LA PAZ QUE SE PERDIO
CON LOS PELOS DE
PUNTA
POR MANUELITA
LIZARRAGA ALCARAZ
…EL HOMBRE SIN CABEZA,
DE AQUELLA TETRICA MANSION….
EL CHAMACO ESTABA SENTADO EN UN TAPANCO VIENDO LEJOS, CUANDO
¡DE PRONTO VIO QUE VENIA HACIA EL UN HOMBRE LARGO VESTIDO DE NEGRO, CON DOS
CADENAS ARRASTRANDO, ¡UNA EN CADA MANO!, Y SE QUEDO ESTATICO, PERPLEJO, CON LOS
OJOS DESORBITADOS, CON LOS PELOS DE PUNTA, POR QUE EL HOMBRE YA SE ACERCABA MAS
Y MAS A EL… ¡¡PERO NO TENIA CABEZA Y FLOTABA!!
En aquella lóbrega mansión ubicada en Revolución/ Degollado
y Ocampo, antiguamente fue una solariega casa, con su gran patio, donde vivió
una acaudalada y prestigiada familia sudcaliforniana; Al paso de los años, fue
rentada para diferentes negocios; pero el caso que me ocupa, es cuando fueron
oficinas de gobierno, allá por los años 60s… Cuenta don Toñito Martínez
estimado y apreciado amigo, que él trabajo en esas oficinas, y que por muchos
era conocido que allí espantaban, que los que en ella trabajaban ya se habían
acostumbrado a que pasaran cosas raras y andaban atemorizados la mayor parte
del tiempo, pero que él nunca escucho y vio nada, que seguido le preguntaban
sus amigos- ¿Oye Toño, hasta de noche trabajan ustedes?.. “No, nosotros nomas trabajamos de día”, -
“Pero como no, si pase por ahí anoche y se escuchaba que escribían a máquina,
mucho movimiento de oficinas, risas y sombras, de gente que cruzaba de un lado
a otro, así como movimientos de archiveros que se abrían y se cerraban”. Y así
quedaba la cosa, dijo Don Antonio, que ni el, ni el velador escucho ni vio
nunca nada, solo los empleados y la gente que por ahí pasaba, y fue agarrando
fama ese edifico de que allí espantaban, y algunos mejor le sacaban la vuelta.
Continuo diciendo, que hasta que un día el hijo del velador,
un niño como de 12 años de edad, le llevo el lonche a su padre, como era la
costumbre… que ya estaban cayendo las penumbras, y le dijo su papá al niño
“Espérate un ratito y siéntate ahí, voy con el chule a comprar cigarros”, y el
niño muy obediente se sentó en el tapanco que ahí estaba, y se quedó viendo
lejos muy despreocupado dándole con los talones al cajón… Al fondo del patio
allá a lo lejos había una ramada antigua, casi desvencijada, donde en otros
tiempos el dueño de la casa ponía un catre para dormir al aire libre…. Y para allá miraba el niño, cuando de pronto
de esa ramada de la nada cubierto por las penumbras, salió un hombre largo,
delgado, vestido todo de negro, con actitud de ataque arrastrando una cadena en
cada mano, dirigiéndose directamente hacia donde estaba el niño… ¡El chamaco no
podía creer lo que miraba en esos momentos, aquella tarde de penumbras! Aquel
hombre se acercaba lentamente, cada vez más hacia él, quien estaba con los ojos
desorbitados y los pelos de punta… El hombre largo con cadenas arrastrando, ¡NO
TENIA CABEZA Y NO PISABA EL SUELO! ¡FLOTABA!, el muchacho estaba paralizado de
terror, y como ya casi llegaba hacia él, aquel ente del infierno, saco fuerzas
de donde pudo y como el miedo no anda en burro ¡CORRIO, CORRIO, Y CORRIO! Y no
paro hasta llegar a su casa.
Por supuesto que nadie le creyó aquello tan feo, que el vivo
en esa tétrica y lóbrega mansión, y su papa menos, el niño estuvo muchos días
enfermo, hasta con calentura, y ya no lo hicieron volver a llevar el lonche, le
pegaron una buena riatera, pero el chamaco ya no quiso volver; su padre le dio
otra zurra porque no le creía, pero ni así volvió; también su abuelita le dio
buenos cuerazos con la cuarta en las canillas, pero ni eso lo hizo volver, es
más dice, que el chamaco nunca más volvió a pasar por allí, al menos durante su
niñez y juventud, que fue muy amarga esa experiencia para el vivida.
Al paso del tiempo, como a los dos meses de aquel extraño,
macabro e inolvidable suceso, que cuando estaban haciendo la carretera
transpeninsular, “LA TICSA”, Un sobrino del mismo velador, apodado el güero y
que vivía hasta el esterito, trabaja en esa labor; y una noche que venía de
regreso, pensó que se quedaría a dormir con su tío el velador en la tétrica
mansión, porque venía muy cansado y a la mañana siguiente se iría al esterito.
Precisamente en aquella ramadita abandonada en medio de aquel solar, dormitaba
el velador de cuando en cuando, y le dijo a su sobrino que pusiera un catre
junto al de él, llego la noche se cubrió todo de penumbras, se acostaron, y
dicen que a la media noche cuando el disco plateado de la luna estaba en todo
su esplendor, el güero ya estaba agarrando el sueño, “Cuando de pronto le
jalaban la cobija hasta el suelo, y le
rascaban la planta de los pies”. El güero creyó que era su tío que
estaba vacilando, y se sentaba y recogía la cobija y se acostaba nuevamente,
luego por segunda vez, le hicieron la misma operación, pero ya a la tercera, no
le gustó nada aquello y le dijo- “¡Oiga tío déjeme dormir!”, y le destapo la
cara y cuál sería su sorpresa que este dormía como un angelito y hasta roncaba.
Fue entonces que el güero sintió un miedo espantoso, poco a
poquito se fue tapando y quedo muy espichadito escudriñando a su alrededor.
Aquella noche del terror todo estaba en silencio, iluminado por los reflejos de
la luna, los perros aullaban lastimeramente, ¡cuando de pronto el pobre
muchacho se quedó con los pelos de punta!… en la puerta de la ramadita estaba
el hombre largo de negro con las cadenas arrastrando, amenazando a atacarlo,
pero el colmo del terror fue que ¡NO TENIA CABEZA, NI PISABA EL SUELO! ¡FLOTABA!”
El güero no sabe cómo le hizo, ni de
donde saco valor, pero con el hombro rompió la malla, ¡Y CORRIO, Y CORRIO Y
CORRIO! rumbo al esterito, con el hombre flotando detrás de él, casi casi
pisándole los talones, aventando cadenazos al aire, y este luego despareció al
salir el güero a la calle... EL HOMBRE
SIN CABEZA SE QUEDO ENCERRADO EN LA MANSION.
El tío ni cuenta se dio, de lo que ahí paso, dormía
plácidamente como un bendito; al otro día no se explicaba por qué no estaba el
sobrino, y por qué la malla estaba destrozada.
A los días después de que el güero se repuso del susto, le platico a su
tío lo que paso aquella noche macabra en esa tétrica mansión. Sorprendido el
velador, tuvo que aceptar que su hijo decía la verdad, respecto al hombre sin
cabeza que lo asusto.
…Y aquel hombre sin cabeza, cual largo era, con cadenas en
sus manos deambulaba flotando por aquella lóbrega mansión, amenazando a atacar.
…Por el placer de
escribir…recordar…y…compartir…
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