viernes, 16 de marzo de 2018

La Paz Que Se Perdio agregó 4 fotos nuevas.
Publicado por Manuela Lizarraga Alcaraz4 min
LA PAZ QUE SE PERDIO
POR MANUELITA LIZARRAGA
“...SALUD SEÑOR PRESIDENTE...BENEMERITO DE LAS AMERICAS...LIC. BENITO JUAREZ GARCIA”.
• 21 de Marzo… 212 aniversario del natalicio del hombre más gigantesco que produjo nuestra historia de México…y que aún prevalecen sus beneficios.
Don Benito Juarez, con su gobierno contribuyó a formar el espíritu de la nación mexicana. Es el símbolo de las leyes de reforma de 1857, y el alma de la resistencia durante la intervención francesa en México, logrando la victoria definitiva de los republicanos contra los imperialistas, conjurando todo peligro de amenaza europea. Don Benito Juarez García fue toda una institución de las leyes. El hombre de las luchas y las tempestades políticas, el hombre cumbre, que produjo el mundo después de nuestro señor Jesucristo, nació el 21 de marzo de 1806...exactamente durante el equinoccio de primavera, en el pueblo de Guelatao Oaxaca. Benito fue un humilde pastorcito que mientras cuidaba el rebaño hacía vibrar su flauta de carrizo inundando de notas musicales, montes y serranías de la Mixteca, templando su espíritu...debido a un incidente con las ovejas que estaban a su cuidado, se dirigió a Guanajuato y gracias y a la nobleza y apoyo de Don Antonio Zalanueva, a los doce años empezó a conocer el alfabeto. Su esfuerzo fructificó hasta recibirse como abogado...debido a su dedicación llegó a ser presidente del Tribunal Superior de Justicia de su Estado...posteriormente, fue gobernador, y luego presidente de la República. Su honestidad se comprobó, pues su fortuna consistía en 2,500 pesos cuando el falleció. En una ocasión, durante una visita que hizo Benito Juarez al gobernador de Guanajuato, al otro día, muy temprano, solicitó a una sirvienta que le alcanzara un recipiente con agua para asearse la cara, y como ésta lo vio prietito de color firme y humilde, le contestó majaderamente voz tronante, ¡si quiere agua vaya y sáquela usted del pozo!...el presidente Benito Juárez con la sencillez humildad que le caracterizaban se dirigió a donde se le mandó, sacó agua del pozo y se fue a su recamara y se aseó. Ya en la mesa, a la hora del desayuno, debido a su alta investidura le cedieron la cabecera de la mesa, y la sorpresa de la sirvienta fue mayúscula cuando el gobernador le ordenó que le sirviera primero al señor presidente. Ésta se soltó llorando pidiéndole disculpas y Juárez sin darle la menor importancia le dijo que no tuviera cuidado.
Don Benito Juarez falleció el 18 de julio de 1872. Ante la tumba que se acababa de abrir todas las pasiones enmudecieron. El Ayuntamiento decretó un luto de siete días, la prensa guardó silencio. Al fondo del salón de embajadores, en un catafalco con su frac inevitable y la banda tricolor en el pecho, colocaron el cadáver del indio incansable que luchó por dejarnos las leyes de reforma, y reconstruyó el país poco a poco. La personalidad política del señor Juarez pertenece a la historia cuyo buril severo le asignará el lugar que de derecho le corresponde, siendo incuestionable que su recuerdo vivirá siempre en todos los mexicanos, por hallarse ligado con los de las épocas más importante de nuestra vida pública. No se vale que gente ignorante de nuestra historia de México, que van llegando al poder traten de manchar su memoria. Como buenos mexicanos, para gobernar el país se necesita tenerle mucho amor a la patria, para no dar pesos por centavos.

