LA PAZ QUE SE PERDIO
POR MANUELITA LIZARRAGA ÁLCARAZ
POR MANUELITA LIZARRAGA ÁLCARAZ
“DON ALEJANDRO ANGULO HIRALES...FUNDO EL RANCHO SAN ISIDRO DE LAS PALMAS...FUE UN PROSPERO RANCHERO SUDCALIFORNIANO”.
• “EL SEMITO”, QUE FUE TODA UNA LEYENDA EN LA PAZ, QUE HASTA UN CORRIDO LE ESCRIBIERON
• TODAS LAS CARRERAS QUE SE ORGANIZABAN EL SEMITO LAS GANABA.
• HASTA QUE PERDIÓ EN AQUELLA HISTÓRICA CARRERA POR LOS AÑOS CINCUENTA EN EL TASTE DE LA CALLE BRAVO CONTRA EL JUGUETE DE TAMAULIPAS DE DON LUIS RAMÍREZ
• MUCHA GENTE QUE APOSTÓ AL SEMITO, PERDIÓ MUCHO DINERO, ALGUNOS HASTA SE ARRUINARON.
• EL SEMITO NUNCA MÁS VOLVIÓ A CORRER Y MURIÓ EL 03 DE DICIEMBRE DE 1970, ESTÁ SEPULTADO EN EL CEMENTERIO DE LOS CABALLOS EN SAN ISIDRO DE LAS PALMAS.
Don Alejandro nació el 27 de febrero de 1907. Sus padres fueron el destacado revolucionario teniente coronel Urbano Angulo y Expectación Hirales Geraldo, quienes procrearon diez hijos. Don Urbano, fue enviado de Mazatlán Sinaloa a esta península como jefe político en 1914 a hacerse cargo del Gobierno del territorio sur de Baja California. Don Urbano, además de que se distinguió por su honestidad y buen gobierno, al mando de tropas carrancistas, derrotó a elementos villistas, organizó el batallón “Manuel Márquez de León” logrando que en poco tiempo desalojaran el distrito Sur. Su hijo Don Alejandro Angulo, contrajo nupcias con la profesora Leonor Lucero Nuñez el 24 de abril de 1935. Dios Bendijo su hogar con nueve hijos: Urbano, Graciela, Cecilia, Beatriz, Aurelia, Alejandro, Leonor, Angel y Oswaldo.
La añoranza de gratos recuerdos infantiles, de vivencias y juegos de tiempos ya idos...compartidos con la inolvidable amiguita de la infancia, en cuarto año de primaria, en la Escuela Rosendo Robles, “Chonita”, llamada así cariñosamente por familiares y amigos y que hasta ahora después de este encuentro, me entero que su nombre es Aurelia. Estos recuerdos, me hicieron buscarla con gran entusiasmo aquella mañana de primavera con la grata compañía de Don Rodolfo Carballo y su Esposa Margarita; a setenta kilómetros de esta hermosa ciudad capital, entre brechas y serranías, rumbo al Norte y a doscientos metros de la costa, pasando el rancho “Cuñaño”, y el arroyo, está enclavado el pintoresco y muy sudcaliforniano Rancho San Isidro de Las Palmas, inundado de hermosas y altísimas palmeras donde en el follaje de sus copas anidan el serrano y la calandria. Rancho propiedad de la familia Angulo Lucero, y donde habitan las señoritas Beatriz, Aurelia, Leonor y el joven Angel, así como su pariente Juanito, quienes digna y eficazmente dirigen el rancho de 380 hectáreas, donde la mirada contemplativa se pierde en la alfombra de fuerte verdor de los sembradíos donde los pavorreales y faisanes con majestuosidad y elegancia muestran orgullosos sus plumajes multicolores en bello contraste con los tenues rayos del sol mañanero, y el ganado pasta tranquilamente mientras que en los corrales elaborados artísticamente de fuertes troncos de palmas lucen repletos de borregos y cabras. Y bajo el árbol de Wuizachi, o uña de gato, está el gallinero atascado de gordas gallinas, gansos y palomas.
