miércoles, 24 de octubre de 2018


LA PAZ QUE SE PERDIO
POR MANUELITA LIZARRAGA

“LA MUJER DE NEGRO DE LA 16...QUE SE SUBE A LOS TAXIS Y LUEGO DESAPARECE”.




            En las madrugaditas aquellas de La Paz de los molinos de viento, en las empedradas calles se escuchaba el fuerte traqueteo del negro carruaje tirado al trote por briosos y negros corceles también, llevando su bella pasajera, al que estaba envuelta en la historia y la leyenda “La dama de negro de la 16”...perdiéndose carruaje y mujer en la nada, en la obscuridad de la noche.


         En la actualidad, son varios los taxista espantados a quienes por la madrugadita, una joven y hermosa mujer vestida elegantemente toda de negro, les hace la parada en las calles 16 de Septiembre y Revolución...ésta, según se sube al taxi, les ordena “Rumbo al panteón”, pero cuando ya casi van llegando, la bella pasajera desaparece...el asiento trasero del vehículo va completamente vacío, impregnado a perfumes de flores de madreselva y huele de noche.

            Sobre esta macabra aparición, cuenta Doña Estefana, linda señora de la tercera edad, que sus mayores les contaban cuando niña la leyenda de la mujer de negro del arroyo de Los Sandoval, el que después se llamó arroyo central, y ahora es la calle 16... y que donde se aparece estaba la panadería de doña Elvira de Monroy, que desde la época de la colonia, fueron varios los vecinos de esas calles que se despertaban en las madrugadas aquellas al escuchar el fuerte traqueteo de un carruaje negro tirado al trote por briosos corceles negros también, y los osados que abrieron sus ventanas para ver de donde procedía ese ruido quedaron admirados que a esa hora de la madrugada, estaba una mujer vestida toda de negro haciéndole la parada al carruaje y luego ésta se subía en él, perdiéndose en la obscuridad de la noche...que cuando empedraron la calle Revolución por los años de 1920, el ruido de las ruedas del carruaje resonaban más fuertes en el empedrado, como alegre castañuelas, y la gente, a fuerza de la costumbre,  nada más se daba vuelta entre las sábanas y decían “Es el carruaje que viene por la dama de negro” y seguían durmiendo.

            Continúa diciendo Doña Estefana que contaba su abuela que en los tiempos aquellos corría de boca en boca la leyenda de que existió en La Paz una hermosa mujer quien se vestía siempre de negro...nunca se supo su nombre, ni donde vivía, ni de dónde vino, la dama de negro estaba envuelta en el misterio, se aparecía de repente en los bailes o en los eventos de más importancia en La Paz, como buscando algo o a alguien,  siempre vistiendo igual, con una mirada profunda, cargada de tristeza...la gente se acostumbró a ver a la bella joven vestida de negro...de repente no se le vio nunca más, lo que fue muy notorio. Al tiempo, corrió la leyenda que se aparecía haciéndole la parada a los carruajes y luego a los vehículos de la época, y así a través de los años, generación tras generación son muchos los que la han visto y subido a su vehículo y luego se les desaparece quedando aterrados...

            Ahora, al llegar a nuestros días ya son varias las personas que han visto a la dama de negro por la madrugada en la esquina de Revolución y 16 de Septiembre, haciendo señales como parando vehículos, y que desafortunadamente si pasa un taxi por ahí, la sube, ella da órdenes que rumbo al panteón y luego desaparece en el trayecto ante los aterrados ojos del chofer quien no puede dar crédito que tan bella pasajera vestida elegantemente toda de negro, desaparezca nada más así como así.

            Uno de los taxistas, quien pidió no mencionar su nombre, porque pensarían que está loco, cuenta su macabra experiencia:

            Que aquella madrugadita, como a las 4:30 de la mañana, iba él al Hospital Militar a ver un hijo enfermo...que al hacer el alto en calle Revolución porque el semáforo estaba en color rojo, de pronto, de la nada, se apareció una linda muchacha vestida toda de negro, haciéndole la parada, solicitando el servicio, y como la vio tan apurada y muy afligida le dijo que se subiera...recuerda el chofer, que le dijo “suba señorita, no se vaya a romper las medias”, y la muchacha subió y se arrellanó cómodamente en el asiento trasero, para eso se prendió el semáforo en verde, y ella ordenó “Rumbo al panteón por favor”, enfilé por la calle Cinco de mayo, golpeaba a mi nariz el exquisito aroma a flores del perfume de la pasajera...por el espejo miraba su bello rostro...los ojos llorosos de mirar profundo estaban cargados de tristeza...la bella, iba muy callada y meditabunda, yo para romper aquel silencio, le dije, “tuvo suerte señorita de encontrar un taxi a esta hora, me dirigía al hospital a ver un hijo enfermo”...ella no contestó...en eso, doblé a la izquierda por la calle Gómez Farías, rumbo al panteón, como ella había ordenado...pero al hacer el alto en la calle Morelos, voltee a ver el retrovisor buscando aquella triste y llorosa mirada de la bella y perfumada pasajera vestida de negro, pero para mi sorpresa el asiento trasero iba completamente vacío.

            No daba crédito a lo que estaba viviendo, no sentí miedo de pronto, sentí preocupación y pasando los cuatro altos, estacioné el taxi buscando por todos lados, pero todo estaba en silencio en la más espantosa soledad...la misteriosa mujer había desaparecido...empezó a soplar un vientecillo helado y los perros empezaron a aullar lastimeramente...entonces comprendí que lo que estaba viviendo no era normal, y entonces si sentí un miedo escalofriante, no sé cómo pude llegar a mi casa, me metí bajo las cobijas y me hice bolita, temblando todo, ni de mi hijo enfermo me acordé en ese momento. Sufrí de depresión por un tiempo, pero ya estoy recuperado, gracias a Dios, y por las dudas ya no levanto gente pasando la media noche, aunque vengan vestidas de blanco o de negro y ni por muy bellas que estén, terminó diciendo el taxista, añadiendo que a varios compañeros del volante les ha sucedido lo mismo pero que prefieren no contarlo porque no les creerían que en pleno siglo veintiuno sucedan estas cosas.

Por el placer de escribir…Recordar…Y compartir…



No hay comentarios.:

Publicar un comentario