LA PAZ QUE SE PERDIO
POR MANUELITA LIZARRAGA ÀLCARAZ
…CON LOS PELOS DE PUNTA…
“LA QUINTA”…DE DON ALFREDO SAVIN COTA…. Y LOS ESPANTOS DE “LA QUINTA”….
• EL FUERTE Y LASTIMERO LAMENTO QUE SALIA DE LA QUINTA Y SE ESCUCHABA A VARIAS CUADRAS A LA REDONDA, ESPANTABA AL VECINDARIO DE LA PRIMERA DECADA DE LOS 50`s… UNOS CREAIN QUE ERA LA LLORONA, OTROS QUE ESTABAN GOLPEANDO A UNA MUJER….
• EN VUELTA TODA ELLAEN NEGROS ROPAJES, QUEJANDOSE, COMO CON GRAN SUFRIMIENTO, SALIA DE LA QUINTA DE DON ALFREDO, UNA MUJER CON EL ROSTRO CUBIERTO, CON UN TÀPALO NEGRO, VOLANDOLE LA LARGA CABELLA NEGRA AL VIENTO, Y LE DABA LA VUELTA A LA CUADRA DE LA QUINTA, SEGUIDA POR DOS GRANDES PERROS NEGROS, CON LOS OJOS ENSENDIDO COMO ARDIENTES BRAZAS.
• FUERON MUCHOS LOS QUE VIERON UN CARRUAJE TIRADO AL TROTE POR DOS BRIOSOS CORCELES NEGROS, QUE SALIAN PO R EL ARCO DE LA PUERTA PRINCIPAL DE LA QUINTA, POR LA SERDAN, Y RELINCHOS, ASÌ COMO EL ALEGRE RUIDO COMO DE CASTAÑUELAS DE LAS RUEDAS DEL CARRUAJE, QUE DESPERTABAN AL VECINDARIO DORMIDO.
• A PRINCIPIOS DE LA DECADA DE LOS 50`s, EN MIS 6 AÑITOS DE FELIZ INFANCIA…ERA UNA HERMOSA MANSION EN MEDIO DE TODA LA MANZANA, QUE POCO SE MIRABA POR FUERA, ESTABA CERCADA DE PIEDRA Y TABLONES DE MADERA A SU ALREDEDOR, Y SOBRE LA CALLE REVOLUCION HABIA FRONDOSOS PINOS, DONDE DECIAN LOS MAYORES SE PERDIA “EL NAGUDO”, JUSTO FRENTE A LA CUARTERIA DONDE VIVIAMOS.
• LA QUINTA QUE FUNDO DON ALFREDO SAVIN EN LOS AÑOS AQUELLOS, ESTA UBICADA EN LAS CALLES REVOLUCION, MARQUEZ DE LEON, AQUILES SERDAN Y LEGASPI.
POR MANUELITA LIZARRAGA ÀLCARAZ
…CON LOS PELOS DE PUNTA…
“LA QUINTA”…DE DON ALFREDO SAVIN COTA…. Y LOS ESPANTOS DE “LA QUINTA”….
• EL FUERTE Y LASTIMERO LAMENTO QUE SALIA DE LA QUINTA Y SE ESCUCHABA A VARIAS CUADRAS A LA REDONDA, ESPANTABA AL VECINDARIO DE LA PRIMERA DECADA DE LOS 50`s… UNOS CREAIN QUE ERA LA LLORONA, OTROS QUE ESTABAN GOLPEANDO A UNA MUJER….
• EN VUELTA TODA ELLAEN NEGROS ROPAJES, QUEJANDOSE, COMO CON GRAN SUFRIMIENTO, SALIA DE LA QUINTA DE DON ALFREDO, UNA MUJER CON EL ROSTRO CUBIERTO, CON UN TÀPALO NEGRO, VOLANDOLE LA LARGA CABELLA NEGRA AL VIENTO, Y LE DABA LA VUELTA A LA CUADRA DE LA QUINTA, SEGUIDA POR DOS GRANDES PERROS NEGROS, CON LOS OJOS ENSENDIDO COMO ARDIENTES BRAZAS.
• FUERON MUCHOS LOS QUE VIERON UN CARRUAJE TIRADO AL TROTE POR DOS BRIOSOS CORCELES NEGROS, QUE SALIAN PO R EL ARCO DE LA PUERTA PRINCIPAL DE LA QUINTA, POR LA SERDAN, Y RELINCHOS, ASÌ COMO EL ALEGRE RUIDO COMO DE CASTAÑUELAS DE LAS RUEDAS DEL CARRUAJE, QUE DESPERTABAN AL VECINDARIO DORMIDO.
