“LA MARIPOSA”, le puso la palomilla del
muelle fiscal al puesto de tortas o “campesinas” de don Lencho Sánchez, y su
traca traca. Es que el puestecito en mención tenía una puerta a cada lado que
se abría del mostrador para arriba...!vamos a la mariposa de don Lencho a los
chocomiles y a las campesinas!, decía la gente desde la década de los 30 hasta
los 60 del siglo pasado.
Aquellas
voces que se escuchaban en el pasado...al pasar frente al histórico muelle
fiscal.
¡Don Lencho, un chocomil y una campesina, despácheme
rápido por favor que ya está atracando el barco al muelle fiscal!...!no es
cierto yo llegué primero!, ¡mentiras, fui yo!...gritaban los jornaleros y
estibadores de antaño, en el marco del
alegre campaneo dado por el güero Gilberto en la torre del vigía y el pitido de los barcos
mercantes, que atracaban o salían del muelle...los jornaleros con prisas,
sudorosos, con el paliacate anudado en la cabeza o al cuello, abriéndose pasos
a codazos entre el montón de estibadores para llegar al puestecito de don
Lencho y adquirir el frugal alimento. El popular puestecito estaba ubicado a la
bajadita del muelle, junto a la Aduana del pasado, la que estaba donde ahora
son las oficinas de Hacienda. ¡Cuánto movimiento había en esa arteria a todas
horas del día!; y seguido se tropezaba uno con los rieles que había en el
suelo, que iban hasta los almacenes de Ruffo...antiguos vestigios de que en el
muelle, cuando era de madera, alguna vez hubo rieles por donde transportaban
las mercancías en furgones.
El traca traca de la negra charanguita modelo 30 que
recorría el malecón rumbo al histórico muelle fiscal seguida de perros y
chamacos, así como las exquisitas tortas, jugos, chocomiles y raspados, además
del bonito carácter de don Lencho, lo hicieron muy popular entre los trabajadores
del muelle, y los de la casa Ruffo, quienes se disputaban todo lo que vendía,
así como por la gente del pueblo. Por el puesto
La Mariposa de Don Lencho, el paso era obligado por los niños del ayer,
a la salida del matiné del cine Juarez o cuando salían a dar la vuelta, y ¡que
felices se ponían con su largo vaso repleto de raspado de fresa con leche, o de
vainilla, y hasta con un alto copete!, y solo costaba .20 centavos. También las
familias que salían a pasear al malecón a contemplar el atardecer y a esperar
el aire fresco del coromuel, como era la costumbre, abarrotaban el puesto de
don Lencho, buscando las campesinas o tortas, así como raspado, chicles y
sodas.
En el puesto de don Lencho, siempre estaba estacionada a
un ladito, la negra charangita llena de menjurjes...y por los alrededores de La
Mariposa y el Muelle siempre andaban por allí los populares personajes que eran
parte del folklore de La Paz que se perdió...la elegante y perfumada Marianita,
el popochas, el Conono, y el Guilo; así como “El Chunique”, quien siempre
andaba muy pulcro vestido con guayabera
blanca cargando al hombro sus artesanías, como careys, tamborillos y una
diversidad de bonitos arreglos trabajados con sus propias manos en caracol,
coral y concha fina. El Chunique, se paseaba del Hotel Los Arcos hasta el Hotel
Perla, ofreciendo sus obras de arte a los turistas extranjeros y del interior
de la República quienes venían a La Paz a descansar, y a disfrutar de la
tranquilidad y belleza de nuestra entidad, del platillo tradicional de la
región LA CAGUAMA, LA MACHACA CON TORTILLAS DE HARINA, ASI COMO EL QUESITO DE
APOLLO Y MANTEQUILLA DE RANCHO, además de los mariscos como el callo de hacha y
almejas que en algunos hoteles y restaurantes los regalaban de botana, entre
otros disfrutes, y luego se marchaban, no se quedaban. Y el que se quedaba,
invertía y no se llevaban las ganancias al extranjero, era derrama que quedaba
invertido también en esta entidad.
