lunes, 12 de junio de 2017

 LA PAZ QUE SE PERDIO
POR MANUELITA LIZARRAGA

“LA TACONUDA...LEYENDA DELARRIO EL MANGLITO”.


         A la tenue luz de los faroles, alrededor de las lumbreantes hornillas, contaban los mayores que por el popular barrio El manglito...barrio de pescadores por tradición, en el solar de los Abaroa se aparece LA TACONUDA. A través de los años fueron muchas las personas que se han espantado en el barrio. Cuenta la leyenda que desde la época de La colonia, en noches plateadas por la orilla del mar, donde ahora es el astillero y donde siempre se ha llamado El palmar de Abaroa, de entre los palmares salía quejándose lastimeramente una mujer altísima volándole al viento la  cabellera tan larga y tan negra como la noche, vestida de largos ropajes blancos y zapatos de altos tacones, quien caminaba lentamente recostándose de trecho en trecho sobre la empalizada de la cerca de la familia Abaroa, y quienes la escucharon, dicen que decía con voz de ultratumba, quejándose lastimeramente...ayyy...ayyy... se fueron y me dejaron...el navío levó anclas...ay que será de mi.
         Cuentan que fueron varios los osados que se atrevieron a preguntarle qué le pasaba y si podían ayudarla, creyendo que era cosa de este mundo...pero que la joven continuaba muy altiva su camino como si no los hubiera visto...entonces se daban cuenta que era una alma en pena y corrían despavoridos.
         En época revolucionaria, cuentan que elementos de la tropa, así como del partido contrario, fueron varios los desconcertados al ver pasar de repente entre los dos bandos, al fragor de la artillería a la misteriosa mujer de altos y ruidosos tacones que hasta polvo levantaban en el camino, y de repente perdía el suelo, como elevándose a la vez que desaparecía. Quienes tuvieron el infortunio de toparse con la taconuda, dicen que nunca le vieron el rostro, que iba vestido de largos ropajes blancos y calzaba zapatos de altos tacones, con lo que hacía mucho ruido. La taconuda, decían los que la vieron, que subía por la calle Encinas partiendo casi desde  la orilla del mar, daba vuelta por la calle Abasolo recostándose sobre el cerco de la misma manzana y se metía precisamente por el zaguán de Doña Quico Abaroa (q.e.p.d.) y se pasaba por los otros solares y paredones hasta bajar por el palmar del Manglito, perdiéndose entre las pangas de los pescadores.
         La taconuda era el tema en las tertulias familiares y el era “el coco” para los niños y adultos a quien toda la vida en diferentes épocas del año la vieron, principalmente en las noches de  plenilunio, casi casi después de escucharse el lastimero llanto de la Llorona...y dicen que, tenían que tomarse té de palo de brasil para el mal de espanto. La taconuda por el barrio del Manglito, a través de los tiempos ha sido la leyenda que ha circulado entre las familias de ese pintoresco barrio de pescadores. En aquellos años, cuando los jóvenes salían a los bailes, a las tardeadas en el kiosco del malecón y la plazuela amenizadas por las orquestas de Don Rafael castro y Don Luis Gonzalez, entre otros músicos de la época, tenían que regresar temprano a sus hogares, y venían con el Jesús en la boca, no fueran a encontrarse de repente con La taconuda o a escuchar el lastimero grito de la Llorona, como a muchos les había pasado ya. Fueron varios los pescadores que en las madrugaditas aquellas se toparon con la taconuda entre los palmares, principalmente en noches de luna. Cuentan los antiguos que no hace mucho tiempo la taconuda volvió a las andadas...varias personas la vieron, si no que le pregunten al Guilo.
         Cuenta Polencho el pescador, que él ha pasado muchas experiencias de este tipo de aparecidos, pero que nunca se había espantado tanto como cuando una madrugadita de aquellas, como era su costumbre iba al mogote a pescar, que de repente se soltó un aguacero, y salió de prisa de entre las pangas  la taconuda, quien  se quedó metida entre los palmares, pues no pudo salir a que se escucharan el fuerte taconeo de sus zapatos debido a la lluvia,  él ya había escuchado de esta leyenda, y  por curiosidad le buscaba el rostro pero por más que lo intentó no pudo vérselo, ya que la larga y negra cabellera la cubría casi toda, chorreándole el agua de la lluvia entre los cabellos y los largos ropajes, que eran como una etérea visión,  que mejor se hizo como que no la había visto, pero que llevaba el corazón en un hilo.
         ...En las noches de Luna...en el Barrio El Manglito, puede aparecer en cualquier momento, con su triste lamento y el ruidoso taconeo de sus zapatos...La taconuda, con sus largos ropajes blancos y negra cabellera al viento.

…Por el placer de escribir…Recordar…Y compartir…


*Esta crónica fue publicada hace más de 15 años en el periódico sudcaliforniano, revista compás, en el programa de radio contacto directo XENT radio La Paz*



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