Aquella hermosa mañana en el rancho San Isidro de Las Palmas, la amabilidad y cordialidad de los muchachos Angulo Lucero se puso de manifiesto al recibirnos cálidamente con una taza de aromático café de grano y llevarnos a un recorrido por las instalaciones del rancho. Después de admirar los coloridos jardines de variadas y perfumadas flores, los raros y hermosos pájaros azules, los caudales, quienes cantan nada más cuando anuncian lluvia, las guacamayas, avestruces, así como una variedad de pájaros canores, bajo la fronda del enorme y antiguo árbol “Acacia”, donde habita el Tzenzontle, también llamado ruiseñor el cardenal y el gorrión en el marco del rumor del mar que revienta sus embravecidas olas a doscientos metros del rancho, de palmeras susurrantes y los diferentes ruidos propios de los animales mencionados, la señorita Aurelia Angulo dijo con orgullo que este rancho San Isidro de las Palmas lo fundó su padre Don Alejandro Angulo Hirales en el año de 1953, el que solicitó a la Nación y con fervor le prometió al Santo San Isidro Labrador que si lograba este anhelo largamente acariciado y encontraba agua, le pondría su nombre , lo haría muy próspero, así como le haría algunos arreglos a la Misión de San Francisco Javier.
Y así fue, se le concedió a su padre, su deseo, y Don Alejandro le cumplió. Puso el nombre al rancho, lo hizo prosperar y su hija Beatriz le cumplió la promesa a San Francisco Javier, llevándole algunos materiales para la reparación de la misión, ya que él no alcanzó a realizar esa promesa, porque falleció el 18 de octubre de 1979 a la edad de 72 años. Su esposa Leonor le sobrevivió 20 años, falleció el primero de Julio de 1999 a la edad de 92 años, dejando una numerosa y unida familia trabajadora y productiva que contribuyen al desarrollo de Sudcalifornia. Este árbol de Acacia, continuó diciendo Chonita, lo planto su padre cuando fundó el rancho, con la idea de que bajo su sombra fueran las reuniones familiares. Bajo este frondoso árbol les contaba Don Alejandro amenos e interesantes relatos y anécdotas que hacían más placentera la vida cotidiana. La Acacia, la trajo su padre de otro rancho que fue de su propiedad “ El orégano”, por el rumbo de San Pedro.
También tuvo los ranchos El mezquite y Las tunitas, donde de sol a sol, a golpe de azada, abría los surcos en la tierra regándola con el sudor de su frente, y ella generosa le correspondió en abundancia. Por aquellos polvorientas y pedregosas brechas su padre transportaba los productos de la tierra y del rancho en un camioncito rumbo a La Paz. En esta Acacia, está escrita gran parte de la historia de la familia Angulo Lucero. Don Alejandro Angulo fue un hombre cabal, ejemplar esposo padre de familia y amigo, fue un apasionado de las carreras de caballos. Fue el dueño de “El Semito”, que fue toda una leyenda en La Paz, que hasta un corrido le escribieron, todas las carreras que se organizaban El semito las ganaba, hasta que perdió en aquella histórica carrera por los años cincuenta en el taste de la calle bravo contra El juguete de Tamaulipas de Don Luis Ramírez, mucha gente que apostó al semito, perdió mucho dinero, algunos hasta se arruinaron. El Semito nunca más volvió a correr y murió el 03 de diciembre de 1970, está sepultado en el Cementerio de Los caballos en San Isidro de Las Palmas, donde las hacendosas muchachas Angulo Lucero viven felizmente del producto de su esfuerzo. Bajo las normas más estrictas de higiene elaboran para su venta exquisito y tradicional queso, arte aprendido de sus mayores, así como viven de la venta de ganado, aves y otros animales criados con el mayor cuidado siguiendo el ejemplo de sus padres.
Los pavorreales andaban arriba del techado de la casa y árboles, luciendo sus hermosas colas multicolores como abanicos, y escuchándose en la copa de la casi centenaria Acacia el hermoso trino de los ruiseñores, único pájaro que imita más de 400 sonidos...en ese paraíso terrenal...en el rancho San Isidro de Las Palmas fundado por un auténtico ranchero sudcaliforniano Don Alejandro Angulo Hirales...sus hijos las señoritas Beatriz, Aurelia y Leonor así como los jóvenes Angel y Juan deleitan su mirada en las grandes praderas, montes y serranías...y en la inmensidad del cielo y el mar abierto, donde pasan grandes embarcaciones y la ballena gris en su tiempo también pasa aventando al cielo enormes chorros de oxigeno evitando que se abra aún más la capa de ozono.
