunca nadie la ha podido habitar...y quienes han vivido en esa casa de la ahorcada no ha sido por mucho tiempo, ya que, espantados la han tenido que desalojar.

            Una hermosa tarde de lluvia, hace ya algún tiempo, llegué a visitar a mi cuñado, Don Vicente Dominguez, y a su apreciable familia, como es la costumbre; y un escándalo tenían entre sorbo y sorbo de café de grano acompañado de exquisitas galletas marineras...”fíjese mamá, que Angélica mi prima, (Estudiante normalista en ese tiempo), nos contó espantada lo que le sucedió en la casa de la ahorcada a cinco compañeras suyas...decía mi sobrina Magdalena, que hasta se ahogaba del susto y quienes la rodeábamos también, y añadió...resulta que estas muchachas radicaban en Ciudad Constitución y rentaron la casa de la ahorcada entre las cinco estudiantes...claro, que ellas no sabían nada de la leyenda que circula de boca en boca de la mencionada mansión...al llegar, dejaron sus maletas todavía en el porche, y tres de ellas se fueron a bailar al Rollo... se quedaron dos muchachas por que tenían que estudiar para el examen del día siguiente.

            La  pertinaz llovizna repiqueteaba en el techado, y entre truenos de rayos y centellas y aquellos aromas a café de granito, emocionados, con los ojos pelones, atentos, escuchábamos: “una de las muchachas tomó su libreta para estudiar y se metió al baño a hacer una necesidad biológica...y cuando mas adentrada estaba en la lectura, ¡que se le refleja en la libreta a la luz del foco la sombra de una persona ahorcada!, ella no comprendía de donde salía aquella sombra, pero al levantar la vista por poco se desmaya del susto ¡de la regadera pendía el cuerpo de una señora viejita ahorcada que ante su vista se desvaneció!. La joven salió espantada con las ropas menores hasta las rodillas gritando como una desquiciada... ¡hay una mujer ahorcada en el baño!, no quisieron saber más  y del porche recogieron las maletas y naturalmente que no habitaron la casa”.

            Al escuchar esta agradable y espeluznante conversación, tercié en la plática, y ratifiqué a mi sobrina que la muchacha no mentía, que es cierto que en la casa de la ahorcada se aparece la mujer colgada de una cuerda,  y se escuchan lamentos y arrastres de cadenas. Les voy a narrar mi propia experiencia cuando niña, y algunas de otras gentes que han vivido en la casa de la ahorcada. Corría el año de 1950 o 1951...felizmente vivíamos, además de mis padres y hermanos  con abuelita, mi perro viejo el pachuco y todo, en la casona de piedra gris de don Gelasio Aguilar y de Doña Margarita Vonborstel de Aguilar (q.e.p.d.) (bellos recuerdos), la casona en mención esta ubicada en Guillermo Prieto y Juarez, antaño era una hermosa huerta toda la manzana donde se cultivaban frutas, verduras y hortalizas y una diversidad de hermosas y perfumadas flores...también había ganado y grandes gallineros repletos de aves, así como porquerizas, pájaros cantores de todo tipo, gansos, patos y pavorreales y desde luego el molino de viento con su gran pila y sistema de riego que no podía faltar...el aroma a pan calientito de la panadería “la vencedora”, propiedad de don Gelasio, inundaba aquel ambiente familiar y vecinal...aquella tarde perfumada a tierra mojada pues había llovido bastante aquel día , después de la lluvia jugábamos todos los niños de la casona, y algunos amiguitos del barrio haciendo casitas y pasteles con la tierra mojada como antaño era la costumbre jugar a la tenue luz del foco del poste de la esquina donde estaba la casa amarilla de techo de cuatro aguas, de doña Nieves Prieto para ser exactos. De repente a mi hermanita mayor se le ocurrió que jugáramos a las escondidas y todos los chamacos corrimos a escondernos...mi hermana señaló para unos matorralitos que había en la banqueta donde es la casa de la ahorcada por la calle Guillermo Prieto poquito antes de llegar a la esquina de la calle Allende...muy calladitas nos agazapamos entre aquellos arbustos, pero de pronto, al levantar la vista vimos por una ventana de baño, que no tenia vidrio por cierto, a una viejecita colgada de la regadera, o seria viga quizás, pero ella estaba colgada. Quizás era una persona joven aun, pero a nosotros nos pareció viejita (antes las abuelitas de 40 años ya eran viejitas), se sentaban en una rechinadora poltrona, peinadas de molote y todo. Ahora, las abuelitas de esa edad son unas muchachas.

