LA PAZ QUE SE PERDIÓ
POR MANUELITA
LIZARRAGA ALCÁRAZ
“DON LENCHO SANCHEZ Y
SU TRACA- TRACA”.
“LA MARIPOSA”, le
puso la palomilla del muelle fiscal al puesto de tortas o “campesinas” de don
Lencho Sánchez, y su traca traca. Es que el puestecito en mención tenía una
puerta a cada lado que se abría del mostrador para arriba... ¡vamos a la
mariposa de don Lencho a los chocomiles, raspados y a las campesinas (tortas)!,
decía la gente desde la década de los 30 hasta los 60 del siglo pasado.
Aquellas voces que se
escuchaban en el pasado...al pasar frente al histórico muelle fiscal.
¡Don Lencho, un choco
mil y una campesina, despácheme rápido por favor que ya está atracando el barco
la providencia al muelle fiscal y allá viene el Raúl!...!no es cierto yo llegué
primero!, ¡mentiras, fui yo!...gritaban los jornaleros y estibadores de antaño,
en el marco del alegre campaneo dado por
el güero Gilberto en la torre del vigía
y el pitido de los barcos mercantes, que atracaban o salían del muelle...los
jornaleros con prisas, sudorosos, con el paliacate anudado en la cabeza o al
cuello, abriéndose pasos a codazos entre el montón de estibadores para llegar
al puestecito de don Lencho y adquirir el frugal alimento. El popular
puestecito estaba ubicado a la bajadita del muelle, junto a la Aduana del
pasado, la que estaba donde ahora son las oficinas de Hacienda. ¡Cuánto
movimiento había en esa arteria a todas horas del día!; y seguido se tropezaba
uno con los rieles que había en el suelo, que iban hasta los almacenes de
Ruffo...antiguos vestigios de aquel muelle, cuando era de madera, alguna vez
hubo rieles por donde transportaban las mercancías en furgones.
El traca traca de la
negra charanguita modelo 30 que recorría el malecón rumbo al histórico muelle
fiscal seguida de perros y chamacos, así como las exquisitas tortas, jugos,
chocomiles y raspados, además del bonito carácter de don Lencho, lo hicieron
muy popular entre los trabajadores del muelle, y los de la casa Ruffo, quienes
se disputaban todo lo que vendía, así como por la gente del pueblo. Por el puesto
La Mariposa de Don Lencho, el paso era obligado por los niños del ayer, a la
salida de la matiné del cine Juárez o cuando salían a dar la vuelta, y ¡que
felices se ponían con su largo vaso repleto de raspado de fresa con leche, o de
vainilla, y hasta con un alto copete!, y solo costaba $ 20 centavos. También
las familias que salían a pasear al malecón a contemplar el atardecer y a
esperar el aire fresco del Coromuel, como era la costumbre, abarrotaban el
puesto de don Lencho, buscando las campesinas o tortas, así como raspado,
chicles Adams y sodas.
En el puesto de don
Lencho, siempre estaba estacionada a un ladito, la negra charanguita llena de
menjurjes...y por los alrededores de La Mariposa y el Muelle siempre andaban
por allí los populares personajes que eran parte del folklore de La Paz que se
perdió...la elegante y perfumada Marianita, el popochas, el Conono, y el Guilo;
así como “El Chunique”, quien siempre andaba muy pulcro vestido con guayabera blanca cargando al
hombro sus artesanías, como careys, tamborillos y una diversidad de bonitos
arreglos trabajados con sus propias manos en caracol, coral y concha fina. El Chunique,
se paseaba por los hoteles más importantes de La Paz del ayer frente al legendario e histórico
malecón, Los Arcos, Misión hasta el Hotel Perla, ofreciendo sus obras de arte a
los turistas extranjeros y del interior de la República quienes venían a La Paz
a descansar, y a disfrutar de la tranquilidad y belleza de nuestra entidad, del
platillo tradicional de la región LA CAGUAMA, LA MACHACA CON TORTILLAS DE
HARINA, ASI COMO EL QUESITO DE APOLLO Y MANTEQUILLA DE RANCHO, además de los
mariscos como el callo de hacha y almejas que la mayoría de los hoteles y
restaurantes regalaban de botana, entre otros disfrutes, y luego se marchaban,
no se quedaban. Y el que se quedaba, invertía y no se llevaban las ganancias al
extranjero, era derrama que quedaba invertido también en esta entidad.
