LA
PAZ QUE SE PERDIO
MANUELITA
LIZARRAGA ÁLCARAZ
LAS
RARAS APARICIONES EN LA MISTERIOSA CURVA
DE
LIGÜI...
…CON LOS PELOS DE PUNTA…
…CON LOS PELOS DE PUNTA…
¡No
te pares... No te pares! ¡Dale, Dale más recio es un esqueleto! Gritaban
desesperados aquella tarde de invierno su esposa e hijos... pero el chofer
miraba en esa peligrosa curva de Ligüi a una hermosa y despampanante mujer
rubia ataviada de vistosos colores haciéndole la parada... Y por fortuna este
escuchó los ruegos de su familia, y no se paró, se siguió de frente, y en ese
preciso instante venía una pipa a toda velocidad; que si se para como se lo
pedía la visión de la rubia mujer, se hubiera impactado con la pipa cargada de
combustible, y solo Dios sabe que hubiera pasado... así lo dijo la señora
Romero quienes venían de Loreto a La Paz, no hace mucho tiempo, y sufrieron
esta macabra experiencia.
A través de los años son muchos los
espantados por esos caminos de Dios... Una madrugadita de aquellas, no hace
muchos años. Cuatro prestigiados médicos venías de Guerrero Negro a La Paz, de
cumplir una comisión... Al pasar por la curva de Ligüi, de pronto salió de la
nada en la oscuridad de la noche a la orilla del camino, una joven y bella
mujer quien despreocupada y contoneándose graciosamente caminaba dándole
vueltas al bolso negro de mano... Vestía falda floreada corta y blusa blanca,
con el cabello rubio a media espalda, y de piernas muy torneadas; era de buen
ver la mujer dicen; que parecía extranjera, los cuatro se preguntaron que qué
andaba haciendo a esas horas de la madrugada esa linda mujer, y en esa curva de
ligüi tan peligrosa... ¡Fue cosa de un
instante, cuando de pronto la mujer se aventó al frente del vehículo
como si nada, como si no los hubiera visto!; y supuestamente la atropellaron,
hasta se escuchó el golpe y se sintió el bulto rodando bajo el carro. Fue algo
inenarrable... muy mortificados pararon el coche buscando a la muchacha para
prestarle ayuda, pero para su sorpresa no había nada, todo estaba en la más
espantosa soledad, solo se escuchaba el silbar del viento como un triste
lamento.
Dicen los galenos, que no comprendían que
había pasado, adonde había quedado el cuerpo de la mujer, si por un lado es
cerro pelado, y por el otro es voladero, que la buscaron por espacio de media
hora, hasta que se convencieron que habían visto una aparición... Fue una
experiencia inolvidable.
Por su parte, Don Carlos, respetable
señor de las siete décadas, dijo que no hace mucho tiempo, una oscura noche de
otoño venía él de Loreto a esta ciudad capital, y que de pronto al pasar por la
misteriosa curva de Ligüi, volteó a ver el espejo retrovisor de una manera
normal para ver si traía carro atrás, pero cuál sería su sorpresa, que en el
asiento trasero llevaba una pasajera, chocó su mirada con los profundos ojos de
la bella mujer la que tenía el rostro apergaminado, y con sombrero muy
adornado... Que él ya había escuchado sobre las raras apariciones sufridas por
algunas personas, y que estas al sorprenderse o asustarse como era lógico,
chocaban o se iban al voladero. Continúa diciendo Don Carlos que él hizo de
tripas corazón y sacando valor no sabe de dónde, se hizo como si no la hubiera
visto... Y que la pasajera lo acompaño dentro de su vehículo un trecho de más
de doscientos metros, y luego desapareció dejando un suave aroma a flores
silvestres... fue una experiencia espeluznante, dijo.
