LA PAZ QUE SE PERDIO
POR MANUELITA LIZARRAGA
“EL NIÑO DE LA SONRISA...Y QUE PELA LOS DIENTES...DE LA RAMIREZ Y REFORMA”
ya volvió a salir el niño, que cuenta la leyenda, de la sonrisa y que pela los dientes...dijo espantada la señora Rufina Guerrero y que a través de los años desde que ella era niña escuchaba de los mayores las narrativas de que salía este niño de los dientes chuecos y pelones. Que son muchos los espantados por ese barrio, pero que nunca pensó que en esta época y tanto que se ha progresado, le fuera a salir a ella precisamente.
Fue una experiencia muy fea, dice, y que gracias a que es muy fuerte, no se desmayó como les sucedió a otras personas en la antigüedad, cuando se espantaron con la aparición de este niño de la sonrisa. Continua diciendo la señora Rufina, que hace algún tiempo, no mucho, como es su costumbre, a las cinco de la mañana andaba ella barriendo la banqueta de su casa ubicada en la calle Ramírez entre Reforma e Independencia. Cuando de pronto...salió traspasando la barda de ladrillo de la familia Carballo, un niño como de diez años vestido de pantalón y camisa blanca de manta...que pasó muy orondo junto a ella que casi la atropella.
Doña Rufina, sorprendida se le quedó viendo al chamaco que continuaba caminando dándole la espalda, preguntándose ella que de donde había salido ese niño para ella desconocido vestido como un indígena y a esa hora de la madrugada, y más raro todavía en la forma que traspasó la barda de ladrillo, aún así todavía no le caía el “veinte”, cuando el chamaco de los dientes pelones había caminado una distancia de ella, de unos cinco metros, de pronto el niño se dio la vuelta quedándole de frente, y la señora ya le iba a preguntar quién era y que andaba haciendo levantado fuera de su casa a esa hora...pero no tuvo tiempo de emitir palabra alguna...fue cosa de un instante...el niño, haciéndole gestos y movimientos grotescos con el cuerpo y las manos como su fuera un tontito con una amplia sonrisa, le peló tamaños dientes y emitía como unos gorgoreos que querían ser palabras y no se le entendía.
Todavía, dice Doña Rufina, que ella no sentía miedo porque ni por asomo pensaba que fuera cosa del otro mundo y en ese momento no se acordaba de la leyenda del niño que pela los dientes. El chamaco, al ver que ella no se asustó continuó caminando hasta la esquina de la calle Reforma; y al cruzar ésta, el niño se volvió a detener haciéndole los mismos gestos y movimientos grotescos pelando semejantes dientones y siguió caminando, pero cuando desapareció atravesando por la pared del templo evangélico, entonces, dice Doña Rufina, que sintió un pavoroso miedo que se quedó como clavada en el suelo con los pies como si fueran de plomo y parecía que la piel de la espalda se le levantaba hasta la nuca. Como pudo se metió a su casa a rezarle a la virgencita y a tomarse un té de palo de brasil para el mal de espanto. Dice que por las dudas ya no barre en las madrugadas, mejor lo hace más tarde.
Por su parte, el señor Timoteo, de 60 años de edad, quien vive al fondo del solar, dice que de su casa sale ese niño de los dientes chuecos y pelones. Es una leyenda contada por los mayores desde el siglo pasado. Cuenta la fea experiencia que le sucedió a él y sus hermanos cuando eran niños como de diez y doce años. Que en una ocasión andaban jugando a las escondidas...y a Juanito le tocó buscarlos en sus escondites donde todos estaban hechos bolita muy contentos en el juego...cuando de pronto gritó Juanito “!te encontré!”...mi hermano se había metido dentro de la casa a buscarnos y entre las penumbras se le abalanzó al chamaco creyendo que era su hermano...sus ojos se fueron acostumbrando a la oscuridad y de repente se escucharon horribles gritos...!aquí anda un indio con los dientes pelones!...!vengan rápido se metió a la casa un chamaco que pela los dientes!...se armó el alboroto y se acercaron a la casa la gente del barrio...algunos de los mayores sabían la leyenda del niño de la sonrisa...pero cuando llegaron a la casa los niños y los vecinos, estaba Juanito hablando solo... “!el niño que pela los dientes se salió por esa pared!” , señalando la barda de ladrillo, claro que los niños se empezaron a reír de él, pero los mayores que ya sabían de estas apariciones calladitos la boca se fueron retirando a sus casas.
Juanito, por mucho tiempo no se cansaba de hablar de lo mismo. Decía que el niño de la sonrisa estaba vestido como los indios, de manta blanca se reía y pelaba los dientes. Este suceso fue el coco para los niños de aquella época, gracias a eso se disciplinaba y eran obedientes...”Ora Juan, el niño de la sonrisa te va a llevar”, era la consabida amenaza de los papás y los chamacos andaban derechitos.
Cuentan que fueron muchas las personas espantadas en la antigüedad, con el niño de la sonrisa, y que pela los dientes, entre los que se recuerda, y que fueron casos muy sonados porque se desmayaron al sufrir estas experiencias es a Doña Chepa Nuñez y Ramoncita Aguirre de Flores entre otros.
...Por la Reforma y Ramírez, pásate con cuidado, porque en cualquier momento...te puedes encontrar al niño de los dientes pelados.
…Por el placer de escribir…Recordar…Y compartir…
*Esta crónica fue publicada hace más de 15 años en el periódico sudcaliforniano, revista compás, en el programa de radio contacto directo XENT radio La Paz*
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