lunes, 11 de agosto de 2014

“TERRIBLES APARICIONES Y LAMENTOS EN LA BUENA MUJER”.

·            UN ESCALIOFRIANTE LAMENTO QUE ESTRUJA EL CORAZON Y HIELA LA SANGRE, SE ESCUCHA EN LA BUENA MUJER....QUE PARECE QUE SURGE DEL FONDO DE LA TIERRA Y SUBE POR TODA LA SIERRA “LA PINTADA”, PERDIENDOSE EN EL FIRMAMENTO, DICEN;
·            LOS ANIMALES SALTABAN LOS CORRALES  Y SALIAN DESPAVORIDOS CON LOS OJOS SALTADOS Y LOS PELOS PARADOS,  Y NO REGRESABAN HASTA DE CUATRO DIAS O MAS....PERO LO CURIOSO ES, QUE SOLO SE ESCUCHA A MEDIADOS DEL MES DE MAYO.
·            SALEN DUENDES QUE IMITAN TODO LO QUE LA GENTE DEL RANCHO HIZO DURANTE EL DIA.
·            TAMBIEN SALE UNA MUJER VESTIDA DE BLANCO LLORANDO CON UN PAÑUELO EN LA CARA, QUE SU VESTIDO LARGO HACE RUIDITO AL CAMINAR...Y QUIEN LA MIRA Y ESCUCHA EN MUCHO TIEMPO NO LA PUEDEN OLVIDAR.
·            UN JINETE VESTIDO TODO DE NEGRO MONTADO EN UN BRIOSO Y NEGRO CORCELTAMBIEN SE VE TROTANDO RUMBO AL RANCHO LA BUENA MUJER.
·            SU PADRE, UN DEVOTO DEL ANIMA DEL PURGATORIO LE PRENDIA VELADORAS Y SE APARECIAN DOS MUJERES DE BLANCO HINCADAS REZANDO....LUEGO, ASUSTADO, LAS PRENDIA EN UN CIRUELO EN EL MONTE, Y ALLA SE APARECIAN LAS MUJERES.

Son muchas las terribles cosas que pasan en aquel lugar, lo que fue el rancho La Buena Mujer, ahora La Presa La Buena Mujer...platica espantada con la piel enchinada, al recordar, Doña Cuquita Nuñez, quien vivió por muchos años en ese lugar...dicen que sus antepasados le pusieron ese nombre allá por 1840, porque en la falda de los cerros hay mucha de esa planta medicinal “La buena mujer”, que sirve entre otras cosas para que conciban bebé las mujeres y para curarse problemas del vientre. Que antes era un predio que se llamaba Nuestra Señora del Rosarito, y el señor Talamantes se lo vendió a su tatarabuelo Don Pánfilo Nuñez Luke, y éste le puso así, La Buena Mujer, inspirado en la planta medicinal....

La Buena Mujer fue un rancho muy hermoso dice Doña Cuquita...su infancia la vivió entre sobresaltos y espantos...su padre Don Refugio Nuñez Ojeda, nativo de La Buena Mujer, era de oficio pocero, y su mamá Doña Sara Olachea Martínez, nativa de San Blás. Don Refugio Fue un hombre muy sabio en su oficio, dice, nunca fallaba para encontrar agua, decía él que donde hay un mezquite, o un árbol de Iguajil, donde anidan los cuervos, es seguro que hay agua. Doña Cuquita recuerda con nostalgia a sus dos hermanos Manuel y Gabriela, así como a sus abuelos paternos y maternos además a su bisabuelita la curandera Lugarda Duke Ajuque, quien curaba la rabia, y decía y que Duke y Ajuque, eran apellido indios de los nativos californios. Continua recordando Doña Cuquita que contaban que en la Presa La Buena Mujer hay un entierro muy grande que seguido se miraba arder en aquellos tiempos, buenos sustos que se llevaron. Que don Manuel de Ocio tenía pleito con los Dominicos, y que decían los mayores que traía un gran cargamento de plata y oro y que los seguían, entonces lo sepultó por ese rumbo de la Buena Mujer, pero que nunca se supo si lo sacaron o no.



Que su abuelita, la curandera, murió de 107 años en buena salud....era una vida muy feliz en La Buena Mujer, a pesar de los espantos, pues ya se habían acostumbrados a vivir con ellos. El casco del rancho estana al otro lado del arroyo. Todo lo que es ahora La Presa La Buena Mujer, frente a los cerros de la Sierra La Pintada; nomás caía la tarde y se escuchaba el trajín en la cocina, murmullos, hachando leña en los leñeros, ruidos en los corrales, como si se ensillaran los caballos, en fín, hasta molían café.

Pero lo más escalofriante que los habitantes vivían, y se preparaban durante todo el año para prepararlo, era en el mes de Mayo, a mediados, para ser exactos, con gran temor esperaban esa fecha para vivir la terrible experiencia una vez más la que a través de generaciones se sabía, pero no se sabía el motivo, el por qué sucedía esto, parecía que se desataban todas las fuerzas del mal y se miraban en ese mes todas las apariciones y remataban con el escalofriante lamento, decían los mayores, que salía del fondo de la tierra arropaba todo el rancho, o sea, todo lo que es la presa, y aquel lamento se iba por serranías, rumbo a La Pintada...a los humanos les helaba la sangre y les oprimía el corazón y los animales saltaban las cercas de los corrales espantados perdiéndose en el monte, hasta por más de cuatro días, que regresaban todos sedientos y desmejorados...nunca se supo el misterio de este lamento, que comparándolo con el escalofriante grito de la llorona, éste parece un pequeño susurro.

Dice Doña Cuquita que contaba su bisabuela Lugarda, descendiente de los indios Californios que sus mayores decían que en la fiesta de la “cosecha”, ese misterioso lamento se escuchaba durante la ceremonia, en la que bailaban los indios hasta ocho días, y en el último día, surgía ese lamento que helaba la sangre y oprimía el corazón.


En el libro de Bolton, “Los Confines de la cristiandad”, que el senador de la República, Lic. José Carlos Cota Osuna, me hizo el favor de obsequiarme y el que le agredezco  una vez más, el almirante de Atondo y Antillón, durante su incursión en la península en 1683, en San Isidro presenciaron el 4 de Noviembre del año mencionado una ceremonia de “La cosecha”; y después de describir la crónica de todo el ritual, dice.... “al tercer día se escucho un terrible alarido que hasta se pusieron en armas”....

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