• A PRINCIPIOS DE LA DECADA DE LOS 50`s, EN MIS 6 AÑITOS DE FELIZ INFANCIA…ERA UNA HERMOSA MANSION EN MEDIO DE TODA LA MANZANA, QUE POCO SE MIRABA POR FUERA, ESTABA CERCADA DE PIEDRA Y TABLONES DE MADERA A SU ALREDEDOR, Y SOBRE LA CALLE REVOLUCION HABIA FRONDOSOS PINOS, DONDE DECIAN LOS MAYORES SE PERDIA “EL NAGUDO”, JUSTO FRENTE A LA CUARTERIA DONDE VIVIAMOS.
• LA QUINTA QUE FUNDO DON ALFREDO SAVIN EN LOS AÑOS AQUELLOS, ESTA UBICADA EN LAS CALLES REVOLUCION, MARQUEZ DE LEON, AQUILES SERDAN Y LEGASPI.
“EL NAGUDO” era parte del terror de los alrededores de la quinta, un hombre grandote vestido de negro, de largo capote y sombrero de copa alta, salía también de la quinta de Don Alfredo Savin, era otro hecho terrorífico en aquellos años… Al caer las penumbras empezaban los temores del vecindario, tarde se les hacía, para irse a acostar a la chamaquero, y a los adultos, y a las 7 de la tarde ya estaban en la cama, y las jovencitas y jovencitos regresaban temprano de los baile, del cine, o de la calle… Los espantos de la quinta y de la mayoría de las mansiones de la paz, aquella, era un buen acicate para obedecer y estar a buena hora en casa; quizá era verdad o mentira, pero lo cierto es que los mayores mediante el temor, lograban someter a la obediencia y al respeto a los hijos… Y lo cierto también es que eran muy bonito todos esos cuentos de espantos y aparecidos que nos contaban, dándole vuelo a la imaginación, era parte de las costumbres de antes, y ahora también a los niños y jóvenes les gusta escuchar de esas narrativas…
Por las noches, la gente evitaba pasar por los alrededores de la quinta, la que además era un punto de referencia en la paz… Mi mente vuela al pasado y afloran los recuerdos… en la cuartería, frente a la quinta, por la Revolución, vivía Doña Titita de Betancourt, nosotros, y Doña Lupita Zendejas, de las que recuerdo… Don Arturo no sé si hermano o esposo de Doña Titita estaba muriendo… Alrededor de su cama y a la luz de los candiles estaba la familia entre plegarias llorándolo… Una de ella dijo, “¡Pobrecito además de la enfermad está asustado, vio otra vez hace dos noches el bulto ese que vuela, que sale de la quinta, y al nagudo sacudiendo el capote negro entre los pinares”…. “El popocha”, hijo de doña lupita Zendejas, estaba por ahí también, y dijo “Yo por eso me acuesto temprano, por que eh visto dos veces a la mujer de negro con sus dos perros prietos”; entonces mi madre tercio y dijo hay que darle té con palo de Brasil y azares para el susto, Y el pachuco y yo nada más pelábamos los ojos espantados. Y total que don Arturo se murió, también le habían amputado una pierna… hasta parece que estoy viendo a doña Titita llorando, y a toda la familia en aquel cuarto, apenas iluminado por las velas frente a la quinta… Una antigua mansión que ha dado paso a la historia y la leyenda.
“El sordo Camacho, el herrero del pueblo, el que siempre estaba tiznado por el hollín de su fragua vivía al otro lado de la quinta, por la Serdán… En aquella ocasión que llevamos mi hermana María de Jesús y yo a soldar una Olla, estaba el arreglando una rueda de carreta, y al preguntarle que sí que era eso, contesto pelando los ojos, “Es una rueda de carreta para el carretón de Don chito, no para la del carruaje negro que sale por las noches por esa puerta”, y apunto para la quinta, donde se divisaba adentro del solar un gran árbol, lo vimos con los ojos muy pelones, y continuo “ en esa casona espantan mucho, yo eh visto tantas cosas, pero lo que más me asusto fue el carruaje tan antiguo, con farolitos encendidos por fuera, tirado por dos briosos corceles prietos, que iban saliendo de la quinta, sin cochero, sin pasajero, y seguido de dos perros prietos, perdiéndose en la distancia de la obscuridad de la noche, ya varias personas lo han visto, y lo curioso es que en la quinta no tienen en ese tipo de carruajes”.
El doloroso alarido que salía de la mencionada mansión y que se escuchaba varias cuadras a la redonda, hacían que se enchinara la piel, y se les hiciera un nudo en la garganta, al que tenía el infortunio de escucharlo… fue en vísperas de navidad aquella tarde, temprano todavía, fuimos mi hermanita y yo por las cajas de cartón, al tendejón de “DON MITO” para ponerla en los pies de la cama, como era la costumbre para que Santa Claus nos trajera los regalos, y las guardamos detrás de la puerta…. Aquella noche mi padre tumbo la puerta de una patada ¡Venia espantado! Según, escucho el feo alarido de una mujer, y la vio toda vestido negro, caminando alrededor de la cuadra de la quinta seguía de sus dos perros prietos, y al dar la vuelta a la esquina ¡FLOTABAN!, no pisaban el suelo, lo cierto es que los cartones se rompieron y mi papá por muchos tiempos no tomo su tequila de las famosas burritas.
