*Participación de Manuelita Lizárraga en la
VII Jornada de Literatura Regional organizada por la UABCS
Aquella
noche de plenilunio...20 de Febrero de 1912...en el pintoresco pobladito “El
rinconcito”, junto al valle perdido, jurisdicción del Real de San Antonio Baja
California Sur, el hogar del matrimonio formado por el ganadero Don Simón
Wenceslao González y Antonia Morales Avilés, se cimbro con el llanto de la niña
que nacía a la vida entre las morenas manos de la comadrona del
pueblo...llanto, que como el alegre trinar del ruiseñor cantándole a la vida se
confundió entre el eterno silbar de la alta chimenea del mineral del triunfo y
los ruidos propios del mina “La Sin Rival” de las inmediaciones del valle
perdido alegrando el corazón de sus padres y a la que por nombre pusieron
DOMINGA.
Álgidos
tiempos revolucionarios y políticos se vivían en todo el país, y por
consecuencia en el territorio peninsular...armadas perleras inundaban el
mar...grandes vapores europeos fondeaban en la bahía en busca de las perlas del
mejor oriente...los pueblos mineros, la ganadería y el comercio marítimo
estaban en gran actividad...y en ese marco, entre sobresaltos y tiros de
escopeta la amorosa madre mecía la cuna de cacaxtle que colgaba de las vigas
del techo, arrullando tiernamente a la niña Dominga, que dentro de ella dormía.
Ese año de 1912, el vicepresidente de la República Mexicana José María Pino
Suarez visito La Paz. Dominga daba sus primeros pasos cuando en 1913, la nación
mexicana se estremecía con la noticia del asesinato del presidente de México,
Don Francisco I. Madero y del vicepresidente Pino Suarez, consternando a la
población de La Paz originándose la revuelta entre Orteguistas y Federales.
A
temprana edad, Dominga dio muestra de su preclara inteligencia ante el regocijo
de sus padres y su hermano Pedro...entre el polvo del valle perdido y la bruma
del tiempo quedaron plasmadas las pequeñas huellas de Dominga, así como las
voces y risas cantarinas de sus juegos infantiles que se las llevó el viento
entre praderas, campos y serranías. En aquel marco de movimientos armados en la
Península, la niña crecía... y así, se promulgó la Constitución de Nuestra
carta Magna en 1917 contando Dominga apenas con
cinco añitos. Su padre, don Simón Wenceslao tenía la ilusión de que sus
hijos tuvieran una mejor educación, por lo que les llevaba hasta su hogar
personas preparadas para que les enseñaran; pero la fatalidad se ensañó en
aquél hogar, y una fría tarde de invierno, el padre de Dominga falleció cuando
ella aún era muy pequeña.
Doña
Antonia, su madre, mujer de temple y luchadora tuvo que hacerle frente a la
vida y se trasladó a Cabo San Lucas en busca de trabajo y del amparo de su
familia. En ese año de 1920, sucedió un hecho histórico en La Paz; por
plebiscito, resultaba electo por el pueblo el primer gobernador, Don Agustín
Arreola quien dio gran impulso a la educación y al desarrollo de Baja
California Sur entre otros rubros; mientras que Dominga cursaba su primaria en
Cabo San Lucas, lugar que le parecía tan bello a la niña, ya que la casa mas
bonita, grande e importante de ese lugar de pescadores, era la de las
“glorias”, propiedad de Don Julio Gómez, quien fue el inventor de licor de
damiana; allí estaba una agencia de correo con sus diligencias tiradas por
briosos corceles y en sus alforjas traían la correspondencia desde La Paz, lo
que tardaban 15 días y llamaba la atención de la niña ya que era gran amiga de
la familia Gómez Ritchie y sobre todo de las 9 niñas que don Julio tenía. Entre
aquellos arroyos perfumados a damiana, orégano y brisa del mar, Dominga pasó su
primera infancia en Cabo San Lucas jugando en las orillas de las playas con los
lobos marinos y las focas, deleitando su mirada contemplativa con el
avistamiento de ballenas, y sintiendo gran pesar cuando los japoneses las
cazaban y arponeaban indiscriminadamente, así como saqueaban los mares de las
especies mas finas y mataban el tiburón para comerciar con su aceite; pero
también gozaba al ver pasar los grandes vapores rumbo a San José del Cabo donde
cargaban mucho ganado, frutas, guacales de cacaxtle repletos de quesos,
verduras y productos propios de la región. A la niña le encantaba disfrutar y
sentarse en las vértebras de ballenas que acostumbraban los habitantes de Cabo
San Lucas poner como bancos en las banquetas así como jugar en el hermoso
médano y aquel barco quemado donde había cantidad de caguamitas, acompañándole
en sus juegos infantiles sus inseparables amiguitas, Mercedes y Martha Ceseña.