• TODAS LAS CARRERAS QUE SE ORGANIZABAN EL SEMITO LAS GANABA.
• HASTA QUE PERDIÓ EN AQUELLA HISTÓRICA CARRERA POR LOS AÑOS CINCUENTA EN EL TASTE DE LA CALLE BRAVO CONTRA EL JUGUETE DE TAMAULIPAS DE DON LUIS RAMÍREZ
• MUCHA GENTE QUE APOSTÓ AL SEMITO, PERDIÓ MUCHO DINERO, ALGUNOS HASTA SE ARRUINARON.
• EL SEMITO NUNCA MÁS VOLVIÓ A CORRER Y MURIÓ EL 03 DE DICIEMBRE DE 1970, ESTÁ SEPULTADO EN EL CEMENTERIO DE LOS CABALLOS EN SAN ISIDRO DE LAS PALMAS.
Don Alejandro nació el 27 de febrero de 1907. Sus padres fueron el destacado revolucionario teniente coronel Urbano Angulo y Expectación Hirales Geraldo, quienes procrearon diez hijos. Don Urbano, fue enviado de Mazatlán Sinaloa a esta península como jefe político en 1914 a hacerse cargo del Gobierno del territorio sur de Baja California. Don Urbano, además de que se distinguió por su honestidad y buen gobierno, al mando de tropas carrancistas, derrotó a elementos villistas, organizó el batallón “Manuel Márquez de León” logrando que en poco tiempo desalojaran el distrito Sur. Su hijo Don Alejandro Angulo, contrajo nupcias con la profesora Leonor Lucero Nuñez el 24 de abril de 1935. Dios Bendijo su hogar con nueve hijos: Urbano, Graciela, Cecilia, Beatriz, Aurelia, Alejandro, Leonor, Angel y Oswaldo.
La añoranza de gratos recuerdos infantiles, de vivencias y juegos de tiempos ya idos...compartidos con la inolvidable amiguita de la infancia, en cuarto año de primaria, en la Escuela Rosendo Robles, “Chonita”, llamada así cariñosamente por familiares y amigos y que hasta ahora después de este encuentro, me entero que su nombre es Aurelia. Estos recuerdos, me hicieron buscarla con gran entusiasmo aquella mañana de primavera con la grata compañía de Don Rodolfo Carballo y su Esposa Margarita; a setenta kilómetros de esta hermosa ciudad capital, entre brechas y serranías, rumbo al Norte y a doscientos metros de la costa, pasando el rancho “Cuñaño”, y el arroyo, está enclavado el pintoresco y muy sudcaliforniano Rancho San Isidro de Las Palmas, inundado de hermosas y altísimas palmeras donde en el follaje de sus copas anidan el serrano y la calandria. Rancho propiedad de la familia Angulo Lucero, y donde habitan las señoritas Beatriz, Aurelia, Leonor y el joven Angel, así como su pariente Juanito, quienes digna y eficazmente dirigen el rancho de 380 hectáreas, donde la mirada contemplativa se pierde en la alfombra de fuerte verdor de los sembradíos donde los pavorreales y faisanes con majestuosidad y elegancia muestran orgullosos sus plumajes multicolores en bello contraste con los tenues rayos del sol mañanero, y el ganado pasta tranquilamente mientras que en los corrales elaborados artísticamente de fuertes troncos de palmas lucen repletos de borregos y cabras. Y bajo el árbol de Wuizachi, o uña de gato, está el gallinero atascado de gordas gallinas, gansos y palomas.
