LA PAZ QUE SE PERDIO
POR MANUELITA LIZARRAGA.
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“LA CASA TAPIADA...LA CASA
DE LA AHORCADA...CASA DE MIS RECUERDOS”.
...Son muchos los espantados en esa mansión, por la calle
Guillermo Prieto y Allende...la que hace algunos años luce tapiada...pues nunca
nadie la ha podido habitar...y quienes han vivido en esa casa de la ahorcada no
ha sido por mucho tiempo, ya que, espantados la han tenido que desalojar.
Una hermosa tarde de lluvia, hace ya algún tiempo, llegué
a visitar a mi cuñado, Don Vicente Dominguez, y a su apreciable familia, como
es la costumbre; y un escándalo tenían entre sorbo y sorbo de café de grano
acompañado de exquisitas galletas marineras...”fíjese mamá, que Angélica mi
prima, (Estudiante normalista en ese tiempo), nos contó espantada lo que le
sucedió en la casa de la ahorcada a cinco compañeras suyas...decía mi sobrina
Magdalena, que hasta se ahogaba del susto y quienes la rodeábamos también, y
añadió...resulta que estas muchachas radicaban en Ciudad Constitución y
rentaron la casa de la ahorcada entre las cinco estudiantes...claro, que ellas
no sabían nada de la leyenda que circula de boca en boca de la mencionada
mansión...al llegar, dejaron sus maletas todavía en el porche, y tres de ellas
se fueron a bailar al Rollo... se quedaron dos muchachas por que tenían que
estudiar para el examen del día siguiente.
La pertinaz
llovizna repiqueteaba en el techado, y entre truenos de rayos y centellas y
aquellos aromas a café de granito, emocionados, con los ojos pelones, atentos,
escuchábamos: “una de las muchachas tomó su libreta para estudiar y se metió al
baño a hacer una necesidad biológica...y cuando mas adentrada estaba en la
lectura, ¡que se le refleja en la libreta a la luz del foco la sombra de una
persona ahorcada!, ella no comprendía de donde salía aquella sombra, pero al
levantar la vista por poco se desmaya del susto ¡de la regadera pendía el
cuerpo de una señora viejita ahorcada que ante su vista se desvaneció!. La
joven salió espantada con las ropas menores hasta las rodillas gritando como
una desquiciada... ¡hay una mujer ahorcada en el baño!, no quisieron saber
más y del porche recogieron las maletas
y naturalmente que no habitaron la casa”.
Al escuchar esta agradable y espeluznante conversación,
tercié en la plática, y ratifiqué a mi sobrina que la muchacha no mentía, que
es cierto que en la casa de la ahorcada se aparece la mujer colgada de una
cuerda, y se escuchan lamentos y
arrastres de cadenas. Les voy a narrar mi propia experiencia cuando niña, y
algunas de otras gentes que han vivido en la casa de la ahorcada. Corría el año
de 1950 o 1951...felizmente vivíamos, además de mis padres y hermanos con abuelita, mi perro viejo el pachuco y
todo, en la casona de piedra gris de don Gelasio Aguilar y de Doña Margarita
Vonborstel de Aguilar (q.e.p.d.) (bellos recuerdos), la casona en mención esta
ubicada en Guillermo Prieto y Juarez, antaño era una hermosa huerta toda la
manzana donde se cultivaban frutas, verduras y hortalizas y una diversidad de
hermosas y perfumadas flores...también había ganado y grandes gallineros
repletos de aves, así como porquerizas, pájaros cantores de todo tipo, gansos,
patos y pavorreales y desde luego el molino de viento con su gran pila y
sistema de riego que no podía faltar...el aroma a pan calientito de la
panadería “la vencedora”, propiedad de don Gelasio, inundaba aquel ambiente
familiar y vecinal...aquella tarde perfumada a tierra mojada pues había llovido
bastante aquel día , después de la lluvia jugábamos todos los niños de la
casona, y algunos amiguitos del barrio haciendo casitas y pasteles con la
tierra mojada como antaño era la costumbre jugar a la tenue luz del foco del
poste de la esquina donde estaba la casa amarilla de techo de cuatro aguas, de
doña Nieves Prieto para ser exactos. De repente a mi hermanita mayor se le
ocurrió que jugáramos a las escondidas y todos los chamacos corrimos a
escondernos...mi hermana señaló para unos matorralitos que había en la banqueta
donde es la casa de la ahorcada por la calle Guillermo Prieto poquito antes de
llegar a la esquina de la calle Allende...muy calladitas nos agazapamos entre
aquellos arbustos, pero de pronto, al levantar la vista vimos por una ventana
de baño, que no tenia vidrio por cierto, a una viejecita colgada de la
regadera, o seria viga quizás, pero ella estaba colgada. Quizás era una persona
joven aun, pero a nosotros nos pareció viejita (antes las abuelitas de 40 años
ya eran viejitas), se sentaban en una rechinadora poltrona, peinadas de molote
y todo. Ahora, las abuelitas de esa edad son unas muchachas.