De la quinta hay mucho que contar, pero sobre todo de Don Alfredo Savin Cota, quien fundo la quinta al finalizar el siglo pasado, y vivió muchos años en ella. Don Alfredo Savin fue un personaje muy importante en la paz, y no se le ha hecho justicia, pero eso ya es otro tema.
Y por los alrededores de la quinta de Don Alfredo Savin, son muchos los espantados con el elegante y antiguo carruaje, tirado por Briosos corceles negros, así como por la mujer de negro, seguida de dos perros prietos de ojos encendidos como tizones, y muchos espantos más a través de los años….
Por las noches, la gente evitaba pasar por los alrededores de la quinta, la que además era un punto de referencia en la paz… Mi mente vuela al pasado y afloran los recuerdos… en la cuartería, frente a la quinta, por la Revolución, vivía Doña Titita de Betancourt, nosotros, y Doña Lupita Zendejas, de las que recuerdo… Don Arturo no sé si hermano o esposo de Doña Titita estaba muriendo… Alrededor de su cama y a la luz de los candiles estaba la familia entre plegarias llorándolo… Una de ella dijo, “¡Pobrecito además de la enfermad está asustado, vio otra vez hace dos noches el bulto ese que vuela, que sale de la quinta, y al nagudo sacudiendo el capote negro entre los pinares”…. “El popocha”, hijo de doña lupita Zendejas, estaba por ahí también, y dijo “Yo por eso me acuesto temprano, por que eh visto dos veces a la mujer de negro con sus dos perros prietos”; entonces mi madre tercio y dijo hay que darle té con palo de Brasil y azares para el susto, Y el pachuco y yo nada más pelábamos los ojos espantados. Y total que don Arturo se murió, también le habían amputado una pierna… hasta parece que estoy viendo a doña Titita llorando, y a toda la familia en aquel cuarto, apenas iluminado por las velas frente a la quinta… Una antigua mansión que ha dado paso a la historia y la leyenda.
“El sordo Camacho, el herrero del pueblo, el que siempre estaba tiznado por el hollín de su fragua vivía al otro lado de la quinta, por la Serdán… En aquella ocasión que llevamos mi hermana María de Jesús y yo a soldar una Olla, estaba el arreglando una rueda de carreta, y al preguntarle que sí que era eso, contesto pelando los ojos, “Es una rueda de carreta para el carretón de Don chito, no para la del carruaje negro que sale por las noches por esa puerta”, y apunto para la quinta, donde se divisaba adentro del solar un gran árbol, lo vimos con los ojos muy pelones, y continuo “ en esa casona espantan mucho, yo eh visto tantas cosas, pero lo que más me asusto fue el carruaje tan antiguo, con farolitos encendidos por fuera, tirado por dos briosos corceles prietos, que iban saliendo de la quinta, sin cochero, sin pasajero, y seguido de dos perros prietos, perdiéndose en la distancia de la obscuridad de la noche, ya varias personas lo han visto, y lo curioso es que en la quinta no tienen en ese tipo de carruajes”.
El doloroso alarido que salía de la mencionada mansión y que se escuchaba varias cuadras a la redonda, hacían que se enchinara la piel, y se les hiciera un nudo en la garganta, al que tenía el infortunio de escucharlo… fue en vísperas de navidad aquella tarde, temprano todavía, fuimos mi hermanita y yo por las cajas de cartón, al tendejón de “DON MITO” para ponerla en los pies de la cama, como era la costumbre para que Santa Claus nos trajera los regalos, y las guardamos detrás de la puerta…. Aquella noche mi padre tumbo la puerta de una patada ¡Venia espantado! Según, escucho el feo alarido de una mujer, y la vio toda vestido negro, caminando alrededor de la cuadra de la quinta seguía de sus dos perros prietos, y al dar la vuelta a la esquina ¡FLOTABAN!, no pisaban el suelo, lo cierto es que los cartones se rompieron y mi papá por muchos tiempos no tomo su tequila de las famosas burritas.
De la quinta hay mucho que contar, pero sobre todo de Don Alfredo Savin Cota, quien fundo la quinta al finalizar el siglo pasado, y vivió muchos años en ella. Don Alfredo Savin fue un personaje muy importante en la paz, y no se le ha hecho justicia, pero eso ya es otro tema.
Y por los alrededores de la quinta de Don Alfredo Savin, son muchos los espantados con el elegante y antiguo carruaje, tirado por Briosos corceles negros, así como por la mujer de negro, seguida de dos perros prietos de ojos encendidos como tizones, y muchos espantos más a través de los años….
…Por el placer de Escribir…. Recordar… Y … Compartir…
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