lunes, 23 de julio de 2018

LA PAZ QUE SE PERDIO
POR MANUELITA LIZARRAGA ÁLCARAZ
…”LA OLA NEGRA Y EL CICLON LIZA… DE AQUEL FATIDICO 30 DE SEPTIEMBRE DE 1976”…
“Después de varios días de fuertes lluvias, en la sierra… Eran las 8:15 de la noche de aquel fatídico 30 de septiembre de 1976, el muro de contención se derrumbó debido a la fuerte explosión, y aquel mundo de aguas contenidas se desbordo; la humilde caja bajo el mostrador de aquel puestecito al pie del cerro, conteniendo un lindo bebe de 9 meses que en esos momento se tomaba su biberón, y yo, volamos como una pequeña basurita perdiéndose en aquella inmensidad de aguas pestilentes, y negras como la noche: “LA OLA NEGRA”, y las grandes marejadas de rugientes aguas se fueron arrasando todo lo que a su paso se encontraba, de milagro me rescataron entre maraña y troncos, cuerpos humanos, animales y basura”; expreso un sobreviviente del ciclón liza quien pidió no publique su nombre.
Aquel 30 de septiembre no se había anunciado que teníamos mal tiempo, recuerdo que serían como las 3 de la tarde, terminaba yo de planchar unas docenas de ropa, mientras la bebe pedía su alimento; los vientos huracanados y la llovizna arreciaban; ya teníamos el ciclón enzima, y el señor King anunciaba que entraría a la paz a las 10:00 de la noche; empezaron las prisas, el abastecimiento de víveres, velas, fósforos y agua; amarrar la casa como mi padre el marinero lo hacía; enterraba unos fieros a modos de estacas por las cuatro esquinas de la casa y la aseguraban con mecates o sogas o cables, y las remataba amarrándolas, en un tronco de árbol que siempre había para estos casos; y jamás se cayó la vivienda a pesar que me tocó vivir los ciclones de 1954, 59 y el liza.
Todo se oscureció de pronto, y las puertas del humilde hogar se cerraron, eran las 5:10 de la tarde y las luces de los faroles se encendieron y mientras tomábamos café con galletas marineras allá afuera aullaba lastimero el viento; ya teníamos en toda su potencia a liza aquí en la paz: atisbé por la ventana y cual sería mi sorpresa, los antiquísimos mezquitones y demás arboles parecían arañas girando al ras del suelo, mi sorpresa fue mayúscula, como era posible que esos troncos tan gruesos y ramajes tan altos anduvieran por los suelos?, y algunos árboles eran levantados de cuajo, me asuste apague la luz y me puse a rezar por todos.
Esa inolvidable noche de Liza de 1976 no pude dormir; creo que muy pocos de los habitantes de aquel ayer durmieron, lo curioso es que casi no había lluvia, las lluvias habían sido 7 días atrás, y por eso se llenó el muro de contención, el que estuvo mal hecho; entre rezos llantos de mi bebe, y al rugir del viento, se escuchaban gritos lastimeros, pedimentos de auxilio y estertores entre las aguas turbulentas que caudalosas corrían por los arroyos, pensaba que eran ruidos propios del viento, y acurrucada con mis pequeños niños entre brazos continúe rezando; esa noche, mi hermana andaba de visita con unos compadres e ignoraba el peligro en el que se encontraba, llevaba a su pequeño bebe; cuenta mi hermana que fue una experiencia aterradora que al pasar por el arroyo por la forjadores desde la colima hasta el CREA, tenían las aguas una altura arriba de las llantas del vehículo que todo se veía un solo mar y arrastraba piedras, dompes y basura, apenas lograron pasarlo, serían ya como las 8;20 de la noche, continua diciendo que por el CREA ya les era difícil pasar, y para tomar la 5 de febrero les fue imposible; los anuncios luminosos y las tapas de los tinacos volaban como plumas al viento, las palmeras y cables de la luz andaban por los suelos, y se regresaron por la misma forjadores para tomar la Jalisco, logrando con muchos esfuerzos cruzar el arroyo del palo el que ya arrastraba autos, piedras, animales, y se oían muchos lamentos; el motor del carro quedo inservible pero salvaron la vida, para las 8;30 de la noche las aguas de los arroyos ya levantaban una altura de nueve metros según dijo el señor King en su reportaje, los autos que dejaron abandonados en el camino, como cascarita los volaba el viento amenazando chocar contra ellos, parecían de caricatura, era como una pesadilla: le doy gracias a Dios que retornaron mojados, llenos de lodo con él bebe demandando alimento.
Llego el nuevo día y Liza dejo desolación y muerte… Enlutando infinidad de hogares sudcalifornianos y gentes del interior; se decían que más de 30,000 gentes murieron, otros que 20,000, otros que para no alarmar solo fueron 4, 000, y oficialmente se dijo que 600, lo cierto es que a la fecha se ignora la cifra exacta de cuantos fueron. Decían algunos maestros que surgió tanto muerto, que en el kilómetro 35 los incineraban, otros decían que rebalsados entre los manglares del mogote quedaron miles de cuerpos, basuras y animales y que ahí mismos los incineraban, pues se temía una epidemia.
Fue una amarga y dolorosa experiencia; durante el recorrido que hicimos a la mañana siguiente al ciclón, por los arroyos, se escuchaban lamentos por doquier, todo mundo buscaba a sus familiares a sus gentes por doquier; en la secundaria 4 estaba atascada de muertos, sobre la arena en los arroyos inundado de cuerpos humanos, sobre salían las manos clamando al cielo, pies cabezas, era un cuadro macabro y dramático, con Lope cinco y en el parque debajo de las bancas también había cuerpos atascados; en la capilla del sagrado corazón bajaban los cuerpos y los apilaban para su identificación; a granel los subían a los dompes, y pick ups, después no se daban abasto y de tantos que salían, algunos los quemaron rumbo al 35; otros fueron a parar a las fosas comunes que se elaboraron como zanjas, y como tirar granos, los bajaban de los dompes; y ahí quedaron sepultados. Dios los tenga en su santa gloria...
El caserío y las grandes mansiones construidas sobre los arroyos, desparecieron como por arte de magia, al día siguiente; del fatídico 30 de septiembre blanqueaba la arena, cientos de casas de dos y tres pisos con familias dentro quedaron sepultados bajo el arroyo, recuerdo que decía el señor King en su noticiario que el arroyo subió volumen de arenas más de 7 metros y las olas que levanto el agua del arroyo fueron de como de más de 9 metros. El paso de las aguas broncas sobre los techos del caserío de INFONAVIT dejo cuerpos humanos y animales sobre ellos, recuerdo que también un dompé quedo sobre una casa. En el hoyanco que se hizo por la casa de la juventud, a los tres días encontraron un carro semi enterrado y adentro del carro tres señoritas, que para sorpresa de los elementos del ejército que rescataron estaban vivas; otros de los casos que viene a mi mente es que en el INFONAVIT un niño de doce años al ver que a sus padres se los llevaba el arroyo, a su hermanito de un año lo subió sobre una puerta y él se abrazó a la puerta cuidando con su cuerpo al niño, los encontraron del lado del mogote, desmayados pero con vida.
Entre las personas muy conocidas y apreciadas que recuerdo, que se fueron en el arroyo intentado salvar su vida adentros de los autos, fue la enfermera del IMSS, Bertita Arreola, una magnifica persona de gran calidad humana, así como a su esposo el Señor Toledo y su familia, mas otra familia que se refugió con ellos dentro del auto; Doña Lupe Márquez y sus cinco hijos, entre tantos patéticos casos.
Nuestras autoridades de todos los niveles, como siempre prestaron auxilio oportuno empezando por vacunar a toda la población y estuvieron al pendiente de apoyar y orientar familias en desgracias, por nuestros cielos sobrevolaban helicópteros del ejército, y sorprendidos quedaban, lo que ante sus ojos miraban… La bahía inundada de cadáveres y los tiburones dándose banquete. Del extranjero enviaron bastante ayuda, brigadas pasaban por los hogares, preguntando y valorando los daños. Fue un amargo trance que quedara para la historia y efeméride de sudcalifornia.
Tenía yo un frondoso y exuberante bambú, a consecuencia del ciclón quedaron los puros varejones pelones; y entre el follaje que quedo esparcido en el suelo apareció mi gallina pelona, la consentida estaba tiesa de frio, y su blanco plumaje estaba lleno de lodo, era una bola de lodo con ojos, luego la abrigue en unos trapos para darle calor, y se recupero fue la única del gallinero que se salvó; tenía yo hasta 40 gallinas, abadas, coloridas, sapas y pelonas; se usaban las gallinas… Tiempos que ya se fueron.
Del ciclón Liza hay muchos testimonios increíbles que contar, pero mejor aquí le corto, porque Don Leoncio me va a fusilar, y a mis queridos lectores no los quiero cansar… Y eso fue lo que sucedió, y me tocó vivir, sin dimensionar…
…Por el Placer de Escribir…Recordar…Y… Compartir…
*ESTA CRONICA FUE PUBLICADA HACE MAS DE 20 AÑOS EN LOS PRINCIPALES MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y CON MAYOR PRESTIGIO EN LA CIUDAD DE LA PAZ*

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