lunes, 13 de agosto de 2018




LA PAZ QUE SE PERDIO
POR MANUELITA LIZARRAGA ALCARÁZ

“BISNIETO DE DON MAURICIO CASTRO...EL CABEÑO DON MIGUEL AGUNDEZ CASTRO”.


San José del Cabo, tierra del rebelde y sufrido pericú y del padre mártir...de bellas e industriosas mujeres, tierra de héroes y de hombres ilustres...legendaria e histórica tierra de andar de milenios...hermoso rinconcito cabeño de cautivantes playas y paisajes, de gente cordial, que gana el corazón de todo visitante....esa cálida tarde de verano en la tranquilidad del hogar de la familia Agundez Pimentel, Don Miguel Agundez castro, acompañado de su esposa, Doña Julieta Pimientel de Agundez, dijo que ama profundamente esta tierra de sus ancestros, donde él nació en la Colonia El Rosarito un 2 de Abril de 1925 cuando el trabajo estaba escaso, y todavía había el cultivo de caña y quedaban doce molinos de la misma, el agua ya era escasa y la producción también.

Sus padres fueron Don Trinidad Agundez y Rosario Castro Ceseña, rancheros y agricultores por tradición, gente forjada en los surcos. En aquellos tiempos cuando todavía se acostumbraba la narrativa por los mayores en las tertulias familiares, su abuela Lugarda Avilés le contaba, a veces también entre los surcos de los cañaverales, que su bisabuelo Don Mauricio Castro fue un héroe que luchó contra la invasión extranjera en 1847, y que debía sentirse orgulloso de ser descendiente de un hombre como Don Mauricio Castro que defendió la soberanía nacional y sobre todo aquí en la península, y que todas sus actitudes en la vida fueran encaminadas a llevar con toda honra el apellido Castro. Cuenta Don Miguelito que su feliz infancia transcurrió entre el bellísimo estero, cañaverales y trapiches en esa tierra perfumada a naranjales, limoneros y mango maduro, donde cursó su educación primaria en la Escuela Gregorio Cruz y Rodríguez.

Durante su tierna juventud, a golpe de azada abrió los surcos de la madre tierra para hacer brotar la vida, regada con el sudor de su frente..... Luego se dedico al comercio, ambulante, y durante ese tiempo tuvo la fortuna de conocer a una hermosa flor del campo cabeño; a la señorita Julieta Pimentel Albañez, quien es descendiente directa de otro héroe sudcaliforniano, don Ildefonso Green Ceceña, y con quien después de un bonito noviazgo apegado a las costumbres de la época, contrajo matrimonio en l952, y bendijo el creador su hogar con 8 hijos; Jorge Miguel, Ruben, Araceli, Rosario, Julieta, Norma, Miguel y Patricia, quienes les han dado la dicha de 20 nietos, dos bisnietos, así como nueras y yernos que han acrecentado la gran familia Agundez Castro.

Derechito  y fuerte como un roble, con sus cabellos plateados por el polvo del camino en la vida, Don Miguel Agundez Castro continuo diciendo, que la vida no ha sido fácil, y que para sacar  a su familia adelante, fue gracias al esfuerzo conjunto de su esposa Julieta quien siempre lo ha apoyado en todas las acciones que ha emprendido en los diversos trabajos que ha desempeñado durante toda su vida.  Fabricaba ladrillos quemados para las construcciones, trabajo muy pesado, fue apicultor, y cuando empezaron a construir los primeros hoteles el Palmilla y el  chileno, trabajo los dompes de volteo de la posguerra de tres diferenciales, en el acarreo de materiales, en la mecánica, pero principalmente se dedico al comercio ambulante o fayuca, vendiendo artículos para todas las necesidades de la época, abarrotes, granos, telas, mercería, etc., En compañía de su esposa, dijo, viajaban a Guadalajara y Colima, especialmente a traer telas y muebles, así como llevaban frutas y dulces de la región a los Mochis , Sin, sobretodo el mango, aguacate y naranja, los que tenían mucha demanda y preferencia en aquellos lugares.

San José del Cabo, dijo, después de sus dueños originales, Los Pericu, en el pasado fue un punto de abastecimiento muy importante para la navegación y el comercio transoceánico...grandes vapores fondeaban frente al estero, o la aguada segura como le llamaban antes, así como la histórica nao de china, para abastecerse de agua e intercambiar mercancías… Grandes batallas piraticas se libraron en sus aguas. A través de los años, hermosas leyendas se tejieron sobre la famosa nao de china, que navegaba desde Filipinas, Acapulco, hasta San José del Cabo...invasiones extranjeras sufrió nuestra tierra, en la que en su defensa se enfrentaron hombres valientes como don Ildefonso Green, Antonio Mijares, Mauricio Castro, Manuel Marquez de León, Clodomiro Cota, entre otros que escapan al recuerdo y que han dejado huella profunda a través del tiempo, y a quienes se les recuerda con respeto y veneración. Cuentan los mayores que la economía en San José del cabo en aquella época de auge y bonanza se movía con la agricultura y ganaderia, pero principalmente la siembra de caña de azúcar hasta l925... la producción llego al máximo de l4,000 cargas, o sean l,600 toneladas de panocha, en cuya elaboración se daba trabajo a mucha gente, la que vivía dignamente y la pobreza no tocaba a sus puertas, también se cultivaba maíz, frijol, camote, calabaza, hortalizas y numerosos arboles frutales que dieron fama a las huertas Josefinas; pero un día, alguien les aconsejo a los agricultores que sembraran tomate en lugar de  caña, y se dejaron seducir por el canto de la sirena, y sembraron tomate. Todo marchaba bien, las ganancias se multiplicaban, pero un día, el barco que cada 6 meses fondeaba frente al estero a recoger la producción, no llego, y se echo a perder toda la cosecha, fue la ruina para los agricultores cabeño, y la caña de azúcar no se produjo mas, la tierra quedo dañada, fueron tiempos muy malos, pero la gente de San José del Cabo es muy tesonera y trabajadora, no se asusta con nada, y poco a poco se fueron recuperando, forjando con el esfuerzo de los que están y de los que van llegando, lo que ahora es nuestro bello San José que aun conserva su aire provinciano; ojalá que no se llegara a perder como esta sucediendo en Cabo  san Lucas, que tanto defendieron la soberanía nacional aquellos héroes  como don Ildefonso Green, que a decir de los mayores patrullaba armado hasta los dientes acompañando de sus valientes las orillas de las playas no permitiendo el desembarco de extranjeros que pretendían apoderarse  de este bello girón de la patria. Ahora, ya todo es diferente. . Se ha perdido la conciencia, termino diciendo con gran tristeza don Miguel Agúndez Castro.

..Y grandes vapores llegaban a San Bernabé, luego la aguada segura, ahora estero de San José del Cabo, a abastecerse de agua dulce y mercancías…

…Por el placer de escribir…Recordar…Y…Compartir…

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