Don Lencho Sánchez fue el primero en vender tortas en La
Paz y también chocomiles; y se hizo muy popular sobre todo por su charanguita
negra con su traca traca que parecía de juguete. Don Lencho, fue muy estimado
por todos quienes le conocimos. En las madrugaditas aquellas, de La Paz
dormida...don Lencho con su traca traca rompía el oscuro silencio rumbo al
muelle fiscal; pues debía tener lista su vendimia para las siete de la mañana,
que empezaba todo el movimiento; antes, todos los comercios habrían sus puertas
a las ocho de la mañana y los dos únicos
bancos que había El Nacional y el de Londres, abrían a las 8. Los Ruffo tenían
su propio banco o casa de cambio y se trabajaba hasta los sábados. ¡Como vendía
Don Lencho!, todo el día estaba lleno de gente su puesto. Lupita su Hija era su
eficiente ayudante. Los Turistas también deleitaban su paladar con las ricas y
novedosas tortas de don Lencho...fósforos, cigarros, chicles, sodas y cervezas
también vendía. Los habitantes de La paz se atropellaba a su paso por esa calle
del muelle. La gente, estaba acostumbrada a identificar los barcos que llegaban
o salían, por el pitido que hacían y que inundaba toda la población, rompiendo
la monotonía de aquellos tranquilos días de bonanza comercial, y turística de
La Paz que se perdió, ya que por el muelle fiscal era la columna vertebral del
movimiento, comercial, político y social que daba vida, alegría y bonanza a los
habitantes del ayer.
Desde que se empezó a poblar La Paz, con el primer
habitante, el soldado Juan Espinosa, allá por 1811, del siglo antepasado...después
se estableció la aduana marítima en 1830 y había un fondeadero, por donde subían
y bajaban las mercancías en pangos. El muelle fiscal se fundó durante el
gobierno del Don Felix Gibert en 1862. Se puede decir que el boom comercial empezó en
La Paz desde 1830 hasta 1964 del siglo pasado, que se inauguró el primer
transbordador LA PAZ. al cerrarse el muelle fiscal, y abrirse el puerto de
altura de San Carlos y el de Pichilingue, quedó mucha gente sin trabajo aquí en
La Paz. empezó la falluca, se dio paso al progreso, el que trajo aparejado la
drogadicción, delincuencia, enfermedades, cárceles llenas, desintegración
familiar, gente mas pobre cada día, pérdida de valores, en fin se puede decir
que ha sido alto el costo del progreso, hemos pagado pesos por centavos.
Vienen a mi mente algunos de aquellos barcos que daban
movimiento y trabajo a la gente de La Paz de ayer, y que los llenaban de
felicidad, así como llenaban también los bolsillos con el jornal diario con
aquellos pesotes de plata ley 0720, y que eran suficientes para que sus
familias vivieran dignamente: El Sonorita, El Progreso, El Blanco, EL Raúl, El
Araguan, El Estrella Costera, El Salvador EL Santa Teresa, EL Viosca, EL
Arturo, El Anita, Los Corrigans, El Spruce, así como el Salvatierra. En el Salvatierra
llegaron a La Paz el primero de enero de 1942, mas de 300 familias
sinarquistas, procedentes del interior de la República a colonizar el Valle de
Santo Domingo, venía al frente de ellos, su líder Salvador Abascal, y
abarrotaron el puesto de Don Lencho para saborear las exquisitas campesinas.
Estuvieron estos aguerridos señores un año en María Auxiliadora entre muchas
privaciones y sufrimientos. Fracasó la empresa, algunos regresaron a su tierra
y otros quedaron aquí en La Paz. ELLOS FUERON LOS PIONEROS, OLVIDADOS POR LA
HISTORIA, LOS PRIMEROS EN COLONIZAR EL VALLE DE SANTO DOMINGO, EN EL VALLE DE
LOS CABALLOS, O MARIA AUXILIADORA. Pero ésta es otra historia que está olvidada
también. Todos esos barcos, entre tantos otros capitaneados por aguerridos
marinos que escapan a la memoria y que impulsaron el desarrollo de Baja
California Sur.
En aquella época el campanero en la torre del vigía tenía
mucho trabajo, sacando sus gallardetes y tocando la campana. Nomás se la
llevaba atisbando la lejanía con el largo catalejo prieto anunciando la llegada
de las armadas perleras y los barcos de cabotaje, así como anunciando con los
banderines rojo o amarillo en épocas de ciclones, y el puesto de Don Lencho
Sánchez también tenía mucho trabajo....ahora, ¡cuanta soledad!, la torre del
vigía muy engalanada luce silenciosa retando al tiempo, testigo mudo de la
historia comercial y mercante que por mas de dos centurias fue el progreso y la felicidad de los
antiguos habitantes de la ciudad de La Paz.
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