martes, 30 de octubre de 2018




LA PAZ QUE SE PERDIO
POR MANUELITA LIZARRAGA ALCARAZ

“DIAS DE LOS FIELES DIFUNTOS Y AQUELLAS COSTUMBRES.”

  • “APRIETEN EL PASO, Y VAYANSE EN SILENCIO Y CON CUIDADO NO VAYAN A PISAR LAS TUMBAS DE LOS DIFUNTOS”…DECIA MI SABIA E INOLVIDABLE ABUELA…EN AQUEL AYER.

  • EL HALLOWEEN ES UNA COSTUMBRE EXTRANJERA…ES EL FESTEJO DE DIA DE BRUJAS.



          Antiguamente la costumbre en las familias sudcalifornianas era honrar a los familiares fallecidos, rezándoles el rosario en sus tumbas, prendiéndole veladoras, y llevándoles coronas y arreglos florales elaborados en el propio hogar con papel de china, papel crepé, papel lustre y las muy elegantes, hechas con lámina de desecho como latas vacías, de manteca o del alcohol de caña, entre la de otros productos. Estas latas vacías eran muy apreciadas porque se reciclaban, se utilizaban para los arreglos florales de las tumbas o del altar de los santos en los hogares. Había algunas señoras que se dedicaban a elaborar coronas para vender y esta industria apoyaba su economía familiar. También era muy común llevar flores frescas y naturales de los jardines, ya que en su gran mayoría las familias de La Paz, cultivaban hermosas y variadas flores, las que ponían a la venta también, en las diferentes ocasiones tan importantes en el año; como el día de los fieles difuntos, para el día de las madres, primeras comuniones y ofrecimientos a la Virgen, para los ramos de novia, o simplemente para los funerales.

            Fueron tiempos muy hermosos donde se sentía la unión familiar. Con este oficio de elaboración de flores y coronas, desde los primeros días de octubre, se preparaba el material y empezaban con la producción de las coronas en la que participaba la familia, desde la abuela y demás miembros de ella.  Narrando entre cuento y cuento de los mayores, recordando a los seres queridos, sus historias y anécdotas de su paso por la vida, iban surgiendo de sus manos verdaderas obras de arte. Para los días últimos de Octubre, ya estaba todo listo y las paredes de la casa iban quedando tapizada de coronas para el gran día que era una fiesta importante para la familia; la visita al Panteón de los San Juanes, que se realizaba los días de las madres, (no se acostumbraba el festejo del día del padre), día de los fieles difuntos, el santo o aniversario del fallecimiento del familiar. No era costumbre hacerles misas a los muertos en las Iglesias. Estas  se celebraban como un gran acontecimiento en el panteón el día de los muertos, y asistía casi toda la gente de La Paz.



            Por la década de los 50...la mortecina luz de los faroles iluminaba la habitación con vivos colores de las flores de las coronas elaboradas con lámina y otros materiales, por los mayores. Hermosas obras de arte colgaban en la pared las que serían llevadas a las tumbas de los familiares al panteón de Los San Juanes, la madrugadita del 2 de noviembre. En un esquinero, junto al perchero, donde siempre colgaba la cola de caballo con sus peines encajados, la toalla y la jabonera, y los cepillos dentales así como su pasta, estaba el balde repleto de hermosas y perfumadas flores con su mejoral para que no se marchitaran, flores producidas en los jardines de algunas familias que se dedicaban a su venta. En ese esquinero de mis recuerdos estaban también los fósforos, la lámpara de mano, las veladoras y la escoba y bajo el perchero en su tapete, dormía plácidamente mi perro viejo, El pachuco, quien nos acompañaría en ese viaje tan importante: la visita al panteón.

            Al canto del gallo, ya estábamos listos para partir rumbo al panteón. Aquella fría mañana de otoño, el fuerte airecillo del noroeste azotaba nuestros rostros...con el viento la hojarasca se desprendía de los árboles quedando el suelo como mullida alfombra...el ruido de nuestros presurosos pasos eran apagados por el canto de los gallos, grillos y aullidos de perros, así como por el ruido que hacían las mujeres a esas horas de la madrugadita, con sus escobas de varejón de dátil  barriendo y regando el frente del patio de sus casas, como era la costumbre...el chirriar de las rondanillas sacando agua de los pozos para el regado de plantas, patios y calles, apagaba nuestras voces que como en un susurro mi abuela decía “aprieten el paso, nunca es más oscuro, que cuando va a amanecer”, e iba alumbrando el camino con su lámpara de mano y la chispa del cigarro del tigre que como luciérnaga se miraba en la obscuridad, así como el perrito iba por delante.