Don Lencho Sánchez
fue el primero en vender tortas en La Paz y también chocomiles; y se hizo muy
popular sobre todo por su charanguita negra con su traca traca que parecía de
juguete. Don Lencho, fue muy estimado por todos quienes le conocimos. En las
madrugaditas aquellas, de La Paz dormida...don Lencho con su traca traca rompía
el oscuro silencio rumbo al muelle fiscal; pues debía tener lista su vendimia
para las siete de la mañana, que empezaba todo el movimiento; antes, todos los
comercios habría sus puertas a las ocho de la mañana y los dos únicos bancos
que había El Nacional y el de Londres, abrían a las 8. Los Ruffo tenían su
propio banco o casa de cambio y se trabajaba hasta los sábados. ¡Como vendía
Don Lencho!, todo el día estaba lleno de gente su puesto. Lupita su Hija era su
eficiente ayudante. Los Turistas también deleitaban su paladar con las ricas y
novedosas tortas de don Lencho...fósforos, cigarros, chicles, sodas y cervezas
también vendía. Los habitantes de La paz se atropellaban a su paso por esa
calle del muelle. La gente, estaba acostumbrada a identificar los barcos que
llegaban o salían, por el pitido que hacían y que inundaba toda la población,
rompiendo la monotonía de aquellos tranquilos días de bonanza comercial, y
turística de La Paz que se perdió, ya que por el muelle fiscal era la columna
vertebral del movimiento, comercial, político y social que daba vida, alegría y
bonanza a los habitantes del ayer.
Desde que se empezó a
poblar La Paz, con el primer habitante, el soldado Juan Manuel Espinoza, allá
por 1811, del siglo antepasado...después se estableció la aduana marítima en
1830 y había un fondeadero, por donde subían y bajaban las mercancías en
pangos. El muelle fiscal se fundó durante el gobierno del Don Félix Gibert en
1862. Se puede decir que el boom
comercial empezó en La Paz desde 1830 hasta 1964 del siglo pasado, que se
inauguró el primer transbordador LA PAZ. Al cerrarse el muelle fiscal, y
abrirse el puerto de altura de San Carlos y el de Pichilingue, quedó mucha
gente sin trabajo aquí en La Paz. Empezó la fayuca, se dio paso al progreso, el
que trajo aparejado la drogadicción, delincuencia, enfermedades, cárceles
llenas, desintegración familiar, gente más pobre cada día, pérdida de valores,
en fin, se puede decir que ha sido alto el costo del progreso, hemos pagado
pesos por centavos.
Vienen a mi mente
algunos de aquellos barcos que daban movimiento y trabajo a la gente de La Paz
de ayer, y que los llenaban de felicidad, así como llenaban también los
bolsillos con el jornal diario con aquellos pesotes de plata ley 0720, y que
eran suficientes para que sus familias vivieran dignamente: El Sonorita, El
Progreso, El Blanco, EL Raúl, El Araguan, El Estrella Costera, El Salvador EL
Santa Teresa, EL Viosca, EL Edna Rosa alias la Señorita, EL Arturo, El Anita, Los Corrigans, El
Spruce, así como el Salvatierra. En el Salvatierra llegaron a La Paz el primero
de enero de 1942, más de 300 familias sinarquistas, procedentes del interior de
la República a colonizar el Valle de Santo Domingo, venía al frente de ellos,
su líder Salvador Abascal, y abarrotaron el puesto de Don Lencho para saborear
las exquisitas campesinas. Estuvieron estos aguerridos señores un año en María
Auxiliadora entre muchas privaciones y sufrimientos. Fracasó la empresa,
algunos regresaron a su tierra y otros quedaron aquí en La Paz. ELLOS FUERON
LOS PIONEROS, OLVIDADOS POR LA HISTORIA, LOS PRIMEROS EN COLONIZAR EL VALLE DE
SANTO DOMINGO, EN EL VALLE DE LOS CABALLOS, O MARIA AUXILIADORA. Pero ésta es
otra historia que está olvidada también. Todos esos barcos, entre tantos otros
capitaneados por aguerridos marinos que escapan a la memoria y que impulsaron
el desarrollo de Sudcalifornia.
En aquella época el
campanero en la torre del vigía tenía mucho trabajo, sacando sus gallardetes y
tocando la campana. Nomás se la llevaba atisbando la lejanía con el largo
catalejo prieto anunciando la llegada de las armadas perleras y los barcos de
cabotaje, así como anunciando con los banderines rojo o amarillo en épocas de
ciclones, y el puesto de Don Lencho Sánchez también tenía mucho
trabajo....ahora, ¡cuánta soledad!, la torre del vigía muy engalanada luce
silenciosa retando al tiempo, testigo mudo de la historia comercial y mercante
que por más de dos centurias fue el
progreso y la felicidad de los antiguos habitantes de la ciudad de La Paz.
...Ahora, el antiguo
muelle fiscal, testigo de importantes acontecimientos históricos en La
Paz...luce otros ropajes...otro rostro que embellece nuestra ciudad, con otras
gentes, con otras cosas...ahora el muelle es turístico que deleita la mirada de
todo ser viviente.
...Por el placer de escribir…
recordar… y… Compartir…
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