LA PAZ QUE
SE PERDIO
POR
MANUELITA LIZARRAGA
“UN AIRE LLAMADO
COROMUEL...UN AIRECILLO DE LEYENDA”.
En
los siglos pasados, de la piratería y el comercio transoceánico merodeaban por
el Golfo de California, y el Pacífico, toda clase de feroces corsarios que
asaltaban e incendiaban a los galeones que llevaban valiosas mercancías, como
joyas, y otras cosas en ruta a las Indias...esos bergantines eran capitaneados
por los feroces piratas, entre otros aventureros, como Francisco Drake,
Covendish, Los Pichilingues, y el osado CRONWELL...los californios se
acostumbraron a contemplar de lejos esos combates de los crueles
corsarios...los vencedores, sorteando mil peligros para enfrentarse con los
antiguos pobladores, bajaban a tierra a sepultar sus tesoros, producto de los
atracos...y así, al paso de los años, continuaron llegando galeones de
diferentes nacionalidades en todo lo largo y ancho de las costas del mar de
Cortés y el Golfo de California, principalmente en la hermosísima Bahía de La
Paz, quienes venían en busca del lugar ideal para esconder los tesoros,
producto de sus atracos que han dado paso a las leyendas.
Pasaron los años...la ciudad de La Paz estaba en sus
comienzos y era sólo un humilde caserío al Norte del Esterito, un tradicional
barrio fundado por Yaquis, quienes eran pescadores, buzos, y artesanos del
barro así como de la concha fina...los vecinos eran alegres, muy trabajadores y
observadores....por las tardes las familias acostumbraban a salir a conversar a
las afueras de sus casas y tumbarse en las blancas arenas a ver los hermosos
atardeceres, a esperar el aire de la tarde y otear la bahía en espera del
regreso de los pescadores...el mar se inundaba de veleros al caer la tarde los
que venían cargados de las más finas especies de peces y de perlas.
...Una tarde de primavera los antiguos pescadores y buzos
del Esterito empezaron a notar el arribo de una nave misteriosa la que venía a
vela tendida y que la llevaba la brisa de la tarde fondeando en la ensenada,
rumbo donde es ahora el Coromuel...la embarcación iba repleta de fieros
corsarios quienes iban capitaneados por el terror de los mares, Cronwell...un osado pirata que a decir de los
mayores, bajo el sombrero, el que tenía una calavera negra pintada en la alta
copa se miraba el rostro de duras facciones y de larga barba rojiza y un ojo parchado, que según cuentan lo perdió
durante el combate de un asalto a otro galeón...Cronwell, causaba
terror...miraba imponente con su largo catalejo prieto oteando la
bahía...buscando el lugar apropiado para enterrar los tesoros como era la
costumbre de estos asaltantes del mar.... el arribo del galeón coincidía con el
airecillo delicioso que empezaba a soplar a las 5 de la tarde, y que lo
impulsaba velozmente a vela tendida cortando el oleaje rumbo al Coromuel.
Entre los habitantes corrió pronto el rumor de la llegada
del misterioso galeón...era el famoso pirata Cronwell que asolaba los
mares...había llegado a la ensenada de La Paz, metiéndose donde ahora es el
Coromuel, y con asombro vieron el desembarco de varios corsarios cargando
baúles y barricas repletas de riquezas y los sepultaron bajo la enorme piedra
que allí se encuentra, de varias toneladas de peso...cabe aclarar, que esa
enorme piedra estaba arriba del cerro y cuentan los mayores que cuando los
piratas estaban en mera faena, hubo un gran temblor y la piedra rodó cayendo
sobre los piratas y el tesoro, logrando salvarse únicamente Cronwell, quien
volvía constantemente a enterrar más tesoros, y con su largo catalejo prieto
miraba con nostalgia la gran piedra que bajo de ella escondía sus riquezas, y
los pescadores miraban con curiosidad que la nave aparecía de nuevo tras
constante salidas....impulsada por ese viento de leyenda...que bautizaron con
el apellido del fiero pirata....El Coromuel.
....En aquellas
tardes de fresco airecillo, cuando el pirata hacía su entrada rumbo al
Coromuel, ya los pescadores acostumbrados a verlo pasar a la misma hora, estos
exclamaban ¡Ya llegó el Coromuel!, descomponiendo así el apellido del torvo
pirata, y que bautizó la tradición oral la brisa que cada atardecer en tiempos
de verano nos alivia del intenso calor...El Coromuel...y que dio paso a la
leyenda. Así pasó el tiempo y nunca más volvió Cronwell a la bahía de La
Paz...seguramente perdió las esperanzas de poder mover algún día la enorme
piedra en la arena del Coromuel y que bajo de ella quedó sepultado junto con
varios piratas, gran parte de sus tesoros,
producto de sus atracos.
“Vamos a esperar
al Coromuel”, decían los antiguos, como una costumbre aquí en La Paz, y sacaban
las rechinadoras poltronas y tenderetes a
la banqueta a ver quien pasaba y a esperar el fresco de la tarde llamado
Coromuel, mientras se comentaban los sucesos del día o contaban historias y
leyendas, entre otras cosas, deleitando el paladar con exquisito y aromático
café de granito acompañado de conchitas, virotes o galletas marineras.
Cuentan los
mayores que antiguamente El Coromuel fue un pintoresco y un próspero ranchito y
que de arriba del Cerro de la Calavera por donde ahora está una virgencita,
había una ciénaga por donde fluía generosamente el agua dulce y cristalina la
que corría abundantemente por las laderas del cerro cayendo al Coromuel...y que
por la década de los 40, durante el gobierno del General Rafael M Pedrajo, se
construyó La Glorieta del Coromuel...un balneario de leyendas para los
sudcalifornianos y que según la enorme piedra que está en sus níveas arenas
está sepultado un gran tesoro junto con los piratas que lo enterraron....cuentan
también los mayores que por la década de los 70 cuando estaban construyendo la
carretera escénica, ingenieros y operarios quedaron gratamente sorprendidos
porque cuando estaban pegándole de barrazos al cerro, encontraron montones de
lingotes de oro.
...El Coromuel es
un balneario de leyendas...un tradicional balneario de los sudcalifornianos...
…Por el placer de
escribir…Recordar…Y compartir…
*Esta crónica fue
publicada hace más de 15 años en el periódico sudcaliforniano, revista compás,
en el programa de radio contacto directo XENT radio La Paz*
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