miércoles, 19 de febrero de 2014

“ENVUELTO EN LA LEYENDA...EL TIEMPO Y EL OLVIDO...MAKLIS...FUE UN PERSONAJE DEL FOLCKLOR SUDCALIFORNIANO”.

·         Maklis Santos Maldonado Tatabiate...se dice que fue su nombre.

            Con su tambachi colgante en el hombro, Maklis deambulaba por aquellas callecitas de La Paz de antaño...diciendo como un rito “Hermanito Juan tatabiate, o caguaseca”, refiriéndose seguramente a los jefes de las tribus yaquis, después de sus resonantes estornudos que eran el terror para los  niños de aquella época....en realidad no eran estornudos los que hacía Maklis, lo que pasaba era que este personaje se tapaba un poro de la nariz y hacía como corneta. Maklis era un personaje muy singular que los mayores aprovechaban para ponerlo del “coco” de los niños para meternos en cintura, ¡y cuanto miedo sentíamos al verlo aparecer de repente en las esquinas!...!regresas pronto con el mandado, porque si no, te puede salir el Maklis y te va a llevar en su bolsa de tiliches! Era la consabida amenaza para los chamacos desentendidos.

            En realidad, Maklis era un ser inofensivo que tal vez estaba afectado de sus facultades mentales...se decía que fue un buen telegrafista en El Boleo, allá en Santa Rosalía cuando estaba en su auge la explotación del cobre y otros minerales. ¡Toda una época de ese histórico pueblo minero!   Contaban también  la voz de los ancianos que hace muchos años, cuando todavía se embarcaba ganado para mandarlo a otras partes del interior de la República, así como tantas mercancías que iban y venían para cubrir las necesidades de la población de aquel tiempo... de uno de aquellos barcos mercantes que hicieron historia, quizás El Edna rosa, El Raúl, o el Corringam, entre otros;  una soleada mañana de verano, los estibadores estaban en plena faena y con asombro vieron aquel extraño personaje que, a  Maklis,  quien  pegó un salto al muelle fiscal, y así venía ataviado con su tiliche del lona al hombro, y su sombrero de lona de lado lo primero que hizo fue hospedarse bajo los pilares del muelle. Su limpia mirada y noble faz inspiraba confianza...estaba ataviado con un overol gris arremangado, su cabeza la cubría con sombrero de lona gris, caído hacia un lado, calzaba sus pies con vistosas teguas de las que hacían con Don Julio Beltran y su inseparable bolsa de lona llena de tiliches colgándole a los hombros, lo distinguía,  y lo hacía muy popular  de repente salía de las esquinas, tiraba el tambachi al suelo, y  como un rito, daba dos tres vueltas en círculo, se llevaba a la cara sus dos grandes manazas, se tallaba la regordeta nariz y estornudaba ruidosamente que podía escucharse a varias decenas de metros a la redonda...aaaaaattttchhhssss...aaaaaatttchhhs y decía “hermanito Juan tatabiate o caguaseca” y se hacía  un corredero de chamacos al ver y escuchar a Maklis, quien nunca se fumaba un cigarro nuevo, tenía que estar usado porque decía que en un cigarro lo había enfermado.





            Aquel singular personaje de aquella Paz de antaño de florecidos y perfumados jardines, era el terror para los niños que no le conocían bien, ya que las mamás se encargaban de asustarlos con Maklis para meterlos al orden...!te va a llevar el Maklis! Y los chamacos creían que en el tambachi que le colgaba en el hombro, allí se llevaba a los niños. La apariencia de Maklis y sus estruendosos estornudos inspiraban temor, pero en realidad este noble señor era inofensivo...andaba de casa en casa, y de tendejón en tendejón ofreciendo sus servicios de mandadero o de los oficios aquellos tan dignos como jalar agua del pozo, o en los leñeros partiendo la leña; se dice que a doña Julia y Don Angel, los padres del ex gobernador del licenciado Angel César Mendoza Arámburo, Maklis les partía la leña....la gente lo respetaba y le ofrecían algunos alimentos, los que Maklis recogía en un botecito, y al término de sus largos recorridos por aquellas callecitas de La Paz, y sus estornudos de gran estruendo, se los comía a placer bajo los pilares del muelle fiscal, donde se decía era su hábitat.

            En aquel tiempo, también había niños que no le temían a Maklis, y que eran muy traviesos,  lo camelaban escondidos entre los árboles, a esperar el momento preciso cuando Maklis  daba la vuelta en  las esquinas reculando para atrás y para adelante, para hacer su acostumbrado ritual de ruidosos estornudos, y que éste tirara al suelo el tiliche para escondérselo. Cuentan los antiguos que una tarde de aquellas hermosas de La Paz, de molinos de viento y barcos mercantes, Maklis dejó de existir...nunca se le volvió a ver más ...quedando en el recuerdo de quienes lo conocieron como un personaje muy singular, que formaba parte del paisaje sudcaliforniano, y que dio paso a la leyenda...los niños y demás gente extrañaban el diario peregrinar de Maklis, así como sus ruidosos estornudos seguido de su ritual “hermanito Juan tatabiate o caguaseca”...atcchhss, atttchsss, 


            Maklis se pierde en el tiempo y el olvido...pero los que peinamos canas...aún lo recordamos, porque formó parte de aquella feliz infancia que Dios gracias nos tocó vivir en aquella hermosísima Paz de antaño 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario