LA PAZ QUE SE PERDIÓ
POR MANUELITA
LIZARRAGA ALCARAZ
“POR TRADICIÓN...EL
DÍA DEL NIÑO SE FESTEJABA Y SE FESTEJA CON PASEO A LA PLAYA”.
• ¡Es evocador recordar aquellos días del niño!...
• No era costumbre el regalo.
• Lo máximo para el niño era el festejo con paseo a las
hermosas playas de blancas arenas y cristalinas aguas de la bahía de La Paz.
• Desde luego...cuando las playas las disfrutaban las
familias sudcalifornianas.
• Este 30 de abril, me hizo recordar que alguna
vez...también yo fui niña.
• Es recordar a mi sabia e ilustrativa abuela, su jarro de
los remedios, mi perro viejo “El pachuco”, y mi muñeca de trapo, con todas sus
vivencias en esta bendita tierra de Dios.
• Es recordar que también fui niña y me encantaba treparme a
los mezquites para comerme las gomas, así como las semillitas de Palo verde.
• Es recordar aquel añorado hogar de encaladas hornillas y
lumbreantes tizones.
• Es recordar aquellas vivencias cotidianas familiares
alrededor de un pecho de caguama asándose en el patio, al aire… Y pasearse en
el garapacho, aventándose por los paredones, hasta la playa.
• Es recordar que alguna vez también yo fui niña...es evocar
el pasado y comparar el presente.
• Es recordar aquellos guarachitos pintados con monitos, y
mis dedos gordos de los pies reventados por los tropezones, los que me curaban
con un chorro de petróleo lila.
• Es recordar aquella Paz de antaño...que fue: la ciudad de
las flores...la ciudad de los molinos de viento...de las perlas...del oro y
plata, de la Marina mercante...de la pesca...de la agricultura, comercio y
ganadería, de la música y el romance...un paraíso terrenal donde sin mucho
esfuerzo nomás con estirar la mano además de tranquilidad, todo teníamos.
• Es recordar, como dice mi prima Haydeé, había mucho dinero
en La Paz, pero no había que comprar en cuanto a comodidades materiales...lavadoras,
refrigeradores, estufas de gas, abanicos, incluso muebles...para acabar pronto,
dijo, ni bancos había; pero la vida era muy bonita, y ahora lo es mucho más con
tantas comodidades y progreso.
• La Paz, que bella es, La Paz.
El 30 de abril de 1924 se instituyó en nuestro país el
festejo del día del niño, promovido por la señorita Eglantine Jeff, fundadora
de la Unión Internacional para el Bienestar del Niño y de la Caja Británica de
Ayuda al Niño. Según la declaración de Ginebra, se consideraron los derechos
del niño acordándose festejar en cada país el día del niño, un día determinado
del año. Y según vía Internet de la Ley Orgánica para la Protección del Niño y
del adolescente en 1954, en la Asamblea General de la ONU se aprobó una
resolución a través del cual, se establecía el día universal del niño; con el
fin de promover anualmente un día consagrado a la fraternidad y entendimiento
entre los niños y niñas del mundo entero. El organismo encargado para
desarrollar ese proyecto fue la UNICEF.
Lo cierto es que entrevistada varias personas de la tercera
edad que ya tienen poco más de 70 años, dicen que los recuerdos entre otros muy
hermosos de su niñez es el festejo en la escuela del día del niño, porque era
inolvidable...lo festejaban con un bonito paseo a las hermosas playas a la
bahía de La Paz...era lo máximo para los niños de aquella época, ese sano
esparcimiento en las cristalinas aguas y blancas arenas atascadas todavía de
cangrejos, caracoles y conchitas...pero eso fue cuando las playas eran para
disfrute gratuito de las familias sudcalifornianas, dicen suspirando.
¡Pero como no recordar el día del niño, si también yo alguna
vez fui niña...una inquieta y feliz niña que al igual que las niñas de mi época
y que ahora peinan canas, jugaban a la cuerda, la matatena, a la peregrina, a
los encantados, las escondidas, a los colores, la víbora de la Mar, entre
tantos otros juegos que permitía la convivencia al aire libre con los demás
niños...además jalaba agua del pozo y hachaba la leña, entre canto y canto así
como nadaba y buceaba los callo de hacha, los que abundaban allí en el
palmar y en toda la bahía de La Paz...es
para llorar...están nítidos en mi mente los recuerdos como si fuera ayer...y
cabalgan como en una película, como corceles desbocados...mi mente empuja mi
mano, y la pluma va plasmando lo que el pensamiento y el corazón van
dictando...¡que felicidad la víspera del 30 de abril, día del niño!.
En aquellos ayeres, en aquel añorado hogar...era lo más
grandioso para mí y mis hermanos...mi madre preparaba el lonche que llevaríamos
a ese día tan esperado durante todo el año...el paseo a la playa el día del
niño, ofrecido por nuestros queridos , respetados, y nunca olvidados Maestros....nunca se nos explicaba por qué
era día del niño y yo creo que hasta la fecha pocos lo saben....pero lo
importante era que iríamos al palmar todos los grupos de alumnos de la escuela
acompañados de nuestros queridos y muy respetados profesores...¡Que
felicidad!...en una bolsa de papel estraza llevaba dos “campesinas”, las que
así bautizó el célebre Don Lencho Sánchez,
preparadas por mi madre y una “Vita”, las campesinas, eran lo que ahora
son las tortas, y consistía en un trozo de carne ricamente preparada metida en
una cemita embarrada de mantequilla con repollo, tomate y cebolla, sabían tan
exquisitas....o a veces eran de huevo de gallinas contentas, pisadas por el
gallo, con chorizo o de frijol refrito con queso, pero la comida era lo de
menos, lo importante era que conviviríamos alumnos y Maestros en la playa.
Lo curioso es que vivíamos casi metidas en el mar todos los
días, y no debía ser novedad para mí...pero el paseo del día del niño tan
largamente esperado para mí, era fantástico, nada se comparaba con salir todo
el grupo caminando rumbo a la playa, de mi añorada escuelita “Capitán de altura
Rosendo Robles”, “La Chango Robles”, de gratos recuerdos, guiados por los
queridos e inolvidables Maestros...una polvareda llevábamos por el arroyo 5 de
febrero, todo aquel muchachero, los que al llegar al palmar, ya íbamos tirando
trapos en el camino y todos nos aventábamos al agua bajo la vigilante mirada de
los Profesores quienes celosos custodiaban las canastas de tamales y refrescos
ofrecidos por ellos, así como los lonches preparados por nuestras Madres; y las
niñas felices nos bañábamos en refajo, y había quienes se metían hasta con
vestido y zapatos del gusto que sentían...y los niños se bañaban en pantalón a
media pierna....y que felicidad después de un rato metidos en el agua, nos
dábamos el gran banquete bajo las palmeras, salíamos con los talones cortados
por las hachas, pero eso que importaba, ¿quién nos quitaba los bailado?...así
se festejaba el día del niño en la escuela con paseo a la playa ofrecido por
los Maestros.
La felicidad de los niños no depende de un solo día en que
se festeja, es una tarea cotidiana que compromete. Ofrecerle paz, atención,
amor y armonía a un niño es el mejor regalo que se le puede dar... ¡Feliz día
del niño!
…Por las tranquilas aguas de la hermosa bahía de La Paz. En
el palmar del manglito… los niños jubilosos festejaban el día del niño, en
compañía de sus queridos e inolvidables Maestros…
…Por el placer de
escribir…Recordar…Y compartir…
*Esta crónica fue publicada hace más de 25 años, en los
principales medios de comunicación y con mayor prestigio en la paz.
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