LA PAZ QUE SE PERDIO.
POR MANUELITA LIZARRAGA.
• 1806 - 2018, AÑO DE JUAREZ… 212 AÑOS DE SU NATALICIO.
Poema escrito al festejar el bicentenario de su natalicio. Se respeta el texto original.
Por: Alfredo Cardona Peña.
Excelentísimo Señor Presidente,
Del carácter insobornable, de la fuerza en el día,
Prefecto del rigor, edecán de los limpios,
Gran caballero de la orden de los humildes;
Condecorado por el sol, que dio a tus facciones,
Una adusta grandeza de piedra resurgida.
Excelentísimo señor embajador,
Del espíritu de las leyes,
Que entregaste tus credenciales en las manos del pueblo
Y vigilaste el cumplimiento de lo que parecía intocable
Por los decretos que firmó la consciencia,
Por los mandatos que inspiró la mañana
SEÑOR MINISTRO DE LA RESTITUCION PÚBLICA,
Que pusiste en tu pecho la lágrima del pobre
Y no medallas fundidas en latín y amuletos marchitos.
Rector de la universidad de los dignos,
Que desconoces los nombramientos honoríficos
Cuando estos se fabrican de espaldas al decoro.
HONORABLE CUERPO DEMOCRATICO,
Señoras y señores en la fe de la historia:
Henos aquí celebrando el nacimiento
De quien no tiene muerte,
A los 200 años exactos
De su producción en la primavera,
Por que, señor presidente, según lo han confirmado
Horóscopos maduros y pájaros triunfales,
Naciste con la maduración de los frutos, y es simbólico
Tal advenimiento en la estación de las flores,
Cuando la tierra derrama su corazón a los humanos.
Haz que cierta poesía solitaria,
Maestra en la oscuridad,
Experta en el sutil enredo de la frase,
Abandone sus trajes de sombra,
Sus voces como gotas fríamente perfectas,
Y poniéndose el casco reservado a los himnos,
Cante llena de sol en el estadio
Donde la juventud eleva a tu memoria
Su competencia musical.
Naciste, como he dicho, en el día de primavera,
Más fue tu infancia un triste invierno sin vestido
En donde muchas veces, para subsistir en el cuerpo
Tuviste que llamar a las puertas más altas
Como los ciervos hacen con las últimas ramas.
De niño recibiste el beso de los crepúsculos
El orto fue tu ayo, tu madrina la tarde,
Pues como algunos reyes, que aparecen en el amarillo testamento,
Iniciados en las fuerzas Purísima de la soledad, fuiste pastor en los días risueños de la infancia,
Y es la primera imagen de tu historia una égloga
Que guarda entre la brisa su armonía inicial.
Como una comida que han enfriado las penas,
Fue tu primera juventud, a la sombra de la perseverancia.
Repetiste el drama del estudiante misérrimo,
Santificaste la voluntad cuando en la noche
Leías quemándote los ojos,
Leías buscando una luz que la vela te hurtaba,
Leías mientras otros compraban o reían.
Ah, señor presidente, nosotros no podemos olvidar
Aquellas horas de estudio sin fiesta,
En las que poco a poco fuiste viendo a tu patria
Como un dolor tendido extensamente,
O acaso como una doncella amenazada,
O un lindo cuento solo para algunos.
Te preocupaban los libros caros y la mesa,
La novia te dolía,
Por que eras una raíz envuelta en polvo
Y muchos años de desprecio subían como hiedras,
Por los duros reinados de tu sangre.
Eras el último de la calle,
Un indio, un gran silencio hecho de llama.
Pero,
Fuiste preparando con lentitud de alfarero una idea,
Fuiste profundizando en hombres y palabras
Y te casaste venciendo murallas,
Dejaste la provincia, madre caudal y sola
Y un día ciudadano, un día altivo,
Un día en un gran árbol transformado se abrió tu obra, al fin como una puerta,
De justicia labrada. Por ella entró la luz
Y la tiniebla huyó con su murciélago.
¿Cuál fue tu arma, padre desarmado?
Una más grande que la luz del día,
Más poderosa que las acechanzas,
A cuyo nombre tiemblan los culpables,
Enmudecen puñales, torna el fiel a su punto:
LA LEY. Y EN ELLA EL PUEBLO.
El pueblo que fue escudo de tu brazo,
Rosa en tu fe sembrada.
Apretada en el puño, como un látigo de fulgores
La ley viajó contigo,
Ardió, fue construyendo su reforma,
Y a tal punto se hizo sustancial a tu alma
Que era tu ser, oh Juarez, LA LEY MISMA,
Vestida severísima y actuante.
En esa ley -o roca- en que vivías
Fue a estrellarse el imperio: sus espumas
Salpicaron las páginas de Europa.
Pero había pequeñas miserias,
Conspiraban hisopos y sortijas,
Y se lanzaron, Juarez incorrupto,
Sobre tu ideal innovador. No pudo
Aquella tempestad herir tu frente,
Por que eras un producto de muchos siglos,
Un fuego que apagado quemaba tu silencio.
El suelo estaba lleno de hojas podridas, de basuras crueles,
Y había que barrer el ancho piso
De tierra de tu patria,
Limpiar los miedos, pintar las paredes,
Con un color que ya no fuera el negro;
Había que escribir constituciones,
Frases con sellos de águila, anti dogmas,
Y sobre todo, no cejar: herir el rayo y dominar la hora.
Entonces comenzó aquel largo viaje
De tu celo, y rodaste en un carruaje
Del que tiraba la jurisprudencia.
Atravesaste la noche de México,
Fuiste vigilia, gestión, esperanza
Y cuando el invasor se derrumbó, cuando tus normas
Fueron decoro público y las flores
Habitaron de nuevo las escuelas,
Surgió tu nombre como una alta cumbre,
Se hizo muchedumbre tu soledad
Y para siempre quedaste viviendo
En las festividades de tu pueblo.
Oh roca apasionada, estatua viva.
Oh impasibilidad sobre los montes.
Así te vemos hoy, y mientras pasa, la hora fugitiva, permaneces,
Y arde el silencio como un ángel puro,
En tu silla de bronce.
Desde esa silla, Juarez inmutable, vences, caminas, logras y construyes.
¡Salud excelentísimo señor!
Al pie de tu onomástico
Mares y lejanías te contemplan
Viendo como has crecido y cuanto has hecho. Te entregamos las llaves de América.
Te nombramos
Huésped de honor de las auroras libres.
Ven y preside el fallo de la historia
Como una encina un bosque de laureles.
Respetaremos como mexicanos,
La histórica y celebre frase que nos legaste
“QUE EL PUEBLO Y EL GOBIERNO RESPETEN LOS DERECHOS DE TODOS. ENTRE LOS INDIVIDUOS, COMO ENTRE LAS NACIONES, EL RESPETO AL DERECHO AJENO ES LA PAZ.”.
¡Salud señor presidente!...benemérito de las Américas.
…Por el placer de escribir…Recordar…Y compartir…
*Esta crónica fue publicada hace más de 15 años en el periódico sudcaliforniano, revista compás, en el programa de radio contacto directo XENT radio La Paz*

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