Doña
Antonia, madre de Dominga y Pedro, preocupada por la educación y superación de
sus hijos se trasladó a La Paz, la que le pareció a la niña muy hermosa, con su
bahía de cristalinas aguas inundadas de embarcaciones de vapor y vela, así como
de molinos de viento y huertos con arboles frutales y donde Dominga continuó su primaria en la
escuela 48, la que estaba ubicada en la casa de la familia Amao en Revolución y
Juárez, siendo su maestra Lupita Avilés. Luego continuó estudiando en la escuela
No. 2 y de las compañeras que recuerda, son a las hermanas Ruibal, Laura,
Elena, María Luisa y Carmen quienes con gran entusiasmo estudiaban música como
era la costumbre con el profesor Tereso Hernández. Hermosos recuerdos guarda
Doña Dominga de la ameritada maestra Rosaura Zapata de quien fue muy amiga
uniéndoles un gran cariño ya que impulso sus inquietudes artísticas, siendo
Dominga integrantes de la estudiantina que se presento en el Teatro Juárez. La
profesora Concepción Casillas Seguame, así como Soledad, su hermana, también
fueron sus maestras. Dominga, desde temprana edad sentía inquietud por las
letras, ya escribía versos a sus maestros y a su adorada madrecita en esa
época, adoraba el libro “Aladino” que Rosaura Zapata le regaló enviándoselo
desde la Ciudad de México ya que mantenía correspondencia constante y directa
con la emérita maestra.
En aquella
Paz tranquila y hermosa, de molinos de viento y de romance donde Todos sus
habitantes eran como una familia, Dominga rodeada del cariño de su familia,
maestros y amigos arribó a la edad de las ilusiones. Y el amor llego a su vida
despertando aun mas el ruiseñor que llevaba en su corazón para cantarle a la
vida, a su pueblo, a la juventud, a la niñez, al amor y las buenas costumbres a
través de sus versos...ella recuerda que durante un viaje que realizo en
compañía con su madre al “Boleo” en Santa Rosalía cuando estaba en todo su
apogeo la extracción de cobre por compañías francesas Dominga Conoció a su
primer y único amor transformando su vida, el joven ganadero Don Loreto Amao,
quienes después de un bonito romance apegado a las buenas costumbres de la
época se unieron en matrimonio en San Antonio, Baja California Sur, donde
radico por muchos años hogar que Dios bendijo
con 4 hermosos retoños: Alba, Cesar, Otto y Loreto Hugo; empañando su
felicidad la muerte del pequeño Cesar a la edad de 5 años. El inmenso amor a su
esposo e hijos, y de forjar los valores vitales de la familia, nutre la
sensibilidad y calidad humana de Dominga y surge en su alma la poesía interna
fluyendo la inquietud por prepararse combinando sus deberes de virtuosa esposa
y abnegada madre, y estudia periodismo
por correspondencia desde su hogar, coronando sus esfuerzos al recibir su
credencial de periodista en 1961 otorgado por el Instituto de Capacitación del
Periodista de la Ciudad de México.
Como
abnegada hija cuidó de su madrecita hasta su ancianidad cerrando sus ojos en el
lecho del sueño eterno. Apoyada siempre moralmente por su esposo, con quien
compartió su vida más de 60 años, y quien falleció casi a los 92. Fue Dominga una dinámica periodista que sin
recibir retribución alguna inundó los diarios de la época con sus
colaboraciones informando a la comunidad oportunamente el diario acontecer,
durante doce años. Estos fueron los medios en que ella colaboró: El Sudcaliforniano,
La Voz del Sur, Tabloide, Guaycura y Nueva Era. En San Antonio dirigió el
Instituto para la Infancia y la Familia. Dominga fue del entusiasta grupo
Fundadores de la Asociación de Prensa y Radio en 1967, ampliando sus
relaciones, colaborando en las revistas “Letras de California” (de Tijuana
B.C.); “Palestra” y “California Gráfica”. Por su constancia y amor a las letras
a Dominga G. De Amao en el año de 1987 las mujeres Profesionistas y de negocios
le rinden un merecido homenaje en el Hotel Gran Baja, con la ceremonia de las
“velas”, nombrándola “la mujer del año”, y otorgándole una constancia de
reconocimiento. En el carnaval de 1992 doña Dominga es nombrada Valor Cultural
del Año, lo que le dio gran satisfacción estimulándola a continuar escribiendo
y cultivar ese natural arte dentro de su
alma; y fluye la escritora, cantándole a la vida, a su tierra, a la
juventud, a la niñez y escribe aportando a la sociedad en general sus
dedicaciones y las flores de su pensamiento en las obras literarias:
“Madrigales y cuentos”; “Confidente”; “Añoranzas”, “Arcoíris”, “Íntimo”,
“Ocasos”, “Colección de cuentos cortos para niños”, “Antología”, “Ramillete”,
“Dedicación familiar”, “Raulito y su abuelo”, “Ensayo nuestras raíces”, y la
edición penúltima publicada el 21 de enero de 1999 a sus 87 años de edad
escrito a su tierra natal “San Antonio”; obras editadas sin el apoyo
gubernamental con su propio esfuerzo y el de su familia brindándole gran
satisfacción y justo orgullo que sus libros se leen en las bibliotecas de
Monterrey y Ensenada así como de esta ciudad capital; libros que doña Dominga
obsequia a sus familiares y amigos donde da a conocer sus pensamientos, sus
versos, crónicas y relatos definiendo los sentimientos para que los suyos se
unan en el ideal de vivir en apego a sus
raíces, respeto a la naturaleza y a un mejor mañana. En reconocimiento a sus
méritos la Universidad Autónoma de Baja California Sur a través del Seminario
de Investigación en literatura regional,
que dirige dignamente el doctor Rubén sandoval, le rindieron un merecido
homenaje en el mes de mayo de 1999, en la presentación de la vii jornada de literatura regional que
llevó el nombre de dominga g. de amao, y la que fue todo un éxito donde
presentaron sus ponencias prestigiados escritores sudcalifornianos.