...¡Fue una experiencia que jamas he podido
olvidar!...tenia la señora los ojos volteados y la lengua de fuera...imagínese
estimado lector la impresión al ver aquello para unas niñas de escasos 7 y 9
años. ¡que íbamos a saber de espantos!, ni por un momento pensamos que fuera
eso u otra cosa aquella escena...!armamos un escándalo!, ¡se ahorcó la
viejita...se ahorcó la viejita!... acudió el vecindario y claro que ellos no
vieron nada...mi madre nos pego una cintariza, y mi abuelita no se la
acababa...recuerdo que decía mi mamá “diga que no es cierto” y ¡paz carajo! un
cintarazo en las piernas y parecía una danza la que teníamos, mi mamá tirando
cintarazos, el perro ladrando tratando de quitarle el cinto de las manos a mi
mamá y nosotras dando vueltas diciendo “si, es verdad, si es verdad” y el
pachuco saltando y ladrando tratando de quitarle el cinto a mi madre. Crecimos
con esa incertidumbre sin comprender por que nos pegaban si nos habían enseñado
a no mentir. Sepultamos en el arcón del recuerdo aquello; lo recordábamos como
una cómica anécdota por nuestro comportamiento que brincábamos al tiempo que
nos llovían los cintarazos y decíamos “si es verdad si es verdad” y mi mama
decía “diga que no es cierto”. Y el perro en lo suyo.
Al paso del tiempo, todo ha sido como una leyenda.
Investigando aquí y allá, me he enterado de mucha experiencia vivida en esa
casa por muchas personas...pero ellas, me han pedido que no publique sus
nombres, lo cual se los respeto. Dicen
que por la década de los años 30 una señora (no voy a publicar sus
nombres por respeto a sus familiares si es que existen), según se cree que se
suicido, ahorcándose de la regadera del baño. Unos dicen que estaba afectada de
los nervios; otros dicen que por robarle la asesinaron y que hubo hasta una persona
muy allegada a ella detenida en la cárcel por sospecha. Lo cierto es que esta
persona se ahorco y se aparece en la casona. La casa la rentaban sus dueños,
pero luego se escuchaban cosas raras que no podían habitarla. Una amiga muy
querida de la señora Ahorcada, cuenta que Elena, así se llamaba, era muy feliz
en su casa...tenía una hermosa huerta donde abundaban los árboles frutales y un hermoso jardín inundado de una
diversidad de flores, pavorreales, y muchos pájaros cantores. Y dice, que ella
le contaba que nunca se iba a ir de su casa, que siempre iba a estar en ella,
porque era muy feliz y la quería tanto.
Un vecino de la casa en mención dice que él no quiere
voltear para adentro de la misma, que respeta lo que se dice y que no se quiere
arriesgar; que por las noches se escucha detrás de la barda como si viviera
gente en esta casa, y también cacareos
de gallinas se escuchan como si anduvieran barriendo, como si lavaran los
trastes, en fin que se siente que estuviera habitada. Añade este respetable
señor, que hubo un tiempo en que los dueños de la casa la regalaban a quien
pudiera habitarla y fueron muchos los que lo intentaron, pero salían
espantados. Dice el mismo señor que hubo un caso muy curioso, que un día llego
un señor, de esos valentones que no faltan, y dijo “hay que tenerle miedo a los
vivos, no a los muertos, vera usted como yo si me voy a quedar con esta casa,
que ahorcados ni que ocho cuartos” y si, el señor se cambió a la casa, muy
contento se miraba que la arreglaba y todo parecía normal, pasaron varios días
y hasta pensó, “este ya se quedó”. Pero como a la semana, de repente salió el
señor en su pick up en reversa despavorido, que hasta el árbol de la banqueta
de enfrente tumbó...él fue el último que vivió allí. Le pregunté pues que paso,
“fíjese, me dijo aterrorizado, estaba parado en una silla clavando en la pared
un cuadro, cuando de pronto me golpearon las corvas o me hicieron el
“soldadito”, así como una zancadilla y caí al suelo de rodillas, pero al
levantarme y a alzar la vista, ¡voy viendo la mujer colgada en el baño, yo no
quiero esa casa!”. Desde entonces los dueños tuvieron que tapiar la casa. Dice
este mismo señor que el acostumbra a pasear a su nieta por esa banqueta pero a
temprana hora y sin voltear para adentro de la casa por aquello, pues no tengo
ningún negocio en ella. Y una tarde venían tres jóvenes estudiantes por la
banqueta de enfrente y me quedaban de frente, de pronto los muchachos corrieron
espantados gritando, ¡señor!...!señor la mujer vestida de blanco que le
acompañaba desapareció ante nuestros ojos! La cosa es que yo no traía ninguna
mujer que me acompañara, solo los jóvenes la vieron y desde entonces, por si
las dudas, le rodeo la banqueta. Por su parte Don Oscar Amaya del barrio “la
pedrada”, dice que en esa casa de la ahorcada vivió un señor que se dedicaba a
la costura, pero que se tuvo que salir espantado, porque fueron varias las
veces que vio a la mujer caminando por la casa y el patio con el chicote
arrastrado amarrado del cuello.
...Por la casa tapiada de la ahorcada mas vale que pases
persignada...por que en cualquier momento puedes ver a la mujer colgada...
Aquí en La Paz, existen muchas casonas antiguas que
encierran bonitas leyenda de aparecidos y tesoros...pero, como yo escribo de
noche, como que me da cus cus escribir sobre estos temas tan apasionantes, pero
lo haré de vez en cuando.
Este articulo fue publicado hace mas de 20 años.
…Por el placer de escribir…Recordar…Y
compartir…
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