LA PAZ QUE SE PERDIO.
POR MANUELITA LIZARRAGA
ALCARAZ.
LA LEYENDA...HECHA REALIDAD...LA PERLA
MAS BELLA Y CODICIADA A TRAVES DE LOS SIGLOS...LA PENINSULA DE B.C.S.
...Ellos eran libres como el viento...en aquella soledad
donde el silencio era roto por el graznar y trino de las aves del cielo...la
risa de sus habitantes...el murmullo del viento y el mar. En las níveas arenas
holladas únicamente por la planta de los antiguos Californios, empedradas de
una diversidad de conchitas y caracoles, se paseaban majestuosa la jaiba y el
cangrejo. Los ojos del Guaycura estaban acostumbrados a contemplar las diáfanas
aguas, las gaviotas rasgando el aire, el venado y otros animales correr
libremente por las serranías al igual que ellos...enmarcados de hermosas
alboradas y bellos crepúsculos entre palmeras, cardones, manglares y
mezquitales. Ellos...los Guaycuras, coras y pericues, legítimos dueños de esta península,
perfumada a orégano, damiana y una diversidad de flores del campo, eran las
gentes mas robustas y sanas...habían sobrevivido por milenios en completa armonía
con la naturaleza. Así lo demuestran los testimonios de los padres jesuitas y
algunos navegantes, que dejaron a su paso para la humanidad...las pinturas
rupestres entre otras cosas, demuestran que habitaban gigantes en esa época como
peces sus desnudos cuerpos de ébano se sumergían en el azul índigo de las aguas
inundadas de placeres perleros y de las especies mas finas de peces que pueda
imaginar el hombre.
PERO AQUEL AÑO DE
1534, MARCO EL INICIO DE LA EXTINCION DE LOS CALIFORNIOS.
Las embravecidas olas arrastraban naufragando al navío
por los mares de la isla de las perlas, la que así llamaron posteriormente. Espíritu
Santo. A la hermosa embarcación tripulada por Fortún Jiménez y 38 gentes mas le
volaba el velaje amenazando en caer el mástil, después vino la calma. La embarcación se
deslizaba con donaire. Y aquellos hombres impuestos a las
aventuras y las tareas mas difíciles quedaron extasiados al pasear su mirada
contemplativa por las hermosas islas que se duplicaban en el espejo del
mar...la Lobera... como un castillo medieval custodiada por lobos, nutrias y
elefantes marinos... sus bramidos eran
un deleite para el oído...los borregos cimarrones corrían por las laderas y el
graznar de gaviotas no lograban sacarlos del ensueño por todas las maravillas
que se ofrecían ante su vista, a su paso.
Fortun Jiménez y los 38 tripulantes eran los primeros
extranjeros que por accidente descubrían La Paz, la que llamaron la Isla de Las
Perlas. El legendario hongo de Balandra con su bella y sugestiva cintura
cincelada por el viento, la brisa y el devenir de las olas por milenios, les
dio la bienvenida sorprendiéndolos aún más ese prodigio de la naturaleza.
Llevando su mano a la frente, hurgando
ansiosamente la distancia, el robusto marinero de 18 años Francisco Preciado
grito de pronto: ¡Tierra! ¡Tierra a la vista! El barbado hombreton Fortun Jiménez
quien capitaneaba el navío, después de asesinar a Diego Becerra de Mendoza,
primo de Hernán Cortés, de un manotazo tomo el largo catalejo llevándolo a los
ojos...atisbando la distancia...!por todos Los Santos!, dijo, ¡Tierra al fin!.
En la rivera del mar los californios de desnudos cuerpos
con sus mujeres adornadas de cuello y cintura con collares de las más finas
perlas miraban asombrados a la vez que jubilosos la embarcación para ellos
desconocida que avanzaba gallardamente a toda vela cortando las aguas de espumosas
crestas dirigiéndose hacia la orilla. Después de meses de navegación para los
hombres aquello era el paraíso. Fondearon el barco en la bahía, ahora La Paz,
botaron pequeñas embarcaciones y se dirigieron hacia la playa bordeadas de
palmeras, manglares, mezquitales y cardones. Los californios, hombres, mujeres
y niños se abalanzaron a su encuentro amistosamente atendiéndolos, ofreciéndoles
sus perlas, sus peces y todo lo que poseían en esta tierra bendita de Dios. Los
Hombres que venían de lejos al ver a las hermosas y morenas mujeres de juncales
y desnudos cuerpos y de negras cabelleras con sus colgajes de perlas, no les
quedo duda alguna que descubrieron la Isla de Las Perlas haciendo realidad la
leyenda escrita en el Libro “Las sergas de espladian” que circulo por toda
Europa acrecentando la imaginación de los aventureros y piratas de la época.
Como los antiguos californios andaban desnudos, los
hombres que llegaron de lejos hicieron lo mismo y se bañaron todos juntos en el
mar...al calor humano, y al ver a las
mujeres adornadas de perlas se apodero
de ellos la ambición y la lujuria intentando violarlas, lo que molesto a los
varones, soltándose la barbarie...fue una matanza, murieron 20 hombres de la tripulación,
entre ellos Fortun Jiménez. Fueron los primeros extranjeros muertos a manos de
los indígenas y enterrados en tierra californiana.
18 hombres como pudieron
escaparon de la masacre, entre ellos Francisco Preciado que gracias a el que escribió
su diario y que se publicó años después se dio a conocer al mundo que fueron los
primeros que descubrieron esta tierra. Después
de mil peripecias, los sobrevivientes llegaron a la capital llevando las
noticias de su aventura en la Isla de Las Perlas, el descubrimiento que hicieron
así como sus hazañas y experiencias mostrando como prueba las valiosas perlas
que llevaban consigo. Corrió la noticia por toda Europa despertando la ambición
de muchos aventureros que deseaban conquistar esta tierra, y que a partir de
entonces durante más de casi 500 años después de estos hechos, nuestra bella península
es codiciada como la perla más preciada hasta nuestros días.
Es así como el primer descubridor de La Paz fue Fortun Jiménez
y su tripulación. Y dio a conocer este hecho Francisco Preciado...Hernán Cortés
al ver las perlas y saber de los hechos despertó su ambición y el 03 de mayo de
1535, día de la Santa Cruz, fue el segundo visitante de La Paz, quien levantó
acta oficial poniéndole por nombre Santa Cruz, por festejarse ese día de la
Santa Cruz...
…Por el placer de escribir…Recordar…Y
compartir…
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