            ¡Qué contento corría el perro cruzando aquel arroyo de agua dulce que bajaba del cerro antes de llegar al panteón!, allí hacíamos alto y nos mojábamos el rostro para acabar de despertar. Mi madre, tomaba agua del arroyo con sus manos y rociaba el ramillete de  perfumadas flores metidas en el balde con su mejoral. Mi abuelita llevaba en la bolsa de sus largas naguas el rosario y los fósforos, además de alumbrar el camino. Mi madre cargaba el balde de las flores, mi demás hermanos las coronas y yo, las veladoras y la escoba. El perro en su hocico llevaba mi muñeca de trapo. Al caer el alba, ya estábamos en la entrada del panteón de Los San Juanes. Los señoriales y antiguos mausoleos hacían marcado contraste con los montículos de tierra y su lóbrega cruz...el viento y los pinos llorones gemían en triste lamento entre las tumbas...aquella mañana de los dos tiempos de la década de los 50, con su papalote al vuelo, el viejo molino de viento nos daba la bienvenida aventando chorros de agua dulce y cristalina a la gran pila, que a mis escasos años me parecía enorme y maravilloso, aquel espectáculo…todos en silencio…aprieten el paso decía la abuela, no hagan ruido a los difuntos y no vayan a pisar las tumbas…

            Nativa del Rosario, Sinaloa, mi abuelita materna, Doña Francisca Gárate Alcaraz, fue la primera de nuestra familia que pagó su cuota en esta tierra bendita de Dios. La tumba de mi mamá “chica”, quedó más allá del molino, y era de las últimas en aquellos años. Con cuanto amor mi madre, Doña Juanita Alcaraz Gárate, arreglaba aquella tumba rodeada de toda la familia, y le ponía todas las flores y coronas mientras que mi abuelita prendía las veladoras y muy solemne sacaba su rosario, y todos rezábamos. El perro, con la muñeca en el suelo, muy respetuoso observaba la escena y nada más se escuchaba el tong tong del molino y el susurro del viento.





            El Halloween es una costumbre extranjera...es el festejo del día brujas...de ninguna manera debe enseñarse a los niños esta influencia extranjera en los jardines de niños, ya que daña su mentalidad, si tomamos en cuenta que la educación preescolar es la base que forma de manera integral al niño, definiendo y afirmando su personalidad en un futuro. El Halloween no es costumbre nuestra. La tradición tan bonita del “altar de muertos”, tampoco es costumbre de los sudcalifornianos, la han traído las personas procedentes del interior de la República que han venido a radicar a estas tierras, contribuyendo al engrandecimiento de la misma con sus tradiciones, costumbres y esfuerzos. Y como el altar de muertos es muy mexicano, la hemos ido adoptando con agrado. 

En la actualidad, en el Panteón de Los san juanes, que según la leyenda debe su nombre a dos Juanes, padre e hijo. Éstos andaban cazando patos y otros animales atrás del cerro en la laguna que había, y cuentan los mayores que murieron de sed. Alrededor de incontables difuntos duermen el sueño eterno; y los mausoleos y capillas son una verdadera obra de arte, y otras son un montículo de tierra, aunque algunas están abandonadas. El panteón fue fundado en la última década del siglo antepasado, siendo presidente municipal Don Gastón Vivés, porque ya no era suficiente el anterior, debido a tantas defunciones provocadas por pestes y epidemias de la época. Antes,  el panteón estuvo donde es hoy el Estadio Arturo C. Nahl, también fue panteón por la calle Guillermo Prieto y Reforma, así como donde era la Escuela Uno, ahora Miguel Hidalgo. Y el panteón del Zacatal fue de los más antiguos. Para este histórico panteón del Zacatal, el que tiene muchas leyendas, el ingeniero Don Alfredo Savín donó los terrenos.

            ...Y de entre las morenas manos iban surgiendo hermosas flores de lámina y otros materiales, para honrar a los difuntos el 2 de noviembre...

…por el placer de escribir…recordar…y compartir…

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