Aquella hermosa mañana en el rancho San Isidro de Las Palmas, la amabilidad y cordialidad de los muchachos Angulo Lucero se puso de manifiesto al recibirnos cálidamente con una taza de aromático café de grano y llevarnos a un recorrido por las instalaciones del rancho. Después de admirar los coloridos jardines de variadas y perfumadas flores, los raros y hermosos pájaros azules, los caudales, quienes cantan nada más cuando anuncian lluvia, las guacamayas, avestruces, así como una variedad de pájaros canores, bajo la fronda del enorme y antiguo árbol “Acacia”, donde habita el Tzenzontle, también llamado ruiseñor el cardenal y el gorrión en el marco del rumor del mar que revienta sus embravecidas olas a doscientos metros del rancho, de palmeras susurrantes y los diferentes ruidos propios de los animales mencionados, la señorita Aurelia Angulo dijo con orgullo que este rancho San Isidro de las Palmas lo fundó su padre Don Alejandro Angulo Hirales en el año de 1953, el que solicitó a la Nación y con fervor le prometió al Santo San Isidro Labrador que si lograba este anhelo largamente acariciado y encontraba agua, le pondría su nombre , lo haría muy próspero, así como le haría algunos arreglos a la Misión de San Francisco Javier.
Y así fue, se le concedió a su padre, su deseo, y Don Alejandro le cumplió. Puso el nombre al rancho, lo hizo prosperar y su hija Beatriz le cumplió la promesa a San Francisco Javier, llevándole algunos materiales para la reparación de la misión, ya que él no alcanzó a realizar esa promesa, porque falleció el 18 de octubre de 1979 a la edad de 72 años. Su esposa Leonor le sobrevivió 20 años, falleció el primero de Julio de 1999 a la edad de 92 años, dejando una numerosa y unida familia trabajadora y productiva que contribuyen al desarrollo de Sudcalifornia. Este árbol de Acacia, continuó diciendo Chonita, lo planto su padre cuando fundó el rancho, con la idea de que bajo su sombra fueran las reuniones familiares. Bajo este frondoso árbol les contaba Don Alejandro amenos e interesantes relatos y anécdotas que hacían más placentera la vida cotidiana. La Acacia, la trajo su padre de otro rancho que fue de su propiedad “ El orégano”, por el rumbo de San Pedro.
También tuvo los ranchos El mezquite y Las tunitas, donde de sol a sol, a golpe de azada, abría los surcos en la tierra regándola con el sudor de su frente, y ella generosa le correspondió en abundancia. Por aquellos polvorientas y pedregosas brechas su padre transportaba los productos de la tierra y del rancho en un camioncito rumbo a La Paz. En esta Acacia, está escrita gran parte de la historia de la familia Angulo Lucero. Don Alejandro Angulo fue un hombre cabal, ejemplar esposo padre de familia y amigo, fue un apasionado de las carreras de caballos. Fue el dueño de “El Semito”, que fue toda una leyenda en La Paz, que hasta un corrido le escribieron, todas las carreras que se organizaban El semito las ganaba, hasta que perdió en aquella histórica carrera por los años cincuenta en el taste de la calle bravo contra El juguete de Tamaulipas de Don Luis Ramírez, mucha gente que apostó al semito, perdió mucho dinero, algunos hasta se arruinaron. El Semito nunca más volvió a correr y murió el 03 de diciembre de 1970, está sepultado en el Cementerio de Los caballos en San Isidro de Las Palmas, donde las hacendosas muchachas Angulo Lucero viven felizmente del producto de su esfuerzo. Bajo las normas más estrictas de higiene elaboran para su venta exquisito y tradicional queso, arte aprendido de sus mayores, así como viven de la venta de ganado, aves y otros animales criados con el mayor cuidado siguiendo el ejemplo de sus padres.
Los pavorreales andaban arriba del techado de la casa y árboles, luciendo sus hermosas colas multicolores como abanicos, y escuchándose en la copa de la casi centenaria Acacia el hermoso trino de los ruiseñores, único pájaro que imita más de 400 sonidos...en ese paraíso terrenal...en el rancho San Isidro de Las Palmas fundado por un auténtico ranchero sudcaliforniano Don Alejandro Angulo Hirales...sus hijos las señoritas Beatriz, Aurelia y Leonor así como los jóvenes Angel y Juan deleitan su mirada en las grandes praderas, montes y serranías...y en la inmensidad del cielo y el mar abierto, donde pasan grandes embarcaciones y la ballena gris en su tiempo también pasa aventando al cielo enormes chorros de oxigeno evitando que se abra aún más la capa de ozono.
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