En
San Antonio Baja California Sur, la biblioteca lleva su nombre, DOMINGA G. DE
AMAO, como un homenaje al ruiseñor de
aquella histórica tierra minera fundada por don Manuel de Ocio hace casi tres
siglos. Por las empedradas callecitas de San Antonio existe la casita de adobe
pintada de blanco arropada de perfumadas enredaderas donde felizmente vivió
doña Dominga G. De Amao con su esposo e hijos y fue fuente de inspiración desde
donde, cual ruiseñor, le cantaba a la vida a través de su escritura y de sus
versos...en aquellas paredes de adobe quedaron plasmadas de voces y recuerdos
de doña Dominga, quien fue fuente de inspiración del ameritado maestros Néstor
Agúndez Martínez dedicándole en su libro “huellas de nuestro tiempo” editado en
1977 en el capitulo 5 “la voz del paisaje, un verso titulado “desde la cuesta”,
a la estimada poetisa y amiga doña Dominga G. De Amao.
Cual reptil ondulando en la colina
Va el camino entre cactus y hondonadas
Bajo el sol, en las noches estrelladas
Y en la tarde que al orto se encamina.
Desde la cuesta el valle se domina
Las formas de Cerralvo calcinadas
Eternamente de olas coronadas
Entre el bermejo que unge la neblina.
Descendemos cual pájaro asustado
A la arteria de un pueblo hospitalario
Que es joyel en el monte aprisionado.
Es noble cual asceta solitario
Bregando con esfuerzo denodado
El pregona su afecto milenario.
...El invierno cuajó su cabeza de
blancos y florecidos lirios...de su rostro, se esfumó la lozanía de la primavera...fundiéndose
en el crisol de su arte literario, en el otoño de su vida, fluyendo once libros
de amenas narraciones de Nuestra historia regional...en el ocaso, Doña Dominga nos ofrece su rostro sonreído
como una margarita, y nos regala un libro más “Manojos de leyendas
sudcalifornianas”...doña Dominga, con la satisfacción del deber cumplido, a
través del cristal de su ventana, en la tranquilidad de su hogar...allá en su
querido San Antonio, donde aun cantan las cigarras, brotan las amapolas y demás
flores del campo, rodeada del cariño de
sus 3 hijos, 17 nietos, 36 bisnietos, y 14 tataranietos y demás familiares
y ve transcurrir el paso de los días,
meses y años, leyendo, cultivándose enmarcada con el alegre trinar de los
pájaros cantores...quizás musitando sus labios un mundo de oraciones con ese espíritu joven que siempre la ha
caracterizado, envuelto en el ropaje de una muchacha antigua, dirá “señor mis
pasos son ya lentos y el camino se acorta...poco a poco me vas acercando a
ti”... ¡muchas felicidades doña Dominga G. De Amao!, gracias por concederme el
privilegio de contarme entre sus innumerables admiradoras y amigas.
La estimada escritora
falleció el 20 de Julio del 2005 a las dos quince de la madrugada en su tierra
natal, el histórico San Antonio, donde después de ser velada en esta ciudad
capital se ofreció una misa de cuerpo presente en la iglesia de San Antonio, y
luego sepultada en su tierra. Se oficiaron de acuerdo a sus deseos tres misas
por tres domingos consecutivos a partir del 24 de Julio, y el novenario en su
memoria, inició el martes 26 del mismo mes, en donde fuera su hogar hasta su
muerte, en esa localidad. Descanse en paz.
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