Don Pedro, mecánico de profesión, dijo
que él venía de Santa Rosalía acompañado de su familia... Ya estaba
anocheciendo, iban pasando por la legendaria curva de Ligüi; cuando de pronto
se le ocurre a uno de los niños que quería orinar... Con miles de batallas y
por lo peligroso del camino, buscó un lugarcito para hacer la parada porque el
chamaco ocurrente iba muy urgido. Ya que el niño hizo su necesidad subieron al
vehículo, pero al arrancar, llevaban sentada el guardafangos una mujer vestida
de blanco, y él no comprendía de donde salió, ni cuando se subió sobre el
carro, pero lo curioso es que la familia espantada gritaban que era una calavera
la que llevaba en el guardafangos, fueron momentos terroríficos y el vehículo
iba a toda velocidad, y la mujer si se movía y los chamacos llevaban una
gritería ¡El esqueleto se va a caer, se va a caer el esqueleto decían! Y él más
recio le daba al carro, y así la llevó sobre el guardafangos por un trecho de
más de trecientos metros, y luego esta desapareció. Fue algo espantoso dicen,
los niños ya no quisieron volver por aquellos caminos del Ligüi.
Don Juvencio, cuenta que por los años 60,
que él conducía un camioncito de redilas, de aquellos... Venía de Guerrero
Negro a Constitución... Ya estaba anocheciendo, y al pasar por la curva de
Ligüi, estaba en la orilla del camino parada una mujer vestida de largo ropaje
blanco pidiendo raite, tenía en el suelo un costal lleno de elotes, él muy
atento paró el vehículo, y se bajó a ayudarle a subir el costal de elotes, el
que jondeó atrás del carro, y la mujer volándole el rubio cabello al aire de un
salto ya la tenía trepada en el camión... Y que ella le dijo señalando con la
esquelética y blanca mano a la distancia que se iba a bajar como a unos
quinientos metros donde estaban unos postes.... arrancó el camión y la pasajera
no volvió a hablar en todo el camino, él la miraba con el rabillo del ojo; y
cuando llegaron al lugar señalado, él muy atento, y porque además estaba joven
y era medio coquetón, se le repegó mañosamente para abrirle la puerta y que
sintió un hueso duro y muy helado el cuerpo de la pasajera a través de la tela,
entonces se fijó en su rostro, y lo tenía como apergaminado, y ella se le quedó
viendo con una penetrante mirada tan profunda y negra como un abismo, que en
ese momento sintió un miedo, como si le recorriera liquido caliente por la
columna vertebral, luego, él se bajó de prisa para alcanzarle el costal de
elotes, pero para su sorpresa estos habían desaparecido junto con la mujer...
¡No lo podía creer!, no comprendía para donde había agarrado la pasajera
pideraites de la curva de Ligüi con el costal de elotes en un instante, y no
había para donde hacerse.
Le dio varias vueltas al camión por atrás
y por delante y nada encontró. El subirse al carro nuevamente se le hizo
eterno, sentía como plomada los pies, le sumió al fierro a gran velocidad, y
para su sorpresa ¡Llevaba a la mujer agarrada del espejo y la ventanilla junto
a su puerta!.. Fue espantoso aquello, nomás le volaba al viento la cabellera
rubia y el largo vestido blanco...Hasta entonces comprendió que era cosa del
otro mundo... Y con un nudo en la garganta., la iba viendo con el rabillo del
ojo sin descuidar el camino y el volante, que hasta la respiración de ella
sentía... Y como pudo se puso a orar con el pensamiento porque las palabras no
le salían, se le quedaban como un nudo en la garganta... Así llevo a esa rara
aparición como cien metros más hasta que esta desapareció. En lo sucesivo,
dice, procuró viajar siempre acompañado... cuando escuchaba a los camioneros de
esta aparición en la curva de Ligüi, ya nada más él se reía, porque también le
había tocado y de a feo... Y dice, que a través de los años él todavía se ha
preguntado que de donde sacaría la mujer
ese costal de elotes por esas soledades, y que manera tiene de aparecérsele
vestida de diferentes maneras a las personas... que esa mirada tan negra y
profunda jamás la ha podido olvidar.
...La curva de Ligüi... Un camino de
misterio que ha dado paso a la leyenda por las raras apariciones de la mujer
que pide raite y provoca accidentes por esos caminos de Dios.
…..Por
el placer de Escribir… Recordar… Y… Compartir….
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