            ...¡Fue una experiencia que jamas he podido olvidar!...tenia la señora los ojos volteados y la lengua de fuera...imagínese estimado lector la impresión al ver aquello para unas niñas de escasos 7 y 9 años. ¡que íbamos a saber de espantos!, ni por un momento pensamos que fuera eso u otra cosa aquella escena...!armamos un escándalo!, ¡se ahorcó la viejita...se ahorcó la viejita!... acudió el vecindario y claro que ellos no vieron nada...mi madre nos pego una cintariza, y mi abuelita no se la acababa...recuerdo que decía mi mamá “diga que no es cierto” y ¡paz carajo! un cintarazo en las piernas y parecía una danza la que teníamos, mi mamá tirando cintarazos, el perro ladrando tratando de quitarle el cinto de las manos a mi mamá y nosotras dando vueltas diciendo “si, es verdad, si es verdad” y el pachuco saltando y ladrando tratando de quitarle el cinto a mi madre. Crecimos con esa incertidumbre sin comprender por que nos pegaban si nos habían enseñado a no mentir. Sepultamos en el arcón del recuerdo aquello; lo recordábamos como una cómica anécdota por nuestro comportamiento que brincábamos al tiempo que nos llovían los cintarazos y decíamos “si es verdad si es verdad” y mi mama decía “diga que no es cierto”. Y el perro en lo suyo.

            Al paso del tiempo, todo ha sido como una leyenda. Investigando aquí y allá, me he enterado de mucha experiencia vivida en esa casa por muchas personas...pero ellas, me han pedido que no publique sus nombres, lo cual se los respeto. Dicen  que por la década de los años 30 una señora (no voy a publicar sus nombres por respeto a sus familiares si es que existen), según se cree que se suicido, ahorcándose de la regadera del baño. Unos dicen que estaba afectada de los nervios; otros dicen que por robarle la asesinaron y que hubo hasta una persona muy allegada a ella detenida en la cárcel por sospecha. Lo cierto es que esta persona se ahorco y se aparece en la casona. La casa la rentaban sus dueños, pero luego se escuchaban cosas raras que no podían habitarla. Una amiga muy querida de la señora Ahorcada, cuenta que Elena, así se llamaba, era muy feliz en su casa...tenía una hermosa huerta donde abundaban los árboles frutales  y un hermoso jardín inundado de una diversidad de flores, pavorreales, y muchos pájaros cantores. Y dice, que ella le contaba que nunca se iba a ir de su casa, que siempre iba a estar en ella, porque era muy feliz y la quería tanto.

            Un vecino de la casa en mención dice que él no quiere voltear para adentro de la misma, que respeta lo que se dice y que no se quiere arriesgar; que por las noches se escucha detrás de la barda como si viviera gente en esta casa, y también  cacareos de gallinas se escuchan como si anduvieran barriendo, como si lavaran los trastes, en fin que se siente que estuviera habitada. Añade este respetable señor, que hubo un tiempo en que los dueños de la casa la regalaban a quien pudiera habitarla y fueron muchos los que lo intentaron, pero salían espantados. Dice el mismo señor que hubo un caso muy curioso, que un día llego un señor, de esos valentones que no faltan, y dijo “hay que tenerle miedo a los vivos, no a los muertos, vera usted como yo si me voy a quedar con esta casa, que ahorcados ni que ocho cuartos” y si, el señor se cambió a la casa, muy contento se miraba que la arreglaba y todo parecía normal, pasaron varios días y hasta pensó, “este ya se quedó”. Pero como a la semana, de repente salió el señor en su pick up en reversa despavorido, que hasta el árbol de la banqueta de enfrente tumbó...él fue el último que vivió allí. Le pregunté pues que paso, “fíjese, me dijo aterrorizado, estaba parado en una silla clavando en la pared un cuadro, cuando de pronto me golpearon las corvas o me hicieron el “soldadito”, así como una zancadilla y caí al suelo de rodillas, pero al levantarme y a alzar la vista, ¡voy viendo la mujer colgada en el baño, yo no quiero esa casa!”. Desde entonces los dueños tuvieron que tapiar la casa. Dice este mismo señor que el acostumbra a pasear a su nieta por esa banqueta pero a temprana hora y sin voltear para adentro de la casa por aquello, pues no tengo ningún negocio en ella. Y una tarde venían tres jóvenes estudiantes por la banqueta de enfrente y me quedaban de frente, de pronto los muchachos corrieron espantados gritando, ¡señor!...!señor la mujer vestida de blanco que le acompañaba desapareció ante nuestros ojos! La cosa es que yo no traía ninguna mujer que me acompañara, solo los jóvenes la vieron y desde entonces, por si las dudas, le rodeo la banqueta. Por su parte Don Oscar Amaya del barrio “la pedrada”, dice que en esa casa de la ahorcada vivió un señor que se dedicaba a la costura, pero que se tuvo que salir espantado, porque fueron varias las veces que vio a la mujer caminando por la casa y el patio con el chicote arrastrado amarrado del cuello.

            ...Por la casa tapiada de la ahorcada mas vale que pases persignada...por que en cualquier momento puedes ver a la mujer colgada...

            Aquí en La Paz, existen muchas casonas antiguas que encierran bonitas leyenda de aparecidos y tesoros...pero, como yo escribo de noche, como que me da cus cus escribir sobre estos temas tan apasionantes, pero lo haré de vez en cuando.

Este articulo fue publicado hace mas de 20 años.


…Por el placer de escribir…Recordar…Y compartir…





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