LA PAZ QUE
SE PERDIO
POR MANUELITA LIZARRAGA
ALCARÁZ
“BISNIETO DE DON MAURICIO
CASTRO...EL CABEÑO DON MIGUEL AGUNDEZ CASTRO”.
San José del Cabo, tierra
del rebelde y sufrido pericú y del padre mártir...de bellas e industriosas
mujeres, tierra de héroes y de hombres ilustres...legendaria e histórica tierra
de andar de milenios...hermoso rinconcito cabeño de cautivantes playas y
paisajes, de gente cordial, que gana el corazón de todo visitante....esa cálida
tarde de verano en la tranquilidad del hogar de la familia Agundez Pimentel,
Don Miguel Agundez castro, acompañado de su esposa, Doña Julieta Pimientel de
Agundez, dijo que ama profundamente esta tierra de sus ancestros, donde él
nació en la Colonia El Rosarito un 2 de Abril de 1925 cuando el trabajo estaba
escaso, y todavía había el cultivo de caña y quedaban doce molinos de la misma,
el agua ya era escasa y la producción también.
Sus padres fueron Don
Trinidad Agundez y Rosario Castro Ceseña, rancheros y agricultores por
tradición, gente forjada en los surcos. En aquellos tiempos cuando todavía se
acostumbraba la narrativa por los mayores en las tertulias familiares, su
abuela Lugarda Avilés le contaba, a veces también entre los surcos de los
cañaverales, que su bisabuelo Don Mauricio Castro fue un héroe que luchó contra
la invasión extranjera en 1847, y que debía sentirse orgulloso de ser
descendiente de un hombre como Don Mauricio Castro que defendió la soberanía
nacional y sobre todo aquí en la península, y que todas sus actitudes en la
vida fueran encaminadas a llevar con toda honra el apellido Castro. Cuenta Don
Miguelito que su feliz infancia transcurrió entre el bellísimo estero,
cañaverales y trapiches en esa tierra perfumada a naranjales, limoneros y mango
maduro, donde cursó su educación primaria en la Escuela Gregorio Cruz y
Rodríguez.
Durante su tierna juventud,
a golpe de azada abrió los surcos de la madre tierra para hacer brotar la vida,
regada con el sudor de su frente..... Luego se dedico al comercio, ambulante, y
durante ese tiempo tuvo la fortuna de conocer a una hermosa flor del campo
cabeño; a la señorita Julieta Pimentel Albañez, quien es descendiente directa
de otro héroe sudcaliforniano, don Ildefonso Green Ceceña, y con quien después
de un bonito noviazgo apegado a las costumbres de la época, contrajo matrimonio
en l952, y bendijo el creador su hogar con 8 hijos; Jorge Miguel, Ruben,
Araceli, Rosario, Julieta, Norma, Miguel y Patricia, quienes les han dado la
dicha de 20 nietos, dos bisnietos, así como nueras y yernos que han acrecentado
la gran familia Agundez Castro.
Derechito y fuerte como un roble, con sus cabellos
plateados por el polvo del camino en la vida, Don Miguel Agundez Castro
continuo diciendo, que la vida no ha sido fácil, y que para sacar a su familia adelante, fue gracias al
esfuerzo conjunto de su esposa Julieta quien siempre lo ha apoyado en todas las
acciones que ha emprendido en los diversos trabajos que ha desempeñado durante
toda su vida. Fabricaba ladrillos
quemados para las construcciones, trabajo muy pesado, fue apicultor, y cuando
empezaron a construir los primeros hoteles el Palmilla y el chileno, trabajo los dompes de volteo de la
posguerra de tres diferenciales, en el acarreo de materiales, en la mecánica,
pero principalmente se dedico al comercio ambulante o fayuca, vendiendo
artículos para todas las necesidades de la época, abarrotes, granos, telas,
mercería, etc., En compañía de su esposa, dijo, viajaban a Guadalajara y Colima,
especialmente a traer telas y muebles, así como llevaban frutas y dulces de la
región a los Mochis , Sin, sobretodo el mango, aguacate y naranja, los que
tenían mucha demanda y preferencia en aquellos lugares.
San José del Cabo, dijo,
después de sus dueños originales, Los Pericu, en el pasado fue un punto de
abastecimiento muy importante para la navegación y el comercio
transoceánico...grandes vapores fondeaban frente al estero, o la aguada segura
como le llamaban antes, así como la histórica nao de china, para abastecerse de
agua e intercambiar mercancías… Grandes batallas piraticas se libraron en sus
aguas. A través de los años, hermosas leyendas se tejieron sobre la famosa nao
de china, que navegaba desde Filipinas, Acapulco, hasta San José del Cabo...invasiones
extranjeras sufrió nuestra tierra, en la que en su defensa se enfrentaron
hombres valientes como don Ildefonso Green, Antonio Mijares, Mauricio Castro,
Manuel Marquez de León, Clodomiro Cota, entre otros que escapan al recuerdo y
que han dejado huella profunda a través del tiempo, y a quienes se les recuerda
con respeto y veneración. Cuentan los mayores que la economía en San José del
cabo en aquella época de auge y bonanza se movía con la agricultura y
ganaderia, pero principalmente la siembra de caña de azúcar hasta l925... la
producción llego al máximo de l4,000 cargas, o sean l,600 toneladas de panocha,
en cuya elaboración se daba trabajo a mucha gente, la que vivía dignamente y la
pobreza no tocaba a sus puertas, también se cultivaba maíz, frijol, camote,
calabaza, hortalizas y numerosos arboles frutales que dieron fama a las huertas
Josefinas; pero un día, alguien les aconsejo a los agricultores que sembraran
tomate en lugar de caña, y se dejaron
seducir por el canto de la sirena, y sembraron tomate. Todo marchaba bien, las
ganancias se multiplicaban, pero un día, el barco que cada 6 meses fondeaba
frente al estero a recoger la producción, no llego, y se echo a perder toda la
cosecha, fue la ruina para los agricultores cabeño, y la caña de azúcar no se
produjo mas, la tierra quedo dañada, fueron tiempos muy malos, pero la gente de
San José del Cabo es muy tesonera y trabajadora, no se asusta con nada, y poco
a poco se fueron recuperando, forjando con el esfuerzo de los que están y de los
que van llegando, lo que ahora es nuestro bello San José que aun conserva su
aire provinciano; ojalá que no se llegara a perder como esta sucediendo en
Cabo san Lucas, que tanto defendieron la
soberanía nacional aquellos héroes como
don Ildefonso Green, que a decir de los mayores patrullaba armado hasta los
dientes acompañando de sus valientes las orillas de las playas no permitiendo
el desembarco de extranjeros que pretendían apoderarse de este bello girón de la patria. Ahora, ya
todo es diferente. . Se ha perdido la conciencia, termino diciendo con gran
tristeza don Miguel Agúndez Castro.
..Y grandes vapores llegaban
a San Bernabé, luego la aguada segura, ahora estero de San José del Cabo, a
abastecerse de agua dulce y mercancías…
…Por el placer de escribir…Recordar…Y…Compartir…
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